Partida Rol por web

Haciendo caso al sargento y formando parte de una de las filas, Tomás aprieta el gatillo fuerte para lanzar sus primeras ráfagas. Uno de esos bichos esquiva las balas, pero el inmediatamente posicionado detrás de él se lleva por sorpresa el regalo del soldado Rojo.

Frank dispara al aire para animar a sus soldados, aunque algunos empiezan a sospecha en que igual debería dedicarse a la cocina en vez de a matar bichos. Sin embargo Tomas hace parte del trabajo sucio de Frank, acertando a varios dinos y desmembrándolos en el acto, como si fueran de mermelada.

Éstos debido al pavor y a la sorpresa que les acaban de dar los humanos corren en desbandada, pero no son capaces de avanzar hacia ningún punto en concreto. Están desorientados fuera de su madriguera. Gerard aprovecha la confusión para encasquetarles unas cuantas balas más y bajar su número.

Rendor espera a que estén más cerca para asegurar el tiro, no quiere actuar con precipitación como hace su sargento.

Los demás soldados mantienen la posición y disparan desde lugares cubiertos, de tal forma que acrecentan la confusión de los dinos. Ahora les tocaba sufrir a ellos.

Al ver que la primera andanada de tiros había provocado la desbandada parcial de esa horda, casi salto de alegría. Pero tenía que acabar con alguno de esos seres yo mismo si no quería que mis hombres empezaran a sospechar, así que escogí uno, uno grande, apunté cuidadosamente, y le volé la cabeza.

Vamos muchachos, Grité, más por la alegría de haber acertado que por otra cosa muy bien. Mi labor es llevaros de una pieza a casa, y voy a conseguirlo.

Rendor, forme una primera linea de ametralladoras y avance a aquellas piedras por si se acercan*

Nada le sabe mejor que el subidón de adrenalina producido al sentir el retroceso del arma, combinado con la certeza de que has sido tú quién está causando las bajas.  En contraste con la anterior batalla,  el regimiento había  diezmado con bastante eficacia a los dinosaurios, provocando confusión entre ellos. Magdaleno no desaprovecha la ocasión para seguir castigando las líneas enemigas y dispara otra ráfaga certera sobre los saurios, aniquilando a varios de ellos.

— ¡Sargento! — contesta Magdaleno a su superior por el comunicador mientras descargaba su arma. — Me quedaré en la retaguardia disparando para aprovechar el largo alcance de mi rifle de postas.

Y todo estaba saliendo de perlas, hasta el Sargento me sacó las dudas confirmando que primero alentó a los compañeros y luego si barrio con un saurio. Uno sólo pero que tiro, en el medio de la frente y el pobre cayó seco sin chistar. Por mi parte no me quiero quedar atrás y veo que somos varios con armas de corto alcance perdiéndonos la diversión. - Ustedes cuatro avancen hacia esas rocas que los cubrimos. - Les digo a un reducido grupo que se había quedado sin Sargento y Cabo.

Continué rodilla a tierra, al lado del cabo hasta que este comenzó a avanzar.

Detuve el fuego y me quedé con la mira encima de él, pero por supuesto que no lo iba a matar por la espalda, al menos todavía no me había hecho nada y me caía bien.

Sin embargo al tener un arma de corto alcance él se tenía que acercar y en el momento en que un dino le salió de la nada apreté el gatillo para cubrirlo.

Los dinos iban corriendo hacia los soldados, pero vuestro pelotón formaba un muro impenetrable que no daba lugar a que pasaran, ya que antes de llegar morían despedazados en el intento. Algún soldado era devorado, pero siempre habían bajas, los más inútiles acababan muriendo tarde o temprano. Vosotros aún estabais en pie, y esto pintaba más fácil aún que lo que la emboscada de antes.

Cuando la cabeza de la criatura al otro lado del fusil reventó, por un momento Frank no entendió que había pasado, miraba hacia la criatura, y luego hacia el cañón humeante de su arma, y a la criatura de nuevo. Hizo un nuevo intento, pero esta vez más descuidado. Soltó 2 tiros rápidos, y un par de esos bichos cayó inerte al suelo....

