Partida Rol por web

La ciudad se extiende todo lo que puedas ver y más, hasta llegar a las montañas que la cubren.

Ves a Roran ir caminando, cabisbajo, con la mirada perdida en el suelo mientras gira una esquina en dirección a su casa.

Cuando gira la esquina por el callejón, lo pierdes de vista.

Delante de tí, las hogueras con los muertos siguen crepitando y los soldados se están encargando de los últimos retoques del funeral.

¿Y a éste qué le pasa?

Pregunta para sí misma.

¡Oye, tú!

Exclama llamándolo para que la deje alcanzarlo.

Pequeña, ¿estás por ahí? Avísame si ocurre algo en la reunión... y si te quedas con hambre, hay un par de leones revoltosos por ahí...

Bromea utilizando la conexión con su dragona.

Roran se detiene cuando escucha tu voz y se gira sorprendido.

- ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en la reunión? - Dijo frunciendo el ceño. - No creo que a Nasuada le guste que uno de sus jinetes estrella se vaya así por que sí, y además, allí está Robert... ¿no estabas preocupado por él? -

El rubio se coloca las manos en la cintura, con los brazos en jarra esperando tu respuesta, al parecer, algo molesto.

Ahora es Freya la que frunce el ceño.

Oye, aquí la que debería estar enfadada soy yo. Acabas de dejarme tirada. -Alza un brazo y señala a su espalda con el dedo índice- Además, yo no soy más estrella que tú... Y seguro que tienen muchos asuntos que atender con ese par de gatos maleducados y creídos. ¿Por cierto, quiénes son? Bueno, eso no viene al caso... -Niega con la cabeza, para que ignores su última pregunta, fruto de la curiosidad.

Y ¡Claro que estoy preocupada por Robert! ¿Cómo no iba a estarlo? Ha sido la única persona que siempre ha estado ahí a mi lado, y ahora está así por... ¡por mi culpa! Perdona si te ha molestado... -Ahora parece caer en algo, pues su tono de voz pasa a uno de sorpresa rápidamente- ¿Te ha molestado?

- Los gatos son Mug y Mog, amigos de Shimrod y buenos consejeros, aunque un poco complicados de entender. Ya les pillarás el truquillo. - Dijo Roran ablandando el rostro ante las palabras de Freya. - Igualmente, te recomiendo que no juegues a nada con ellos, tienen muy mal perder. -

El chico sonrió sólo un poco, parece que se le ha pasado un poco el cabreo o el sentimiento de culpa, pero se sorprendió ante tu pregunta.

- ¿Molestarme? ¿Por qué iba a molestarme? Sois amigos, ¿no? Supongo que es normal. No, no estoy nada molesto. ¿Por qué lo dices? -

Freya sigue tan confundida como antes, aunque intenta disimularlo carraspeando...

Pues no sé, hace un momento parecías muy cabreado. Y tampoco me has dicho porqué te has ido de la reunión...

Pregunta indirectamente, relajándose de nuevo y colocando sus manos en la cintura.

...Justo cuando iba a proponerte que olvidáramos juntos...

Añade con una nueva media sonrisa al más puro estilo Freya.

- ¿Olvidarnos juntos? - Dijo Roran enarcando una ceja.

Pero después, miró a un lado y al otro, con una sonrisa maliciosa.

Se acercó a ti lentamente, cogiéndote de la cintura y colocándote de un rápido movimiento contra la pared. En ese callejón no había nadie, nadie que os pudiera ver, nadie que escuchara lo que allí iba a pasar. Una de sus manos se apoyó sobre tu vientre, empujándote contra la pared de la casa mientras que la otra, bajó hasta tu muslo y comenzó a subir por tu pierna, hasta llegar a tu sexo, el cual comenzó a masajear lentamente y con suavidad.

Sus labios se apoyaron sobre tu cuello, el cual comenzó a besar de arriba abajo, centrándose después en tu oreja, la cual chupaba y mordisqueaba, hasta que en un momento, la mano que tenía entre tus piernas movió tu ropa interior a un lado y sus dedos entraron en tí, lubricados por el flujo de tu interior y una vez dentró, comenzó a masturbarte con rapidez.

- ¿Así pretendes que olvidemos? - Te susurró en el oído y después, movió su rostro hacia el frente, besándote con pasión y metiéndote su lengua dentro de tu boca, buscando la tuya y jugando con ella.

