Partida Rol por web

Alfred Hitchcock´s ROPE

La Fiesta

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16/01/2010, 09:39
Janet Walker
Sólo para el director

La maldita ansiedad que sentía, estaba lejos de ser controlable y me molestaba bastante, sin embargo, no iba a faltar a aquella cita. Tampoco es que me hiciera mucha ilusión ver a Kenneth, no lo había visto en cuatros largos meses pero en algún momento tenía que hacerlo, y aquel pareceía ser ese momento. Por fin llegué a la casa de los muchachos, me quedé unos instantes mirando hacia la puerta, un poco dubitativa, esa es la verdad para acto seguido llamar; sabía que alguien me recibiría, así que aproveché el tiempo de espera para arreglarme el sombrero y los guantes.

-Esperemos que todo salga bien... Que no haya que batallar demasiado con el tonto de Brandon y que Kenneth no esté por la labor de hacernos pasar un mal rato a David y a mí. Debí haber venido con él y evitarme esto... Bien, ya estoy aquí, ni hablar de correr a esconderme, se supone que soy toda una mujer.

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16/01/2010, 17:42
Phillip Morgan

El timbre me pone algo nervioso... Ya están aqui , asi que no existe mas que seguir con la reunión, como si nada ocurriese...

Dejo la copa en la mesa, pero no vuelvo a servirme... Miro un poco la sala, para intentar distiguir a alguien desde la lejanía, mientras me siento al piano, y acaricio sus teclas de marfil... Sólo toco unas notas sueltas, quería aparentar naturalidad a los ojos de los invitados una vez estuviesen en la Sala, esperandolos, obviamente, sonrientemente sorprendido...

Notas de juego

Te edite los destinatarios. Acordate que de momento estás solo en el Living.

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16/01/2010, 19:43
Director

Desde la sala de estar les llega el sonido de un piano, como si alguién estuviera tocando teclas al azar.

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17/01/2010, 03:51
Kenneth Lawrence

Sonrío a la señora Wilson. Entregándole mi abrigo y mi sombrero. Una mujer siempre tan amable. Me acerco a Brandon estrechando su mano con un leve asentimiento de la cabeza.

 

-Brandon...-

 

Le digo a modo de saludo. Y suelto su mano, esperando a que me invite a pasar. Era mala educación entrar sin ser invitado a una casa. Por esa música imaginaba que mi amigo estaba allí, y realmente esperaba verlo tocar.

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19/01/2010, 03:25
Brandon Shaw

Le sonríe y se mueve a un lado de la puerta levantando su mano libre con la palma abierta y mirando hacia arriba en son de invitación

-Kenneth... parece que Phillip ya a comenzado a adornar el evento con su hermosa musica

Cierra la puerta detrás de el
-Tanto tiempo viejo amigo, como te a tratado estos gloriosos años?

Dice, mientras guía al invitado hasta la sala de estar

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19/01/2010, 19:00
Rupert Cadell
Sólo para el director

El atraso del metro era una cuestión que quizás en otro momento hubiera motivado una reflexión profunda. Decenas de trabajadores de las vías, como hormigas emergiendo de los túneles que otros habían construido para ellos, siguiendo las direcciones que otros habían comandado. Decenas de cientos, millones de sujetos, que se apañaban por seguir un rumbo que otros habían trazado para ellos, tanto ateniendo a directivas de trabajo como a expectativas de una sociedad opresora e incorrecta. A una organización de la vida totalmente innecesaria, un yugo más del brazo de los inferiores.

El atraso del metro no era sino una reproducción a pequeña, pequeñísima escala, de todas las trabas que aquellos ponían en el camino de los superiores. Subiendo un poco más, se encontraban las manifestaciones. Pegando un salto de gran escala, pero sin perder ni un momento la conexión intrínseca, se encontraban las leyes. ¿Cuántas formas, que no fueran ese tipo de represión externa, podían ser más efectivas para coartar la libertad del superior? Si a fin de cuentas, el sistema democrático se había impuesto en el mundo: los inferiores hacían las leyes no porque pudieran ni supieran como, si no porque, sencillamente, eran demasiados. La democracia no se había impuesto porque la humanidad hubiera evolucionado y ese fuera el último, y por tanto el mejor, sistema de organización política: se había impuesto por que los inferiores eran demasiados millones.

