Partida Rol por web

 Esto no tendrá desperdicio-Mientras Hicks recauda el valor para hablar.

Cuando hicks termina de hablar sonrío, le doy una palmada en el hombro y al ver la contestación de Ripley-Vámonos, tenemos trabajo que hacer, luego que no nos pida que le salvemos su blanco culo de esos bichos-Digo justo antes de marcharme, sin dar tiempo a contestación.

Hicks permaneció en posición hasta que Apone le diera permiso para retirarse.

Escuchó la réplica de la asesora estoicamente.

Al contrario que varios de sus colegas, aquellos que le conocían sabían que Hicks tenía un caracter tranquilo y solo abría la boca cuando consideraba importante hablar: normalmente cuando veía alguna injusticia o deslealtad. En esta ocasión para dejar las cartas sobre la mesa tras los desprecios de la asesora.

Escuchó sin mutar el rictus ni desviar la mirada. Ella tenía todo el derecho del mundo a replicarle. Pero Hicks no tenía por qué considerar sus palabras un estímulo o una advertencia, cuando habían sonado tan claramente a insulto.

Su unidad y él mismo no tenía por qué demostrar una mierda. Eso ya lo habían hecho en el pasado, y precisamente por eso estaban allí: porque Weilland-Yutani había requerido a los mejores marines disponibles, no a cualquiera...

... Y encima ese tonillo paternalista...

- Es la puta vida del machaca... -pensó Hicks, esperando- Quien no te jode, quiere sentirse más listo que tu...

-Está bien nenes, se acabó la función -Apone no quería admitirlo pero el discurso de Hicks le había hecho sentir un orgullo desmedido por todos estos jodidos cabrones. Habían pasado tanto juntos que los consideraba casi como sus hijos-. Vamos cabo, retírese y llévese a todos estos a trabajar un poco. Ya está bien de descanso. Llegaremos a la órbita en unas pocas horas.

LV-426

La última vez que Newt vio a su padre con vida fue cuando lo llevaron a la enfermería para intentar quitarle la cosa que tenía pegada al rostro. Su madre se mantuvo junto a él en todo momento pero cuando regresó al anochecer al pequeño departamento en donde vivían, sus ojos arrasados en lágrimas explicaron sin palabras lo que había pasado. Ese fue el comienzo de la pesadilla de Newt. Al día siguiente saltó la alarma en toda la estación: la criatura había desaparecido y nadie sabía donde estaba. Luego la cosa fue cada vez a más. Empezaron a desaparecer personas. El pequeño grupo de seguridad no tenía ni idea de qué demonios estaba pasando. Un colono por aquí, un técnico de sistemas por allá. Se iban por la mañana a cumplir con su obligación y nadie los volvía a ver. Se enviaron puntuales informes a la compañía de lo que estaba pasando, pero no recibieron respuesta.

Después llegó la noche del ataque. Los monstruos salían de noche y eran voraces. Una veintena asaltó el complejo. No mataban a nadie, sólo se los llevaban a saber dónde. Aunque Newt creía saber qué pasaba con ellos: el recuerdo de la cosa pegada a la cara de su padre seguía en sus peores pesadillas. Su madre y su hermano se mantenían con ella en su cubículo por órdenes del grupo de seguridad. Pero un buen día, su madre salió a averiguar qué ocurría... y jamás regresó. Newt quedó a cargo de su hermano mayor.

Finalmente, el último acto de la tragedia se consumó. Los monstruos atacaron en masa y las débiles defensas de la colonia no pudieron aguantar. Se los llevaron a todos, incluso a su hermano Tim. No fue lo suficientemente rápido en huir hacia los conductos de ventilación que Newt se conocía como la palma de su mano. Los monstruos se lo llevaron mientras Tim gritaba su nombre.

Y ahora vivía ahí. Sola, rodeada de basuras. Salía de día y saqueaba las cocinas. Cuando acababa el ciclo diurno regresaba de inmediato a su escondite y esperaba a que todo fuera seguro de nuevo. A veces les escuchaba corretear por los niveles, pero las criaturas habían perdido ya el interés. No habían más presas humanas... hasta que la Sulaco apareció en el sistema.

