Partida Rol por web

Cuando todos estuvieron conforme y vitorearon las palabras de Rhona, ya había salido del barril aunque sintiera un extraño cariño, aquél que dejaba su hogar mientras seguía comiéndose su manzana. Una mano en su espalda y otra en la fruta, andaba por la proa del barco observando el lejano horizonte hasta que se acercó al timón, apoyando ambas manos en la ruda madera que lo componía.

Cantad una saloma, caballeros.- Gritó antes de entonar una canción que había visto en un videojuego, tarareando la melodía y soltando alguna frase suelta que recordara del mismo, aunque posiblemente se estaría inventando la letra.- Me gusta esto.- Hablaba a su compañera, aunque su mirada estuviera puesta en el ancho mar que se extendía ante ellos.- Ahora entiendo por qué había tantos piratas, llevar un barco es divertido.- Sacó un catalejo y observó allá donde las nubes no le permitían ver, creyendo que seguía la dirección correcta.- Creo que es por ahí, mira si encuentras algo.- Le tendió el catalejo, dejándola a ella al cargo de anunciar el avistamiento de tierra.

Tomé el mapa, echándole un vistazo, pero resultaba demasiado críptico. Giulio, a pesar de ser un cobarde, solía ser quien se encargaba siempre de resolver aquel tipo de acertijos. ¡Ay, Giulio, si te hubiera tenido conmigo en el Laberinto del Minotauro!

Enrollé el mapa, colgándomelo del cinturón, para luego tomar el catalejo que me ofrecía mi compañero y echar un vistazo mientras él manejaba el timón. No tenía ni idea de hacia dónde nos dirigíamos, pero dirigí una mirada por el catalejo para tratar de determinar dónde podría encontrarse tierra firme.

-Eh... Esto. No nos será difícil llegar hasta él tesoro... -dije a la tripulación, en tono titubeante. Guiándome por mi instinto, terminé señalando la dirección sur-. ¡Adelante, Giulio! ¡En esa dirección! El tesoro se encuentra por allí.

Gracias a vuestra astucia, interpretasteis el mapa con claridad y dirigisteis el barco hacia el que considerabais un rumbo correcto. El resto de la tripulación se sentía confiada, cómoda bajo vuestro mandato y eso os hacía sentir autosuficientes.

Fue casi un día de viaje en calma, donde todo parecía fluir como el agua y que generó un clima de estabilidad...

Sin embargo, siempre se dice que todo lo bueno no dura eternamente, y el hecho de que llegaseis a esa conclusión fue la fuerte tormenta que estaba empezando a generarse sobre vuestras cabezas.

Toda la tripulación estaba preparada para resistir aquella tormenta pero... ¿y el barco? ¿aguantaría?

¿Cómo podía catalogar la mar? ¿Apasionante? ¿Divertido? ¿Deslumbrante?

Aburrido. Muy aburrido.

Todavía manejaba el barco, encorvado con los brazos cruzados en torno al timón mientras bostezaba y apoyaba el rostro en una de sus manos. Llevaba horas viendo los mismos hombres, el mismo cielo, las mismas gaviotas… Se cansó de jugar a averiguar la forma de las nubes cuando sólo veía amorfos gatos repetitivos o alguna especie de cara sin nariz u ojos.

Otro bostezo antes de dar una cabezada, pasándose las manos por el rostro para despejarse mientras daba un par de saltos, estirando todas sus extremidades dormidas por la monotonía. Le desperezaron las nubes de tormenta por el horizonte y las agitadas aguas.

- ¡Aguantad la vela, vigilad los estribos! – Viró el timón con tal de tener el oleaje de frente ya que, si la tuviera de un lado, posiblemente el barco sucumbiría a las terribles aguas.- Agarraos fuerte, vienen curvas.

La tranquilidad en la mar no había durado mucho. Una tormenta había comenzado a producirse sobre nuestro barco y, por desgracia, parecía que sería bastante intensa. Nunca antes había visto una tormenta como esa, tan sólo en películas, pero podía imaginarme que Imperus nos forzaría hasta límites insospechados.

-¡Agarraos fuerte, perros de mar! -grité a mis hombres, mientras me sujetaba con fuerza de una de las cuerdas de cáñamo del barco-. ¡Resistiremos!

