Partida Rol por web

Sin duda los movimientos de aquellas estatuas eran impresionantes, la chica no podia recordar en realidad que era lo que ella sabia hacer o que podria llegar a saber hacer, realmente no lo sabia, sentia como si el tiempo no fuese algo importante en aquel lugar, solo sabia que estaba alli y que seguramente su guia era alguien especial, muy especial de hecho. 

Rhenna mira las facciones de las estatuas, sus ropas y su equipamiento y con un tono algo confuso dice:

- Yo... (hace un pequeño esfuerzo como tratando de recordar) luchadores, les recuerdo, algunas imagenes de ellos se me vienen a la cabeza, si, recuerdo algo

Mira a la figura y añade con mas seguridad mirando a la hermosa mujer:

- Si, diria que la categoria de los luchadores

Al escuchar mi respuesta, la guía levanto los brazos, y de repente, sin saber cómo ni por qué,  me encontré suspendido en el aire, y la estatua de los Tuan Dalyr cobró vida, lanzándome descargas de energía, por lo que al no por der escapar, me prepare para el dolor… un dolor que no llego, pues cuando me alcanzaron, las descargas no me hicieron daño, si no que me hacían sentir bien, reconfortándome y llenando en parte el vacio de mi mente, dándome algunos de mis recuerdos, tan solo unos pocos, confusos sin sentido, pero míos, al fin y al cabo. Un ruido ensordecedor me envolvió mientras las imágenes se sucedían una tras otra, casi demasiado rápidas para discernirlas, para acabar repentinamente en un fogonazo  que me cegó momentáneamente.

Agh- pensé mientras intentaba descifrar las imágenes: me veía a mí en diferentes ocasiones, bosques antiguos, y enormes praderas, una noche sin luna, la imagen de un gran felino cazando, negro como la noche. Tal vez significase algo, o tal vez no fuesen sino fragmentos de recuerdos sin importancia, no lo sabía. De pronto me di cuenta que las estatuas habían desaparecido -Bueno, al menos me han dejado algo al irse, y aunque no entiendo la mayoría, sé quién soy, y sé qué soy… al menos en parte- pensé.

La guía volvió a hablar, y volvimos a avanzar, en dirección a aquella inmensa montaña. No sé cuanto andamos, tal vez minutos o tal vez horas, no sabría decirlo, pero al final nos detuvimos, aunque el lugar donde lo hicimos no tenía nada que lo diferenciase del resto.

Tal vez necesite descansar- pensé mientras la observaba, pues parecía más y más cansada a cada paso que daba, pero de nuevo volvió a hablar, y mientras lo hacía, nuevas estatuas, distintas a las anteriores surgieron de la tierra, moviéndose conforme las iba describiendo una a una. Una vez todas quedaron inmóviles de nuevo, me acerqué a ellas  y al igual que antes, me puse a observarlas.

Cada una es una forma de afrontar la vida- pensé mientras las observaba, sin saber muy bien como lo sabia. Comprendía la necesidad de la existencia del Acechador, más no la compartía. El Mistico y el Psiquico, ambos dominando grandes poderes, tampoco despertaban en mi ninguna atracción, tampoco eran la elección correcta. Solo quedaban dos estatuas, y en ambas sentía esa especie de atracción que antes había sentido en la estatua Tuan Dalyr. El Luchador, sin duda alguna me llamaba, pero había algo de él que me alejaba, y aunque no sabía el que… hasta que me fije en la espada que portaba. Yo lucharía pero sin usar ningún arma. Cuando me di cuenta de eso, la atracción por el luchador desapareció, y ví que mi camino era el del Domine, que cultivando cuerpo y espíritu, no precisaba armas para luchar.

Para luchar, utilizare mi cuerpo y mi espíritu. Los cultivare y aprenderé a controlarlos- le dije a la guía -Mi camino es el camino del Domine, es mi categoría, es lo que soy- añadí, expresando lo que sentía de la mejor forma que podía, a pesar de que ni yo mismo llegaba a comprenderlo.

Soram miro a su alrededor, vio las figuras y por momentos se sentía mas entero, como si los recuerdos le fuera asaltando y le dieran mas consistencia de la que en un principio tenia. La verdad iba ganando confianza en si mismo.

Al ver las formas que se movían y tomaban los rasgos y las habilidades, el se sentía identificado por varias de ellas, pero al final sabia que su cuerpo era de donde procedía su poder. Sabia que era lo que debía hacer y como.

- Mi señora, creo recordar que mi vida se ha visto cambiada varias veces. Pero sin dudar y con confianza total, debo deciros que sin duda alguna, pertenezco a los Domine.

