Partida Rol por web

El resto del camino se mantuvo carente de problemas, lo cual era buen indicativo de la seguridad con la que se podía hacer vida en las inmediaciones del monasterio Kai. Al cabo de un tiempo, junto al resto de bravos monjes, la joven de verdes ropajes desciende por una pendiente poco pronunciada - El río Unoram, hacía mucho tiempo que no lo veía y parece ser que sigue igual de majestuoso. El agua de sus afluentes irriga nuestro hogar y, junto a las lluvias, llena nuestros pozos para que podamos beber. Me siento afortunada cada vez que le veo - hasta toparse con una increíble construcción de granito sobre la que se asienta Alema Mitre, la zona franca más famosa de los reinos de Sommerlund y Holmgard.

Atiende a sus compañeros con las palmas de las manos unidas y su sonrosada mejilla recostada sobre ellas - Quiero conocer a las gentes de este lugar, no tendría ningún problema en hablar con quien hiciese falta - mientras el pequeño pájaro la sobrevuela en dirección al río. Pone rumbo hasta la zona de la orilla cercana al puente para humedecer sus delicados dedos y terminar de limpiar el verdín de sus rodillas - No me mojes el pelo, malo - devolviéndole entre risas, al travieso arrendajo, el agua que éste le salpica con sus alas. Una vez lista, recita una plegaria con suavidad y alza sus manos al cielo en señal de agradecimiento.

Cuando se dispone a ir con los comerciantes, se percata de que una mujer de mediana edad aprovecha los rayos de Sol que quedan para lavar algunas prendas - Hola, me llamo Pequeño Corazón y soy una Iniciada del Kai. Venimos a ayudarles, porque es nuestro deber, con la caravana desaparecida - y no duda en presentarse. El arrendajo se lanza dentro del barreño para perderse entre la ropa limpia y el dulce aroma a flores - Está hoy revoltoso. Si me permite puedo ayudarla con la colada si es necesario y así acabará antes. Luego podría presentarnos al maestro de comerciantes de Alema Mitre, ¿qué le parece? - mientras la atenta doncella se pone a disposición de la cansada mujer. 

Oso Lunar sonrió ante el desasosiego de Cazador Adusto. Estaba claro que era un grandisimo recurso en las tierras más salvajes, peor que el entorno humano se le hacia cuesta arriba. Siendo un Kai no dudaba que aun asi Cazador podria desenvolverse en este entorno de ser necesario. Él mismo tenia más experiencia en estos entornos, puesto que habia sido guerrero y su origen era urbano. Aunque hacia tiempo que estaba entre los kai, las ciudades y entornos humanos le agradaban, con su olor a orina, podredumbre, sudor, y ruidos incluidos.No te preocupes Adusto. Cada uno tenemos nuestras preferencias y fortalezas. Entre todos seguro que podremos causar una buena impresión. 

Viendo a Corazon Pequeño interactuar a unos metros de ellos la señaló con la barbilla. Ahi tienes a nuestra compañera entablando una buena relación con los locales. Nada de que preocuparse.

El joven arquero caminó animado el resto del camino, su entusiasmo parecía no ensombrecerse ni un instante y además no encontraron más retrasos en el camino. Finalmente, ante ellos, se levantó Alema Mitre, su primer destino en la misión y una merecida parada para descansar un poco de la caminata.

Poco a poco, el sol iba cayendo y un trasiego constante de gente hizo que Cazador Adusto se incomodara con la presencia de tal gentío, a lo que Runa tuvo que acompañar la reacción de Oso Lunar:

-El grandullón tiene razón hombre, no te agobies Adusto amigo mío, el mal trago será sólo temporal.- ,Runa tuvo que sonreír viendo como su compañero entraba en estado de nervios. 

Mientras tanto, Pequeño Corazón lidiaba con su pajarillo al tiempo que tomaba la iniciativa y se adelantaba para hablar con alguien. Runa enarcó una ceja y, acercándose a sus dos compañeros, les preguntó:

-¿Es cosa mía o sólo le ha faltado decir nuestros nombres? ¿No deberíamos ser un poco más discretos?- ,diciendo esto colocó su arco sobre los hombros y abrió los brazos para apoyarlos sobre la madera de su arma, -No sé, me da mala espina anunciarnos así a cualquiera y comentar alegremente nuestras intenciones.- 

A pesar de su recelo, Runa se mostraba tranquilo, pareciese como si nada pudiera preocupar realmente al joven iniciado.

Este es el lugar comercial más cercano y significativo entre el Monasterio Kai y Holmgard. La lavandera una bella y afable mujer, le agradece a la joven y le comenta que, efectivamente de que una de sus caravanas nunca regresó de Holmgard y que pueden comenzar buscando a algun agente de autoridad que les indique.