Uys, es verdad vaya fallo, corregido xDDDDDDDDDDDD

Cuando la superficie del planeta apareció frente a la Sulaco haciéndose más y más grande y amenazando con engullirla, los marines ya estaban ultimando las labores de carga. La nave de descenso estaba ya lista con todo el material necesario y el tanque APC ya había sido subido a bordo. Hasta Dallas y Ripley habían colaborado, manejando los robots elevadores y ayudando a estibar la carga. La última acción fue la comprobación rutinaria de las armas antes de que todos los soldados subieran a bordo.

-Muy bien nenes, sois un equipo y no hay nada de que preocuparse -comenzó el sargento Apone-. Hemos venido aquí y vamos a conquistar y a zurrarle a alguien ¿Lo habéis entendido? ¡Eso es lo que vamos a hacer, nenes! ¡Quiero que lo consigais! ¡Empezad a moveros, vamos, vamos, vamos!

Los marines se terminaron de colocar las armaduras y salieron a paso ligero recogiendo las armas que Frost les iba tendiendo. Al paso del sargento, la fila corrió hacia la nave de descenso donde el tanque APC esperaba con la puerta abierta.

-¡Venga, vamos, adentro! -los marines fueron entrando en fila mientras el sargento los contaba- ¡Uno...dos...tres...cuatro...cinco...ya sabéis vuestro puestos, vamos... seis...siete...

Los últimos en entrar fueron Ripley y Burke. Dallas seguía aún fuera.

-¿Y bien, señor Dallas? ¿Viene o se queda? -ladró Apone.

Finalmente llegó el momento, la hora del que espero que sea mi último descenso. Como en pocas ocasiones, mantengo la boca cerrada mientras el sargento da las órdenes pertinentes, nos da el equipo y nos invita a subir cagando leches en el tanque APC. joder, que poquito me gustan estos tanques, una vez estamos dentro no hay sitio ni para un pedo y las sillas no son acolchadas precisamente. Dios bendiga al cuerpo de marines. Una vez tomo asiento, espero a que el resto se siente.

-Vamos chicos y no olvidéis abrocharos los cinturones y comprobar que la bandeja se encuentra en posición vertical, al final del viaje se repartirá un pequeño tentempié compuesto de una somanta de hostias y de regalo para los que nos reciban, un plato de plomo ¡Arriba el cuerpo de marines!-

Liberada la tensión inicial con este estúpido comentario, centro mi cabeza en la misión que tenemos por delante. he sobrevivido a mucho y estoy a punto de terminar con esta mierda, no pienso permitir que un puto bicho me joda la jubilación.

-Vamos allá-

Tras varias horas de preparativos y la rutina de costumbre para armarnos y que todo estuviera a punto, Apone llamó a filas para ordenarnos en el APC antes de iniciar el descenso con sus modales y lindezas habituales. Una vez dentro, cada uno se sentó donde le correspondía y colocamos los cierres de seguridad, acomodando las armas y el equipo completo (herramientas, raciones de combate, equipo especial, munición adicional extra, etc) que iría dentro del vehículo, por si hacía falta tras el primer despliegue y posterior cabeza de puente. Houdson comenzó a ladrár alguna de sus chorradas,

Normalmente le prestaba oídos a Hudson y sus verborreas ocasionales; solían ser divertidas y levantar la moral, pero no se lo decíamos, sin darle demasiada bola para que no se creyera más gracioso de lo que era. Pero en los saltos prefería aprovechar el descenso para acumular fuerzas. Nunca se sabía cuando tendrías que mantenerte despierto más de lo normal para estar al 200%...

Así pues, con la fuerza de la costumbre, que para eso estba más que acostumbrado, cerré los ojos y caí en un sueño ligero del que el traqueteo del descenso no me sacaría. Ya eran demasiados saltos. Demasiados años. Demasiada mierda. Un salto más no me robaría unos minutos de paz mientras la nave hacía la entrada en aquella bola de mierda llamada LV-426...