El arte de la moral era algo más complicado y mucho menos obvio que aquello de las leyes. A fin de cuentas, muchos grupos políticos a lo largo de la historia se habían dado cuenta de la opresión, el límite de la autodeterminación y realización personal, que permitían las leyes. Mucho más oculta y sutil era la irrupción de la cuestión moral como factor de represión, pero para desenmascararla, no había más que seguir una simple analogía. La ley, que se considera obligatoria por las amenazas de fuerza que la respaldan, está hecha por inferiores que han conseguido imponerse por número, perseverancia y falta de suficientes muertes. La moral, las reglas que piden sacarse el sombrero al entrar a un templo, no fornicar con la amante del jefe o no escupir a los padres, ¿quién las dicta?

Las conclusiones siempre tenían un mismo nombre, y siempre partían de una definición en concreto. La moral no era más que un conjunto de reglas aceptadas como obligatorias o necesarias por el mero hecho de que un conjunto grande del grupo entero las seguía a modo de hábito, y consideraba que aquellas debían ser necesarias. Si uno miraba la sociedad, como si de un plano aéreo se tratara, podía encontrarse nítidamente con los dos grupos separados. El más numeroso, los inferiores, eran los que compartían aquella serie de normas. Los menos, los superiores, se encontraban en la posición de oponerse y correr el riesgo de ser destruidos, o de pretender un acuerdo con lo establecido y hacer su voluntad. A los primeros se los solía llamar revolucionarios o conservadores, según qué apego al dinero o al hombre tuvieran; a los últimos, se los llamaba genios o simplemente, estrafalarios.

Y lo complicado de la moral era que, al no estar respaldada por un campesino con su palillo de guerra o militar con su fusil de batalla, al estar sólo respaldada por la práctica anónima de cientos de millones, al aparentar una posibilidad de elegir entre seguirla o no, se la consideraba mandato de nadie y natural deber de todos. La moral era una cuestión casi religiosa, de fe ciega, de comodidad. Funcional como resultaba para las mentes que habían nacido al mundo sólo para ocupar un lugar en la cadena reproductiva, ellas no podían permitir su cuestionamiento. Ellas debían defenderla a toda costa, y hacer que todos la siguieran como a la ley misma. Sólo así podían evitar que el orden se subvirtiera, y que los superiores llegaran al mando otra vez.

Quizás en otro momento Rupert Cadell escribiera un artículo o un paper sobre la relación entre los atrasos en el metro y el instrumento de represión que era la moral sobre las mentes superiores. Pero ahora, con los labios levemente fruncidos, miraba por la ventanilla del vagón divisando las imágenes de sus dos alumnos predilectos recortadas en la oscuridad. Los dueños del apartamento donde la música se escucharía hasta avanzadas horas del amanecer, penetrando en las ventanas y habitaciones de todos los otros propietarios. Dos superiores, como él.

Rupert veía el rostro de Brandon bajo cada una de las escasas luces del túnel, que el metro transitaba a velocidad. Jamás había estado necesitado de fiesta alguna, aunque no dudaba que encontraba placer en exhibir su superioridad a los inferiores en cada oportunidad que podía. Aquel muchacho era un brillante ejemplo de lo que era un profesor nato. Desde el principio, se había erigido como líder de aquel cuarteto al que había tenido ocasión de enseñar. Les había intentado guiar hacia la superación, pero siempre dejando en claro quién era el que iba un paso delante. Así como tenía en claro quiénes eran los inferiores, también era superior para poder aceptar con dignidad su posición, aún por debajo, de otros superiores. Como él mismo, por ejemplo.

Brandon no necesitaba de fiesta alguna. En realidad, Brandon necesitaba pocas cosas en la vida, y hacer esa clase de cosas no entraba en la cesta de lo que no pudiera evitar. Rupert se alisó el apretado jopo de su cabello con un dedo, mientras reflexionaba sobre aquella revelación. Era evidente que Brandon tenía una doble intención para aquella fiesta, y no podía ser mundana. Era difícil pensar en qué querría exhibir ante los demás, que no pudiera hacer de otra manera. Lo único que podía ocurrir era que deseara comunicar algo, experimentar algo, que por separado o con menos gente no podría apreciar como esperaba.