En un un área adyacente a la rampa de acceso norte al Puente de Alema, que utilizan los comerciantes y el tráfico fluvial, incluidos los comerciantes estan las autoridades. A medida que os acercais, encontrais con un par de guardias al borde del campamento. Se están calentando las manos por encima de un brasero de hierro lleno de brasas brillantes. Reconocerán enseguida las capas verdes que llevan los Señores Kai y, como los heroes repiten el proceso y les preguntan con quién hablar, los guardias ofrecerán voluntariamente el nombre del Intendente Mercante: Haldred. Uno de los guardias se ofrece encantado de acompañarlos a Haldred. 

La tienda de Haldred, el intendente mercantil, es una impresionante estructura semipermanente. La carpa de la tienda se ha erigido a lo largo del lado abierto y tiene mucho espacio adentro. Su aleta se aparta y se ata con una cuerda de seda. Al entrar, acompañado por un guardia, se ve a un hombre delgado y barbudo sentado en una silla de respaldo alto de madera detrás de un escritorio de roble amarillo. Él está revisando papeles y anotándolos con una pluma. Mapas y otra parafernalia comercial cubren la superficie de la mesa. Cuando entrasi, levanta la vista de su trabajo e inmediatamente reconoce sus distintivos y mantos de kai. Él se pone de pie y os da una bienvenida cortés. "¡Kai Lords! ¡ Bienvenidos! Soy Haldred el Intendente. Gracias por responder mi llamada de ayuda ".

Cazador Adusto saluda al comerciante con Una exagerada reverencia, pues supone que es alguien importante. Hola, Haldred el Intendente. Se queda unos segundos en silencio, esperando que algunos de sus compañeros inicie el interrogatorio, pero su impaciencia supera su tímidez. Así que empieza a hablar con voz firme y seca.

Nos han enviado a encontrar a esos comerciantes perdidos. Necesitamos toda la información posible. Ya nos puedes explicar dónde iban, que llevaban, cuando se perdieron, si iban protegidos. Todo. Escuchamos.

Ha intentado decirlo todo pero sabe que seguro que se ha olvidado algo. Como siempre, recuerda demasiado tarde algunos detalles y añade, tras unos segundos un vano intento de ser cordial. Por favor y gracias, claro.

Escurre un bonito gambesón rojo burdeos antes de colocarlo en el barreño, de donde el azulado pajarito sale volando rápidamente antes de quedar cubierto por la pesada prenda. La muchacha ríe cuando éste comienza a piar enfadado - No es lugar para ti, si no para la ropa recién lavada - y continua con su labor. Mostrando un gran interés en las palabras de la lavandera, acerca de la caravana desaparecida camino a Holmgard y las indicaciones de a quien deberían preguntar para continuar con su encargo, dobla algunas camisolas y algún que otro pantalón. Una vez terminada la colada, ayuda a cargarla hasta el asentamiento  - Hablo por todos, le estamos muy agradecidos por su ayuda. Esperamos que la caravana pueda estar pronto de vuelta - donde se despide alegremente y vuelvo junto al resto de monjes.

Señala a unos guardias, tal y como le habían indicado - Esa amable mujer me dijo que ellos podrían guiarnos hasta el intendente de Alema Mitre - a los cuales se acerca. Uno de los centinelas decide acompañarles y pronto son guiados hacia una enorme carpa en la que encuentran a un hombre de avanzada edad que parece ocupado - Hola, ¿es usted el intendente?, venimos desde el monasterio en respuesta a su llamada - hasta verles entrar. No tarda en dejar los papeles para más tarde al comprobar que los jóvenes visten la característica capa verde de los Señores del Kai.

El reservado cazador arroja una serie de interrogantes contra aquel señor de larga barba, como si hubiese estado masticando aquellas palabras durante el viaje. La muchacha coloca su mano sobre el hombro de su compañero con suma delicadeza - Es nuestro deber, Haldred, no tiene que agradecernos nada. Mi nombre es Pequeño Corazón y me uno a ese por favor - apoyando sus palabras con ternura.

Cuando el arrendajo cruza la lona que sirve de entrada a la tienda, bate sus alas despacio y planea hasta la mesa del intendente. Avanza con unos pequeños saltos hasta la pluma, con la que el anciano escribe, para observarla más de cerca.

Runa se mantenía ojo avizor observando todo lo que sucedía alrededor del grupo. Sin duda alguna, la iniciativa de Pequeño Corazón era de gran ayuda y pronto tuvieron la dirección que necesitaban seguir para obtener las primeras respuestas.