La tormenta arreciaba. Crucé los dedos, deseando que saliéramos con vida de aquella situación. Si perdíamos el barco, difícilmente podríamos encontrar el ansiado tesoro.

-Resistiremos... -me dije a mí misma, tratando de convencerme.

La tormenta se recrudeció a cada segundo que pasaba. Gran parte de la tripulación fue engullida por el mar con violencia, sin embargo ustedes estabais perfectamente preparados para abordar la situación, aferrados a vuestro navío como si de vuestra propia vida se tratase.

Los siguientes minutos fueron infernales, estabais en mitad de la catástrofe hasta que un crujido marcó un desenlace fatal: el barco acababa de partirse.

Muchos gritaban de agonía ante lo que estaba sucediendo, para ustedes era un milagro que aún siguieseis con vida cuando observabais dramáticamente como más y más compañeros caían por la borda ya que no tenía la destreza necesaria para ponerse a salvo.

De repente un inciso marcó vuestro futuro. El barco se desmoronó bajo vuestros pies en el momento que impactó con una ola fruto de la turbulencia. Notasteis como vuestros cuerpos cayeron al agua dejándose llevar por una corriente que os impedía tomar el control de la situación.

La angustia por pensar que ese podría ser vuestro final hizo mella cuando llegó la cadencia de aire... de repente todo se tornó oscuro y confuso. ¿Significaba que era el final de vuestro camino en la época pirata?

Me ahogaba. Todo estaba convirtiéndose en oscuridad para mí y, tal y como estaban las cosas, no creía que pudiera sobrevivir. Había conducido a aquella tripulación hacia la muerte y, lo peor de todo, es que ni siquiera habíamos logrado llegar hasta el tesoro. Aquellos hombre habían muerto por nuestra culpa, nosotros los habíamos conducido a ese triste final.

Mi cuerpo comenzaba a hundirse y apenas me quedaban ya fuerzas para nadar y tratar de salir a flote.

"¿Dónde está el Holandés Errante cuando se le necesita?" pensé, con ironía, mientras comenzaba a hundirme, pensando que pronto me encontraría de nuevo en la sede de Imperus.

Creía que lo tenía todo medianamente bajo control, dirigiéndose de frente contra las olas del mar embravecido para soportar las sacudidas, pero no había pensado la posibilidad de que el barco estuviera construido con palillos chinos y se rompiera, como si estuviera viviendo la escena de Titanic. Lo bueno es que había aprendido en esa película que dos personas sí cambian en una tabla aunque Rose dijera lo contrario. Podrías haber salvado a DiCaprio.- Masculló entre dientes mientras se aferraba al timón todo lo que podía, intentando reconducir el barco a su destino fatal.

Pero hubo un momento en el que no pudo seguir sujetándolo puesto que donde antes había suelo bajo sus pies, ahora era un vacío que terminaba en la fría agua de mar, moviendo los brazos en todas las direcciones con tal de agarrarse a algo sólido antes de caer.

Veía el reflejo del sol a través de la superficie marina, intentando alcanzar la superficie aunque su cuerpo decidiera caer. Sin quererlo abrió la boca para pedir ayuda y tragó agua, perdiendo algo de preciado oxígeno que guardaba y notando los pulmones arder por la falta de aire.

No encontraba a Rhona por ningún lado al estar todo oscuro, esperando que al menos ella hubiera logrado escapar.

Cuando parecía que todo estaba perdido, cuando la oscuridad poseyó toda vuestra visión y también todos vuestros recuerdos... una luz destapó que aún existía esperanza.

No os habíais dado cuenta, pero el mar os había arrastrado hasta la orilla de una playa horas después. A vuestro alrededor se mostraban los restos de la tragedia: cadáveres de compañeros ahogados, trozos de madera de vuestro poderoso navío, barriles que aún conservaban su contenido... todo desperdigado a merced de la naturaleza.

Os reincorporasteis dando gracias de que estuvieseis a salvo, que habíais sobrevivido a la prueba que el programa os había interpuesto... pero ahora venía la gran incertidumbre ¿ahora qué?

Fue entonces cuando recordasteis que teníais un mapa, un tesoro que encontrar y tras comparar las indicaciones y las referencias os disteis cuenta que...

¡Estabais en la isla del tesoro!

