Partida Rol por web

¿Gana, pierde...?

Con un gesto de tus filos, te colocas en posición defensiva cortando el gélido aire de la montaña ante ti, aguardando que tus enemigos se te acerquen.

Mala idea, el gigante se mantiene a su vez en una posición defensiva, mientras la giganta tras el empieza a arrastrar una estela de luz azulada entre sus manos, invocando su magia. En un rápido gesto, alza el puño al cieno y lo baja hacia ti, lanzando su conjuro.

Apenas te da tiempo a reaccionar cuando una lluvia de afilados carámbanos de hielo cae sobre ti, primero uno se clava profundamente en la nieve a tu lado, luego otro, luego otras docenas mas . Te ves forzada a abandonar tu postura defensiva y rodar por la nieve para esquivar la lluvia de afiladas cuchillas de hielo.

Consigues evitar el conjuro, pero al abandonar tu posición te encuentras a merced del gigante, que avanza sin problemas por la nieve blandiendo su hacha, y lanzando un golpe horizontal que amenaza con cortarte la cabeza. Consigues agacharte, pero no lo suficiente y el golpe del hacha hiende tu yelmo que sale volando hecho pedazos mientras tu ruedas por la nieve debido al impacto.

El gigante te persigue lanzando un par de golpes más, intentando darte un golpe fatal, pero consigues esquivarlo e incorporarte de nuevo en una posición defensiva. El gigante brama en un rugido de desafío mientras un hilo de sangre escurre por tu frente. Tu yelmo te ha salvado esta vez, pero ya no podrás contar con él.
 

Estaba en mi posición defensiva con ambas armas cuando el gigante hizo lo mismo, creí que fue una estupidez por su parte pero sin duda no lo fue. Eran dos gigantes contra un solo elfo y sin duda la mujer gigante con su ataque a distancia tuvo éxito, esquirlas de hielo comenzaron a salir de la nada contra mí que esquive por pura suerte más que por mera habilidad, habría sido fatal si alguna de ellas me golpeaba de lleno pero al rodar por la nieve no sucedió.

En cuanto al gigante que tenía enfrente al ver que tuve que ponerme a esquivar las esquirlas de hielo se dispuso al ataque con su enorme hacha, el primer golpe directo a la cabeza creí que me había golpeado, el ruido del casco siendo destrozado por aquel golpe retumbaba en mi cabeza y oídos. No podía intentar atacar solo evitar ser rebanada por aquel hacha que oscilaba más de una vez cerca de mi carne, aunque al final conseguí tomar distancia y defenderme.

-Sin duda unos malos anfitriones, pero creo que es culpa mía, será que no les agrado demasiado- intentaba mantener mi moral alta, ahora no era el mejor momento para decaer, si lo hacía seguramente sería asesinada allí mismo, debía de actuar y rápido, ¿rápido?. Decidí levantarme con mi capa un poco, ni siquiera totalmente sino lo justo para evitar que la nieve me frenase como lo estaba haciendo, busqué alguna piedra en la nieve donde apoyar los pies, -inspira, expira, inspira, expira- repetí aquello mentalmente mientras me ponía en posición de salida para correr, planeaba salir a máxima velocidad contra la señora mucho-hielo, quizás si conseguía empalarla o algo así podría tener más ventaja. -a la de tren entonces, una, dos y ¡Tres!- era el inicio de mi ataque contra ellos

Decides tu objetivo y te lanzas a por la giganta intentando fintar al guerrero gigante. Ayudada por tu capa que evita que la nieve del suelo te detenga, consigues pasar junto al gigante, el cual enarbola su hacha en un golpe horizontal que consigues saltar por encima con una grácil pirueta.

La giganta gesticula con sus manos en el aire, alarmada por la facilidad con la que has conseguido pasar junto a su guardián. Su voz entona un gutural cantico que se interrumpe cuando lanzas una estocada en el pecho de la criatura, justo en el corazón. La hechicera gigante tarda unos segundos en reaccionar, mientras su magia se deshace en sus manos sin terminar el conjuro, y un hilo de sangre se le escurre por la comisura del labio.

Retiras tu espada volviéndote hacia el guerrero gigante, mientras la enorme mujer cae con estruendo sobre la nieve, creando un charco con su sangre roja y oscura. El gigante lanza un rugido al ver caer a su hermana y se lanza al ataque, lanzando un golpe tras otro llevado por la furia. Consigues esquivar los golpes y lanzas una finta que le pilla por sorpresa, golpeándole tras la rodilla en un profundo corte con tu espada.

