Partida Rol por web

Mientras juego con los restos de huesos de la cena y sin levantar la cabeza del plato exhalo un largo suspiro, son tiempos difíciles los que nos toca vivir...cada vez resulta mas difícil entender a los mismos Dioses...antes se podía contar con un hermano o con un amigo, hoy la envidia y la avaricia tuerce todo, como si de un árbol podrido por dentro se tratara...todos somos hombres libres y como tales podemos elegir nuestro propio destino por muy oscuro que pueda parecer...por suerte aun quedan Hombres del Norte como los de antaño, los cuales siempre perduraran en las Oddas... , dejo pasar unos segundos y levantando la cabeza miro hacia donde esta Hrapp, si necesitáis que interfiera con los Dioses solo tenéis que decirlo, es lo menos que podría hacer por vos y vuestra hospitalidad.

Thorgrim disfrutaba de la comida y la cerveza, puede que no fuera el banquete mas grande de todos los tiempos, pero al menos el guerrero oso sabia que era algo mas que sustancioso tras las penurias pasadas, como el animal del que tomaba nombre, Thorgrim devoraba las viandas una detras de otra, el oso sabio es el que hace acopio para el invierno y aunque su furia le hacia imposible hibernar, nunca esta de mas tener el estomago lleno y la sangre caliente, a fin de cuentas, nunca se sabe cuando estallara la violencia.

Con un vistazo a su hacha, fiel compañera de mil batallas, Thorgrim dejo que sus compañeros se hicieran cargo de los juegos que palabras que tanto les gustaban a los gobernantes, por su parte solo queria oir dos sencillas instrucciones:

Ahi esta el enemigo y hazlo pedazos.

Eso si que podia entenderlo bien.

Con una risa apagada por su cuerno de cerveza, Thorgrim relleno el cuerno antes de continuar dando cuenta de las viandas ante el.

Yngwe captó al vuelo la intención de Klemet. – No estaría mal darse una vuelta por los alrededores para ver lo que a los ojos se pudiera mostrar… - Pensó el skalda sin dejar de mirar el cuerno que tenía en su mano derecha.

- Cierto es. Esta muestra de hospitalidad ha de verse correspondida… Y siempre es bueno estar a bien con los dioses. Nunca se sabe cuando los vas a necesitar. – Dijo poniéndose de pie y, simulando una leve embriaguez, alzó el cuerno y - ¡Sköll! – Vociferó mientras se dejaba caer teatralmente en la banqueta.

Unos instantes después levantó la mirada discretamente en busca de algún signo que delate si la pantomima que acaba de realizar cuela o no…  

Todos los hombres rieron ante los movimientos torpes y la voz forzadamente aguda y variable del skalda. Incluso alguno le animo a que cantara algo, pues seguramente sería mucho mas divertido escucharlo cantar tan borracho como estaba.

Por otro lado el jefe se apresuró en constestar a lo que la mujer de rojo cabello había dicho.

-Pues si, uno de nuestros barcos se encontró con la tormenta y a duras penas logro llegar de nuevo al puerto-dio un breve trago a su copa- al parecer los últimos días no han sido buenos días para navegar...

Agradezco la representación de Yngwe, solo un scalda sabe como quitar presión en situaciones que se vuelven tirantes, y ver como los piratas comienzan a comportarse de un modo mas distentido, hace que el nudo que tengo en el pecho pierda parte de su tensión.

No me considero mala bebedora, pero esto no es el Clan Kjari, ni estamos en Rohald, así que empiezo mas a menear el caldo, y a dar leves sorbitos que a continuar bebiendo: - Necesito la mente clara, y que me lleven las Nornas si este Hrapp Annsson no está mas dispuesto a hablar... Eso sí, necesito que desaparezca este Hermod, su consejero...