A Freya la pillan desprevenidas las ágiles manos de Roran. Aquello era lo que había estado ansiando desde que había salido de la torre y lo había visto con vida. Aquello era lo que necesitaba desde la lucha con el Sombra. Así que aunque sorprendida, no iba a negarse al placer de las carícias de su acompañante. Enseguida lleva sus suaves manos a los cabellos de Roran, enredándolos entre los dedos y acariciando su cabeza.

No has respondido a mis preguntas...

Un gemido escapa de sus labios cuando nota los dedos de él rebuscar entre sus piernas... un gemido que se convierte en un escalofriante grito de placer cuando consiguen penetrar en ella, y que consigue que la pelirroja olvide todo lo que quería saber del comportamiento de Roran.

Freya nunca había tenido dificultad para entrar en calor, pero... sí estaba acostumbrada a empezar ella. Y aquello de dejarse llevar, no entraba en sus planes, por lo que decide hacer un cambio táctico de posición.

Mordiendo con fuerza el labio inferior de Roran, consigue separar los labios de los de él a causa del dolor, y dándole un empujón, rueda sobre su espalda para cambiar posiciones. Ahora es él quien está acorralado contra la pared. Ahora es ella quien, con mirada vidriosa, busca darle placer.

Sus ojos oscuros e inquietos buscan los de él. Una mirada divertida se aloja en ellos, precipitándose a los acontecimientos. Quiere verlo morir de placer... quiere que la imagen de su rostro, bajo el poder de sus caricias, quede grabado en su retina.

Así pretendo que no me olvides jamás...

Su mano izquierda no tarda en dejar al descubierto el pecho de Roran, mientras la derecha, acaricia suavemente su entrepierna... poco a poco y con cuidado, preparando el miembro del guerrero para la llegada de sus labios, que poco a poco se van deslizando por sus pectorales y su abdomen hasta llegar a su cintura, dejando un rastro de besos y lenguetazos... que pronto llegan a su destino. En el mismo instante en que el pene de Roran queda libre de sus vestimentas y las rodillas de Freya se clavan en el suelo, su boca juguetea con el glande, acariciado también por sus manos... y su mirada se eleva para buscar aquella imagen...

Roran te deja hacer sin ningún problema. Es un muñeco en tus manos y no pone objeciones a nada de lo que comienzas a hacerle, simplemente, se queda contra la pared, con los ojos cerrados y una de sus manos se apoya sobre tu cabeza sin hacer nada de fuerza.

Su mano sigue los movimientos de tu cabeza mientras le chupas su miembro, cosa que hace que el muchacho suspire un par de veces y entrecierre los ojos por el placer que le estabas dando. Le gustaba sentir tus carnosos labios rodeando su sexo así como tu mano sobre el mismo, másturbándolo con ella y con tu cálida boca.

Dejó que sigas con tu ritmo durante unos minutos, sin embargo después, comenzó a mover su pelvis frente a tu cara, para imprimirle más velocidad al movimiento. Pasaron otros pocos minutos cuando sentiste que la mano que tenía sobre tu pelo se aferró a él con fuerza, empujando tu rostro hacia él y haciendo que su duro miembro entrara por completo en tu boca al mismo tiempo que su respiración se hacía entrecortada.

Te mantuvo allí unos segundos mientras un torrente de semen caliente salía de su pene y se corrió en tu boca soltando un leve suspiro.

Cuando terminó, su mano que te tenía aferrada por el pelo, te hizo levantar de la posición de rodillas en la que estabas y te colocó como estabas antes, con la espalda sobre la pared. Aún tenías el semen en tu boca cuando te volvió a meter la lengua y cuando sentiste su pene duro entre tus piernas.

Tu ropa interior no fue un problema para él, ya que la corrió a un lado con su mano y con suavidad, metió su miembro aún en erección dentro tuyo, sin dejar de besarte por un segundo, sin dejarte reaccionar. Su pelvis comenzó a moverse hacia delante y hacia atrás y su mano te cogió por debajo de uno de los muslos, para hacer que tu pierna le rodeara su cintura.