El gigante cae a una rodilla intentando lanzar otro golpe, pero ahora que lo tienes al alcance de tus armas. Desvías su hacha con tu espada y giras sobre ti misma lanzando una estocada con el florete que atraviesa el ojo izquierdo al gigante. La sangre corre el rostro de la criatura que grita de dolor por unos instantes, antes de que lo remates con ambas armas en el pecho. Finalmente cae al suelo derrotando y su sangre se mezcla con la de la giganta a su lado. Has conseguido derrotar a ambos, no sin esfuerzo.

Pasan unos instantes en los que procuras recuperar el aliento y limpias tus armas. Parece que el clima ha mejorado algo y la ventisca se ha frenado, aunque el sol asoma bajo las nubes y esta apunto de anochecer.

Aun queda suficiente luz y puedes apreciar algo mejor el lugar aunque no hay gran cosa. A un lado, cerca de la ladera de la montaña ves una piedra que parece fuera de lugar, con unas runas talladas en ella. Al parecer son runas enanas y por el montículo que hay a su lado te hace pensar que es la tumba de algún aventurero que pereció en ese lugar. También hechas un vistazo a la gigantesca puerta. Es pesada aunque para tu sorpresa no te es excesivamente difícil de mover, y parece que se ha usado varias veces.

También están los cuerpos de los gigantes y te preguntas tras ver la tumba si ellos conservaran alguno de los objetos que portaban estos valientes que fracasaron en tomar la montaña. Puedes registrar los cuerpos si lo deseas, nada te lo impide.

Pude notar como al iniciar la carrera la nieve ya no era tanto problema como antes así que iba a poder moverme mejor, esto me permitió evitar que el primer gigante me atravesase con su hacha como ya había intentado antes. Corrí con todas mis fuerzas, si fallaba me quedaría entre ambos gigantes sin apenas manera de defenderme y estando agotada, en definitiva un suicidio, así que solo podía confiar en mi propio cuerpo y en el destino.

No se si fue suerte para mí o habilidad, nunca se distinguir entre ambas, pero aquella giganta tenía ahora mis dos espadas atravesando su pecho y dejando que ellas hiciesen el resto del trabajo, la giganta empezó a sangrar por la boca mientras comenzaba a darse cuenta de lo que le había ocurrido. Para cuando se dio cuenta estaba ya retirando mis espadas y ella se desplomó en el suelo como un cuerpo inerte a la par que comenzaba a sangrar en gran manera debido a la herida que yo le había provocado.

SU compañero gigante rugió de ira al ver a su compañera gigante, podía entender ese sentimiento pero no creo que exista solución ahora mismo así que  lo único que pude hacer fue evitar ser cortada por la mitad por aquel gigante, balanceaba su hacha con la intención de golpearme severamente además con su fuerza sería fácil que esa hacha me descuartizase de solo un golpe. Se escuchaban algunos sonidos que hacía de esfuerzo en algunos momento al esquivar peor finalmente en un ágil movimiento pude golpearlo tras la rodilla haciendo que se tuviese que arrodillar.

El gigante incluso arrodillado continuó su ataque pero ahora yo tenía la ventaja, colocando mis armas en X pude desviar el ataque del gigante dejándole a merced de mis armas, algo que por suerte no dudé en utilizar una rápida estocada atravesó su ojo dejándole parcialmente ciego pero no creo que fuese demasiado problema estar ciego cuando sufrió el mismo destino que la giganta, empalamiento con mis armas directas al corazón. Otro gigante fue acaba de la faz de la tierra pero no era algo de lo que me sintiese orgullosa, o acaso debía sentirme orgullosa de tener que vivir matando a un ser tras otro para simplemente vivir aventuras.

Suspiré mientras me dejaba caer sobre la nieve, -sin duda prefiero ser una mujer de guante blanco, robar así en más sencillo y limpio- pero en cualquier caso así estaban las cosas, la fría nieve que estaba contra mi ropa comenzaba a traspasar el frío así que si no quería pillar un refriado o algo peor debía de buscar refugio. Utilicé el cuerpo del gigante para limpiar mis armas -lo siento amigo, soy más de tomar una cerveza tranquilamente pero no puedo quedarme quieta si atacáis así sin más- . 