Lo logramos. Habíamos sobrevivido a la tempestad y nuestros cuerpos habían terminado siendo arrastrados por la corriente hasta la playa de aquella isla. ¡Y menuda isla! Apenas podía creer lo sucedido: ¡era la misma isla que aparecía en el mapa del tesoro!

Dirigí una mirada entristecida a mi alrededor, observando los cuerpos sin vida de nuestros compañeros. Muchos buenos hombres habían tenido que morir para que nosotros lográsemos llegar hasta la isla del tesoro. Mientras observaba aquellos cadáveres, me pregunté si esas personas habrían existido alguna vez o sólo formaban parte de la simulación a la que nos había sometido Imperus.

-Vamos, Giulio, guíame tú, que seguro que se te da bien esto de descifrar mapas... -le dije a mi compañero, agarrándome de su brazo mientras esbozaba una encantadora sonrisa.

Se mecía suavemente en el mar hasta que la superficie húmeda se transformó en la sólida arena de la orilla, tosiendo mientras se arrastraba para alejarse lo máximo posible por si venía una oleada grande y le tragaban de nuevo. Se giró para ver los restos que quedaban y los cadáveres de sus compañeros aunque no recordara el nombre de ninguno de ellos, terminando de incorporarse y sacudir sus ropas arenosas.

Déjame a mí, tengo un máster en descifrar mapas desde hace 5 minutos.- Cogió el mapa y lo sacudió, sujetándolo a modo pinzas en cada esquina para alzarlo y ver tras la humedad que había dejado el chapuzón. Sonrió cuando se enganchó de su brazo, tendiéndole el mapa.- Principessa, demos un paseo en esa dirección.- Señaló con la cabeza un camino, creyendo que sería el que indicaba el mapa.

Tan buenamente como pudisteis, emprendisteis vuestra exploración por aquella isla misteriosa que albergaba infinidad de secretos.

El cansancio provocado por el desastre marítimo y el sofocante calor que azotaba vuestros cuerpos hacían que cada paso dado fuese una verdadera tortura.

Os adentrasteis en la jungla sin saber muy bien si se trataba del camino correcto, las horas pasaban y el plano cada vez parecía más confuso ¿estaríais tomando la ruta correcta?

Sin miedo a las consecuencias, continuasteis el camino en pos de hallar aquel tesoro cuyo contenido misterioso se antojaba como el objetivo final de esta aventura.

De pronto, os encontrasteis con una entrada a una cueva, la cual parecía bastante estrecha. Algo os hizo sospechar, y fue que a su alrededor había un gran número de palabras escritas sin ningún sentido, como si fuese una sopa de letras desordenada. No entendíais qué clase de mensaje quería mostrar, quizás estrujando un poco los sesos podrías entender qué interpretar de aquella situación.

Siendo guiada por Giulio, los dos habíamos avanzado a través de la isla, atravesando la jungla hasta llegar a la entrada de una cueva en cuya entrada había numerosas palabras escritas sin ningún tipo de sentido.

-Debe de ser aquí, Giulio -le dije a mi compañero, en tono emocionado, sintiendo que habíamos llegado hasta nuestro destino. El tesoro no podía estar lejos-.Voy a leer ese mensaje de la entrada, puede que sean advertencias sobre lo que encontraremos dentro de la cueva...

Se abría paso en la selva manteniendo siempre las manos por delante, apartando las grandes hojas de los árboles o espantando los diversos mosquitos que los atosigaban, matando unos pocos a base de aplausos para cazarlos. Tenía cuidado de por dónde pisaba para no caer mientras miraba el mapa, comprobando que la dirección continuamente hasta que llegó a lo que parecía una cueva.

Observó, intentó bordear la entrada y siguió observando, como si no quisiera entrar.

¿Crees que es por aquí? – Recordó que esta vez era él el que tenía la iniciativa, guiando el grupo.- Quiero decir, que es uno de los caminos pero tal vez podamos ir por otro.- Se percató de las letras de las paredes rocosas, acercándose a ellas para pasar la mano por la dura superficie, esperando encontrar una conexión.- He jugado muchos rompecabezas mientras Windows se actualizaba, creo que puedo con esto…

Giulio descubrió tras esforzarse que los símbolos de la cueva mostraban realmente una frase. No sabíais quién ni cómo pero aquellas extrañas escrituras en la piedra seguían un patrón que una vez descifrado dejó un mensaje bastante revelador.

