Partida Rol por web

Sir Cadwallon se decidió, un día que estaban solos, a hablar con sus compañeros sobre lo que había averiguado sobre los correos... que en realidad no era demasiado. - Amigos, siempre me ha parecido extraño, desde que llegamos a Dimilog, que haya un trasiego tan grande de jinetes que llegan al castillo a cualquier hora del día o de la noche. - Todos ellos se habían dado cuenta de ello hace tiempo. - He hecho alguna que otra pregunta y me ha parecido entender que son heraldos y correos que informan al castellano. ¿Puede que traigan recados de informantes que nuestro anfitrión tiene dispersos por distintos puntos de la baronía? Puede. El caso es que últimamente parece haber más movimiento, y no todos los correos vienen a hablar con Sir Bradwen, sino que reportan directamente a Sir Portius. Si esto es importante o no, lo desconozco, pero creí que deberíais saberlo, y quizá os de alguna idea que a mí se me escapa por el momento.

Medito seriamente. Quizás debamos vigilar a sir Portius. ¿Vienen del otro castillo o de otra parte? Sería interesante saberlo, y no descartable una traición de su parte.

Por mí parte, poco he podido averiguar. Pero creo que alguien debería ir de putas por aquí, y preguntar a cierta señorita recién llegada sobre el "rico" que la visita.

Yo lo veía claro.

- Estoy de acuerdo con Sir Flain, aquí huele a traición desde lejos. ¿Pero como nos podríamos acercar a la verdad? Sir Portius es un hombre que cuenta con la confianza del Castellano. - Aquella misión era complicada, pero deberíamos de organizarnos. - En cuanto al hombre rico que busca placer entre las piernas de la hermosa prostituta, podría encargarme yo. Algo he averiguado, pero no más que vos, Sir Flain, pues apenas he tenido tiempo. ¿Qué os parece si dividimos nuestras fuerzas e investigamos?

Entonces sir Loren se encargará de la plebeya y nosotros intentaremos averiguar algo más sobre los tejemanejes de sir Portius. Igual nuestros escuderos puedan hacer que el suyo suelte la lengua, o podamos conseguir que un guardia esté atento y nos diga qué sucede.

Necesito que seais un poco más claros.

¿ quien va a donde quien a hacer que cosa?

si es cosa de sonsacar información, tirad intrigar. Ya veremos los malus o bonus que le pongo.

Necesito que me hagais una tirada de intrigar, y que me describais más o menos que cosa quereis averiguar con esa tirada.

- Ea. Así lo haremos. - dijo Sir Cadwallon. - Yo me ocuparé de los soldados y puede que vos podáis encargaros de vigilar a Sir Portius; entre los caballeros creo que gozáis de más favor que yo gracias a vuestras acciones del año pasado, señor Piel de Hierro. - añadió, con una sonrisa burlona poco habitual en él. - Pero procurad, camarada, que no se dejen entrelucir vuestras intenciones. Será preferible pecar de prudente que de audaz en este caso.

Y durante un tiempo, tanto Sir Flaín como Sir Cadwallon se turnaron para vigilar tanto a Sir Portius como a los mensajeros que, a cualquier hora del día, seguían llegando a Dimilog. Para Cadwallon no fue muy complicado variar hasta cierto punto sus rutinas diarias para pasar más tiempo cerca de la entrada del castillo, atento a la llegada de jinetes y abriendo los ojos cada vez que uno llegaba.

También cultivó la amistad de los soldados que más habitualmente cuidaban la puerta del castillo. Fingiendo que le costaba conciliar el sueño, comenzó a pasar más de una noche haciéndoles compañía hasta altas horas, jugando con ellos a juegos de azar (no poniendo mucho empeño en ganar...) y llevándoles de cuando en cuando una bota de vino que compartir en la quietud de la noche. De este modo, poco a poco, fue ganando su confianza, esperando que algún día el vino les soltara la lengua algún día y hablaran algo más de los mensajeros que llegaban por la noche. O incluso que un golpe de suerte hiciera que estuviera con los guardias en una de las ocasiones en las que llegase uno de los misteriosos jinetes. Fue cuidadoso y procuró ocultar sus intenciones. Sabía que era una carrera de fondo y que debía mostrar paciencia. 

Yo también adapto mis hábitos a la nueva realidad, entrenando muy a menudo en el patio, bien sea solo o bien con aquellos a los que fui asignado para entrenar.

Aprovecho la situación, la camaradería, para, cuando uuno entre y mis compañeros digan que no saben quién es, ofrecerles salario doble ese mes para quien averigüe qué dicen los emisarios. Lo hago como un juego, para comprobar sus habilidades.

Mis noches fueron entretenidas, primero con la campesina que me beneficiaba religiosamente, pues un Caballero tenía necesidades, pero intentando cada vez entrar en contacto con aquella mujer que había llegado nueva y que recibía servicios tan atentos de un Caballero o Noble, o mejor dicho, que ofrecía. Mi misión era fácil. Saber quien era ese hombre que se estaba llevando mas notoriedad que yo.

Tomose en serio sir Cadwallon la labor de espionaje y observancias varias, a la soldadesca del castillo. Ello lo llevo a desvelarse algun dia y a dormir poco rato en las noches, pero consiguió enredarse e intimar con ellos.

