Partida Rol por web

De repente notas un fuerte dolor en tu cabeza y escuchas la voz de la mujer en ella haciendo que caigas al suelo en el barro por lo fuerza de la furia que hay en ella:- Mi hijo... se han llevado a mi hijo¡¡¡ Dadme a mi hijo¡¡¡- La criatura se levanta de su carniceria y se acerca hacía tí, no parece reconocer aliados de enemigos. Estás a unos pasos de la salida, pero quizás no llegues hasta ella...

El ataque de aquel hombre me hizo pisar con fuerza el suelo, más que nada, para no perder el equilibrio aunque me hiciera volar el escudo. Ahora ya no me serviría de mucho. Esperaba que mi arma resistiera y encontrara el resto de golpes. De todas maneras, si algo tenía era que antes que rendirme moriría, por lo que no tardé apenas nada en moverme de nuevo, tratando de aprovechar la fuerza que había hecho para arrancarme el escudo para golpear en uno de sus flancos. 

Si podía, pensaba quebrar más de una de sus costillas con aquellos golpes.

Lo que estaba claro era que si volvía a golpearme un par de veces como se lo había hecho a mi escudo, no llegaría bien para enfrentarme al hijo de puta que había ido a buscar y eso, me cabreaba aún más, claro.

El oponente de Elena intenta bloquear el golpe de la parda, pero el arma con la que bloquea se rompe ante el poder del hacha de la mujer que se clava hasta el interior de su caja toracica, haciendo que el semblante de rabia del enorme hombre se convierta en una mascara de dolor y muerte, cuando la mujer arranca su arma del cuerpo el guerrero apenas puede mantenerse de pie a pesar de que siente la humillación de haber perdido dos veces con una mujer, antes de desvanecerse y caer al suelo. Martín en tanto parece estar hablando con alguien (o más bien suplicando a alguien)

Veo como Elena ha podido acabar con tan siniestro personaje y sin una herida. Pero es mejor asegurarme y le pregunto -¿Estás bien, necesitas de mi ayuda? - espero su respuesta mientras, mirando de costado me parece notar que Martín está hablando con alguien. No tengo idea de qué sucede y quiero acelerar las cosas. Este pueblo me tiene harta: tanto sus gentes, como sus misterios, y sus demonios. No ve la hora de volver a casa. 

Pero todavía no podemos, hemos hablado con esa mujer y prometido ayudarla con su problema. O al menos hemos quedado en hacer algo al respecto. Así que lo mejor es ponerse a hacer lo que es deuda y esperar poder lograr que el bien retorne a esta aldea olvidada por Dios.

—He de suponer que os conocíais de otras veces. Me alegra que no hayamos tenido que intervenir. Venga, Martín ya nos saca ventaja —digo a Elena mientras sigo los pasos de Martín. No puede haber ido muy largo...

Ante el dolor, me llevo las manos a mis sienes en un acto reflejo, pero finalmente sucumbo y acabo encogido en el suelo. Aunque su voz me destroza por dentro consigo ponerme con esfuerzo en pie y sintiendo el inminente peligro que se acerca trato de huir por donde he venido.

Aquel hombre no había espabilado por la mañana y quería que lo mataran... Aún después de ver lo que había hecho con sus hombres y haber prendido fuego a su lugar de reunión no había aprendido absolutamente nada sobre cuándo darse por vencido.

Escupí sobre el cadáver cuando vi como la vida escapaba de su cuerpo y luego, más llena de sangre de lo que ya estaba, pues ahora en mi ropa se podía ver tanto la seca como la nueva, me acerqué a los demás. Respondiendo primero a Pietro que era quien había preguntado:

- Estoy bien.

Las siguientes palabras fueron para el noble, pues me pareció que debía aunque fuera media explicación.

- Sus hombres intentaron matarme a la mañana. Murieron. De ellos saqué el cartel en un viejo molino... ahora está... chamuscadillo el sitio.