El ambiente de aquel paraje tampoco agradaba demasiado a Runa, quizá no estaba tan incómodo como su compañero Adusto pero los lugares tan transitados y con tanta gente le ponían tenso, tanto como la cuerda de su arco. El joven arquero caminaba mirando en derredor mientras su compañeros abrían camino. Pronto llegaron con el que se hacía llamar intendente y este les agradeció su llegada. Tras el cruce de agradecimientos, el impetuoso Runa no pudo contenerse:

-Un placer Intendente, le agradezco también su cortesía pero si pudiéramos ir al grano y obtener esa información se lo agradecería aún más.- ,al decir esto, Runa se quedó expectante y concluyó, -No me malinterpreten, estoy ansioso por comer algo caliente y descansar un poco, al menos así podremos planear nuestro siguiente paso con el estómago lleno.-

Runa esbozó una sonrisa pícara, el joven arquero estaba centrado en la misión pero siempre le gustaba que el ambiente fuera algo menos riguroso de lo que estaban manteniendo.

El comerciante jefe , se gira ante las palabras de Runa de roble ,como sorprendiendose de si mismo y añade amablemente con los brazos abiertos en señal de bienvenida que :

-"Pero que modales son los mios, con tan distinguida ayuda, y no os ofrecido la debida hospitalidad posible, estareis cansados del viaje , no solo comereis algo caliente joven kai, sino que mis cocineros personales, estan dispuestos para ustedes asi como un as camas mulllidas de pluma de ave en una habitacion de invitados, en el pueblo. Les invitare a mi mesa , mientras discutimos los detalles , es lo minimo que puedo ofrecer, por la ayuda tan desintereada, de tan noble orden"

Os hace un gesto de complacencia a cada uno a medida que os saluda , y memoriza vuestros nombres

"Ademas me gustaria que asistiera un representante personal, a vuestra campaña, un no Kai , de mi recomendacion, para ayudaros en vuestra gesta "

Haldred resulta ser un buen hombre que se preocupa por las gentes de Alema Mitre y es humilde en su trato a los forasteros, invitándoles a compartir mesa - Es usted muy atento, esperamos amenizar su cena y atender a sus palabras como merece. Pronto conoceremos el destino de la caravana y estará de vuelta. Por Sommerlund y por el Kai -para disfrutar los sabrosos platos que preparan sus cocineros de confianza. Sus buenas intenciones, ofreciendo cómodas camas para el descanso de los monjes, parece molestar al arrendajo - No le gusta que se utilicen plumas, prefiere camas de algodón u otro tipo de fibra vegetal - quien comienza a piar elevando sus alas con indignación. La chica se aproxima al escritorio, acaricia con un dedo la pequeña cabeza de su fiel compañero para calmarle e, inmediatamente después, rodea con sus manos las ya envejecidas del intendente - Todo estará bien - transmitiéndole seguridad, con una cálida mirada, en la resolución del trabajo por el que han sido llamados.

Cuando todos comienzan a saludarse, el pájaro aprovecha la distracción para coger la pluma con su pico y arrojarla al suelo. Satisfecho con su protesta, vuela hasta el suave hombro de Pequeño Corazón para acomodarse cerca de su cuello - Sería fantástico que nos asistiera alguien cercano a usted, toda ayuda debe ser agradecida. ¿De quién se trata?, si no es mucho preguntar - que aún, a pesar de haber andado durante horas, mantiene un agradable aroma floral.

-"Mirenla, nuestra otra invitada , acaba de llegar, puedo decir de ella que es una experta combatiente, que no les engañe su tamaño, puede destrozar un arbol de un disparo . Su nombre es Grynhelda. Dueña de los secretos de la polvora , que solo los enanos Bor conocen"viene de tierras muy lejanas hasta aqui, como avezada mercenaria y soldado . 

Espacio para los saludos

"Si les parece bien y por la hora que es que tal si nos sentamos en mi larga mesa y discutimos los detalles de la misteriosa desaparicion y les digo lo que se hasta ahora , es una fortuna contar con la amistad del monasterio Kai, y la ayuda de sus monjes, despues podran descansar y pasar la noche a su gusto,antes de partir para investigar lo sucedido"

Y tal y como anunció Haldred, la nueva invitada hizo su entrada en la tienda.

Se acercó una mujer de muy corta estatura, pero bastante ancha. Su rostro era tosco, rudo, de igual forma en que lo era su manera de andar. Tenía su largo cabello rubio recogido en una trenza que le llegaba a la cadera, y el mosquete que portaba colgado a su espalda respondía a la pregunta de por qué su cara, su ropa y sus manos tenían algunas marcas de pólvora. Tras hacer un breve sondeo visual, se centró en Haldred, y la grave y algo ronca voz de la mujer se hizo oír:

- ¿Qué pasa, Haldred? ¿Qué tal estás? – en contraste a su presencia que de primeras podría haber parecido severa y seria, la enana le dio una alegre palmada al pobre anciano en la espalda. Una que quizás era demasiado brusca para la complexión y edad del buen hombre - ¡Tengo ganas de partir en esta aventura, así que estoy dispuesta cuando quieras para oír los detalles! Eso incluye, por supuesto, hablar de la recompensa... – añadió con una pícara sonrisa, frotando entre sí sus dedos índice y pulgar. Se volvió entonces hacia el trío de iniciados del Kai - ¡En fin! ¡A ver que mire qué tenemos por aquí!