Levantandome de la bancada, digo, sonriendo:

- Señores, supongo que sabran disculparnos, pero hay cosas que las mujeres debemos hacer a solas!! Y tras esta magnifica cerveza, creo que ha llegado el momento de hacerlo. Me acompañas, Hild??, pregunto a la völva, haciendole una señal con la cabeza, hacia afuera de la tienda.

La völva apenas había bebido, simplemente se llevaba el vaso a los labios para que el resto creyera que probaba la cerveza que les habían dado, pero en todo momento procuró mantener el control sobre su mente. Cuando escuchó a Jorunn, entendió sin problemas lo que pretendía su amiga, asintiendo con la cabeza ante su propuesta.

—Si nos disculpan.

Se puso en pie dispuesta a salir de la casa comunal, esperando que en esa ocasión no les fueran a poner a alguien vigilándolas, de esa forma tendrían la oportunidad de intercambiar impresiones e intentar trazar el plan de actuación siguiente.

Cuando las dos mujeres se levantaron varios guardias se pusieron en pie a su vez. Todos ellos iban armados y al contrario de lo que podía parecer hacía unos momentos iban bastante serenos. Las dos mujeres pararon en seco ante los guardias que las cortaban el paso.

-Me temo que no puedo dejaros ir libremente por la aldea por varias razones, aunque la más importante es que estoy bastante seguro de que no estáis diciendo la verdad -el propio Hrapp no parecía ni la mitad de borracho de lo que había mostrado hacía pocos segundos.

La reacción, primero de los guardias, y finalmente del lider del poblado, dejó claro que las cosas no transcurrirían de forma tranquila, algo de lo que ya había advertido Hild, tras leer las piedras, aquella lejana mañana, a bordo del snekkar de Osviff.

La respuesta de Hrapp, aunque me pilló de espaldas, fue como un bofetón para mi orgullo, que, pese a todos los intentos que hacía de un tiempo a esta parte, seguía tratando de manejar las riendas de mis reacciones cuando no conseguía controlar la cólera. Y esta fue una de estas ocasiones:

- Esta es la hospitalidad de la que haceis gala??!!, le espeto, girandome rapidamente, para mirarle de frente, con la cara arrebolada, y una mirada desafiante. Si no te fias de nosotros, siempre puedo llevarme mi cuerno, y traertelo lleno de mis meados, para que puedas confirmar para qué salimos. Porque si lo que pretendes es que uno de tus hombres se meta hasta mi culo mientras meo, mas le vale saltarse tus ordenes, o le cortaré las pelotas...

En ese momento, habiandome despachado a gusto, al menos en parte, la neblina roja se retira parcialmente de mi vista: - Que pretendes,niñata, que nos maten a todos??!!, me reprendo, apretando los puños hasta casi clavarme las uñas en las palmas, mientras continúo mirando desafiante al Jarl de la tribu: - Es su lider, y merece un respeto. Que harías tu, si a tu padre le hablaran de esa forma, allá, en Rohald...?? Por supuesto, no tenía una respuesta para esa pregunta, o al menos, no una que no hiriese mas a mi orgullo.

Bajo la vista, visiblemente turbada, aunque aun el orgullo seguía pugnando por imponerse, pero debía tratar de no comportarme como una niña, si no como la heredera de un Jarl danes, descendiente de Kjari Espada de Rayo. Respiro hondo durante un par de segundos, y de nuevo elevo la vista hacia esos ojos de mirada dura y experimentada: - Disculpa mi arrebato, jefe Annsson, pero digamos que no llevamos los mejores dias, estos ultimos. Permite que vayamos a liberar la vejiga, y cuando vuelva hablaremos, te doy mi promesa.

Ahora sí, mi porte vuelve a ser digno, y mi mandíbula, cuadrada, habla de determinación. Esta situación no se podía mantener mucho mas. La tensión acabaría haciendo estallar a Thorgrim, o a Sigurd o... - A quien quiero engañar, he sido yo la primera en explotar!! Había tomado una decisión, pero la experiencia me había enseñado a consensuarla con mis hombres, y la sabiduría y la templanza de la völva, esperaba, me darían la fuerza para llevarla a cabo.

