Partida Rol por web

 Nelton toma la lámpara y sonríe. Sin embargo la prudencia le hace tocar la puerta donde está la voz del coronel. Mackintosh? Soy Nelton, puedo pasar?

Iba a agredecer a Nelton el que el aquel tipo ya supiera su nombre y rango, pero imaginaba que terminaría encarcelado por espía en la torre de Londres, o alguna prisión de alta seguridad. Él le había dicho que iba a recibir asistencia médica, pero de lo demás no había hablado.

-Estoy en pleno interrogatorio, puede pasar.

La habilidad de Nelton quizá fuera útil. Sabía leer mentes, y eso ahorraría mucho trabajo.

-Deme su opinión acerca de la sinceridad de este hombre. Afirma ser un espía alemán, que había venido a desvelar el secreto de en que trabajaba el doctor.

Lo que había dicho suponía algo fundamental, y es que los alemanes no habían secuestrado al doctor. Si no, no tenía sentido que hubieran mandado a un espía a por sus planos y demás. Volvió a mirarle, jugueteando con la daga.

-Espero que sea sincero. Tengo medios para averiguar lo contrario... y no le gustarían. ¿Ha encontrado lo que buscaba?

Negativo, todo parece indicar que lo pillasteis desprevenido y recien llegado.

El erudito procede al interior de la habitación, observa al interrogado, y se acerca a él, le mira profundamente a los ojos y le pregunta en voz alta. Para quién trabaja? El kaiser o Bismarck?

La idea de Nelton es captar el proceso de la mentira que va a decir, más que la respuesta verbal que de, obviamente.

-¿Pero será posible? -se pregunta Christine tras oír la respuesta que el hombre da a Mackintosh.

No interviene, se limita a observar. Observar y escuchar lo que el hombre tiene que decir.

Una parte de ella lamentaría, de ser cierto lo que ese hombre les acaba de revelar, el haberle herido, sin embargo la otra se dice que, sea verdad o no, él estaba dispuesto a usar su arma contra ella por lo que, en resumidas cuentas, lo suyo fue defensa propia.

En eso la voz del señor Nelton se hace oír y no tarda en unirse a ellos. Christine, que se hallaba medio sentada en un arrimo, no se movió, más con la mirada siguió los movimientos de Nelton cuando, al igual que el coronel, interrogó al desconocido. Si bien era cierto, acababa de formular una pregunta que se supone ya tenía respuesta, dado lo que minutos antes había dicho el, ahora sabía, soldado, sin embargo, y dadas las habilidades de Nelton, bueno era que aquella pregunta fuese formulada otra vez para así tener la certeza de tener una verdad por respuesta.

Dejó la pistola a un lado, sobre el mismo arrimo en el que ella apoyaba. Era de reflejos rápidos por lo que tenía la tranquilidad y seguridad que de tener que volverla a usar tardaría menos que un parpadear en tenerla en su mano otra vez y lista para usar.

No Nelton, el control mental no funciona así, es el afectado el que tira por voluntad contra tu nivel +1, y en este caso, a esa pregunta ni siquiera hará falta que tire.

¿Perro que...? Soy hombrre fiel al Kaiser ¡por supuesto!

 Nelton mira al coronel y a la señorita, asiente con la cabeza indicando que el espía está diciendo la verdad. Bien, si cargaba con una pistola, es muy probable que sus órdenes incluyeran matar a quien se pusiera en su camino... a quién esperaba encontrar?

Parpadeó por la salida de Nelton, extrañado. ¿A que venía aquella pregunta? Y lo más importante, ¿A que venía aquella segunda reflexión? Se lo quedó mirando un momento, y luego al tipo que habían hecho prisionero.

-Señor Nelton, disculpe un momento.

Lo llevó a un aparte, donde el tipo no pudiera escucharle, y lo dejó bajo la competente supervisión de la señorita Wytham.

-Hágame el favor de buscar un teléfono y llamar a palacio. Dígales que manden a alguien del servicio secreto. Tenemos un espía que necesita atención médica... y una cárcel tranquila. No se si me entiende.

Antes de volver con la señorita, parpadeó y añadió algo.

-Ah, y llevaba una bayoneta. No sabía de que ejército, pero ahora pienso que es una bayoneta de mauser. Acababa de llegar, al parecer, y no le dió tiempo a robar nada.

Luego regresó con la señorita Wytham, y miró al tipo con una media sonrisa.

-La ayuda está en camino. Pero como comprenderá, esta señorita no va a pasarse los próximos 20 o 30 minutos de pie apuntándole con una pistola. Disculpe que no me fie de usted, pero al fin y al cabo, es un espía. Si es tan amable de sentarse... -dijo.

Luego miró a la señorita Wytham.

-¿Se encarga usted?

Él tenía que averiguar donde demonios estaban Kwanon y Claxton, y que habían descubierto. Si es que habían descubierto algo, claro.

Edward sabía donde se encontraban los otros dos y sin dudarlo bajó a encontrarse con sus compañeros, en particular el señor Claxton, a quien le tendió la lampara que encontró, ya encendida.