Ya sobraban explicaciones así que seguí a todos buscando

Martín sale del recinto sujetandose la cabeza, antes de que unas enormes fauces apunto esten de partirlo por la mitad. Todos podeis ver como "La bestia" ha vuelto a las andadas, anda al lado de la puerta dando vueltas como animal enjaulado, al parecer no puede salir de allí. Vuelve a tener los mismos ojos amarillos de antes, la ira ultraterrena casi se puede sentir con un dolor de cabeza que parece extenderse entre todos, finalmente los ojos vuelven al color azul y la voz de la mujer entra en vuestras mentes:-No quería hacerte daño caballero, mis disculpas- Mientras mira a Martín, para después volverse a Iñigo:- Pero en esta forma casi no puedo controlarme, mi hijo ha sido secuestrado y de seguro que se lo han llevado hasta ese bastardo que se hace llamar médico. Al parecer creian que me eliminariais en el pantano, se han creido que podían hacer y deshacer en el castillo, pero a pesar de mis desvelos he llegado demasiado tarde se lo ha llevado, el de los ojos de halcón de sonrisa depravada, poniendo a sus hombres como escudos en su huida.-

Me quedé mirando a Martín, queriendo averiguar si venía de una pieza o de lo más parecido que pudiera ser y tras él, de nuevo " la perra " aunque en aquella ocasión era para decirnos hacia dónde se lo habían llevado, o eso esperaba.

De mi hacha, aún caía la sangre al suelo en pequeñas gotas, aunque sabía que la sangre no tardaría en secarse.

- ¿ Hacia dónde? - Me parecía que con aquello nos bastaba, pues al menos, a mí lo más sensato me parecía ir a por él lo antes posible, sin darles tiempo a organizarse.

De todas formas, la última palabra seguía sin ser la mía, por lo que a parte de esperar que la mujer respondiera, esperé a que el noble dijera algo.

Cuando ví al ser nuevamente casi vuelvo a pegar un grito. Es que por un momento pensé que atacaba a Martin, pero entonces ella habló dentro de nuestras cabezas. Supe que era así y no producto de volverme loca cuando Elena le preguntó sobre la locación a donde habían llevado a su hijo.

"El médico local, ¡Dios mío! Y yo casi confiaba totalmente en él y Rodrigo".

-Tenemos que ir también por Rodrigo, está en peligro entonces...

Miré al Hidalgo esperando su reacción a todo ésto. Estaba ahora realmente preocupada, pensaba en un sitio muy oscuro de mi corazón, que nuestro compañero ya estaría sin vida.

No me fio mucho de la mujer-perro, pero llegados a este punto, parece que no queda más que hacerle caso. Además, eso corroboraría al tipo que acabo de ver salir corriendo en caballo con alguien raptado— Sí, vayamos a ver al doctor... Y resolvamos esto de una vez por todas —sentencio mientras me doy media vuelta, y comienzo a bajar la calle en dirección a la casa del doctor.

—Espero que Rodrigo esté bien...

Consigo escapar con éxito a la carrera de ese mortal ataque, aunque el malestar que me produce el propio ser y el recuerdo de la visión del pasillo interior hace que vomite en el exterior.

Asiento para aceptar sus disculpas mientras me limpio con la manga. Tarde o temprano ese ser irracional y peligrosamente incontrolable debe desaparecer por nuestro bien y el de la villa. No resulta nada fácil resolver el conflicto teniendo que vigilar que no te muerdan por la espalda tus supuestos aliados.

—Está bien, vamos a visitar al médico...

Tras el giro que ha dado el asunto, no podeis más que encarar al médico para saber si está él detrás de todo esto. La casa del médico esta a unas calles de allí tras pasar la posada, pero algo pasa en la villa, las casas que están cerradas a cal y canto se llenan de gritos guturales y llamadas de socorro y piedad. Gritos similares a estos embargan el ambiente, como si toda la villa hubiese enloquecido. "No, cariño no, no me muerdas, pero ¿Que te ocurre?" "Pero te has vuelto loca mujer, has matado a nuestra hija... ¡Deja esa guadaña ahora mismo!" "Mama, papa, ¿Estais comiendoos al perro?".

