Partida Rol por web

El despertador suena a las 7:00 de la mañana (para aquellos que a esas horas duermen) para daros los buenos días. Una voz os da los buenos días y comienza a sonar Rain. Es hora de comenzar un nuevo día.

En el distrito empresarial de la ciudad, ubicado en pleno núcleo de la urbanización, los interminables rascacielos sumían las calles en una oscuridad absoluta, solo paliada por los millares de luces y neónes desperdigados por todo el lugar. La jungla de acero actuaba como una verdadera cúpula que impedía a los primeros rayos de sol alcanzar el suelo de cemento y hormigón.

De entre todos los descomunales edificios uno destacaba sobre los demás. Una colosal torre de acero y cristal que se alzaba hasta el cielo. Aquél era el edificio que servía de sede central a la más prestigiosa y poderosa empresa de la ciudad, "Biocorp". Su dominio alcanzaba hasta los más apartados rincones del planeta, sus actividades se ejecutaban a lo largo y ancho del globo e, incluso, más allá.
Cerca de allí, con una envergadura algo menor pero aún así predominante entre los mayores edificios del distrito, se alzaba la torre de "Technocorp", una afiliada  más de la poderosa Biocorp.

En lo más profundo del edificio, bajo tierra, se encontraban los sótanos laberínticos que constituían casi una pequeña sociedad subterránea. Eran los laboratorios de la empresa. Allí trascurrían casi la totalidad de las investigaciónes de la firma, a excepción de algunos pocos establecimientos situados en otras localizaciones. El trabajo allí era prácticamente contínuo, los turnos de día y noche se sucedían sin interrupciones y había maquinaria suficiente para evitar los descansos.

En el 12º sótano, donde se encontraba la sección de "Biotecnología", aún había un foco de luz. En el interior de uno de sus laboratorios, tercer pasillo al fondo y a la derecha, brillaba una de aquellas grandes lámparas de fluorescente. Todas las demás luces estaban apagadas y el único círculo iluminado enfocaba una gran mesa metálica repleta de hojas y material de investigación. Sobre esta, un joven embutido en una bata blanca y cuyas gafas relucían bajo la luz escribía aceleradamente sobre un folio, desviando ocasionalmente la mirada hacia un pequeño portatil. En la pantalla se veían hileras de números y palabras moverse lentamente, junto a una pequeña ventana que mostraba una estructua tridimensional.

Tras anotar algunos datos más, el chico se quitó las gafas, las depositó sobre la msa y se frotó los ojos con las manos. Había permanecido allí desde las ocho de la tarde del día anterior y había permanecido en vela toda la noche. El trabajo lo había absorbido por completo y haía perdido la noción del tiempo. Además, allí abajo, era imposible saber si era de día o de noche y ni tan siquiera contaba con un triste reloj para consultar. Pero todo aquello poco importaba, estaba muy cerca de concluír con un proyecto que había ocupado casi los últimos quince meses y la excitación era tal que no era capaz de esperar mucho más para comprobar los resultados. Aún así aquello había sido mucho de seguido incluso para él y su cuerpo pedía algo de reposo...

Así pues, el muchacho se puso en pie, recogió sus gafas y guardó las hojas en un pequeño cajón de metal que más bien parecía una caja fuerte ya que contaba con una cerradura de alta seguridad. Apagó el ordenador una vez hubo terminado con el programa y lo guardó en un maletín. La última luz que quedaba en la sección se apagó cuando el muchacho se fue. La sección había quedado temporalmente inhabilitada para que sus trabajadores ocuparan otros puestos más ugentes en las demás plantas, por lo que podía trabajar allí sin ningún tipo de molestias. Ya en la taquilla, en cuya puerta una placa anunciaba "Dr. Zilard Aerguees", el chico cambió la bata de laboratorio por su chaqueta de color marrón oscuro y se encaminó hacia el ascensor.

La campanilla anunció la llegada del ascensor a la planta baja del edificio y sus puertas dieron paso al científico al inmenso y suntuoso recibidor. Allí, el chico solicitó a la recepcionísta que llamase a un taxi para que fuese a recogerlo a la entrada y salió a la calle a esperar al vehículo que lo llevaría a su hogar, otro pequeño rascacielos (mucho menor que los de la zona empresarial) que se encontraba cerca de la zona portuaria de la ciudad.

A esas horas estaba arreglándose, frente al espejo se maquillaba y se peinaba, no había perdido las ganas de arreglarse a diario. Se puso el uniforme que le dieron y puntual se presentó en el hall del motel Tower, donde tambien la permitían alojarse hasta que pudiera encontrar una vivienda mejor.