¡VAMOS MUCHACHOS! Gritó envalentonado. ¡Ya son nuestros! casi se sube a una roca fusil en mano a enardecer a las tropas, pero en el último momento la cordura volvió a su cabeza y decidió permanecer tras la roca donde se encontraba. Retiró discretamente el pié que había puesto para empezar a trepar, y volvió a apuntar con el arma

El grupo de hombres avanzó pero un par de ellos siguió de largo y terminaron dentro de las fauces de los saurios, me quedé helado un momento y los movimientos se volvieron torpes de golpe. Quise avanzar pero mis pies se negaron a hacerlo y no lograba hacer algo tan simple como caminar hacia el frente.

Magaleno sintió la euforia de su sargento y se regocijo en ella. Los sargentos siempre animaban a las tropas, aunque la forma era lo que variaba dependiendo de la situación, y esta vez se notaba que se estaba ganando terreno. El sargento pretendía obtener una victoria decisiva para superar al sargento Anthony Stealson y ganar un posible ascenso. Los oficiales siempre están pensando en los galones y las medallas, aunque sea a costa de sus soldados; sin embargo, en las películas muestren que lo que buscan es el honor y la gloria.

Entonces un soldado fue devorado vivo por un grupo de dinosauros. Un soldado con el que había comido algún día junto. Entonces sintió rabia y apuntó hacia ellos.

— ¡Malditos reptiles! — gritó el Magdaleno mientras disparaba contra esos dinosauros, aunque no pudo vengar a su compañero caído.

Sentía pena por él y eso perturbó su concentración. La muerte era parte del trabajo de un soldado y se había alistado a la 3:16 voluntariamente, pero no podía dejar de pensar en ello. Una muerte absurda para conseguir colgar una estrella más en el hombro de un oficial.

El sargento comenzó a acertar más disparos, evidentemente si estábamos organizados podíamos contra las amenazas, no correríamos la misma suerte que con los bichos voladores que nos emboscaron apenas llegamos.

Mis compañeros morían a medida que disparaban, algunos disparaban a la nada presa de los nervios o la desconcentración de ver a los demás muriendo a su lado, a mi también me había pasado, era algo normal pero que podía costar la vida.

Por ahora iba avanzando cubriendo al cabo mientras él disparaba, eliminando a cada dinosaurio que se separaba del grupo y se acercaba solo para ser recibido por mi rifle.

Durante unos segundos, el soldado Rojo pierde la noción de dónde está. Está rodeado de vísceras de animales y personas y el ruido ensordecedor le estremece, haciendo que sus disparos sean al cielo en vez de a sus objetivos.

El número de dinosaurios había descendido notablemente, lo que permitía ahora a algunos osados avanzar a distancia media, y seguir machacando a esos cabrones. Pero había algo menos satisfactorio para el sargento, y era que su compañero-enemigo había entrado al corazón de la cueva, y al final el mérito sería para él si mataba al bicho gordo, mientras que él estaba haciendo el trabajo sucio. Algunos dinos volvían ahora a entrar a la madriguera, pero la mayoría se encontraba con balas de los demás soldados, que se estaban viniendo arriba.

Había que acabar con esto de una vez con todas pensaba Magdaleno mientras cogía otro puñado de balas de su mochila. Ya solo quedaban unos pocos dinosaurios; sus compañeros habían acabado con el resto. Estaba siendo un combate fácil en comparación con el del descenso, pero no subestimaba a esas criaturas. Las numerosas heridas de su cuerpo daban cuenta de lo brutales que pueden llegar a ser en un combate cercano. Además, él solo quería poder visitar la enfermería para que le remediasen sus heridas.

Mientras ponía las balas en el cargador, no pudo evitar ver el lamentable estado en el que se encontraba su pierna, aún sangrante. Le dolía muchísimo y esto perturbaba su concentración. Hasta el punto de reducir la puntería de sus disparos, que no alcanzaron a ningún blanco.

No os confiéis ahora gritó el sargento Bug, Seguid disparando hasta que no quede ni uno. Gritó mientras hacía unos disparos hacia arriba para animar a sus tropas