La mera idea llenaba a Rupert de curiosidad. Al fin de cuentas, Brandon había demostrado grandes aptitudes para escapar de la convencionalidad e interpretar las cosas para construir su propio camino. Había podido engañar a todos, saltar y pisar por encima de todos los inferiores como se debía hacer: pero nunca lo había podido engañar a él, ni siquiera sorprenderlo. Ahora, con esa reunión, sabía claramente que Brandon buscaba algo, pero por primera vez no era capaz de ver de forma clara qué era lo que se proponía. Quizás era un signo más de que, sin lugar a dudas, no se había equivocado nunca con él. Quizás debía sentirse atacado en su orgullo, molesto e inseguro por aquella incertidumbre, pero Rupert estaba totalmente tranquilo. Fuera lo que fuese, se refería a inferiores. Brandon siempre había sabido, y siempre había demostrado, saber quién era su profesor y cómo debía tratarle.

El metro se detuvo y las puertas comenzaron a abrirse. Otro paper asomó a la vista de sus ojos incisivos y de su leve sonrisa cínica. La relación que existe entre el metro y el hombre inferior promedio: desde la apertura inútil de puertas, sólo por la potencialidad de que alguien pudiera entrar por ellas, hasta la cansadora rutina enceguecedora de un mismo recorrido siempre sin variar.

Sólo le quedaba una parada.

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19/01/2010, 23:21
Director

Ambos pasan a la Sala de Estar, donde ven a Phillip amagando con tocar el piano, dandole leves toques a algunas teclas haciendo sonar levemente notas al azar, sin patron y sin orden alguno.

En la mesita de la sala hay una copa medio vacia (o medio llena dependiendo de como se la vea) la cual es claramente de Phillip, pues esta muer cerca de el y del piano. A este se lo ve sonriente y aparentemente tranquilo aunque un poco sorprendido.

Mientras ustedes entran a la sala Mrs. Wilson pasa silenciosamente al lado de ustedes llevando una pila de platos que deposita sobre el cofre, el cual esta cubeirto con un mantel y tiene dos candelabros de tres velas cada uno sobre el, a cada uno de sus costados. Sin decir nada vuelve a la cocina seguramene a buscar mas platos.

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19/01/2010, 23:29
Director

Brandon vuelve a la sala de estar acompañado de Kenneth al que se lo ve serio pero tranquilo, en cambio Brando parece estra muy alegre. No podia ser de otro modo ya que las cosas estan empezando y dando como le quiere.

Detras de ellos entra a la sala Mrs. Wilson, silenciosamente, llevando una pila de platos que deposita sobre el cofre, el cual como bien sabes degraciadamente esta cubierto con un mantel y tiene dos candelabros de tres velas cada uno sobre el, a cada uno de sus costados para celebrar la macavba idea de Brandon y para tratar de llamar a gritos la atención de todos los que pisen la casa.

Otro de sus "grandes toques".

Sin decir Mrs. Wilson vuelve a la cocina seguramene a buscar mas platos.

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20/01/2010, 02:45
Phillip Morgan
Sólo para el director

Las acciones de la Señora Wilson me producen un pequeño escalofrío por la espalda, pero luego de apartar la mirada penetrante en el cofre, que ahora servía como mesa, decidí que diesen a conocer mi posición interpretando en el piano, también para intentar calmar mis nervios...

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20/01/2010, 02:53
Phillip Morgan

El joven pianista, al notar la presencia de que los invitados comienzan a llegar, comienza a tocar el piano con delicadeza, una obra que le titulaban "Movimiento Perpetuo"

Mientras toca el piano, menea la cabeza, en forma de saludo a Kenneth cuando éste le dirije la mirada...

El joven Morgan no se levanta de su taburete, mientras interpreta la canción en el piano, simplemente, trata de pasar desapercibido y mimetizarse en la sala...