Lo primero que tiene que hacer, es servir los cafés en la cafetería ayudando al camarero, despues pasará a limpiar las habitaciones como todos los días.

El despertador suena con una melodia muy acorde al mundo en el que vive. Dick se incorpora, apaga el despertador y se incorpora en su cama, deshecha, pero no de hoy, sino de muchos dias sin hacer. Bajo la almohada, una pistola velaba su sueño. El guardaespaldas se puso en pie, tosió varias veces y se pasó la mano por su pelo, cortado muy pequeño, unas placas militares de plateadas le danzaban entrechocándose en el cuello.

Dick se puso en pie, estaba en ropa interior. No esperaba visitas. Recogió la pistola de bajo la almohada y avanzó con ella por su pequeña habitación de hotel que le dejaban a buen precio. Buen precio que pronto no podría pagar si seguía sin trabajar.

Lo primero que hizo fue abrir levemente la cortina. Estaba oscuro. Angeles siempre estaba oscuro. No sabía si era de dia o de noche, las luces de los neones y de los coches geoaereos solían ser el sustituto normal.

No había nada interesante. Ningún tio intentaba matarle. Por ahora.

Dick caminó hacia su armario, sacó dos prendas dudosamente planchadas, pero si limpias. Se puso una camisa negra y unos pantalones anchos, de color gris, con muchos bolsillos. Luego se puso sus botas militares color negro, duras y resistentes.

Acabó por sentarse y abrir la pantalla de su portatil ultrafino, con el dedo indice, tocó la pantalla, y se movió por la interface, hasta llegar a su correo.

-Joder.

Murmuró.

Justo cuando Dick ya comenzaba a darse por vencido los altavoces del portatil emiten un sonido que le anuncia que tiene un nuevo mensaje en la bandeja de su correo.

Parece que es anónimo y tampoco aparece ningún asunto.

La cafetería del motel presenta siempre el mismo aspecto, bastante desatendido y con dudosa limpieza. De todas formas el motel Tower no es conocido por tener 5 estrellas... bueno, para ser sinceros la única estrella que tiene es la que adorna el cartel de la entrada.

Hay pocos clientes a esas horas en la cafetería. Aunque la verdad es que aun es temprano.

Eso si que era increible. Un mensaje nuevo. Un anonimo. Esperaba que no fuera que habían superado su puja en Ebay por la chupa de cuero que tanto le gustó que pertenecía a una serie vieja terráquea.

Dirk apretó el botón de entrada y se acomodó en la silla, torció mas su gesto, su boca ya de por si estaba levemente torcida, que le daba un aire más duro si cabe.

Estiró la mano y cogió la botella de agua que había en la mesa. 37 % de pureza. Era la gama media, la alta de pureza 78 a 99, era solo reservada a aquellos que tuvieran mucha pasta. Mas caro que un Whisky europeo.

Le dio un trago al agua mientras miraba de reojo el monitor.

 Un molesto y constante ruido resonaba en su cabeza.Abre los ojos lentamente algo molesta.Le dolía bastante la cabeza, no sabía si era por todo el alcóhol que se había bebido hace unas cuantas horas o por toda la maría que se había fumado.Estaba sobre una de sus sillas de madera, apoyando sus piernas estiradas sobre la superficie de la mesa también hecha de madera.Aún tenía su revolver bien cogido en una de sus manos, baja sus piernas de la mesa costosamente, mientras se quejaba del dolor de cabeza y lo veía todo borroso.Levanta el revolver y pega un tiro.El sonido para al instante, pero a los segundo se escucha otro mucho más molesto pero más corto, como un "paff".Allí tirado en el suelo, estaba su despertador digital, con un agujero en medio de la pantalla que hacía que los números se distorionaran y adquirieran forma completamente distintas.Tras levantarse de la silla, agarra la botella de whisky de la mesa y le da un trago.Se va al baño y se mira en el espejo mientras se guarda su revolver en la funda que tenía agarrada a uno de sus costados.

Se pasa la mano por su mentón tocándose la típica barba de dos días.

-Creo que necesito un afeitado urgente......- dice vaga y lentamente.Coge la espuma y se la echa en sus manos que más tarde van a parar a su cara para repartirla bien por todos lados.Coge la cuchilla y comienza a afeitarse aunque no con muchas ganas.Tras terminar, se lava la cara y se da una pasada de cepillo y pasta a su boca.Aún con los ojos cansados levanta la tapa del váter y apoya una de sus manos en la pared que tenía a unos centímetros de su cara, para aguantar su peso, coge algo de papel, se limpia y tira de la cadena.Se lava las manos y sale del baño.Se acerca a la ventana que practicamente era toda la cara que daba a la cale.Corre un metro la cortina y observa como estaba el panorama ese día.Vuelve a dejar la cortina, volviendo esta a colocarse como estaba.Coge una de sus chaquetas y sus llaves, abre la puerta y baja las escaleras a la vez que la puerta se cierra por el pequeño empujón que le había dado al salir.Se acuerda de que no tenía el movil y se queja levemente, pero más tarde recuerdo que lo tenía en el bolsillo de aquella chaqueta.Abre la puerta que daba la calle y así pasaría otro de los tristes días de su vida.