La primera que llamó la atención de la mujer en aquel grupo de tres jóvenes fue, sin duda, la delicada Pequeño Corazón. Tomó las manos de la chica entre las suyas, y le sonrió. La joven pudo sentir que las manos de Grynhelda eran muy ásperas y grandes, nada que ver con las de aquella belleza pelirroja.

- Eres preciosa, cariño. Mi hermanita pequeña es clavadita a ti. – le dijo, aunque conociendo cómo eran en general los rasgos faciales de los que provenían de su nación, era más que probable que fuera una exageración - ¡Pero a ti te falta comer un poco más! – giró entonces la cabeza para mirar hacia Haldred – ¡Espero que les proporciones algo bueno de cenar esta noche para coger fuerzas para mañana, Haldred! ¡Y un tentempié para el camino no estaría de más!

Cuando soltó las manos de la hermosa Pequeño Corazón, fue consciente de que había dejado en ellas algunos restos de pólvora que resaltaban bastante en la piel tan clara de la chica.

– Ah... Je, je. Vaya, lo siento. – sacó un trozo de tela para tratar de limpiarle la mano. Aquello habría sido una buena idea, de no ser porque la tela estaba mucho más cubierta de pólvora que la propia piel de Pequeño Corazón – Hm... Tiene que haber alguna forma de quitar las manchas de pólvora de la piel con facilidad, pero nunca me he preocupado de ello.... ¡No le des importancia! Esto te da más encanto si cabe, querida. – añadió, sonriéndole mientras le daba un pellizco en su mejilla, el cual dejó otra tenue mancha en el rostro de la chica sin que Grynhelda fuera consciente.

Se acercó entonces a Cazador Adusto, y de igual forma tomó su mano, estrechándola fuertemente y agitándola con firmeza y de forma algo brusca a modo de saludo. La mujer tenía que inclinar bastante el cuello para poder mirar al chico a la cara debido a la diferencia de altura.

- ¿Qué tal, joven? ¡Te veo muy serio! – le dio una amistosa aunque brusca palmada en el brazo, al percibir la inquietud que Cazador Adusto sentía al lidiar con desconocidos, mientras Grynhelda soltaba una leve carcajada algo nasal - ¡Tranquilo, que no muerdo, podéis confiar en mí! Mira aquí a tu amigo, se le ve más relajado y jovial. ¡Buenas! – agarró entonces la mano de Runa de Roble, agitándola también con cierta tosquedad. Reparó entonces en el arco que llevaba el chico, el mismo tipo de arma que portaba Cazador Adusto - ¡Vaya, buenas armas las que lleváis ambos! Las flechas podrán ser elegantes y silenciosas, no lo niego... ¡Pero el sonido de la combustión de la pólvora es música para los oídos, y su poder destructivo es digno de mención! ¡Ya veréis cuando contempléis a mi mosquete entrar en acción! ¡Quedaréis prendado de su “magia”!

Tras saludar uno a uno a sus compañeros para aquella misión, haciendo gala de un exceso de confianza que quizás incomodaría a más de uno, retrocedió un par de pasos. Poniendo los brazos en jarra, miró a todos en general, haciendo un barrido con la mirada y asintiendo levemente, como si los estudiara uno a uno por un momento.

- Pues bien, mi nombre es Grynhelda. “Helda”, “Gry”, “Gryn”, .... ¡Hay unos cuantos apodos por los que me han llamado ya, y no sabría decir cuál me gusta más y cuál menos! ¡Así que llamadme como queráis, mientras no os metáis conmigo! – terminó su frase con otra carcajada, ésta más sonora, tras lo cual les mostró una confiada y afable sonrisa – Procedo de las tierras remotas de Bor, y últimamente voy de aquí para allá por zonas bastante lejanas a mi patria, haciendo algunos encargos para ganarme la vida ... Y bien, ¿qué os contáis vosotros?

Runa sonrió cuando Haldred habló de comida, el joven arquero ardía en deseos de llenar el estómago con algo de carne y quizá un poco de vino aunque no tenía muy claro si el que le servirían allí sería de buena calidad o tan sólo un brebaje para caliente e insulso. 

