Partida Rol por web

Helena sigue atacando, hendiendo a sus enemigos como si fuesen mantequilla

- ¡Toma esto, Helena! No lo desaproveches. ¡To - ros - di - sebhen! - Gritó, mientras lanzaba un hechizo a su compañera guerrera.

De pronto, una fuerza inusitada recorrió el cuerpo de Helena, cosa que ya había experimentado en alguna otra ocasión. Ya se sabía de memoria los conjuros de su compañera transmutadora.

Aunque la situacion se vuelve tensa porque los humanoides osos empujan con su enorme fuerza y corpachones hacia la salida donde el dragon todavia esta escupiendo fuego e intentando entrar, los heroes se las manejan bastante bien en ese momento, puede ser por la propia fuerza de los bugbear que se vuelve en su contra o por la adrenalina producida por el dragon o salvar lugareños todo muy entremezclado y da una escena bastante cinematica, pero cinematica los ataques de los heroes que reapido el paladin fulmina a dos y picaro y guerrera otro cada uno en habiles movimientos

Fin de combate

[color=#990000]"Hey, noble paladin"[/color] le dice con la voz socarrona [color=#990000]"Parece que el grupo está en buenas manos contigo aquí"[/color]

[color=#990000]"Creo que Johhny-Johnny podrá apañárselas un rato sin mi. Pero mejor me lo cuidais mientras tanto ¿Hace? No quiero que se rompa a la primera de cambio. Y creo que vosotros tampoco[/b]
[color=#990000]"A mas ver, Helena. Y que te vaya vieh, Aerith"[/color]
 

Dicho esto, en encapuchado rojo cae de rodillas, con una daga en cada mano, y su expresión bobalicona vuelve a su rostro

"Tengo miedito"_

La transmutado ra miró extrañada al encapuchado rojo, mientras se preguntaba que le había pasado.

- ¿Y a ti que te ha pasado John? Has perdido completamente el Norte por unos instantes. Solo espero que no te pase con uno de nosotros... - Comentó.

Al ver a los enemigos caídos se acercó a ver si llevaban algo de valor encima.

- Estos ya no atentaran contra la vida de estas pobres gentes, ni las nuestras. Veamos si tienen algo de valor encima. No tenemos nada mejor que hacer hasta que ese dragón de la puerta se canse y nos deje salir. Puede que tengamos que descansar aquí antes de seguir hacia las montañas.

"¿Que? ¿Que dices que me ha pasado, elfa?"
"Yo estaba huyendo con todos vosotros del dragón, y luego los monstruos de aqui dentro, y..."

"¿Y que ha pasado?" dice totalmente perdido, con su piel una vez más negra como si de un carbonero se tratase

Limpio la espada en uno de los cadáveres antes de envainarla. El tipo que se hace llamar Jo empieza a desbarrar, le miro con cara extrañada.

-Sí, decías cosas muy raras. PEro bueno, es normal, el miedo a veces nos hace hacer cosas extrañas.

Ayudo a Aerith a rebuscar entre los cuerpos.

-Tal vez si echamos los cadáveres al dragón, se los coma y se vaya a hacer la digestión ¿no?

"Y... y... yo quiero saber ¿De que tipo era ese dragón?"

"Se cuentan historias de ellos, que hay dragones azules, rojos, y verdes. Y que esos son malvados. Son los dragones de colorines"
"Pero que existen dragones del métal, que son buenos"

"¿Alguien se ha fijado?"

- Jamás oí hablar de dragones de metal. Se que sus escamas son durísimas y se confeccionan buenas armaduras con ellas pero, como digo, nunca oí sobre dragones de metal. ¿Su color? No tuve tiempo de verlo, estaba ocupada corriendo todo lo que me dejaban mis piernas... - Respondió al encapuchado rojo.

Teniais tres objetivos aquí: matar a los osgos, proteger a los aldeanos y asegurarse de que nadie salga de la cueva. Una vez que las PJ derrotan a los osgos, los aldeanos nuevamente están agradecidos, pero preguntan sobre la amenaza fuera de la cueva. Tarcoloss se burla de ellos brevemente por un tiempo, disparando llamas y golpeando sus alas contra la piedra. Mira la cueva desde la distancia antes de aburrirse y volar de regreso a la montaña. Si por alguna razón los PJ son lo suficientemente temerarias como para burlarse o atacar al dragón, sus estadísticas están a mano por el master jajaja

El Encapuchado Rojo se acerca, con mucho miedo -por supuesto- a la boca de la cueva, atento a ver si el dragon (Que es un dragon rojo) sigue ahi.

Al ver que -aparentemente- se ha ido, espera un rato sale con cuidado y con sigilo, para ver si el dragón se ha ido de verdad o si estaba esperando a que nos asomasemos para cenar un pícaro negro, asustado y asado.