"Sr. James Dickson "Dick"

Podemos ofrecerle un trabajo de guardaespaldas de forma indefinida. 

Venga a las 9:00 a.m. al Hotel Metropol.

Si no está a esa hora, daremos por hecho que no acepta el trabajo.

No conteste a este mensaje."

Eso es lo único que dice en el mensaje. El Hotel Metropol es un hotel bastante conocido en la zona que controla la mafia rusa.

Dick se quedó observando el silencio la pantalla. Aquel mensaje olía a problemas. Pero mientras no sea una mujer la protegida, todo iría sobre ruedas, las mujeres eran las que complicaban la cosa, eso le había dicho su experiencia. Odiaba tener que jugarse el pellejo por un mafioso ruso, pero, un trabajo era un trabajo, y necesitaba el dinero.

Dick cogió una caja de tabaco de la mesa, se colocó un cigarrillo en su ligeramente torcida boca, y lo encendió con el zipo.

El mercenario se colocó el chaleco antibalas sobre la camisa, y la pistola en la cartuchera. Encima se colocó una chaquetay la abrochó casi hasta el cuello.

Dick se puso en pie y salió del apartamento.

Saludó con la cabeza a los miembros del servicio del hotel y aspiró hondo la calada del cigarro. Al salir a la calle, se colocó la capucha, la lluvia en Angeles era algo constante y molesto. Los pasos del guardaespaldas se diriguieron hacia la dirección marcada.

Cuando el Dr. Víctor Zilard llega a la planta baja y se dispone a abandonar el lugar para retirarse a su piso y tomar su merecido descanso, una joven se acerca a el con unos cuantos papeles en mano. La chica es su nueva secretaria, incorporada hace tan solo unas semanas a la plantilla y asignada como su secretaria.

-Dr. Zilard, acaban de llamar desde la oficina de dirección general. Dicen que tiene que ir urgentemente a la reunión que comienza dentro de 15 min. en el edificio de Biocorp, última planta. Si quiere puedo acompañarlo para tomar nota.

La chica se ofrece a acompañarlo al verlo bastante exausto. 

-------HOTEL METROPOL--------

El Hotel Metrolpol es uno de los hoteles más lujosos de la zona dominada por la mafia rusa y también de los mas lujosos de la ciudad. Es de esos de 5 estrellas. 

Dick entra en el hotel, invitado amablemente por unos hombres trajeados de negro, muy sospechosos... además hablan ruso entre ellos... Lo conducen al restaurante del hotal, que a aquellas horas esta ocupado por gente que pide su desayuno... aquellos que han querido desayudan allí. Solo hay ocupadas 3 mesas... y una parece VIP.

El restaurante

El guardaespaldas se retira la capucha y sigue a los hombres de negro, mirándolos de reojo. Al ver un cenicero, apaga el cigarrillo allí. El dista de ser de esa clase de hombres que frecuenta esos lugares. Estaba todo empapado de la lluvia de Angeles.

El hombre se detuvo cuando llegó a la mesa, no se sentó, sino que se quedó de pies.

Antes de alcanzar la puerta giratoria del edificio, una muchacha se acercó a él con paso ligero, parecía apurada. La reconocía, era la chica nueva que le habían asignado como su secretaria. No la había visto mucho, en realidad, aquella era la tercera vez y una de ellas contaba como el día en que se la presentaron. Su trabajo en el laboratorio, que lo mantenía normalmente alejado del resto del personal, y la temprana incorporación de la joven a la plantilla no les habían permitido conocerse mucho.

-Buenos días...-Víctor intentaba recordar su nombre, pero era tarea inútil, era malísimo para recordar ese tipo de cosas.

La muchacha le informó diligentemente de la inesperada convocatoria en la sede central de Biocorp, empresa madre de Technocorp. El doctor, que no era mucho mayor que la secretaria, suspiró y se frotó la frente con los dedos índice, corazón y pulgar.

-... está bien, venga conmigo-pidió a la muchacha saliendo por la puerta giratoria-¿le han dicho el por qué de la reunion?