Gracias a que el tiempo había mejorado pude ver que en la ladera de la montaña había unas runas talladas en la pared, parecían ser enanas (no que fuesen pequeñas sino de la raza xD), antes de dirigirme directamente hacia la pared decidí inspeccionar a los gigante, quizás tuviesen algo de valor o interesante con ellos, además no creo que realmente lo fuesen a necesitar ahora.

el arma +5 contra dragones afecta a mi jefe? o solo a dragones que no sean jefes?

Inspeccionas las pertenencias de los gigantes sin encontrar gran cosa el principio. La giganta tenia algunos artefactos que usaría en sus ritos y hechizos, pero no te sirven de nada y desconoces cualquier utilidad que pudieran tener. Lo que si te llama la atención es un arma que lleva colgada a su espalda. Cuando la tomas te resulta un tacto algo familiar a madera pulida y bien conservada a pesar de las inclemencias del clima. Encuentras un arco que parece de manufactura elfica así como algunas flechas. Quizás te sean útiles si tienes que abatir algo a distancia aunque tampoco se trata de un arma mágica o especialmente buena.

Satisfecha tras llevarte algo te diriges al cuerpo del gigante. Posee algunas placas de armadura, pero tanto esta como su yelmo es demasiado grande para que te sea útil. Sin embargo algo capta tu atención a tu lado... un débil resplandor azulado. No proviene de ninguna de las pertenencias del gigante... o realmente si, salvo que esta algo más alejada.

Te acercas al hacha que esgrimía el gigante y que a punto estuvo de dejarte sin cabeza hace un rato. Ves que emite un leve resplandor azulado desde su hoja, bajo los copos de nieve que la cubren. Estiras la mano y justo cuando estas a punto de tomar el arma la retiras, pues sientes algo extraño en ella.

El brillo te invita a que tomes el arma, pero su tacto te hace sentir fría, y te hace sentir... ira. Una ira irracional y malvada, es como si ese arma hubiese sido encantado por una criatura que odiaba profundamente a un ser y hubiese creado ese arma con el único fin de destruirlo.

Desentierras el arma de la nieve. El hacha es pesada y su filo parece muy afilado aun a pesar de ser extraño y estar lleno de púas e irregularidades. Está adornada en la cabeza de un dragón hecha con el mismo acero del filo, y en este puedes ver unas runas que emiten el fulgor azulado. A pesar de no saber que dicen o de siquiera conocer el significado de cada runa, eres capaz de entender lo que ponen. "Soy el mordisco de Gelcifraxx, que hiende su dentellada en las alas de las sierpes". Por esta frase entiendes que es un arma creada para matar dragones.

Tomas el arma a pesar de las extrañas sensaciones que provoca y te preparas para continuar tu viaje. El sol se ha ocultado finalmente tras las montañas y la oscuridad empieza a crecer a tu alrededor... es hora de continuar.

Buscando entre las pertenencias de la gigante que acabé primero no parecía encontrar nada que me pudiese llegar a servir, podía intentar hacer cánticos como los suyo con sus cosas pero me parecía que sería inútil ya que no sabía como hacerlos. Miré por el resto de su cuerpo esperando encontrar algo aunque no sabía realmente el qué, pero al ver su arma vi que era un arco en muy buen estado con algunas flechas, me resultaba familiar el estilo así que pude saber que era élfico por la forma en la que estaba tallado.

Recogí el arco y me dirigí al cuerpo del otro gigante, noté como el frío empezaba a crecer un poco así que decidí darme algo de prisa, así en cuanto estuve lo suficientemente cerca para buscar me puse en marcha, no creo que este señor tuviese algo útil. Intenté probarme su casco y cuando llegó hasta casi mis hombros el metal de este cuando mi cabeza entraba estaba claro que no era algo que pudiese usar. Se escapó un chasqueo de mi lengua de decepción, había perdido el casco y parece que no lo recuperaría, pero cuando me disponía a alejarme un poco una especie de brillo azul me llamó la atención, provenía del hacha del gigante, estaba allí llamándome como si quisiese ser cogida.

Cuando iba a tocarla tuve que retirar la mano, había sido más frío de lo que pensaba, no solo eso, sentí como si una parte de mí fuese suprimida levemente, era raro que un arma pudiese hacer algo así, eso solo consiguió atraer mi interés sobre el hacha de luces. Al llegar a coger definitivamente el hacha podía notar como el peso era sin duda para tener en cuenta, había también una especie de inscripciones en el lado que no sabía leer pero por un momento sentí como si el hacha los leyese para mí, había tomado prestada una hacha matadragones.

