Partida Rol por web

Czorf se mantuvo silencioso y estoico. Aunque la inminencia de las hostilidades era palpable, ahora mismo, ni sus habilidades ni sus conocimientos eran apropiados ni, en gran medida, útiles. Por ello y debido a su asignación temporal, aunque sumamente agradable, obedeció las órdenes del sargento revisando su equipo de forma metódica y eficaz.

Los Marines observan por la ventana. A su alrededor, diversas naves del Imperio y los Astartes caen, algunas partidas, otras en llamas... otras solamente en restos.

Entre ellas, caen los Xenos.

Grandes tiránidos de alas membranosas saltan entre nave y nave arrancando terribles pedazos de ceramita, junto con pilotos, tripulantes, lo que sea.

Entre ellos, grandes bolas de piedra hormigueantes de Xenos más pequeños se abalanzan hacia la superficie.

Litilus se acerca a la cabina mientras una explosión los sacude: un tiránido ha desgajado un transporte de munición, volándose a sí mismo en una bola de plasma que envía al transporte girando lateralmente. Los servos de las armaduras rechinan mientras intentan mantener el equilibrio, y todos se agarran a lo primero firme que encuentran.

La cabina no existe. Tras la compuerta que los separa de los pilotos, todo es un amasijo de hierros, cables y fragmentos de cristal. La sangre que baña los restos da a todo el lugar un aspecto irreal.

El casco con forma de calavera levanta la vista ante un siseo. Como una gárgola, sosteníendose con fuerza para no soltar el vehículo que gira descontroladamente, un horrible tiránido golpetea con sus garras en su percha mientras termina de tragar lo que, a todas luces, era el antebrazo del copiloto.

Una rabia incontenida empieza a subirle por el cuerpo a Litilus, y mientras se pone a un lado de la puerta ( accion gratuita creo, sino no la hago), para que puedan pasar los demas, saca el arma y mientras lo va levantando su dedo va acariciando y apretando cada vez mas el gatillo, segun la rabia va saliendo y el arma empieza a escupir bala tras bala una rafaga cuyo destino era el engendro que tenia delante y que les habia imvitado a la fiesta prematuramente.

cuando las balas empiezan a impactar en el cuerpo del tiranido El capellan Litilus dice:

- Hay tienes la bondad del Emperador, tomala, pues es lo unico que conseguiras hoy aqui.

Los disparos impactan en la cabeza del engendro volador con precisión de un entrenamiento aceitado y perfecto. El primero arranca un pedazo de su cobertura quitinosa, el segundo revienta medio cráneo, el tercero se inscrusta en lo que queda de la cabeza y, mientra el Xenos se suelta y es arrastrado por la fuerza centrífuga, explota en el aire.

Litilus contiene una sonrisa tras su máscara, contento de haber suministrado Muerte en nombre del Emperador, cuando advierte que las copas de los árboles de los bosques de Innana están cerca. MUY CERCA.

- Impacto! Todos listos! dice con su fuerte voz, cavernosa tras la calavera de la Eclesiastía.

Segundos más tarde, todo es oscuridad.

Un par de ojillos rojos te observan, en la oscuridad. O mejor, la Oscuridad. Desde el fondo de tu mente sientes la dorada presencia del Emperador mientras, aún en la semi-inconsciencia, recitas la Letanía de la Fortaleza y el Rechazo, manteniendo la integridad de su Ser frente al ataque del Warp.

Con un silbido tus sentidos vuelven al mundo terrenal. La Oscuridad se convierte en un par de rendijas. Ves tu mano en el suelo, en la tierra, delante de tí. El casco se encuentra a pocos pasos.

Puedes sentir tu organismo sobrenatural luchando por recuperar el sentido del equilibrio mientras te levantas. La antigua armadura se queja mientras corre un diagnóstico que rápidamente muestra los sistemas en verde en tu mente. Sientes que está todo funcionando normalmente.

Te incorporas con ayuda del báculo, el Aquila en su tope destellando bajo el sol. A doscientos pasos ves los restos del transporte. Todo a tu alrededor, los restos de los Dientes de Sables comienzan a moverse. No todos, sin embargo. Cuentas al menos 5 cuerpos cerca de tí.

In Nomine Imperatis, Sacra Terra servo mihi...

El silencio es reemplazado rápidamente por un silbido. La Oscuridad se convierte en un par de rendijas. Ves tu mano en el suelo, en la tierra, delante de tí.

Puedes sentir tu organismo sobrenatural luchando por recuperar el sentido del equilibrio mientras te levantas. La antigua armadura se queja mientras corre un diagnóstico que rápidamente muestra los sistemas en verde en tu mente. Sientes que está todo funcionando normalmente.

