Tariq miró a Jimeno, y luego intentó otear el horizonte. En las razzias en las que había participado contra pueblos cristianos, la campana de la iglesia repicaba para avisar del peligro a los vecinos y que estos se refugiaran en el castillo.
-¿Alguien se acerca? -preguntó a los demás, para que otearan también-. ¿Os somos nosotros los anunciados?
Tira Descubrir (PER), Tariq. Si alguien quiere otear, que haga lo mismo.
Motivo: Descubrir
Tirada: 1d100
Dificultad: 61-
Resultado: 21 (Exito)
-En cualquier caso-respondió al moro- andemos con ojo-dijo observando a su alrededor atento a cualquier treta o emboscada.
Motivo: Descubrir
Tirada: 1d100
Dificultad: 30-
Resultado: 38 (Fracaso)
Nadie se acercaba a ningún lado. Aquella campana no parecía tocar como aviso, pues oteaste los alrededores desde aquella pequeña altura del castillo comprobando que estábais a decenas de varas a la redonda.
Vosotros diréis qué haceis.
Damián se limitó a esperar el devenir de los acontecimientos o alguna decisión por parte de sus compañeros, dado que no podía ver nada a su alrededor*. Sin embargo, se sorprendió de la templanza con que estaba afrontando la situación. Hacía tan sólo unos meses, aquella campana le abría erizado los bellos de todo el cuerpo. Supuso que, con tanta emoción en el viaje, cada vez era más difícil sorprenderle...
*Me temo que ni merece la pena hacer la tirada, compañeros :)
- ¡Con la suerte que tenemos será alguna partida de jinetes con los que habrá que pelear o que vendrá a llevarnos preso a lo alto de una torre de un pueblo que se hunde!
Dijo haciendo visera con las manos hacia el lugar de donde provenía el estruendo.
Motivo: descubrir
Tirada: 1d100
Dificultad: 30-
Resultado: 27 (Exito)
ya estoy de vuelta.
Con el último impulso de Potencio, marcharon otra vez aquel grupo por el camino que habían tomado. La cuesta no duró mucho y tenían puesta la mirada en la cúspide del campanario. La pequeña campanita zarandeándose era menuda, pero sonaba bastante. Eso sí, el zarandeo no era constante ni uniforme, sino que alguien, dentro del sito sagrado, tiraba con poca armonía. Tras llegar a la puerta (la cual era de madera oscura y estaba medio ennegrecida por el fuego), el olor procedente del interior era muy fuerte: calcinación, humo, quemado; el fuego había pasado por allí con gran fiereza (excepto en lo alto del propio campanario).
Nada más adentraros, comprobásteis que todo por doquier había sucumbido: bancos, mesitas, algún cuadro y el conjunto de velas de allí dentro; también varias cruces de madera, empero que un par de imágenes (un santo y una virgen) hallábanse en perfecto estado en sus pequeñas y rudimentarias hornacinas interiores. En un lateral, encontrábanse las escaleras que subían en forma de caracol, muy toscos, hacia el campanario. Unos pies* asomaban desde la tenebrosa oscuridad de los mismos, y parecían estar en carne viva, fruto quizá del terrible fuego...
*Le veis los pies a alguien, pero no le véis de cuerpo entero.
Nota: Pnjotizaré a Tariq, que anda ausente temporalmente.
El caballero se adelantó decidido hacia aquella persona que estaba allí, era mas que probable que los hubiera escuchado entrar y tratase de esconderse aunque con poco tino.
-¿Padre? Mi nombre es Pelayo de Arbás, de la orden de Calatrava-dijo mientras se acercaba- no tiene nada que temer, no le haremos daño.
Damián caminaba tras su señor como fiel escudero, intentando no aparentar el miedo que sentía. Todas aquellas historias de diablos y entes mágicos que hasta hacía bien poco le parecían cuentos, cada día eran más reales, como había podido comprobar casi en sus carnes, y no podía imaginar qué podía morar en aquella siniestra iglesia, entre los restos calcinados del pueblo. Y así fue que aquellos pies, en carne viva, casi confirmaron sus temores.
Cuando su señor pronunció las palabras, Damián deseó que no lo hubiera hecho. "Padre". Ojalá, ojalá fuese realmente el cura de aquella Iglesia el dueño de aquellos pies... Y ojalá fuesen sólo sus pies los que presentaban aquel horrible aspecto.
Se limitó a cerrar el grupo y empuñar su terciado mirando hacia todos los lados, no quería una nueva sorpresa. Otra no por favor, ya estaba bien de tanto contratiempo...
- llevad ojo don Pelayo que no sabemos quién puede haber arriba -dijo en un susurro mientras cubría las espaldas al resto.