Sentías como te penetraba, ahora ya con más fuerza y dejándote de besar, separando sus labios de los tuyos, te susurró al oído: - Con eso no me haces olvidar ni la cena de esta noche, pelirroja. -

Aún sin mirarla, Roran puede notar que Freya esboza una sonrisa, antes de que sus labios se acerquen a su oreja. Pero no salen palabras de ellos, sino que empieza a juguetear con la punta de la lengua en ella. Primero recorriendo la periferia, después el resto de su oído y finalmente, jugueteando con el lóbulo, usando sus dientes y la lengua. Mientras tanto, sus brazos se apoyan en sus hombros y de un ágil salto, sus piernas rodean la cintura de Roran, cargando todo su peso sobre él y la pared, y haciendo que la penetración fuera más profunda.

La pelirroja empieza enseguida a jadear. Roran puede notar lo acelerada que está su respiración, y el rápido martilleo de su corazón, junto con la tensión de los músculos de Freya. Puede notar también lo sensible que se ha vuelto su piel, haciéndola suspirar con el mínimo contacto.

Me equivoqué... no necesitaba olvidar... te necesitaba... dentro de mí...

Murmura entre jadeos justo antes de dejar escapar un grito de placer, mientras su espalda se arquea hacia atrás, facilitando incluso más la penetración. Su respiración se corta unas milésimas de segundo mientras todo su cuerpo se estremece y vuelve a jadear de nuevo... esta vez intentando recuperar el aire.

La jinete del dragón baja los pies, pero su mirada indica que no ha terminado todavía. No dice nada, pero sus gestos lo dicen todo. Se da la vuelta, quedando de cara a la pared, y coge con suavidad las manos de Roran para colocarlas en sus caderas... Cuando se asegura de que están firmes, se inclina un poco hacia delante en la pared, levantando el trasero y dejando ver, bajo la minifalda, su ropa interior apartada y su sexo completamente húmedo... pero todavía hambriento.

Apoyada con una mano en la pared, pasa la otra entre sus piernas para agarar el miembro de Roran, todavía erecto, firmemente e introducir sólo el extremo de nuevo en su sexo... No solía hacer aquello nunca... no solía quedarse a merced del hombre que se estaba tirando.

Roran estaba disfrutando de todo esto, tanto como Freya, aunque posiblemente un poco más que ella. Sus manos, llevadas por las de ella, se quedaron sobre sus caderas para después dejarse atraer por su sexo al de ella, el cual goteaba todavía. Su miembro no tardó en penetrarla, ambos estaban más que preparados y fue en ese momento cuando Roran soltó un suspiro de excitación sobre la nuca de Freya.

Una de sus manos que descansaba sobre la cadera de la pelirroja cruzó hacia delante hasta su abdomen, para después descender hasta su entrepierna y comenzar a masajear por delante el clítoris de la Jinete, el cual estaba duro y húmedo. Comenzó a presionarlo mientras sus caderas comenzaron a empujar su sexo dentro del de ella, una y otra vez.

Su otra mano pasó por delante también, y agarró uno de los pechos de la chica, presionándolo con algo de fuerza y apoyándo todo el pecho sobre la espalda de Freya, empujando cada vez con más fuerza, quitándose toda la rabia acumulada con cada empujón.

Su boca se apoyó sobre el hombro de la pelirroja, el cual comenzó a besar, subiendo por él hasta su cuello, pasando su lengua de arriba abajo. Con cada empujón, no podía resistirse al soltar un poco de aire de sus pulmones. La penetraba una y otra vez, con fuerza pero a la vez, con pasión.

Cuando el orgasmo era inminente, clavó sus dientes sobre el hombro de ella, llenándola nuevamente con su semen caliente, el cual no tardó en resbalar por los muslos de la chica, goteando en el suelo. La mano que tenía en su entrepierna no dejó de masajearle el clítoris mientras continuaba corriéndose dentro de ella...

Freya mantenía sus brazos apoyados en la pared, sujetando su peso y quedando inmobilizada de ese modo. Con cada nueva embestida, la intensidad de sus jadeos subía, y cuando nota los dientes de Roran hundirse en su hombro, el placer que había estado acumulando estalla en un nuevo orgasmo que llega a la vez que el de él.

Un nuevo grito de placer brota de sus labios mientras nota como su interior se llena del semen de Roran. Todavía se mantiene en la misma posición unos segundos, recuperando el aliento y dejando que él también lo haga.

Creo que... nos vendría bien... una... ducha...

Murmura después entre jadeos, con aquella sonrisa que sólo mostraba en esos momentos... en los únicos momentos de tranquilidad... la calma después de la tormenta...