Buenas nuevas, han encontrado al espía pero se encuentra malherido. Señor Kwanon, creo que sus conocimientos médicos nos serían de utilidad en estabilizar al testigo. Cuidado, puede tener un arma oculta. Se encuentran en la habitación subiendo las escaleras.  Luego procede a salir de la estancia y llamar a palacio para solicitar un transporte de un herido hacia una zona segura.

No es una vela, es una lampara, un quinqué vamos, que ilumina mucho mejor y durante mucho mas rato. ;-)

-Está bien, pues si me disculpan me voy ya.-John partió deprisa subiendo las escaleras, y buscando la habitacion.

nada más subir las escaleras, hay una habitación con ventana y una única puerta de la que salen voces.

Deprisa se acercó a la puerta y la cruzó. Antes de si quiera ver nada ya entró hablando...
-Ya estoy aqui, disculpen las molestias, he tenido...bueno un pequeño percance.-dijo entrando y colocandose un mechón de pelo rebelde que de pronto le molestaba y ajustandose la ropa de manera incomoda.

-¿Me deja a cargo? -se preguntó sin poder evitar alzar una ceja mientras veía a MacKinstosh abandonar la habitación- ¿¡Me deja a cargo!? Como si no lo hubiese estado antes de que él llegara. ¿No fui yo quién lo detuvo acaso? ¡Ja! Y me deja a cargo dice. ¡Cretino engreído! ¿Pero quién se cree que es? Ahora seguro y va allá abajo y les dice a todos, llenándose la boca, que él ha sido quién lo detuvo o poniendo un plural donde no lo hay cuando la que lo hizo fui yo y sola por lo demás.

-¿Me deja a cargo? -se preguntó sin poder evitar alzar una ceja mientras veía a MacKinstosh abandonar la habitación- ¿¡Me deja a cargo!? Como si no lo hubiese estado antes de que él llegara. ¿No fui yo quién lo detuvo acaso? ¡Ja! Y me deja a cargo dice. ¡Cretino engreído! ¿Pero quién se cree que es? Ahora seguro y va allá abajo y les dice a todos, llenándose la boca, que él ha sido quién lo detuvo o poniendo un plural donde no lo hay cuando la que lo hizo fui yo y sola por lo demás.

Se tragó su indignación, ya aclarararía las cosas cuando fuera necesario. Se quitó el pañuelo que llevaba atado al cuello y se lo pasó al ladrón.

-Amárrese la pierna con eso, ya sabe, con fuerza, para que detenga el sangrado -dijo justo cuando John Kwanon ingresó a la habitación.

-¿Nos hará compañía señor Kwanon? -preguntó mirándole apenas un instante pues no era conveniente que apartara la vista del sujeto que tenía delante, aguardando que éste terminara de vendarse la pierna- ¿Usted sabe de medicina, verdad? Quizás podría dar un vistazo a la pierna de nuestro "amigo" -mantuvo la pistola apuntando al hombre- No se preocupe, yo lo voy a estar vigilando con el dedo puesto en el gatillo y él bien sabe ya que soy lo suficientemente rápida para accionarlo y que no dudaré en hacer. ¿No es así soldado?

Christine se mantuvo de pie, prefirió no sentarse pues eso limitaría y condicionaría su visual.

-Señor -dijo pues al intruso-... soldado, ha dejado claro que su lealtad es para con el Kaiser y también ha dicho que el Kaiser nada tiene que ver en la desaparición del doctor. ¿Tienen idea de quién pueda estar detrás? ¿Quién se beneficiaría si se declara la guerra entre nuestras naciones? Porque sepa usted que quien quiera esté detrás de la desaparición del doctor, ha montado las cosas de tal forma que todo apunta al Kaiser, así que comprenderá que nos mostremos incrédulos frente a lo que nos dice.

Christine trataba al detenido con respeto, lo suyo no era la intimidación, en lo absoluto, pero la educación y el respeto siempre le había abierto puertas, inclusive las que parecían imposibles de abrir, por lo que confiaba en que ésta no fuese la excepción.

-¿Y bien? -insistió- Lo escuchamos. ¿O prefiere responder a las preguntas del coronel? Porque ya intuirá que sus métodos no son para nada amistosos como los míos, así que usted decide, se sincera conmigo por las buenas o lo hace por las malas con el coronel.

La lampara que le alcanza Nelton ilumina una plataforma de madera de unos dos metros de lado, la pared de mamposteria acaba con la escalera y a ambos lados se abre suelo rocoso, algo extraño en un sitio de limos como es Londres, pero aqui está. Donde no han llegado sus manos, llega ahora su vista y ve otro tramo de escalera, esta de metal, anclada en la pared, que desciende a nuevas profundidades, por lo demás, la luz es insuficiente para iluminar el amplio espacio.

Extrañado, sorprendido y en gran medida satisfecho por tener ese tipo de sensaciones, sin pensarlo dos veces bajo el siguiente tramo de escaleras sujetando la lampara del cinturon mientras bajo las escaleras.

- Querida Londinium, la mas seductora de mis amantes. Como una mujer que merezca tal apelativo, guardas misterios y secretos en tu interior para sorprender a tus pretendientes continuamente. Veamos que me has preparado esta vez.