Partida Rol por web

Mako no tuvo que esfrozarse demasiado para que la cadena que sujetaba al hijo cediera, como si los siglos de tortura la hubieran ido desgastando... o lo mismo era que los músculos del semiorco eran acero para los barcos. El caso es que el muchacho cayó al suelo como si fuera un muñeco roto y al caer el hijo sobre el relieve que semejaba una concha la jaula del padre comenzó a abrirse también.

El anciano dobló las rodillas incapaz de mantenerse de pie, entonces al verse libre se arrastró hacia donde yacía su hijo que poco a poco comenzaba a tomar constancia de sus atrofiados músculos, ambos se fundieron en un abrazo mientras sus ojos se inundaban de lágrimas.

- Gracias... gracias...- dijo el rey al semiorco tembloroso por la emoción y la dicha de verse por fin liberado mientras el hijo miraba con suma veneración a Mako, ya que este al tener la lengia arrancada no podía emitir sonido alguno- tomad...- se apresuró Atlas a quitarse una caracola del cinto y tendérsela al semiorco- parece una simple caracola pero es algo más, tomadla sin miedo, es vuestra justa recompensa... al sostener la caracola en vuestra mano se transformará según lo que vuestro corazón merezca, un tesoro a la altura del heroe que lo porte... concluyó poniéndosela sobre la mano aguardando con expectación el resultado"

- Ozú, que mar rollo. Con la de trahtá que me ha hesho la Persi hahta ahora como pa fiarse der colega. Y no tendráh unah moneditah zuerta por ahi, eh que la úrtima monea ze la dí ar barquero de la entrá, que valía menoh pero desia er tio que no tenía cambio, que toavia no había cobrao eza zemana, y le digo yo "po te pago a la vuerta" y me dise "si me dieran una moneda por cada uno que ha pasado aqui y no havuelto" y le digo "mariconaso, si eso eh a lo que te dedica" y er tio "ah vale" y yo "po eso, y no te lo gahteh tó en DonSimon y come argo envéh encuando que ehtáh to canijo, Cari" le digo Cari porque er colega se llama Caronte, que pa mi eh como desí que cuehta musho dinero. Po ezo, que zi na máh tiene la caracola te la cojo fiá, porque tié cara buena jente, pero como me zarga argo shungo te voi a buhcáh a tu casa, que te cojio la matricula, y te voi a dar tortah de tó loh coloreh: de deresha, con la otra, der revé, en la nuca, en la nué, endetráh de la oreja, ala rebolillé, con lah doh a la véh, cuando mire y cuando no vé, con la punta y con er pie, hahta a lo ritajeiguor. ¿Tanterao? Po trae pacá

Y Mako toma la dichosa caracola, pero mira con un ojo medio cerrado al viejo, signo de la maldición de Grummsh.

Cuando Mako cogió por fin la concha, esta comenzó a brillar parecía estar sopesando pues se rodeó de una luz azulada incandescente. Entonces la oquedad de aquel caparazón pareció llenarse de agua, el liquidó brotó, pero realmente se trataba de tela... un gran pañuelo empezó a salir de la concha, parecía no tener fin por mucho que tirara de el, seguía saliendo.

Entonces la concha desapareció convertida en ese extraño pañuelo que comenzó a girar sobre sí mismo flotando sobre la mano de Mako, retorciéndose, encogiéndose y adquiriendo finalmente la forma de una prenda... una capa.

La vestimenta en sí estaba bordada con extraños símbolos, no hacía falta tener una inteligencia elevada para caer en la cuenta que poseía poderes.

- Has sacado la capa levitatoria...- sonrió el anciano- con ella puesta podras levitar sobre los obstáculos que Perséfone te tenga preparados en la mazmorra... no es un arma definitiva pero estoy seguro que te resultará útil.

Mako sostuvo la caracola. No hubo efecto.
-Lo que me imaginaba, eto no vale paná.
Salió una luz.
-Ah coño, eh una lintenna pa la noshe, un guzilú de ezo.

Salió un líquido.
-Anda que no, que eh una cantimplora, pero eto eh agua no servesa.

Salió una tela.
-Joé, ahora zale paper der culo. Po mira, da el avio, que llevo to la tarde con un picó enel ojete que no vea.

Salió una tela.
-Ottiá! Eto tié de tó, debe sé una caracola suisa, a ve si tiene una navajita plateá y ya eh la ottia puta der tó.