Roran sacó su miembro de dentro tuyo lentamente, mientras pasaba su mano por tu sexo dejando que sus dedos entren sólo un poco dentro de ti. Después dejó de presionarte contra la pared al mismo tiempo que su mano subía y metia dos de sus dedos dentro de tu boca, jugueteando con ellos sobre tu lengua.

Su cabeza se posó sobre tu hombro, con la boca justo sobre tu oído al mismo tiempo que te giraba y metía otra vez su lengua dentro de tu boca, para continuar besándote un rato más.

Al cabo de un rato, se detuvo, aún jadeante y te miró a los ojos.

- Sí, creo que es lo mejor. - Dijo con una sonrisa maliciosa.

Freya responde a la mirada maliciosa de Roran con una sonrisa de las mismas características.

Vaya, vaya... la guerra te deja hambriento, ¿verdad?

Bromea mientras se recoloca su ropa y empieza a caminar hacia la casa de Roran, pasando por su lado y dándole una palmadita en el trasero.

¿Me contarás mientras nos bañamos a qué ha venido tu salida de la reunión?

No mira hacia atrás mientras camina, sabe que el rubio la seguirá.

Aunque pudiera parecer lo contrario, el sexo no agota a la pelirroja una vez recupera el aliento... es justamente al contrario.

- ¿Hambriento? Creo que más que nada necesitaba un poco de calor humano y quitarme la angustia de una forma más placentera que la simple meditación. - Dijo el rubio mientras se colocaba a tu lado para seguirte.

Supongo que somos unos juguetes para ella, usar y tirar... pero se mueve bien, no puedo quejarme por eso.

- ¿Salida de la reunión? Simple, sabía que me seguirías y que no aguantarías ni dos minutos sin querer quitarme la ropa y follarme en el primer rincón oscuro que encontremos. Al final, todo salió como lo había planeado. - Respondió con una sonrisa maliciosa y a la vez de suficiencia.

Freya suelta una sonora carcajada.

Si lo que buscas es sexo... no hace falta que seas tan retorcido conmigo. -Termina respondiendo, con un tono de voz aterciopelado que poco a poco se va convirtiendo en un ronroneo.

Pero entonces... -Continúa, pasando un brazo por encima de los hombros de Roran- Si todo salía como planeabas... ¿A qué venía el mal humor?

Aprovechando cercanía de sus rostros por la postura, Freya habla muy cerca del oído de Roran, usando ese tono de voz que amenaza diversión y que probablemente, podría conseguir cualquier cosa de cualquier hombre. Con la otra mano, empieza a acariciar suavemente la mejilla de Roran, trazando la línea de su mandíbula con el dedo índice.

- Nada, nada. Mi mal humor no tiene nada que ver con esto. Déjalo estar, simplemente, es que no estoy contento con lo que ha pasado y tengo bastantes dudas de lo que pueda llegar a pasar en el futuro. Eragon casi muere en su misión por rescatar a la mujer de negro... todo se acumula. -

Roran continuó caminando a tu lado mirando al frente, aunque sonrió cuando le acariciabas la mejilla.

- Anda, olvida eso y vamos a darnos una ducha que la necesito. -

Freya frunce el ceño, fingiendo molestia.

Oh, vaya... está preocupado porque Eragon casi muere... Perdona, pero... tú casi mueres. Y yo casi muero. Y todos hemos estado en peligro. Todos somos grandecitos para tomar nuestras decisiones... Bueno, quizá no todos... Tengo que decirlo: a la amiguita de tu primo parece que le faltan un par de hervores...

Bromea, pensando en Illyana y su forma de pensar. Pero enseguida vuelve a pensar en algo mientras siguen hablando.

Oye, y ¿quién es esa mujer de negro?

Roran se encogió de hombros cuando le preguntaste por la mujer de negro. Él sólo sabía la misión que había emprendido su primo, pero no sabía quién era esa mujer, y así te lo hizo saber.

- No tengo idea. La verdad, es que tampoco me interesa. Ha sido una misión que él mismo ha elegido, así que, no puedo decir nada al respecto. - Dijo con un tono serio mientras avanzaba hacia su casa.

A los pocos minutos, dejásteis los callejones para entrar a una especie de barrio con casas pequeñas. Una de ellas era la que le habían entregado a Roran para que utilice. Cuando llegastéis a la puerta, el chico te invitó a pasar.

- Pues aquí estamos. Siéntete como en tu casa. -