En verdad, el ritmo de mensajeros y jinetes bajó, pues en el principio de año estuvo  muy fluido. 

Colegueando con la tropa, a pesar de las reticencias iniciales, y sin que ellos olvidasen el trato y el rigor que la jerarquía exige, descubriste algunos detalles, información que antes desconocias.

Por un lado la habitual tendencia de la soldadesca de gastar en la taberna la soldata, y si alcanza en mujeres, siendo el binomio putas y vino, el todo, el summun para ellos.

De entre ellas, hay una mujer de vida alegre, que ha hospedado recien ( meses más que semanas), a una prima suya, muy aplicada y buena en el oficio más antiguo del mundo, que no es el de carpintero. Entre ellas dos acostumbran a satisfacer las necesidades de la gente de la aldea, aunque más que de la aldea y alrededores, trabajan con la soldadesca del castillo. Que no os extrañe pues, si alguna tarea encomendada en el pueblo a la soldadesca, se demora , y si esto sucede, ya sabeis el lugar en el que pueden encontrar al soldado perdido.

La nueva moza de nombre Cynthia, es habil en lo suyo y bella, por lo que no es descartable, que tambien gente de Dimilog, busque auxilio, y consuelo carnal entre sus brazos y piernas.

Tambien habeis sido informado de los amorios de algunos jovenes de la tropa, envelesados con alguna moza joven, que sirve en el castillo. No todos esos amorios son correspondidos, y esa vidilla, entretiene y no poco a los más veteranos soldados, que celebran como propias las victorias en el terreno del amor de los más jovenes. Tambien es justo, por ser cierto, que tambien se ceban con mofas y bromas, si los nuevos galanes erran el objetivo, y son despreciados por aquellas a las que pretenden, ya sean del castillo, o de la aldea.

Cogiole el gusto al fornicamiento variado el frances sir Loren. Y la moza de nombre Cynthia, se esmeraba en complacer a ese caballero, que aun siendo noble, no hacia ascos al fornicio con mujer de inferior clase.

- Non mi senyor, non hubo otro, señor, algun soldado del castello habemus entre mi prima y yo, pero non, senyor solo vos.

Poco exito, más cerca de nada que de algo, tuvo sir Flain, intentando confraternizar con la tropa.

Nunca hubo ademan de desprecio de ellos para con él, pero no lo encontraban tan favorable a ellos, como sir Loren o sir Cadwallon. ¿ Acaso pesaba aun en sus mentes su forma nefasta de dirigir las tropas en aquella aciaga lucha contra los incursores? . No parecia probable, el hecho, es que no abrieron el saco de los chascarrilos, para con sir Flain, y no pudo hallar nombre.

Solo adivino a conocer algo de las interioridades de la tropa, pero tampoco gran cosa.

• El ritmo de mensajeros y jinetes bajó, pues en el principio de año estuvo  muy fluido. 
• Se percató de  la habitual tendencia de la soldadesca por gastar en la taberna la soldata, y si alcanza en mujeres, siendo el binomio putas y vino, el todo, el summun para ellos. Hay una en el pueblo muy receptiva a recoger entre sus brazos y sus piernas a los hombres del castillo. Poco más.

Pasados unos días, vuelvo a reunirme con mis dos compañeros, en nuestra común habitación.

¿Averiguasteis algo? pregunto con gesto de que yo entre poco y nada.

- Poco sobre los mensajeros, la verdad. - dijo Cadwallon. - Más allá de que el ritmo de mensajeros y jinetes ha ido bajando a medida que avanzaba el año. Puede que estemos siguiendo una pista falsa, aunque no voy a cejar en mi empeño de averiguar algo. 

Sir Cadwallon resopló, con algo de fastidio. - Si os digo la verdad, es difícil sacarle a la soldadesca mucha información, más allá de la calidad del vino y de las prostitutas del pueblo. Si algún día no encontramos a un soldado en su puesto, tened por seguro que lo encontraremos en los brazos de una de las dos barraganas de la aldea. Al parecer hay una chica nueva llamada Cynthia que se ha convertido en la sensación entre los soldados de Dimilog, y aún entre otros habitantes del castillo, al decir de las malas lenguas. - Cadwallon no era muy dado a frecuentar la compañía de prostitutas, prefiriendo para su solaz la compañía más discreta de alguna sirvienta del castillo. - Eso sin hablar de los escarceos que se traen los soldados más jóvenes con algunas de las mozas del castillo. Nada extraño pero, en fin, - se encogió de hombros. - seguiré teniendo los oídos abiertos. Nunca se sabe, quizá alguna de las propias chicas puedan contarnos algo que nosotros ignoremos, pues está en la naturaleza de la mujer ser indiscreta y parlanchina.

- No debes preocuparte, más no soy celoso o posesivo con las prostitutas, no habrá duelo con tal señor o Caballero por compartir tus servicios, si no el saber quien se mueve por estos lares y entre esas piernas. 

Intenté convencer a la puta de que mis intenciones no son malas, simplemente una búsqueda de información, que como bien era sabido, ellas manejaban perfectamente. En mis tierras, las putas tenían el mismo voto de silencio que los curas, pero al igual que ellos, con un poco de dinero, a parte de abrir las piernas, también abrían la boca.