Thorgrim detuvo su cuerno a medio camino de su boca, dejando que un gruñido muy poco halagueño escapara de sus labios, su gesto se transformo, de una sonrisa medio satisfecha, a un gesto animal, de colmillos al descubierto y ojos fruncidos en gesto violento.

Su mano apreto el cuerno y enseguida empezo a sonar el crujido del hueso a ser presionado mas alla de sus limites, dejandose ver ligeras grietas sobre la blanca superficie del utensilio;  los musculos de Thorgrim ya se sacudian con algun que otro espasmo, revelando el poderoso cuerpo del berserkr, recordando a todos que los guerreros ferales eran letales y temidos por algo.

Un quedo y retumbante gruñido, resono de nuevo en la garganta y boca del berserkr, sin nada que envidiar al de una bestia que avisa a un intruso en su terriorio.

-¡Hablar! ¿Y quién ha dicho que yo quiera hablar? ¿Acaso quieres contar la verdad de lo que hacéis aquí cuando ya os hemos descubierto?-dijo el hombre haciendo que varios de sus hombres rieran. A parte de eso el resto del salón permanecía en silencio- Me temo muchacha que tu vejiga es solo una pequeña parte de tus problemas...

En su fuero interno la völva sabía que la estratagema de su amiga para poder salir de allí no iba a funcionar y, tal y como se temía, los hombres se levantaron con sus armas prestas a ser usadas, ni rastro de alcohol en sus gestos. La tensión era cada vez más palpable y Jorunn, con sus palabras, no estaba consiguiendo tranquilizarlos.

¿Descubiertos? Las palabras de Hrapp captarón con rapidez la atención de Hild que, sin disimulo alguno, giró su mirada hacia los dos jutos, con el odio y la desconfianza pintados en ellos. Si Hrapp y sus hombres conocían sus intenciones de rescatar a los príncipes sólo podía ser porque alguien se lo había contado, y los únicos extraños al clan eran los jutos, bien uno de ellos o bien los dos, tenían que ser unos traidores.

—Malditos.  —Refunfuñó la völva entre dientes.

La actitud prepotente del Jefe amenazaba con convertirse en la prueba de fuego dentro de mi cabeza, pero, en el fondo sabía que estaba mas dirigida a sus hombres que a mi. Hace tiempo, muy al noroeste de esta posición, conocimos a la Dama de la Escarcha, y quizá una de las cosas que aprendí de ella fue a adoptar ese semblante, como el azulado hielo del centro del glaciar, con la mandíbula apretada contra el resto de la cara, y los ojos como dos rendijas por las que destilaba el fuego interno.

Pese al calor que sentía, sabía que nuestra posición era francamente delicada, y poco podíamos hacer mas que intentar evitar el derramamiento de nuestra sangre. Entonces quemé mi ultimo cartucho:

- Y que crees que pretendía hacer, Hrapp Annsson??, continué, dado que, en cierto modo, no distaba de la realidad de lo que me disponía hacer, que no era otra cosa que intentar hablar a solas con el pirata, si no tratar contigo cierto tema que, a buen seguro, será de tu interés, pero solo de tu interés..., acabé, lanzando una mirada emponzoñada contra el consejero del Jefe de la Aldea.

Sigurd había estado toda la fiesta bebiendo con gran moderación, pues quería asegurarse de que sus dos nuevos compañeros en esa aventura se lo pasaban tan bien como el resto de ellos; brindaba de vez en cuando al grito de sköll pero la mayor parte de la veces apenas daba un sorbo. A Sigurd le encantaba emborracharse como al que más y disfrutar después del calor de una mujer, pero por encima de todo era responsable con sus deberes. Y era precisamente esa responsabilidad lo que, en el pasado, le había dado más de un problema.