Sin embargo, antes de que pudiera abrir la boca, hizo acto de presencia una pequeña mujer, tosca y ruda como una roca y casi se abalanzó sobre ellos en una amalgama de saludos. Cuando estrechó la mano de Cazador Adusto, Runa tuvo que echarse a reír al tiempo que lanzaba al aire:

-Te ha calado rápido amigo mío.- ,comentó entre risas.

Tras saludar a sus compañeros, se acercó a él y le apretó la mano con tanta fuerza que pensó que era se la estaba aplastando un carro:

-Por el amor de los dioses, estoy seguro de que si fallan nuestras armas podrías batirte en duelo a puñetazos con cualquiera...Grynhelda, espero haberlo pronunciado bien, aunque sí, Gryn está mucho mejor. Yo soy Runa de Roble, un placer conocerte.- ,dijo con una leve reverencia.

Runa le devolvió el efusivo saludo a la enana estrechando su mano con fuerza y, al comentar el tema de la pólvora, enarcó ambas cejas intrigado:

-Vaya, había oído historias acerca de esas armas, sin duda tienes que enseñarme ese mosquete, ¿te parece? Cualquier arma que requiera puntería merece mi atención.- ,al decir esto se cruzó de brazos y comentó animado, -Me cae bien esta nueva compañera, vamos a comer algo y brindamos por este encuentro, ¿qué os parece chicos? Se discute mejor con el estómago lleno.-

Con estas palabras, Runa dio una palmada en la espalda de Grynhelda y se quedó junto a ella con una amplia sonrisa, sin duda aquella misión comenzaba a ser digna de disfrutar.

Su pregunta no tarda en tener respuesta y no precisamente por parte del intendente, quien solo le da paso para sorpresa de todos. El representante personal de Haldred aparece de inmediato dejando a la muchacha en completo silencio, con los labios entreabiertos. No es un hombre, sino una mujer que proviene de un pueblo lejano a Sommerlund del que cuentan que se encuentra poblado por personas de pequeña altura y gran fortaleza.

Resulta algo tosca en su trato, sobretodo cuando da una fuerte palmada en la espalda del anciano maestro de comerciantes - Cuidado - que preocupa a la agraciada pelirroja. Se acerca y acaricia el hombro de su anfitrión con delicadeza - ¿Se encuentra bien? - intentando controlar la respiración ante el susto de que se hubiese hecho daño. Pronto la rechoncha y ruda mujer, recae en su presencia y la saluda con gran simpatía - Hola, me llamo Pequeño Corazón y es un placer conocerla. Seguro que su hermana es mucho más guapa que yo, me ruboriza con sus palabras - aferrando sus manos hasta el punto de provocar un ligero dolor en los dedos de la Kai, quien se esfuerza por aguantarlo y sonríe con calidez. No es feminidad lo que le sobra a la embrutecida enana, haciendo un contraste muy particular con la inocente chica y sepultando su suave voz con su estruendosa, pero divertida, forma de hablar.

Tapa su boca con la mano y ríe cuando sus compañeros son objeto de la ruidosa mujer - Es hermoso haber salido y conocer a gente así, ¿verdad Blue? - frotando su mejilla contra las suaves plumas del arrendajo. El pájaro la observa y emite un pequeño piar de afirmación para, más tarde, adecentar el pómulo pellizcado de Pequeño Corazón con una de sus alas y retirar el hollín que la hacía parecer sucia - ¿Tenía algo? - y ella misma no podía ver.

Enseñó sus muñecas y dedos a Haldred - ¿Algún recipiente en el que pueda lavar mis manos antes de la cena?, por favor - dispuesta a tomar asiento, una vez limpia, para comenzar a disfrutar de una buena comida y discutir los detalles de la caravana desaparecida. Mientras se asea, presta atención a la presentación de Grynhelda - Tiene un nombre muy bonito, me gustaría visitar su tierra algún día si fuese posible. Poco podría contar, he entregado mis años al monasterio Kai por propia voluntad y apenas conozco los alrededores del mismo. Soy muy hogareña y ya lo echo de menos - respondiendo como buenamente puede hasta que su voz se quiebra al recordar su hogar - Perdonen - haciéndola sollozar levemente. Su pequeño acompañante le seca las lágrimas y picotea su oreja hasta que la muchacha sonríe de nuevo.

Cazador Adusto se había quedado parado y enrojecido. Lo que faltaba otra chica habladora en el grupo. Saludó con brevedad a la nueva componente del grupo. Hola, soy Cazador Adusto. No le había gustado la broma de la chica, así que respondió con algo que pese a que era sincero, esperaba que sonara a broma. Yo sí que muerdo, si es necesario.

Escuchó en silencio hablar de pólvora y mosquetes, pero el no entendía aquellas armas extrañas y antinaturales. Para Cazador Adusto nadie debía usar una herramienta que no supiera fabricar (o al menos una versión tosca pero funcional) ni comer un alimento que no pudiera cazar. 