De nuevo otra charla enigmática... Esta vez sobre un monte del destino.

Ante mí aparecieron nuevamente varias estatuas, y como era costumbre ya, debía seleccionar una.

Las palabras de aquella mujer me hicieron pensar. Intenté ahondar en mis recuerdos perdidos para desentrañar el tipo de persona que yo era.

No fue fácil, pero tras concentrarme durante un momento conseguí vislumbrar algunas escenas en mi mente.

En ellas me encontraba en mitad de un bosque, entrenando con mis puños desnudos, usando un muñeco de madera fabricado por mí mismo.

-Soy un luchador - Contesté decidido a la mujer para dar paso a la siguiente elección y finalizar pronto este camino tan extraño.

Perfecto, mi querido héroe. Pero... ¿por qué no me hablas un poco más sobre esa categoría que quieres ser? No es muy difícil hacerlo... por ejemplo un guerrero prefiere usar determinadas armas... o un artista marcial concretas artes marciales. Un hechicero prefiere usar diferentes tipos de hechizos, vías mágicas, así como un mentalista prefiere usar matrices psíquicas a elección.

Se colocó de lado respecto a ti y levantó el brazo, extendiendo la mano, como si te sugiriera mirar algo. Un sendero nacía frente a ti, pero algo te imposibilitaba moverte, supusiste que era la pregunta de la misteriosa mujer. Imaginaste que cada pregunta debía ser respondida obligatoriamente si el sendero querías seguir recorriendo. Ella no sonrió, se limitó a observarte y una vez más dijo:

Así pues... ¿que puedes decirme de esa categoría que quieres ser? Específica detalles, pues en ellos se encuentra la verdadera esencia que te moldea. 

La joven se queda unos segundos mirando el sendero que por el momento no puede recorrer y comienza a hablar:

- Yo... siempre he sido pequeña y me he movido con mucha agilidad y rapido, siempre he intentado evitar que me alcancen en combate aunque se luchar, aprendi, realmente no recuerdo muy bien como lo aprendi, tal vez jugando, si jugando aprendi a moverme con agilidad, escalar, trepar y se me daba muy bien esquivar, pero aprendi gracias a ver como manejar algun arma

Se queda unos segundos pensando, se mira las manos, como tratando de adivinar que tipo de armas conocia, es entonces cuando tras girar las palmas varias veces dice:

- Si, el estoque, usaba el estoque, lo aprendi a usar y era el arma que usaba!

Ante la pregunta de aquella misteriosa dama, quede en silencio sin saber responder, simplemente habia dicho lo que habia sentido sin pararme a pensar lo compleja que podia llegar a ser la naturaleza de aquella categoria... Tome aire mientras sentia como los engranajes de mi mente y mis recuerdos se volvian a encender lentamente, piezas oxidadas y sin usar recuperaron su brillo dorado mientras otras pasaron a embejecer y quedar obsoletas.

Ante mis ojos aparecieron cientos de hilos de miles de colores distintos... No tuve claro lo que eran en un inicio pero finalmente yo mismo encontre la respuesta, eran mis propios recuerdos tirando unos de otros para intentar formar ideas y memorias.

Y antes de darme cuenta de lo que pasaba comence ha hablar.

"Los nombres danzan caprichosos, para la mayoria permanecen ocultos. Pero hay aquellos que los saben, aquellos quienes las mas misteriosas criaturas al mundo atraen. Cientos de mitos hablan de ellos, algunos los tratas de brujos por un arte tan extrañamente bello. Las memorias resultan borrosas y rotas, pero esos nombres aun en mi cabeza brotan. Mi arte no es el atar o someter criaturas, puede que eventualmente alguna de ellas acuda a mi ayuda. Pero mi secreto es la llamada, cartas, dioses y viejas almas acuden a mi buscando en mi interior una llama, la incandescente luz de la encarnadora y convocadora de arcanos, el poder de la dama que atrae todo aun oculto en mis sueños"

Cada palabra que pronunciaba desaparecia despues de terminarla, para mi no tenia ningun sentido lo que acaba de decir mientras los hilos se difuminaban como si ya hubieran cumplido su funcion... Pero otra cosa aparecio entonces, algo ruidoso, los engranajes... La marca de la hora... Mire mis manos para ver que no habia nada... Faltaba algo... Aquel reloj.

Soram comenzó a recordar, cuando las palabras surgieron de el eran extrañas, como si vinieran de otro lugar u otra persona. Una voz más tenebrosa, mas antigua, cargada de edad.