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21/01/2010, 04:56
Director

Lo que queda del viaje en metro transcurre sin incidente alguno salvo, claro esta, que uno considere como incidente el tratar de resolver un interrogante casi intelectual del tipo “¿Qué es lo que realmente se propone Brandon?” o similar. Sales del metro y te encuentras con lo que queda de ese día al que el atardecer esta asesinando, tal como lo sostiene el poema de Houseman.

Ensanguining the skies

How heavily it dies

Into the west away;

Past touch and sight and sound

Not further to be found,

How hopeless under ground

Falls the remorseful day.

Es ciertamente un atardecer maravilloso, con un cielo que casi parece sangrante. La realidad imitando al arte una vez mas. Es una verdadera lastima que nadie en New York parezca darse cuenta de ello.

Aún estas a unas cuadras (¿6? ¿7? Poco importa. Conoces bien el camino y la fachada del edificio) así que te pones en marcha.

En unos 10 minutos estas ante el edificio.

 

Notas de juego

Puedes seguir elucubrando y pensado a gusto (por favor) o algo minímo antes de entrar al departamento.

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21/01/2010, 05:01
Director

Finalmente consideras que ya has esperado lo suficiente y decides subir hasta el piso de Brandon y Phillip. Ya son casi las siete y es seguro que David ya debe estar ahí junto con los anfitriones.

 

Tomas el ascensor y bajas en el séptimo piso.

Notas de juego

¿Algo mas que quieras pensar? ¿O simplemente golpeas la puerta de casa?

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21/01/2010, 05:03
Director

Desde el ventanal pueden ver como cae el día. Es un atardecer particularmente fuerte y atrayente. El cielo esta casi totalmente rojo, como si sangrara. Es verdaderamente imponente.

Notas de juego

Son las 18:50

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21/01/2010, 05:05
Director

La vista que te ofrece el ventanal te hace acordar un poema de Houseman que aprendiste en la escuela, hace años...

Ensanguining the skies

How heavily it dies

Into the west away;

Past touch and sight and sound

Not further to be found,

How hopeless under ground

Falls the remorseful day.

La deliciosa ironía de que el poema se referiera a un atardecer como el de hoy y a la muerte (como la de hoy) es algo que no se te escapa. Es como si los Dioses aprobaran tus acciones, algo verdaderamente exquisito ¿no es así?

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21/01/2010, 16:38
Janet Walker
Sólo para el director

Notas de juego

Por ahora simplemente golpeo la puerta de la casa, si es necesario lo narro pero ya me dirás.

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22/01/2010, 01:16
Kenneth Lawrence

Me acerco a el con una sonrisa y aplaudiendo con énfasis. ¡Maravilloso! Sin duda era increíble todo lo que salia en forma de música de sus manos. Era un joven con mucho talento y me alegraba de volver a verlo.

 

-¡Phillip! Sin duda eres increíble!-

 

Le digo de manera sincera elogiando su buena capacidad para tocar el piano.

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23/01/2010, 18:21
Phillip Morgan

-Gracias, Gracias, Kenneth... Me alegro de verte...-

El joven agacha un poco la cabeza, y esboza una pequeña sonrisa, antes de volver a levantarla para mirar a Brandon:

-¿Aún no han llegado los demás?-

No se levanta del piano, pero ya concluida la canción, reposa sus manos sobre el teclado sin hacer ruido

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25/01/2010, 20:55
Director

Al salir del ascensor te diriges hacía la puerta del departamento, un departamento que conoces bien.

Tocas el timbre y esperas que alguien, lo mas probable es que sea Mrs. Wilson, te abra la puerta.

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25/01/2010, 20:59
Janet Walker
Sólo para el director

Aguardé pacientemente, mirando mis guantes y acomodando mi sombrero, no quería que nada estuviera fuera de lugar. Más valía que David ya estuviera allí, no quería pasar tiempo a solas ni con Brandon, ni con Keneth. Traté de relajarme, respiré profundo y miré hacia al frente, no debían tardar en abrirme.

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25/01/2010, 20:58
Director

Justo cuando Phillip termina de hacer su pregunta suena el timbre a modo de respuesta. Esperan unos segundo a ver si Mrs. Wilson va a abrirla pero o al parecer no lo escuchó o esta muy ocupada en la cocina.

Al parecer alguno de ustedes va a tener que salir a recibir al invitado.