Te incorporas, tomando el Croxius y rozando ritualmente el Rosarius incrustado en la pechera de tu armadura. A doscientos pasos ves los restos del transporte. Todo a tu alrededor, los restos de los Dientes de Sables comienzan a moverse. No todos, sin embargo, han sido tan afortunados como tú. Cuentas al menos 5 cuerpos cerca de tí.

El silencio es reemplazado rápidamente por un silbido. La Oscuridad se convierte en un par de rendijas. Ves tu mano en el suelo, en la tierra, delante de tí. El blanco brazo de la armadura del Apothecarium, con sus marcas negras y naranjas para indicar el Capítulo, se encuentra casi completamente cubierto del pegajoso barro de Inanna.

Puedes sentir tu organismo sobrenatural luchando por recuperar el sentido del equilibrio mientras te levantas. La antigua armadura se queja mientras corre un diagnóstico que rápidamente muestra los sistemas en verde en tu mente. Sientes que está todo funcionando normalmente. Una rápida mirada al Narthecium que nunca has soltado en la izquierda te lo confirma

Te incorporas, pesadamente. A doscientos pasos ves los restos del transporte. Todo a tu alrededor, los restos de los Dientes de Sables comienzan a moverse. No todos, sin embargo, han sido tan afortunados como tú. Cuentas al menos 5 cuerpos cerca de tí, 5 Hermanos que no necesitas revisar para saber que no volverán a servir al Emperador. Comienzas mentalmente a recitar el procedimiento de extracción de la Semilla Genética; algo que nunca has hecho aún, y parece que tendrás que hacer inmediatamente.

A pesar de tu entrenamiento en saltos, el impacto es tan terrible que automatícamente pierdes la consciencia. Es un mecanismo de defensa del organismo Astartes, lo sabes: apagarse a tiempo para poder restablecerse casi inmediatamente sin el trauma del evento.

El silencio es reemplazado rápidamente por un silbido. La Oscuridad se convierte en un par de rendijas mientras parpadeas. Ves tu mano en el suelo, en la tierra, delante de tí. El casco se encuentra a un par de pasos, evidentemente arrancado de tu cabeza por la fuerza del impacto.

Puedes sentir tu organismo sobrenatural luchando por recuperar el sentido del equilibrio mientras te levantas. La antigua armadura se queja mientras corre un diagnóstico que rápidamente muestra los sistemas en verde en tu mente. Sientes que está todo funcionando normalmente. Una rápida mirada al Narthecium que nunca has soltado en la izquierda te lo confirma

Te incorporas, pesadamente. A doscientos pasos ves los restos del transporte. Todo a tu alrededor, los restos de los Dientes de Sables comienzan a moverse. No todos, sin embargo, han sido tan afortunados como tú. Cuentas al menos 5 cuerpos cerca de tí. Uno, además, te llama la atención. No necesitas ver su identificación para saber que Larks, el viejo y bromista Larks, yace en una posición completamente antinatural, el brazo derecho torcido fuera del hombro y las piernas aplastadas por una pesada plancha que alguna vez fuera el portón de carga del transporte.

Los dedos de tu compañero escarban debilmente la arena, intentando llegar a su espada sierra, a centímetros de la mano, pero lejana de él como si estuviera en la otra punta de la galaxia. Los ojos en blanco, sangre cayendo por la barbilla, y el movimiento perdido y oscilante de su cabeza te dicen que Larkin ya casi se encuentra al lado del Emperador...

El Sargento intenta incorporarse pero no puede. No siente la parte inferior de su cuerpo.

Alrededor todo es desolación... mientras sus ojos comienzan a ajustarse al entorno, huele el Promethium y el fuego; una mala combinación. A través de la niebla de vapores de combustible, puede distinguir pocas figuras que se mueven.

- Dientes! Reporte! grita esperando conocer, al menos, quienes están vivos tras la caida...

¡Rennard en activo Sargento! Cuento cinco bajas y esta .. Larks.

Lentamente el marine se acerca a su compañero y le da la espada sierra de Larks, confiando en que este la vuelva a usar en breve mientras grita.

¡Apotecario! Aqui hay uno que necesita de tus servicios.

No es así como tenia que acabar, no caido en un accidente sino llevando la muerte a los enemigos del Emperador. -Piensa Rennard.

Por escasos segundos no supo quien era. Por escasos segundos no hubo mundo, ni marines ni aliens ni nada. Sólo oscuridad y vacío. Pero para un Astarte esos segundos no cuentan.