Esperaba que las conversaciones fueran breves y poder salir pronto de allí, aunque ya sabía que la noche iba a ser con aquella multitud, para su desesperacion.

Jejeje, Se rie ante el manotazo de la enana , y con la cordialidad y la prudencia diplomatica de un maestro comerciante intenta comedirse pero el genio de la enana es contagioso ...Se que tu fuerza es comparable a una lluvia de martilllos caidos del mismo cielo, bienvenida querida Helda. Al grupo le vendra bien alguien duro como una montaña como tu. Aunque no dudo que sereis vosotros tambien la perfecta compañia. Por eso os invito a acompañarme al comedor

En una larga mesa de comedor casi nobiliaria, hay ricos manjares dignos de palacio, pero adecuados a los presentes, pues hay desde dulces frutas , hasta filetes, de carne, pasando por pescados rebozados , pan, frutos secos, y hasta sorprendentemente algunas muestras de tartas que os abre los ojos y y endulza el gusto. Acompañados por supuesto de buen vino y cerveza de calidad

(Mientras cenais) Es un placer y un honor cenar con señores Kai, y saber de sus costumbres, pero volviendo al tema que nos ocupa....Hay cuatro comerciantes desaparecidos. El mayor de ellos es un Maestre comerciante de Sommlending llamado Trevis. Estaba a cargo de los dos vagones en la caravana. Estaban transportando sus mercancías aquí desde Holmgard. La carga era principalmente un envío de pieles de animales, incluidas algunas extrañas y valiosas pieles de Black Corvay. Además, hubo de algunas cajas de carne salada y curada.

Deberían haber regresado a Alema Mitre hace seis días. En el quinto día, envié un mensaje al Monasterio de Kai y, Ishir sea elogiado, aquí está en respuesta a mi llamada. Debería haber informado su desaparición un poco antes, lo sé, pero no es raro para que las caravanas mercantes se retrasen en la Carretera del Rey. Esta es la carretera principal que corre hacia el norte desde Holmgard. Los mercaderes estaban todos ligeramente armados y estaban acompañado por una escolta formada por cuatro guardaespaldas. Pero como la ruta desde Holmgard es relativamente segura, no la consideré necesario aumentar la provisión de guardaespaldas.

Un guardaespaldas por comerciante normalmente sería suficiente para tal viaje de rutina. Siempre existe el riesgo de encontrarse con forajidos o bandoleros en la carretera del Rey, pero, como digo, la ruta de Holmgard suele ser segura

- ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Me encanta este chico! - comentó Grynhelda con bastante jolgorio tras presentarse Runa de Roble - ¡Por supuesto que te dejaré ver el mosquete, joven! - agarró el mosquete que colgaba a su espalda con una cinta de cuero y se lo mostró al chico, incluso sin poner impedimento en que él lo tomara en sus manos si así lo deseaba. Miraba el arma con orgullo, con mimo, como si fuera una madre mirando a su hijo - Esta preciosidad la forjé yo misma hace ya unos cuantos años. He tenido que repararlo algunas veces... ¡Pero ahí está! ¡Como un campeón, aguantando! ¡Y los años que le quedan! Aquí no es que sea muy recomendable hacer uso de él que digamos... Pero si llegamos a algún lugar adecuado, puedes verlo en acción si quieres. ¡Incluso te dejaré probarlo si así lo deseas...... y si tienes el valor! - terminó diciendo en un tono jocoso.

El humor y la forma de ser de Runa de Roble parecían congeniar bien con la personalidad de Grynhelda, quien en todo momento se mantenía de buen humor, incluso tras la respuesta de Cazador Adusto, al que contestó de inmediato:

- ¡Uuh! ¡Tranquilo, fiera! - rió en una carcajada ante la cortante respuesta del iniciado del Kai - ¡Tómate tu tiempo! ¡Ya verás cómo nos acabamos llevando bien! - añadió, dándole un par de codazos en el costado, para desgracia del pobre e introvertido joven.

Seguidamente, prestó su atención a la presentación de Pequeño Corazón, quien se lavaba las manos después de que la propia Grynhelda se las ensuciara de pólvora.

- No sufras, niña. - empezó a decir, cuando la voz de la pelirroja se quebró al recordar el lugar del que provenía. Era casi imposible no sentir cierta ternura ante alguien aparentemente tan inocente y benévolo como ella - Créeme que son este tipo de viajes y experiencias los que te hacen madurar de verdad. Cualquier lugar puede ser llamado "hogar" si te encuentras en él con la compañía adecuada... ¡Y vas muy bien acompañada! - rió en una leve pero alegre carcajada, tratando de motivar a Pequeño Corazón con sus palabras. Hablaba con confianza, con seguridad, con la experiencia de una mujer que llevaba ya varios años viajando lejos de su tierra - Seguro que cuando vuelvas a tu monasterio después de esta aventura, estarás deseando partir otra vez.