Nadie pareció reparar en que Potencio era un caradura y un sinvergüenza, vamos, la persona menos apropiada para proteger a nadie, eso desde luego.
PNJOTIZADO.
Tariq sacó su cuchillo también, no le daba mala espina aquello. Prefirió haberse quedado en la misma puerta, pero hizo de tripas corazón, et que sentía incluso más placer en estar en una iglesia cristiana que haber vivido todos aquellos males imposibles hasta ahora, de manos de "la Jimena"...
Nada más hablar el caballero Pelayo, el irregular repicar de campanas desapareció. Quien fuera aquel que tiraba de la cuerda paró, se giró en seco y salió del hueco oscuro de las escaleras. Lo primero que vísteis fue su mano, et estaba llena de pústulas, en carne viva y negruzca, requemada toda ella. Et que luego su cara y su torso lo mismo eran, casi ceniza (por decir algo); aquel desgraciado, fuera quien fuera, había sobrevivido al fuego que había acabado con casi toda la pequeña iglesia. Hasta ese momento. Ya que en estando delante de vosotros cuatro, cayó al suelo, pereciendo al instante. Sus pocas ropas agonizantes eran ahora jirones, et incluso seguían humeando por momentos.
El dedo índice del tipo parecía haber quedado apuntando hacia el fondo, hacia una pequeña puerta reforzada en arco junto al altar, en el arco del minúsculo y rudo presbiterio. Seguramente era la sacristía.
Tirada oculta
Motivo: Descubrir Damián
Tirada: 1d100
Dificultad: 10-
Resultado: 5 (Exito)
Tirada oculta
Motivo: Descubrir Pelayo
Tirada: 1d100
Dificultad: 30-
Resultado: 11 (Exito)
Tirada oculta
Motivo: Descubrir Potencio
Tirada: 1d100
Dificultad: 30-
Resultado: 72 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: Descubrir Tariq
Tirada: 1d100
Dificultad: 61-
Resultado: 26 (Exito)
Los ínfimos jirones en los que se había convertido su ropa aún os dejaban apreciar que éstas eran de párroco. Quizá fuera el cura de Alaurico.
-¿Está... está señalando aquella puerta? -Preguntó Damián, apartando la mirada del horrible cadáver. Las pústulas y llagas de su cuerpo, si bien eran fruto de las llamas y un horrible dolor, le recordaban a la lepra. Se santiguó cerrando los ojos, pensando que seguramente sería el cura, e intentando buscar una explicación al por qué cesaron las campanadas justo a su llegada, y, peor aún, por qué llegaron justo a tiempo para presenciar la muerte del sacerdote.
-Quizá quede alguien allí con vida -dijo, prudente-, o quizá sea el refugio de alguno de los atacantes -desde luego, no quería ser él quien diera el primer paso hacia averiguarlo.
-Dios bendito...-murmuró el caballero santiguándose al instante- No se muchacho, pero será mejor que echemos un vistazo, si queda con vida alguien aquí necesitará nuestra ayuda.
yo si voy hacia allí.
- ¡QUÉ ME ASPEN! ¡ OYE TÚ! ¿QUÉ HACES...? -cuando el tipo cayó fulminado Potencio se agachó a examinar al moribundo, se dio cuenta de que estaba completamente muerto.
Registró el cuerpo pero no encontró nada así que como no podía hacer tampoco nada más se encogió de hombros y se levantó para seguir a los demás a lo que seguramente fuese la sacristía. El hombre intentaba decir algo, puede que hubiese algún superviviente allí dentro, o incluso... algo de valor.
Motivo: descubrir
Tirada: 1d100
Dificultad: 30-
Resultado: 58 (Fracaso)
Nada de valor encontró Potencio entre las ropas (o más bien lo que quedaba de ellas) de aquel sacerdote. El cadáver quedó apuntando hacia el fondo, y Pelayo, intentando dar ejemplo de valentía al bueno de su escudero, se encaminó hacia allí. El de Arbás entró con sumo cuidado, quedando Tariq en la retaguardia, casi delante del cadáver. Nada más entrar y comprobar que no había peligro alguno allí (aquella sacristía albergaba ahora cenizas de mobiliario y vestidos eclesiásticos), hizo un gesto con la mano para que sus compañeros se acercaran.
Los cuatro pudísteis ver claramente, en mitad de la pequeña sala, una losa levantada en el suelo. Parecía la entrada a algún sitio.
-¿Pudiere ser por aquí por donde escaparan quienes atacaran el pueblo? ¿O acaso será un sótano, o una cripta, donde se guarecen quienes hubieren sobrevivido? -Damián pensaba en voz alta, no hablaba a nadie concreto del grupo.
Se acercó sin dilación intentando ver qué había en aquel agujero bajo la losa, dispuesto a bajar si nadie tenía nada que objetar.