En cuanto los guardias se levantaron para impedir la salida de Jorunn y Hild el ulfheddín hizo lo mismo, espada en mano se levantó.

-Yo la escucharía Hrapp... -Dije, preparado por si tenía que luchar pero sin amenazar directamete a su jefe-. Estoy seguro de que a un buen líder no le interesa perder a tantos hombres como los que harían falta sacrificar antes de que Thorgrim y yo caigamos... Porque si comenzamos a luchar no podremos parar.

No era una amenaza, no directa. Pero nunca estaba de más recordarles a los hombres de Hrapp, y a éste mismo, que si querían enfrentamiento tendrían que pasar por encima de dos guerreros ferales. Y que tenían la vía de la diplomacia que Jorunn les había ofrecido.

-¡Alto!-gritó el hombre y todos sus hombres se mantuvieron quietos, con sus armas apuntando a los daneses y a los dos jutos, pero sin decir ni hacer nada- Tus amenazas son vacías guerrero, somos muchos mas y no tardaríamos en haceros reuniros con el Gran Padre en sus salones de oro. Pero tienes razón, quiero escuchar lo que sea que tengo que decir. 

El Thurl intentó decir algo al oido de Hrapp pero este negó con la cabeza.

-No están en posición de engañarme, si no me gusta lo que dicen moriran todos-haz que todo le mundo menos la guardia salga del salón. Se acabaron los festejos.

Al cabo de unos minutos gran parte de los hombres y mujeres que se habían reunido allí abandonaban el salón entre murmullos. Los esclavos y las esclavas dejaron las cosas allí y se retiraron quedando solo una docena de guerreros que seguían sin moverse, manteniendo a raya a los "visitantes".

-Bien-dijo Hrapp una vez se habían marchado todos- te daré la oportunidad de explicarte, sin mentiras. Si tratas de engañarme no saldréis vivos de esta aldea.

Thorgrim sonreia y eso era la peor señal para todos los guerreros que tenia enfrente, un oso como el, solo sonreia asi cuando iba a añadir nuevas marcas a su hacha, levantandose de la mesa, Thorgrim apoyo su pesada hacha sobre sus hombros, sus musculos ya en tension, sus ojos ya comenzando a dilatarse por el poder del Odr de su sangre despertando de la hibernacion; cuan oso al principio de la primavera.

¿Cuantos? se carcajeo a pleno pulmon Thorgirm estampando el final de su arma contra la mesa ¡¿cuantos hombres enviaras al matadero pequeño Jarl?!, ¡¿Cuantos nombres añadire a mi Saga?!, venid pues, doce o mil, al oso le importa poco, causar wergeld a los mios y anegare este lugar en sangre.

El Jarl de la tribu continúa fortaleciendo su posición para con su gente, a la vez que intenta amedrentarnos, ... pero no tiene en cuenta que dos guerreros de los Dioses forman parte de nuestra comitiva, uno con el espiritu del lobo en su interior, y otro, el del oso, pienso, con la cara fría como el hielo, manteniendo la mirada de Hrapp, a la vez que levanto la mano y la pongo sobre el hombro de Thorgrim, sin dejar de mirar al pirata:

- Tranquilo, amigo, estoy segura que el Jarl quiere evitar el derramamiento de sangre tanto como nosotros...

Los esclavos y no guerreros fueron abandonando la tienda común, a la orden de Hrapp, mientras los guerreros de la aldea tomaban posiciones a nuestro alrededor. Hago un gesto a Hild para que se ponga en el medio de nuestro grupo, mientras, con un movimiento reflejo, nos replegamos. Aun así, mi mente trabaja, frenetica, mientras vuelvo a plantearme el siguiente paso, pues, sin duda, lo que yo diga, tendrá toda la trascendencia en el devenir de nuestro futuro.