No quedaba mucho más por hacer, me dirigí a la zona en piedra con runas que parecían ser enanas o algo así, había una enorme puerta de piedra que temí durante un momento no poder mover pero fue relativamente normal el poder abrirla, es decir al menos fui capaz de hacerlo sin mucho problema, al entrar del todo iluminé mis guantes para poder continuar

Atraviesas la puerta de piedra, la cual se cierra pesadamente tras de ti, dejándote en un gran salón de piedra cubierto de escarcha que conduce a una escalera. El tamaño es impresionante, los gigantes debieron de construir ese lugar hace mucho tiempo... y aunque parte esta desmoronado y todo cubierto de escarcha, aun conserva cierta belleza. Las runas adornan los muros y algunas banderas andrajosas ondean deshilachadas. A ambos lados ves columnas y esculturas que aun conservan algo de su esplendor, aun estando parcialmente desmoronadas.

Asciendes por la escalera con cuidado de no resbalarte, por suerte la luz de la luna pasa por rendijas de antiguas vidrieras y el ascenso no te provoca grandes dificultades. Parece que mientras asciendes la noche se ha despejado un poco, aunque aun escuchas aullar un fuerte viento y sientes escalofríos incluso en el interior de esas ruinas heladas.

Finalmente llegas a una especie de sala común... hay varios portales que llevan a otros pasillos, pero están desmoronados... a medida que avanzas por la sala común, sujeta con pilares a un lado y con un gran ventanal en el otro, te percatas de que se trata de una especie de salón del trono.

Al final de la sala ves un trono de piedra desmoronado, con dos cofres a los lados y el suelo regado con monedas de oro. Tus ojos brillan ante el tesoro, pero algo te dice que esperes... En el trono hay alguien sentado... o algo. Parece un gigante como los de la puerta... pero esta inmóvil, su cabeza esta caída y tiene una corona de hierro sobre su cabellera canosa y descuidada. Te acercas un poco mas y te das cuenta de que el "gigante " está cubierto de heridas y yace muerto hace mucho. ¿Sera este el antiguo rey de la montaña?

Tras el trono ves una apertura que parece la única salida, pero antes puedes acercarte ha echar un vistazo más de cerca a esos cofres... si te atreves.

Pocos segundos tras entrar la roca se volvió a cerrar a mis espaldas, -ahora eres automática ¿eh?- en cualquier caso el lugar donde me encontraba era fascinante un impresionante salón de dimensiones gigantes, no hacía falta pensar demasiado para saber quier era el dueño de esto, bueno eran, lo siento por los gigantes sinceramente pero aquel lugar estaba cuidado y tenía una belleza invernal única en el mundo.

Podía sentir como el lugar, con sus banderas y runas, demostraba que era un pequeño lugar de reguardo de algo mayor de lo que seguramente esperaba, pero en cualquier caso podía ver que el lugar tenía algo de luz que se colaba por algunas vidrieras así que la luna me iluminaba un poco haciendo mi piel élfica blanca brillar levemente. -Holaaaaaa, alguien en casaaaaaa- no esperaba demasiada respuesta pero sin duda tener un poco de decencia la entrar en una ¿casa? de alguien sin decir nada.

Creo que no era más un casa, sino un trono, allí unos cuantos cofres brillaban para mí, querían ser recogidos, a la par que allí permanecía un gigante con una corona, sin duda un enemigo más aunque inmovil. Me acerqué poco a poco para comprobar si estaba o no vivo, pero parecía que no iba a tener esa mala suerte ya que estaba herido y muerto desde hace tiempo. Ahora que había asegurado que ningún gigante extraño estaba vivo en la sala podía comprobar si los cofres tenía trampas o algo así, aunque no me fiaba del todo de lo que pudiese ocurrir en este extraño lugar lleno de runas

Tu voz rebota en los congelados muros de las ruinas de los gigantes, lanzando su eco a lo largo del lugar. Mas nada responde, salvo el silencio sepulcral que te acompaña desde que entraste.

Te acercas al trono y te percatas de que efectivamente, el gigante esta muerto, y aun con cierta suspicia te diriges hacia los cofres. En un momento dado sientes que la textura del suelo ha cambiado, y escuchas el repiqueteo de las monedas de oro que hay esparcidas por el suelo. Una de ellas rueda de tu pie, debido a que la has pateado levemente. No le das mucha importancia hasta que te percatas de que las monedas empiezan a emitir una extraña neblina.

El vello de la nuca se te eriza y sientes algo a tu espalda.

-Ladrones...  -Escuchas en un débil susurro en tu mente.