Tras oír los nombres de todos y tener ya una noción de cómo era cada uno de ellos, respondió a Haldred a su comentario sobre la aportación de la dicharachera enana al grupo.

- ¡La verdad es que estoy en mi salsa, Haldred! Seguro que entre todos formaremos un gran equipo y resolveremos la situación, no te preocupes. - le dijo, posando su mano sobre el brazo del intendente y dándole un par de palmadas, éstas más moderadas - Gracias por tenerme en cuenta para esta misión, amigo. - se volvió entonces hacia los iniciados del Kai - ¡Y a vosotros, encantada de conoceros! Tenéis unos nombres bien curiosos... ¡Así que espero acordarme de todos y no meter la pata! - concluyó así la ronda de presentaciones, mostrándoles una sonrisa a todos los presentes, dispuesta a ir a cenar en cuanto el intendente así lo dispuso.

Una vez se sentaron para la cena, Grynhelda escuchó atentamente los detalles que daba el anciano sobre la situación y sobre el desarrollo de los acontecimientos que giraban en torno a la desaparición de aquella caravana, mientras disfrutaba de la buena comida que le habían servido, comiendo y bebiendo con bastante ahínco y casi sin pausa. Al fin y al cabo, la enana era de buen comer.

- Extraño suceso sin duda el que cuentas. - comenzó a decir, una vez Haldred terminó de hablar - Me reconcome la intriga. Esta zona no es montañosa, por lo que dudo mucho que haya sido un accidente a causa del terreno. Tiene pinta de haber sido un ataque organizado de muchos maleantes. Quizás, una emboscada que ni los guardaespaldas pudieron manejar... ¿Tendrá que ver con esas valiosas pieles que mencionas? ¿Tenía acceso mucha gente a la información sobre qué transportaba esa caravana?

Entrecierra con suavidad sus párpados, dejando que sus largas pestañas se entrelacen en un anaranjado abrazo similar al de las hojas de otoño contra la tierra - Mentiría, algo que no es de mi agrado, si negase que la compañía es fantástica. Mis queridos compañeros me cuidan mucho y no me faltan ganas de emprender viajes que me permitan conocer los maravillosos parajes que los Dioses han creado para nosotros, pero mi hogar nunca abandona mis recuerdos. No importa lo lejos que me encuentre, ya que si echo la vista hacia atrás puedo verlo y sentir su cálida llamada -  y coloca sus manos sobre el corazón al exponer sus sentimientos como respuesta a las amables palabras de la ruda mujer. El pequeño arrendajo echa a volar cuando la chica abre nuevamente los ojos, devolviendo a todos el verde reflejo de sus iris color esmeralda - Me encuentro mucho mejor. Estoy segura de que con vuestra compañía será más sencillo - que observan con alegría la curiosidad de Runa por el peculiar armamento de artesanía enana.

Sigue las indicaciones de su generoso anfitrión hasta un extenso comedor, ostentoso y plagado de manjares. Resaltan a simple vista mientras reposan sobre una mesa tallada en madera de gran calidad, a la espera de que los amables monjes Kai disfruten de ellos. Con sus ya aseadas manos, toma asiento una vez Haldred lo ha hecho - Muchísimas gracias, señor. Esto es demasiado para mí, no acostumbramos a vivir con lujos en el monasterio y la austeridad siempre nos acompaña - y comienza a recitar una canción en agradecimiento a los Dioses del Sol y la Luna por tan buenos alimentos. La llama de la vela más cercana, que alumbra la sección del banquete que le corresponde, se mantiene inmóvil ante el frágil entonar de la muchacha.

La cena resulta ser amena y la joven monje prueba alimentos que desconocía mientras el pajarito reposa a su lado tras haber picoteado de aquí y de allá, pero sobretodo de un cuenco repleto de granos de cereal remojados en leche y miel. A pesar de que se trata el importante tema por el cual los iniciados han acudido y un consenso generalizado apunta a que los causantes de la desaparición podrían ser bandidos - Aún cabe la esperanza de que una piedra haya podido truncar el camino de la caravana, no creo que las buenas gentes de Holmgard tengan que dedicarse al pillaje. Pieles y comida no faltan a todo buen cazador gracias a los esplendorosos bosques que nos rodean. Mañana tendremos que proseguir por el Camino del Rey y les ayudaremos a volver, seguro que han pasado frío durante estas noches a las afueras. Les llevaremos algo de vino para que entren en calor - su inocencia le impide aceptarlo.