Bien, esto empieza ya pienso mientras observo al capitan Dallas intentando adivinar que le pasa por la cabeza en estos momentos.

Recuerdo que yo estaba en mi seudo despacho.

Bien chicos, entrar y salir, coser y cantar.

Me giro para mirar a Dallas, intente estar en contacto con la base, si nos pasa lo que sea pongase en contacto con ellos.
Le sonrio dando a entender que eso es casi imposible.
¿Seguro que quiere quedarse aqui?

Otro descenso, otra misión, otro planeta, mas rutina. Ese es lo único que pensaba mientras ya preparado y con el cinturón ajustado, esperaba paciente mirando al frente donde estaba el Sargento jugueteando con su puro apagado en la boca.

No tenia nada que decir, ni que hacer, solo esperar la llegada a ese pedazo de roca para terminar con el trabajo, limpiar el culo a los colones supervivientes, y volver a base para esperar otra misión, eramos como putos soldados de plástico en sus cajas de carton, ahora empezaba a entender esos clásicos del XX, cuando la animación estaba en auge.

 Maldita sea...

- No, bajaré. Si alguno muere porque yo no pude dar las indicaciones adecuadas para evitar un mordisco en los cojones no me lo perdonaría tampoco, bastantes muertes tengo ya sobre mi conciencia...

Entonces son dos culitos más de los que cuidar-Digo mientras me termino de colocar en mi posición en el camión de transporte-Vamos nenazas, vamos

Bishop toma asiento y observa, entre sorprendido y maravillado, las distintas reacciones sus compañeros marines, asi como de los tripulantes incorporados a esta misión. No parecía que está misión fuera a ser como las demás...

Una vez todo el grupo estuvo instalado en el tanque, Bishop se colocó a los mandos y, a una orden de Ghorman, condujo el pesado vehículo hacia el interior de la nave de desembarco. Hudson terminó de revisar los anclajes de todos antes de colocarse en su propio asiento.

-Todo preparado, rampa cerrada -se escuchó la voz de Ferro por la radio-. Engranaje de prelanzamiento.

La nave de descenso recogió el tren de aterrizaje, todavía sujeta por las gruas de la Sulaco, mientras bajo su panza se abría la compuerta que daba al espacio exterior. Ghorman tragó saliva en su posición. Había entrenado mucho estos descensos a la atmósfera en el simulador pero en la realidad este sería su segundo salto fuera de los simuladores de la academia.

-Enganches primarios liberados -seguía recitando Ferro con calma todos los protocolos. Pulsó un botón y la grua bajó la nave hasta ajustarla dentro de la compuerta-. Condiciones de salto aseguradas. Listos en diez segundos. Preparados para maniobra de desenganche a mi señal.

La piloto desgranó una cuenta atrás de cinco segundos antes de soltar los enganches y que la nave cayera a plomo. Inmediatamente todos los ocupantes de la misma sintieron como si unas manos tirasen de ellos intentando estrellarles contra el techo del tanque a la misma vez que el estómago amenazaba con salirse por la boca. La nave cayó en picado hacia el planeta sólo con la fuerte inercia del despegue antes de encender los motores y dirigirse a la atmósfera.

Había leido algo sobre descensos, lo suficiente como para cerrar la boca, y agarrare con fuerza al arnés. Observe al resto en silencio, tratando de no pensar en la caída. Lo peor eran los instantes anteriores, cuando sabes que va a llegar, pero aun no ha empezado.

Y entonces nos desenganchamos, y lo poco que recordaba haber leido no podia compararse a la sensación de caer a toda velocidad. Inconscientemente cerré los ojos, y me quede completamente quieto.

- ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ...

Hicks dormía placidamente mientras la barcaza de asalto caía en picado hacia LV-426. Se había apretado bien los arneses y nada del ruido ni del traqueteo le sacaría de ese sopor...