La extraña niebla parece cobrar vida propia, reptando por el suelo y alzándose en una columna que parece una figura humanoide, aunque más grande. Te vuelves hacia la figura lista para defenderte, pero esta lanza un grito y te atraviesa sin hacerte ninguna herida visible, pero haciéndote sentir un gran dolor, como si una sacudida eléctrica recorriera todo tu cuerpo y se llevara parte de tu misma alma.

La silueta de niebla sigue su trayectoria habiendo atravesado tu cuerpo. Continuando su agónico grito de ira, la silueta se interna en el cuerpo del gigante cadavérico.

El trono se agrieta levemente, cuando la mano del gigante cobra vida en espasmos, cerrando su puño sobre el reposabrazos del trono de piedra. Sus cabellos se agitan y en movimientos rápidos y discontinuos, la cabeza del gigante se alza, y sus ojos vidriosos y sin vida empiezan a brillar con un fulgor azulado.

-Es... mío... mi montaña...mi oro... -Vuelves a escuchar la voz, pero esta vez proviene del rey no muerto, aunque sus labios descarnados ni tan siquiera se mueven.

El gigante se incorpora del trono, su enorme cuerpo cadavérico se alza, tomando de su espalda un gigantesco mandoble, viejo y pesado, con largos filos serrados y afilados. Su vieja armadura chirria y se cae a pedazos, pero el antaño glorioso rey de los gigantes ignora estos hechos. Te mira con unos ojos vacios, pero que a su vez emiten una gran ira y rencor.

-¡¡¡ES MIO... MIO!!!! -Grita sin hablar el no muerto con furia, descargando su filo ante ti. Evades el golpe que casi te roza la nariz, mientras la espada golpea el suelo cubierto de monedas de oro, que vuelan en todas direcciones ante la cólera del viejo rey de la montaña. Parece que tendrás que derrotar a este enemigo antes de hacerte con el contenido de esos cofres y alcanzar la sala que hay tras el trono.

La verdad es que el señor rey de hielo muerto daba un poco de mal royo pero eso no era mas que eso mal royo, no es como si se fuese a levantar o algo así, con lo que me dejaba libre para saborear los deliciosos cofres. Al tocar con mis pies las monedas note algo extraño que pasaba, al mirar mis pies pide ver una extraña niebla que no parecía muy preocupante hasta que escucho una suave frase casi como un susurró.

Me giré rápidamente asustada, no me gustaban nada nada NADA los fantasmas, increíblemente aunque me enfrentaba a otros seres sacados de ultratumba estos me daban algo de miedo. Un espíritu me atravesó saliendo de la extraña niebla de antes, pasó en un segundo mientras retumbaba en el lugar un grito de dolor mio, sentí en un instante un tremendo dolor pero no recibí ningún golpe, malditos fantasmas.

Mientras me reincorporaba el ser entró en el cuerpo muerto del gigante el cual poco a poco comenzaba a recobrar la vida que sin duda había perdido en algún momento. Su voz retumbó en mí sin que pronunciase palabra, -(tos) si, claro, yo no voy a robar, es más bien un préstamo- bromeaba para calmarme a mí misma, estar nerviosa en un combate o lo que fuese a ocurrir podría suponer la muerte.

El gigante antes de que me diese cuenta se puso en pié con un enorme mandoble, era imponente dado su tamaño más incluso que el gigante de afuera, este ser podría ser sin duda una muerte sin piedad. Tal fue así que sin más espera aquel gigante, o rey o lo que dios quiera que fuese se lanzó a por mí al son de su grito, casi no tuve tiempo de reaccionar saltando hacia atrás para no ser decapitada allí mismo.

Retumbó en la sala el ruido de unas decenas de monedas volando por los aires y golpeando todo lo que había, sin duda hoy no iba a encontrar a alguien que no intentase cortarme el cuello sin poder tan siquiera tomar una coma de cerveza o aunque fuese agua. Inspiré profundamente y expiré, cerré los ojos un momento mientras tomaba mi fiel florete y mi espada "matabrujas", tenía que ser rápida y directa, aquel gigante era más fuerte que los otros pero tenía una pequeña desventaja, era un no muerto con bastante tiempo, si conseguía golpear algunas articulaciones posiblemente dejasen de funcionar.

Antes de cargar, decidí coger unas monedas del suelo, si conseguía hacer que hiciese un ataque colérico hacia mí podía intentar aprovechar ese momento o al menos era mi mejor plan ahora mismo. -^{_{que así sea entonces}}- pronuncié para mí misma para comenzar aquel combate