Aquello os sorprendió ¿era una advertencia? ¿o estaban diciendo que adentrarse allí era una trampa mortal? ¿o el programa estaba jugando al despiste?

Sea lo que sea, aquella macabra frase os hacía intensificar la importancia de tomar una decisión...

-Hmm, parece que esa no es precisamente la cueva más segura de la isla -comento, en tono burlón, mientras observaba con atención los signos que había descifrado Giulio. Intentaba buscarles un doble sentido, aunque me costaba encontrarlo-. Si yo fuera una capitana pirata y tuviera que ocultar un tesoro, lo protegería con toda clase de trampas mortales y colocaría indicaciones que hicieran parecer al sitio donde lo guardase el peor lugar de la Tierra. De ese modo, pocos se atreverían a entrar a buscar mi tesoro, solo los locos, los incautos y los valientes. A veces, la línea entre uno y otro es muy fina...

Me acerqué ligeramente a la cueva, aunque sin entrar aún en ella.

-Yo bajaría para echar un vistazo -me sincero con mi compañero, encogiéndome de hombros-. Pero dejo la decisión en tus manos. Podríamos estar arriesgando demasiado con esta elección.

Se encogió de hombros tras leer el mensaje, rascándose antes la poca barba de un par de días.

Tal vez sea algo metafórico, es decir, que haya un boquete muy grande y, si caemos, morimos.- Podía darle tantas vueltas al mensaje que el solo hecho de pensarlo le daba dolor de cabeza, terminando por asomarse un poco mejor en la cueva.- Probemos, pero vayamos con precaución. Ve detrás de mí.

Considerando que era lo más apropiado, los intrépidos piratas decidieron adentrarse en la cueva.

Al principio la entrada era algo estrecha, pero a medida que se iba avanzando el espacio era más amplio ¿el problema? no había ni una pizca de luz que alumbrase vuestro camino,  haciendo que cada metro avanzado fuese costoso.

El interior de aquella cueva no era cómodo, pero os guiaba la emoción de encontrar finalmente el tesoro que tanto ansiaba el ya fallecido capitán.

De repente, sin que pudieseis hacer nada para evitarlo, notasteis como el suelo bajo vuestros pies se desmoronaba con la misma facilidad que la arena.

En menos de un segundo, notasteis que vuestros cuerpos cayeron al vacío, sin entender qué estaba pasando hasta que ya era demasiado tarde.

El golpe fue seco y menos doloroso de lo esperado. Quizás lo que más se pudo herir fue el orgullo tras comprobar que acababais de caer en una trampa. Ahora estabais en una sala a oscuras, sin acceso a la zona superior, ni a un ningún lado.

Sin agua, sin comida, sin esperanza... allí tan solo os esperarían tres días de largo calvario hasta que las nauseas comenzasen a indicar que vuestro paso por la edad dorada pirata había llegado a su fin.

Cuando sentí mi cuerpo cayendo al vacío, supe que entrar en la cueva había sido una mala opción y, por desgracia, lo más probable es que supusiera nuestra derrota.

No disponíamos de agua, ni comida, ni equipo de escalada con el que tratar de salir de aquella cueva. Todo pintaba muy mal para nosotros.

Las primeras horas las invertí buscando un posible resquicio en lo más profundo de la cueva, quizá algún sendero por el que salir, pero fue imposible encontrarlo. Después, traté de escalar las paredes de la cueva, pero tampoco logré subir. En circunstancias normales, terminaríamos muriendo de hambre o sed, aunque por fortuna a nosotros nos sacaría de allí Imperus cuando considerase que nuestro objetivo había fracasado.

Decidiendo resignarme a lo que nos esperaba, me alejé hasta un rincón y, tomando pequeñas piedras del suelo, comencé a lanzarlas contra la pared, con gesto aburrido.

-Parece que vamos de fracaso en fracaso, Giulio -comento, con tristeza-. Al menos, fue bonito mientras duró. Hemos sido unos auténticos aventureros, visitando épocas de la Historia que siempre quisimos vivir... Me pregunto qué tendrá reservado Imperus ahora, no recuerdo que tuvieran más objetos en esa sala.