La posada esta en llamas y por las ventanas se ven los cadaveres del posadero caido en el suelo y su hija defenestrada en una mesa, en tanto en los callejones hay sombras golpeandose o haciendo cosas peores que es mejor que sigan manteniendose en las sombras. Cuando llegais al callejón donde esta la casa del médico, podeis ver que esta la puerta abierta como si la hubiesen roto desde dentro y al buen Rodrigo mal vendado con su fiel cimitarra en la mano descansando a fuera sentado en un rincón, al veros sonrie y os dice:- Nunca me voy a alegrar tanto como de veros, hasta a nuestra preciosa rosa sangrienta-

—Rodrigo, ¿Qué hacéis aquí? ¿Estáis bien? ¿Qué ha pasado? —pregunto a mi guardaespaldas. Me alegra verle fuera, porque ya le daba por muerto...

Llegamos a lo del médico. Al pasar vemos cosas espantosas: sombras peleando y haciendo Dios sabe qué. Esta aldea parece oscurecerse más y más con el pasar de los minutos. 

Cuando veo a Rodrigo me adelante. El Hidalgo le pregunta cómo se encuentra y yo agrego -¿estás mejor, debo curarte algo más? La vez que lo intenté perdiste tanta sangre que pensé que me era imposible.

También habría otras preguntas: sobre la locación del doctor, sobre eso. Pero no iba a hacerlas yo. En este momento lo que me interesaba era ver si nuestro compañero no tenía una infección o algo que luego lo matase. A simple vista estaba mucho mejor, pero quería asegurarme.

Es evidente que Dios ha abandonado este lugar. Después de esto la villa solo se salva ardiendo y pereciendo, pues el mal y la corrupción ya han terminado por engullirlo todo. Las tierras nunca podrán recuperarse y nadie de juicio sano habitará aquí. El suelo permanecerá maldito por los siglos de los siglos.

Siento un tremendo asco y terror ante la situación. Quién sabe si nosotros no enloqueceremos también ante las artes oscuras del demonio. Ver a Rodrigo fuera con el arma en su mano tampoco me reconforta.

—No os acerquéis a él —digo con cautela—. ¿Qué ha ocurrido aquí, Rodrigo? ¿Dónde está el médico?

Rodrigo se levanta apoyandose en su espada y para quedar apoyado en la pared, antes de contestaros con una sonrisa:- Bien, lo que es bien, no, pero aguantare, no te preocupes hombre- Haciendo un gesto para que se aparte Pietro, para seguir informandoos-. Si hubiese despertado unos momentos después habría tenido otra boca en mi garganta, ese maldito matasanos, se aparecio en mi habitación con una daga en la mano, le revente los morros de un puñetazo y lo deje insconciente en su despacho, como me imagine que vendriais decidi esperar aqui afuera con la fresca, aunque por lo que se escucha en el pueblo no puede ser nada bueno- Al ver la suspicacia de Martín le dice sonriendo:- Tranquilo hombre que no muerdo- Se aparta de la pared poniendose al lado de Pietro y dice:- No queria matarlo, por si querias sacar algo en claro de él...-

—Vamos dentro entonces... —digo ante la historia de Rodrigo. Es hora de poner fin a esto de una vez por todas.

Okey entonces, alargarlo alargarlo, no, como he dicho en este mes seguramente este terminada la partida, perdona si te he molestado.

No quería verme en esta tesitura, pero temo más a la ira y trampas del demonio que a las represalias de un noble. Tampoco confío en el mercenario, a pesar de que hace apenas unas horas nos defendía con su vida. ¿Cómo confiar en alguien cuando todas las gentes de nuestro alrededor aúllan de locura?

—Yo no entro bajo ese techo —digo dispuesto a incumplir la orden de don Íñigo—. ¡Quememos simplemente la maldita casa!