Partida Rol por web

Despacio, midiendo sus pasos, Zaramama descendió por la escalera, buscando indicios de fallas estructurales o cualquier otra cosa que pudiera representar una trampa mortal para ellos. Era sabido que esa clase de catacumbas encerraba todo tipo de artimañas para alejar a los saqueadores de los tesoros.

Al llegar abajo, se sobresaltó al oir nuevamente el ruido del mecanismo que activaba la trampilla. Vaya, estamos sepultados. Mas le vale al heredero conocer otra salida. Un ramalazo de claustrofobia la invadió pero se encargó de reprimirlo al instante. Tampoco tuvo demasiado tiempo para perderse en cavilaciones. La estancia se iluminó repentinamente, mostrando toda clase de cosas bellas y valiosas y su vista no pudo apartarse de los tapices. Con gracia al andar, se dirigió a ellos a estudiarlos más detenidamente.

En el camino, mientras recorría la estancia, fue buscando algún objeto valioso que pudiera ocultar entre sus ropajes y alguna otra arma. No podía arriesgarse a adentrarse más en la gruta contando únicamente con su cuchillo. Éste estaba  reservado para una ocasión especial, aquella que la llevaría a alcanzar su objetivo y salir de allí con la bailarina, triunfal.

También estudió disimuladamente las tres puertas de metal ubicadas al fondo del salón, mientras fingía estudiar los tapices que adornaban las paredes

- Bah, tanto misterio y tanto rollo para una simple cripta donde meter fiambres ...

Conrad se pasea por la estancia con desgana.

Ansobert iba caminando a lo largo del pasillo.

- Vamos señores, que no tenemos toda la vida para explorar esto.- Estaba emocionado, escribiendo todo cuanto veia en su libro, con la esperanza de que al salir del mausoleo, tuviera la unica cronica del mundo en el que ponia información util sobre ese tan misterioso mausoleo.

Johannes cierra los puños con fuerza y observa maravillado sin apenas molestarse por la luz.

- Por fin... mi destino se va a cumplir... Bailadora, serás mía.- Al murmurar esto último, Johannes vuelve a abrir y cerrar los puños con muchísima más fuerza que antes.- ¡Bien, no hay tiempo que perder! Chike, Conrad, Zaramama, abrir las puertas. Atentos por si hay alguna trampa, Pollux, mantente en retaguardia y cubre las espaldas a nuestros compañeros por si surge algún enemigo de las puertas, no sabemos que nos podemos encontrar...

Y sobre todo, no cojais nada. No somos saqueadores de tumbas, venimos a por mi legado y nada más.

Luego gira la cara hacia su maestro Ansobert con una sonrisa.

- ¿Qué te parece viejo amigo?

Observas en las cercanias de las escaleras por las que habeis bajado, pero no encuentras ningun tipo de resorte o palanca.

En esta sala las únicas armas que puedes encontarr son los cubiertos que descansan en la mesa comedor, la cual está repleta de comida fresca y recién hecha.

Al acercarte a los tapices (sin hacerles mucho caso) observas las puertas del fondo, son unas puertas de metal bastante oxidadas, tendrias que acercarte para comprobar si hay algún tipo de trampa.

Observas el tapiz de extraño, es magnífico! Los hilos de colores vivos crean una imágen muy realista. La escena representa al guerrero de la estatua, Binh Pryderi. Armado con sólo una espada curvada muy extraña y con los ojos vendados luchaba contra tres demonios a la vez sobre un suelo alfombrado de cadaveres de otros seres monstruosos.

 Caminas distraido por la sala, de pronto pisas algo pequeño en la alfomba. Camuflado entre los coloridos dibujos de lino, hay un pequeño colgante con una piedra amarilla tallada con forma rectangular.

Me quedo cerca, esperando al momento en el que nadie me mire para agacharme a recogerlo en un movimiento relámpago.

Tus compañeros están ocupados en otros menesteres, en un momento dado te agachas y te haces con el colgante. Es bastante pesado, la larga cadena es de metal negro. La piedra amarilla es bastante pálida y opaca.

Me lo guardo discretamente.

(Supongo que no hay inscripciones ni nada ¿Verdad?)

No, no hay inscripción alguna.

Una vez guardado el amuleto. ¿Qué haces?

 Pollux, obediente, asume una posición de apoyo, con una flecha encocada en la cuarda del arco, atento al devenir de la escena. Mientras los demás se predisponían a abrir las puertas.

Simulando no oir lo que dijo Johannes, Zaramama cogió un cuchillo de los que abundaban en la mesa y lo colocó en su cinto, a su espalda. Nunca estaba de más contar con protección extra.

Luego se dirigió a la puerta de la derecha, pero antes de llegar hasta allí se volvió hacia el heredero.

-Johannes ¿crees que es prudente abrir las puertas así sin más? Si me lo permites, desearía inspeccionarlas un poco más de cerca a las tres. No en vano este mausoleo ha permanecido sin ser profanado durante tanto tiempo.

Mi señor, en este tapiz aparece vuestro ancestro con los ojos vendados y con esa extraña espada en las manos luchando contra tres demonios.

Será esa vuestra prueba mi señor? van ... a aparecer tres demonios???

A mí desde luego que no me pagan por luchar contra demonios.

- Si, seguro que aparecen tres demonios, tres cabras de aviesa mirada, o vaya usted a saber ...
pffffffffffff ... ¡Ja ja ja ja!

Conrad se apresta a abrir las puertas con toda naturalidad.
De hecho comienza a abrirlas, como quien abre una lata de berberechos.

Observais como Conrad se dirige hacia la puerta de la derecha, antes de que Zaramama las examine, y la empuja con toda naturalidad. Entonces se escucha un chirrido oxidado y observais como un extraño objeto sale volando a toda velocidad surcando un arco rojo, cayendo a los pies de Johannes y el anciano mentor... Contemplais horrorizados la mano izquierda del persa.

En la puerta se puede observar una cuchilla ensangrentada, con su base en el marco lateral y un resorte camuflado. Enfrente, un agonizante Conrad sufre un dolor inimagináble mientras sus ropas se manchan de su propia sangre.

Por todos los Dioses benditos !!!!!!!

Corre e intenta ayudar a su compañero taponando la herida con un trozo de su ropa.

Que alguien coja la mano

- ¡Aaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrjjjjjjjjjjj!

Conrad cae de rodillas al suelo, agarrándose el muñón con desesperación.