El taxi no les vendría mal después de todo, la sede de Biocorp quedaba a unas cuantas manzanas de allí y el tamaño espectacular de los edificios de ese distrito convertía una sola de ellas en un recorrido más que interesante.

Un tipo con violin, entrajado, comienza a tocar una canción... Dick puede reconocerla como la BSO de El Padrino, esas míticas películas que reflejan la actualidad de Ángeles, ya que donde no haya una mafia, es que no es ciudad.

Sentado en una de las sillas hay un hombre, sin duda, ruso o de por esos países, que esta tomando un desayuno digno de un rey. Es el Iván Petrov, el capo actual de la mafia rusa. 

Hace una seña a uno de los dos hombres que ha acompañado a Dick hasta allí. Este le entrega un arma y la coge con indiferencia. Apunta al músico y dispara.

-Estúpido músico italiano! No me gussta la mussica italiana! esto es Russia, joderr!! Quierro algo alegrre mientrras este aquí!!

Le devuelve el arma al tipo de negro y se limpia la boca con una servilleta. Alguien del servicio se lleva al malherido músico... seguramente no vuelva a encontrar trabajo por esa zona... si sobrevive, claro. El hombre mira a Dick.

-Srr. Dickson, como va la cosa? He sabido que nadie le da el trrabajo que tanto necesita. Perro yo estoy aquí parra ofrrecerrselo.

Parece que todo va bien para Oliver. No se encuentra a la pasma, no se encuentra a otros traficantes, no se encuentra a nadie que pueda darle problemas... Es mas, una puta, seguramente una de las pocas humanas que quedan ejerciendo la prostitución, se le acerca. Es una de sus clientes habituales que no esperan a que llegue a la calle a través de los camellos.

-Hola guapo. Necesitaría un poco más de eso que me vendes siempre. Como siempre te lo pago ahora en efectivo... y si quieres, también puedes tener de esto.

Se baja la, ya, muy escotada camisa sin tirantes dejando ver por un momento todo el pecho en si.

 Comienza a caminar por la calle, aquel día comenzaba a irle bien.Una de sus clientas habituales se le acerca.Como siempre bien arreglada para su trabajo.Siempre guapa aunque no podía permitirse perder el tiempo con aquella preciosidad, tenía muchas cosas que hacer.

-Hola Meritxell.¿Que tal?........Claro que si guapa, ¿cuanto quieres?- le dice acercándose para tener más intimidad.Mira interesado cuando se apartao con su mano parte de su camisa de tirantes.

-Lo siento cariño, una opción muy tentadora pero hoy estoy de mierda hasta el cuello.Si eso más tarde paso por aquí y "hablamos" un rato, ¿que te parece?- dice buscando el material por su chaqueta.

Dick miró el sitio, por supuesto, no era de su estilo. La musica armoniosa de una pelicula vieja terráquea sonó por la habitación.

No muy lejos, pudo reconocer a Ivan Petrov, un maldito capo de la mafia rusa. Se lo temía. Sin embargo, agradeció que fueran los rusos, dentro de los malos, los rusos eran los que siempre cumplían su palabra, coño, podría decirse que eran los buenos dentro de los malos, no como los putos Jamaicanos o los Chinos. Sin embargo, Ivan era un tipo con poca paciencia, y desde luego, no le sorprendio que le disparara al musico, era un error tocar el padrino ante un ruso que quería la Kalinka.

Dick se acercó a la mesa, respetuoso, serio, a lo militar. La imagen era lo primero. Sobretodo si quería comer con ese trabajo.

-Señor Petrov.

Le saludó serio.

-Cuénteme de que se trata, sabrá que yo, al igual que usted tengo un codigo, y si el trabajo rompe ese código, por mucho que me pague, no lo haré.

Avisó, serio, pero sin intimidar, no quería liarse a tiros con Petrov, principalmente, porque eran demasiados y posiblemente muriera.

-Trranquilo, amigo Dickson. Este trrabajo es solo de guarrdaespaldas. No le pedirre que mate a nadie, a no ser que sea necesarrio, clarro. Un poco de Vodka? Es del mejorr que hay. Inporrtado dirrectamente desde Nueva Rusia.

Le sirve un poco de Vodka en un vaso limpio.

-Verra... mi familia tiene el contrrol sobrre esta zona, perro los malditos Nóvikov prretenden que les done "gentilmente" mi poder. Esos malditos trraidorres... han perrdido su honorr dejandose seducirr porr las falsas prromesas de los malditos italianos...

Da un trago largo a su vaso que queda casi vacío.

-Perro esos malditos perros no tienen los cojones de atacarrme dirrectamente así que prretende atacarr a mi mas prreciado tesorro... Y quierro que usted sea su guarrdaespaldas. ¿Qué le parrece?