Tras las presentaciones, el joven arquero siguió la comitiva dirección al lugar de la cena, desde luego conocer a semejante nueva compañera le había animado mucho y más aún la idea de probar esa inquietante arma. Runa le hizo una señal a su compañero Adusto y le dijo en tono de hermano mayor:

-Vamos compañero, no te lo tomes así, comamos algo y verás como lo ves todo de otra forma, además, mañana saldremos de aquí a cielo abierto de nuevo. Te comprendo amigo mío, pero ahora tenemos que informarnos bien.-

El arquero adoptó poco a poco un tono más serio de lo que lo había hecho hasta ahora desde que salieran del monasterio, a pesar de su carácter desenfadado, realmente quería cumplir con la misión asignada y quería que su compañero estuviera centrado en lo importante además de apoyarle en momentos de tensión.

Una vez sentados a la mesa, Runa comenzó a comer con cierto descuido y modales un poco toscos. Su efusividad sustituyó su educación e hizo bastante ruido comiendo mientras escuchaba a los comensales conversar. Cuando Pequeño Corazón terminó de hablar, Runa bebió algo para empujar la comida al estómago y poder hablar sin problemas:

-Pero, entonces, ¿por qué tantas molestias en asaltar un carro de pieles? La mercancía no la considero tan valiosa como para asaltar un convoy con nada menos que ocho personas viajando en él. Un asalto sería posible claro, pero llevarlo a cabo habría dejado más pistas, mañana lo comprobaremos investigando el camino sin duda. Aunque he de reconocer que no puedo ser tan optimista como mi compañera Corazón, aquí hay gato encerrado...Maese Haldred, ¿cree que ese tal Travis podría haber tenido algo que ver con este asunto? Es decir, ¿cuál es su reputación?-

Runa tenía alguna sospecha de que el maestre de comerciantes mencionado o bien algún otro podría haber avisado de la trayectoria de la mercancía y "hacerla desaparecer". Por algún motivo comenzó a desconfiar de la información que estaban obteniendo.

 ¿Tendrá que ver con esas valiosas pieles que mencionas? ¿Tenía acceso mucha gente a la información sobre qué transportaba esa caravana?

La comida y las pieles es un buen botin de guerra. Que habia una caravana es publico y notorio, cualquiera lo podia ver salir , asi que esa informacion la tiene practicamente cualquiera

¿cree que ese tal Travis podría haber tenido algo que ver con este asunto? Es decir, ¿cuál es su reputación?-

Ahora que lo dices, resulta algo sospechoso, aunque no creo que este implicado, resulta que casualmente uno de los dos vagones de la caravana tenía una rueda dañada. Pero Trevis me aseguró que era lo suficientemente sólida como para llegar a Holmgard. Tenía la intención de comprar un reemplazo cuando llegara a la capital. Si la rueda fallaba durante el viaje, no sería difícil para Trevis enviar a uno de los guardaespaldas para buscar un carretero en uno de los pueblos a lo largo de la ruta. Él podría comprar una rueda de repuesto, o hacer que el fabricante de carretillas lo acompañe a la caravana y llevar a cabo una reparación allí.

Lleva una servilleta hasta su boca, para secar los fríos rastros de agua que quedan en sus carnosos labios, tras beber de un artesanal vaso de barro. Retirando la silla hacia atrás, se reincorpora sacudiendo suavemente algunas migas de pan sobre la mesa y comienza a recogerla - Si me disculpan, todo estaba fantástico señor. Ha sido muy gentil por su parte el ofrecernos una cena tan completa y bien preparada. ¿Dónde se encuentra la cocina?, me gustaría ayudar a limpiar la vajilla antes de retirarme a descansar - dispuesta a llevarse los platos o cubiertos ya en desuso. Con disimulo, mientras mira al lado opuesto a donde los demás se encuentran sentados, bosteza delicadamente - Es inconcebible que alguien pueda ser tan ruin como para dañar a un pequeño grupo de hombres que trabajan por sus familias - y muestra ciertos signos de somnolencia en sus respuestas a la conversación.

Silba una dulce melodía para que el arrendajo despierte de su agradable sueño, acurrucado junto a un tazón de sopa que aún desprende calor. Sus pequeños ojos negros parpadean y abre sus alas de plumas despeinadas, sacando pecho al llenar el buche de aire, antes de planear hasta la cabeza de su compañera - Blue, cuando todo esté recogido nos iremos a dormir. Hay que levantarse temprano para contribuir en la elaboración del desayuno, realizar nuestras oraciones  al Kai y partir antes de que el rocío desaparezca de la hierba - quien abandona el amplio comedor. 

Siguiendo las indicaciones de Haldred, llega hasta la improvisada cocina de la enorme carpa y deposita tanto los platos como los cubiertos en una pila de lavado. Canta a bajo volumen durante el vaivén, repitiendo el camino hasta que la mesa queda impoluta como su piel.