Se esfuma en una humareda.
-Aaaaaaah# mielda, ya sabia yo que etto no eh de materiá der güeno, que se esha a perdé con ná. ¿Tu la comprao en loh shino, que no?

Pero finalmente queda una hermosa túnica y Atlas da las pertinentes explicaciones... Un par de veces o más hasta que Mako comprende por fin de qué se trata la dádiva de Rey.

-Ozea, que eh una capa pa volá. Geniá! Cuando zarga daquí lo va a flipá la peña der barrio. Chas grasias Ar'la, ere un tio con arte. Ahora zúbete parriba con cuidao que hay musho jiliposha zuerto por ahí. Y cuida ar niño a vé zi ze le pone mejó cara, que parece un no-muerto con zolitaria. Toma anda, pillate un poco par camino de vuerta.

Mako busca en su bolsa y saca un trozo de tocino de un trapo grasiento. Atlas mira la panceta y se le revuelve el estómago con el olor rancio que desprende.

-Eeeeh... Mejor quédatelo tú, puede hacerte falta más adelante.

Se despiden y cada uno toma un sentido del camino, Atlas y su hijo parten hacia la libertad, Mako toma el camino cuesta abajo, porque es más fácil y porque tiene barro, y el barro mola.

El semiorco por fín pudo seguir avanzando hacia su encuentro con Perséfone, el paisaje volvió a cambiar de manera drástica parecía como si cuanto más se acercara hacia el interior del Hades, más lujosas eran las estancias... eso debía de significar una cosa y es que a la señora del Inframundo le gustaba los ostentoso y el lujo, tenía que estar forrada la tía sobretodo a tenor de la magnífica construcción que Mako tenía ante sus ojos. Unos inmensos jardines constituidos por varios edificios de corte clásico, estatuas de mármol y oro, laberintos de setos, fluir de agua y hasta una ligera brisa que hacía cantar la hojas de los árboles como si de un arpista se tratara... todo en conjunto parecía tratarse de un oasis.

Mako, pues continuó andando, a pesar de la primera impresión de inmensidad no le fue demasiado complicado encontrar unas escaleras que subían hacia unas plataformas de piedra que parecían conducirlo a otro nivel superior. Una vez allí se topó con una bella estatua en forma de doncella portando un cántaro, del cual no dejaba de manar agua.

Al fijarse mejor en lo que tenía delante, le dio la impresión de que aquello parecía ser la gran sala de baño de Perséfone, pues no había nada particularmente extraño allí e incluso olía bien... y que el camino estaba cortado durante un tramo, para cruzarlo tendría que llegar a nado a través de las cristalinas aguas que cubrían buena parte del lugar.

La ostentosidad de aquella estancia dejaba a cualquiera con la boca abierta, a cualquiera menos a Mako, que siempre la llevaba abierta para ver si pillaba alguna mosca. Miraba a un lado y a otro y bufaba, porque el olor a jazmin y dama de noche le irritaba la nariz y se le metía hasta destrás de los ojos.

-joé, si que ha pillao pasta esta tia con el divorsio, claro que siendo esto el infienno estará llenito de abogaos y picapleitos, no le habrá costao musho pillar uno güeno.

Llegó hasta la fuente de donde no paraba de manar agua y claro, con el chorrito sumado a "la mardisión der que meaba más que bebía", pues le entraron ganas. Asi que se puso al borde y se bajó el calzón. Un ratito después, y con gran alivio, fue hasta el estanque donde su reflejo le devolvióa la sonrisa entre ondulaciones de cristal.

-eeeeh! pero que tio máh guapo. ah! zoy yo, que carajo...(levanta un brazo y se huele el sobaco, quedándosele el labio superior doblado hacia arriba cual ciervo en plena berrea, o como los gatos cuando huelen el pis de otro minino) Entoavia no me toca bañarme, a ver como pasamoh sin tocá er  mihmo agua con la que la Persi se lava er shosho.

Mako le tiene un gran aprecio a la capa de costra y mugre que recubre su cuerpo, en parte porque le ha costado mucho conseguirla y porque, con el paso de los años, le ha vuelto impermeable a la lluvia y le otorga cierta flotabilidad al cruzar rios, pero, conocedor de sus límites, reconoce que el baño en un agua tan limpia afectará a su "caparazón" y hará efecto "esponja" antes de llegar al otro lado y le hundirá hasta el fondo. de modo que examina los alrededores en busca de otra ruta o un medio de pasar sobre el agua.