Micah se incorporó y tras verificar que todo su organismo funcionaba, que sólo eran golpes los que habían sufrido hizo una rápida inspección de la situación. Varios de sus hermanos no habían logrado sobrevivir al impacto. Sin embargo aún podían servir al Emperador. Como Apotecario era su deber recoger su semilla genética y llevarla nuevamente a la base.

Sin embargo, era la primera vez que se ocuparía de ello personalmente. Hasta ahora, las veces que había estado en batalla, un hermano Apotecario con mayor experiencia había llevado a cabo esta tarea, por lo tanto era hora de demostrar que lo que había aprendido sería bien aplicado.

Verificó que su Narthecium estuviera en orden y se acercó al primer caído. Luego de la extracción debería tomar su bolter y proveerse de munición ya que no tenía uno propio. Pero eso podía esperar ahora.

Mientras llevaba a cabo la faena escuchó la voz de su sargento pidiendo reporte.

-Hermano Apotecario Micah sin lesiones. Ya me estoy ocupando de los caídos señor.

Apenas alcanzó a transmitir su respuesta cuando la voz de Rennard llegó hasta él a través de la radio. Su tono indicaba que no se trataba de cualquier marine cuando pidió por sus servicios. ¿Cuál de ellos habría sufrido más que un rasguño? ¿Cuan grave estaría su hermano? -Enseguida estoy por allí. Si aún vive, házmelo saber que dejo lo que tengo entre manos. Si no, la extracción de su semilla deberá esperar a que acabe con los que me rodean.

¡¡Aún hay una chispa de vida en él!!!!! CORRE!

Luego se dirige a su hermano.

Aún hay muchos enemigos que matar Larks, maldita sea! ¿No querras dejarme toda la fiesta a mi no? - Rennard no puede dejar que su viejo camarada muera aquí, por eso sigue en su empeño de bromear, a costa de hacerle reaccionar.

Larkin toma la espada sierra. El gran peso del arma hace que solo levante su empuñadura, sin poder levantarla completamente del suelo. Su pulgar busca a ciegas el interrumptor de los dientes sin éxito.

La lívida piel del marine se hace aún más pálida cuando abre la boca escupiendo un torrente de sangre. Aún más sangre parece manar de su nuca, bañando lentamente el interior de la armadura y tiñiendo la dorada águila imperial. - No... demasiados... ayuda... balbucea.

- Por el Emperador!! grita de repente, sus ojos blancos abriendose desmesuradamente. Muerte al Enemigo del Trono Dorado! No me llevaran con ustedes, escoria!

Se levanta apenas y Rennard se apresura a pasar un brazo por su espalda, para erguirlo; pero solo fue una reacción del momento y Larks vuelve a desplomarse, ahora sobre el apoyo de su compañero. - Demasiados... son demasiados...

Al sentir la urgencia en la voz de Rennard, Micah suspendió la extracción que estaba por realizar y con todo su equipamiento corrió hasta donde éste se encontraba.

Rápidamente se agachó junto a él, abriendo su kit en busca de la herramienta de chequeo antes de ver el cuerpo que tenía delante. Cuando por fin su vista se clavó en el marine que yacía a sus pies, el shock lo golpeó. Ver a Larkin allí, debatiéndose entre la vida y la muerte, cuando segundos antes se encontraba bromeando como siempre lo dejó helado.

No... no puedes morir así... no sería justo... NO. Te traeré de nuevo y lucharás con nosotros y darás tu vida al Emperador empuñando un Bolter, no yaciendo así, como un despojo humano.

Sus manos frenéticas, comenzaron a examinar las heridas, mientras su cerebro procesaba la información y buscaba la manera de ir solucionando cada uno de los traumas que Larkin había sufrido durante el impacto. No dejaría que se fuera así sin más. No quería verlo morir.

Rennard recuesta a Larks para que Micah pueda trabajar con él, de mientras se acerca al Sargento Cleptus.

¿Cuales son las ordenes Hermano-Sargento Cleptus.

Rennard se empieza a concentrar en la misión, sabe que él no podra hacer nada por Larks, así que centrandose en otra cosa podra mitigar la pérdida.

- Hermano Rennard, la voz de Cleptus es tensa, dejando escapar un suspiro. Saquen a los heridos de las cercanías del transporte, esto huele a promethium! Que el apotecario revise a los heridos y luego... venga a mi posición. Tengo un razguño.

Rennard mira a su alrededor. Además de Czorf, Litilus y Micah, puede ver además a otros 3 hermanos levantándose del piso. El resto... demasiado inmovil. Y demasiados pocos; en total cuenta solo 18 en total de 3 escuadras más el Bibliotecario y el Capellán, deberían ser 32 Astartes.