Con el resultado de sus pesquisas, vuelve al grupo y a la gentes

"El dragón tiene muy buen gusto para los colores. Por eso de ser rojo."
"Pero se ha dado el piro. Parece que me tenia miedo"

"En fin, gentes. Antes de salir de aqui, tenemos un par de cosas que preguntaros ¿Os suena a alguno un hombre tal que ASI?"

Y describe al mago. O al rey, ya de paso.

Tras rebuscar entre las pertenencias de los osgos y salir con las manos vacías¹, Aerith se volvió para ver que hacía el encapuchado rojo.

- Pero John, ¿Dónde vas? Ten cuidado, podría estar aún ahí afuera. - Al ver que sale sin temor y no pasa nada, avisa al resto.

- Bueno, creo que ese enorme reptil se ha vuelto a su madriguera. Puede que ahora tengamos vía libre hasta la montaña, que era nuestro objetivo primario. ¿Nos ponemos en marcha? - Pregunta al resto.

La inesperada muestra de valentía de Jo me alucina. Lo mismo huye de una casa en ruinas como sale a ver si un dragoncito de nada se ha ido o sigue allí. Alucinante.

Tras no encontrar nada en los cadáveres, salgo al exterior, oteando el horizonte.

-Un dragón rojo. Vaya.

Tras la pregunta de Jo a los lugareños, yo voy por otro lado.

-¿Estáis todos bien? ¿Tenéis algún lugar al que dirigiros? Desgraciadamente, tenemos que seguir nuestro camino y vamos en direcciones contrarias. ¿Estaréis bien?- Les pregunto. Me preocupa esta buena gente.

Tras terminar el combate y cubierto de sangre rece a Heironeus por darme fuerzas y permitirme salvar a estas gentes. Al terminar el salmo realizo una imposición de manos sobre mi para que la herida deje de sangrar y me uno a mis compañeros.

De nuevo las palabras de Helena hacen que mi corazón de guerrero se hinche de orgullo, tiene buen corazón de caballero ¡y la fuerza de un toro! Camino hasta flanquearla y no añado más palabras solo escucho lo que tengan que decir los aldeanos.

Seguis el camino, dejando tras de vosotros la comitiva de refugiados agradecidos; Un poco mas delanta el terreno se escarpa necesitando una tirada de escalar y de reflejos por si se falla, para poder subir la empinada roca

"¿Tenemos que escalar? ¡Que miedo! ¿y si...? ¿Y si nos caemos?"
"¿Y si al caer me hago daño?"
"¿Y si me tuerzo un tobillo, y no puedo correr más deprisa?"

Sep, el encapuchado rojo es tan valiente como un ratoncito.

"Mirad, voy a atarme una cuerda, y si me caigo, sujetadla desde abajo. Así no me despanzurraré contra el suelo" dice. Su plan no tiene lógica alguna, pero el contrario si: El plan es ir trepando, asegurando la cuerda, y que si otro del grupo se cae, pues que se quede colgando y no se chafe contra el suelo.

El encapuchado da un par de intentos, algunos mejor que otros.

Tras ver al encapuchado rojo intentar escalar infructuosamente una y otra vez, me canso de reírme y le cómo la cuerda.

-Anda trae.-le digo agarrando la cuerda, consciente de mi capacidad para escalar. La enrollo y me la cuelgo de bandolera. -Cuando os tire la cuerda os la atáis a la cintura y yo os ayudo a subir. Quitaos las mochilas si os pesan las atáis y las subo yo a pulso.

Como si de una araña se tratase, subo fácilmente el risco, al llegar arriba me doy una vuelta con la cuerda a la cintura y la dejo caer hasta mis compañeros, de forma que puedan empezar a subir.

Miro como el inquieto Jo intenta escalar una y otra vez el risco y miro mi pesada armadura. Quizás sea una mejor idea dar un rodeo, soy un soldado no un alpinista. Entonces Helena trepa con una facilidad pasmosa y me tiende la cuerda desde lo alto del risco, sonrío de medio lado y agarrando la cuerda comienzo el ascenso. Gracias Helena.

Al ganar unos metros comienzo a resbalarme pero ya tenia previsto que podría caerme y mis reflejos me permitirán caer sin problemas si fuese necesario.

La maga no podía parar de reírse interiormente, pues aplacaba con su mano el estallido de risa que le producía ver la torpeza de John.

- ¿Estás bien, John? Vamos, el que la sigue la consigue. Total, es tu crisma, no la mía. - Lo último lo murmuró por lo bajo, viendo la cantidad de golpes que iba acumulando el encapuchado rojo.

El débil cuerpecillo de Aerith, que era bastante enclenque, le permitió asiste a las primeras piedras y, con ayuda de Helena, trepar con bastante más soltura que su compañero.

- Gracias Helena. Pareces una araña cuando trepas. Por suerte yo peso menos que estos dos y me subirás en un santiamén, ya lo verás. - Comentó durante su ascenso.