Mako miraba y miraba, con tal de no darse un baño era capaz de vender hasta a su madre... sino la había vendido ya... Pero el caso es que efectivamente no había otra forma de acceder al otro lado que por allí. En la esepcie de puente cortado que lo separaba de la puerta del umbral que tenía enfrente. Lo bueno es que no parecía haber mucha distancia, lo malo... que lo mismo si saltaba se daría el baño igualmente.

Mako cavilaba y cavilaba, como un orangután que intenta alcanzar un plátano, pero la idea del baño limpiaba su mente de pensamientos y la dejaba en blanco antes de concluir cualquier plan, y eso era lo que quería evitar,  que lo lavaran a fondo. Recuerdos de horrores infantiles vinieron a su mente y se veía a si mismo como un cachorro orco al que su madre se empeñaba en bañar, tirándole del brazo camino del arroyo. (efecto de ondas y comienza flashback)

"-NIIIÑO CAGONTUPADRE!! ven ya al arroyo si no quieres que te meta otra guantá!

- NOOOO! OMAAAAÁ! dame tó lah guantas que sean, pero no me lleve al rio, que elagua ehtá helá.

- ¿helada? helado te voy a dejar yo de una ostia como sigas tirándome así del brazo. ¡vamos ya Makito! que llevas tres semanas escaqueándote del baño.

-que no omá, que ya me baño yo enluego, te lo juro.

¡RAS RAS! (dos ostias como panes de pueblo) Y un Mako de medio metro llora a grito pelao, con las mejillas hinchadas y rojas como dos manzanas "red rome" mientras su madre vierte cubos sobre su cabeza espumosa y frota con ahínco para despegarle la roña." (efecto ondas y fin del flashback)

Un escalofrio recorre el cuerpo de Mako tras escapar del recuerdo, se lleva las manos a las mejillas recordando aun el escozor que dejaban las bofetadas de la mama.

- Cagonlaottiaputa, m´an encontrao er punto débih. Mira ca´ay  pocah cozah que me den coraje, ¡PERO BAÑARME!.  Hay que tenéh malaidea, carajo. Hay que sé retorsio, mente´nferma, ijalagranputa pa´zé que un orco ze bañe. Igualita que mi mare. Como de lah ottia iguar que´lla me la voy a tenéh que eshá de novia.

Sin más remedio el semiorco comienza a quitarse la ropa y meterla en la bolsa grasienta, espera que por lo menos las prendas no pierdan su esencia "eau de orc". Recogido todo y con solo el cinto y la espada como uniforme se aproxima al borde de la bañera. Estira un pie y mete la punta.

- ¡AY su padre! que friaaaaaaaa ehtá. A la tia ehta ze le pondrán los pezones como pa corgarle una tolla mojá. Ehto zolo hay una manera de zuperarlo.

Mako da unos pasos atrás, coge carrerilla y salta abrazando las piernas con sus brazos. El agua salpica por todas partes y una ola recorre todo el estanque superando el borde y creado una cascada que que se extiende desde el punto de impacto por todo el contorno de la estructura. En la superficie una mancha marrón y aceitosa empieza a crecer desde el fondo.

Pese a todo pronóstico y llevar con él la capa levitatoria que el buen Atlas le había regalado, el orco decidió darse un baño, lo mismo es que en el fondo Mako quería estar guapo para su puesta de largo con Perséfone pero el caso es que se zambulló como su madre lo trajo al mundo... aunque eso sí, armado.

 Al estar dentro del agua se dió cuenta que aquello era más profundo de lo que había calculado, las aguas eran claras y limpias pero al fondo, pudo ver como crecían algas y otros moluscos marinos que al parecer eran los que se encargaban de mantener las aguas impolutas para cuando viniera la reina del inframundo. Sin embargo el semiorco no estaba solo... pues al fijarse mejor en las algas una de ellas fue tomando una forma peculiar, se trataba de una sirena que al verlo se apresuró a dar vueltas alrededor de él... a simple vista no parecíoa hostil, es más miraba al heroe con cierta curiosidad, sin increparlo... lo mismo es que su desnudez la había impresionado.

Pero entonces la sirena decidió hacer algo que pilló a Mako totalmente desprevenido, en apenas unos segundos se abalanzó sobre él y los beso en los labios, fue un beso tan inesperado como agresivo... como si la sirena no hubiese catado varón desde hacía mucho tiempo y tan rápido como llegó desapareció para perderse en la inmensidad de aquellas profundidades. El semiorco se quedó a cuadros y... con una sensación de vacio... o tal vez debilidad, pues la sirena con aquel beso le había suscionado algo más que saliva...