-Bien-dijo Hrapp una vez se habían marchado todos- te daré la oportunidad de explicarte, sin mentiras. Si tratas de engañarme no saldréis vivos de esta aldea.

- Sea..., digo, cansada de tanto subterfugio, con voz neutra, antes de proseguir, esperando que nuestra información, y mi intuición hagan piña con la amenaza del ulfhednar y el berserker:

- Sabemos que teneis a la princesa juta y al principe danés, y también sabemos de tus desavenencias con el lider de la Ciudad de las Cadenas. No solo nosotros lo sabemos, así que, si no volvemos pronto, con este asunto solucionado, es mas que probable que os veais abocados a una guerra de la que dificilmente podais sacar beneficio..., freno en mi exposición, sin siquiera pestañear, mis ojos fijos en el fornido lider, así que, a tu pregunta de, a que hemos venido a tu aldea, te respondo: a llevarnos de vuelta a los Principes. Por contra, y si está en nuestra mano, podemos ayudarte en tu conflicto con vuestro lider...

Ni un solo ruido se escucha, mas allá de los leños ardiendo, y el ambiente no puede ser mas tenso. Sin duda, nuestro futuro pende de un hilo.

-Una guerra sin beneficio... ¿habeis oido?-preguntó a sus hombres que rieron ante aquellas palabras- la guerra siempre trae beneficio pequeña. Además, de ser cierto eso que decis... ¿Por que me iba a creer que nos ayudariais? ¿Por que si quiera entrariais a formar parte de una guerra entre "piratas"? Me cuesta creer tus palabras-le repsondió.

Mas gestos de poder para con los suyos: - Desde luego que no es nuevo en estas lides..., pienso, mientras, entrecerrando los ojos, simplemente le sonrío: - ... la guerra siempre trae beneficio..., le parafraeo, ... si sales bien parado de ella, no crees??, acabo, con la vista solo fija en él, intentando permanecer ajena de sus hombres, incluso de su thurl, aunque, no puedo evitarlo, me molesta su actitud, aunque esté en una posición privilegiada.

- Quien ha dicho que vayamos a entrar a formar parte en una guerra entre piratas...?? Vamos, Hrapp Annsson, eres mucho mas listo que todo eso!!, digo, ensanchando la sonrisa, una sonrisa peligrosa. He visto negociar a mi padre, y creo que podría sacar tajada de mi próxima afirmación: - Mi ayuda sería para dejarte en buena posición ante aquellos que piden vuestra cabeza por el secuestro..., digo, asintiendo lentamente: La culpa podría ser de otro, cuya caida, sin duda, facilitaría el ascenso de alguien... Se que me entiendes..., acabo, mirandole seriamente, con los brazos en jarras.

- Si he de morir, será de pie, nunca de rodillas, y no se me ocurre mejor compañía que con los compañeros que tengo, si la Diplomacia falla...

Voy escuchando el devenir de los acontecimientos, sin apenas levantar la mirada del trozo de carne al que voy dando cumplida cuenta, como si todo esto no fuera conmigo, casi al mismo tiempo que Jorunn termina de hablar yo termino de refrescarme el gaznate limpiándome con la manga de mi camisa, tras lo cual una pequeña risa sale de mi labios mientras sin ni siquiera mirarlo señalo con mi daga aun grasienta de la cena al tal Hrapp, en una guerra hay vencedores y vencidos, no lo olvidéis, y creerme, por mucho pecho que saquéis ahora mismo no estáis en el bando de los vencedores...así que tomadnos como un regalo de los Dioses y escuchar a nuestra señora...es la única opción que tenéis, sin ella estáis perdidos, y creerme que si no hoy el Valhalla se llenara de un gran puñado de guerreros...y no creo que estéis sobrados de ellos, tras lo dicho me termino de limpiar los restos de cerveza y levantándome me encamino al lado del resto de mis compañeros andando como si bailara a pequeño saltitos, mientras voy silbando una canción.