- Tengo una visión…

De repente entre ambos se forma una bruma en la cual, se veía la figura de un espadachín, cuerpo bien formado, atlético y bien adaptado a los rigores de un aventurero. Portaba en sus manos una espada, la cual iba a ser colocada en un armero, junto a otras muchas de similares características. Todas ellas de gran poder, preciosas formas y bien usadas.

La portaba con mucho respeto, pero antes de culminar en dejarla en su lugar, el joven describió unos movimientos con la misma haciendo que en torno a estos se forjaran diferentes formas, grifos y sanciones de poder. El poder partía de el pero las espadas eran su forma de demostrarlo.

Tras oir las palabras de la sabia mujer, intenté rememorar las artes marciales en las que había sido instruido.

Haciendo memoria esbocé de nuevo aquella visión en el bosque, con aquel muñeco de entrenamiento. A mi lado se encontraba mi abuelo, maestro en una decena de artes marciales milenarias. él me instruía con sabiduría en un conjunto de artes que juntas hacían una combinación perfecta de defensa, potencia de ataque, movilidad y precisión.

Recordé con total certeza cuales eran mis técnicas de lucha, así que me dispuse a contarselas a la desconocida que me guiaba: Pues...

Tras mi respuesta esperaba que al igual que antes, la estatua reaccionase, pero en vez de eso, lo único que sucedió es que la guía, volvió a hablar, pidiéndome que concretase más sobre mi elección… y por lo que parecía, no podría avanzar más en el sendero hasta que lo hiciese, y esta vez, la respuesta era algo bastante más complicado que una elección.

He de decirle, dentro de la categoría que he elegido, que uso, como lucho y en definitiva, como me defino dentro de ella- me dije, mientras meditaba la respuesta y conforme lo hacía, por mi mente empezaron a pasar imágenes de lucha, una detrás de otra, todas en diferentes situaciones, y aunque al instante después de visualizarlas, olvidaba dichas escenas, cada una dejaba en mi mente un estilo, un movimiento, una reacción, un pensamiento, sensación y conforme más y más pasaban, más claro me quedaba como luchaba, como quería luchar.

Yo no lucho, yo danzo, pues cada movimiento que hago enlaza con el resto, todos partes de una danza que fluye y se adapta como el agua, permitiendo enfrentarme a mis oponentes- le dije a la guía, aunque sin saber muy bien porque había escogido esas palabras -Y para danzar, no uso armas, objetos creados para herir a otros, uso mi cuerpo en esta forma o en la otra. Artes marciales, lo llaman algunos, para mi es una danza que siempre va cambiando, evolucionando, mejorando. Me enfrentare a mis oponentes armados sin escapar de sus golpes, parándolos para luego despojarles de sus armas y poder derribarles, de forma que abandonen el combate. Y si he de golpear, lo hare con la intención de derrotar con un solo golpe de ser posible, aprovechando los puntos débiles del rival, sin depender exclusivamente de mi fuerza, sino que con cada puñetazo o patada, buscaré el equilibrio adecuado para potenciar al máximo el golpe- continué diciéndole y aunque sabía que mis palabras no llegaban a definir todos los matices, de alguna forma, sabía que esos matices le llegaban, por lo que tras una breve pausa continué hablando -Pero a la vez que cultivo y entreno mi cuerpo, también hago lo mismo con mi espíritu, puesto que solo cultivando ambos se alcanza el equilibrio, o al menos esa es mi forma de ver la vida. Por ello, cada golpe que hago lleva no solo mi fuerza física, sino también mi energía interna, la fuerza de mi espíritu. Y no es algo que simplemente use para dañar a otros, no, puesto que esta energía también es mi armadura, me permite moverme por lugares por los que normalmente no podría pasar, llegar a donde de otra forma no podría, y camuflar mi presencia hasta que sea el momento de actuar- conforme le decía todo, me iba quedando extrañamente cansado, como si más que hablar, le hubiese mostrado las cosas que decía. Por ello una vez acabé, me quede cansado, pero también satisfecho, a la par que expectante, esperando a ver cuál sería el siguiente paso.

Tras las últimas palabras de la mujer, una infinidad de imágenes me acudieron a la mente. ¿Pero qué significaban?

Me veía con mis padres hablando, riendo. Antes de que me dijeran algo yo ya sabía lo que habían pensado, haciendo lo que querían sin que me lo tuvieran que pedir. También recordé el momento en que mi cabeza explotó por el dolor e hice que mis padres se vieran lanzados por algún tipo de poder.

¿Eso lo había hecho yo? ¿No eran sólo puras coincidencias? ¿Sería, entonces, que tenía un potencial psíquico?

Sabía, por otra parte, que jamás había usado un arma. Algo en mí me decía que no necesitaba usarla. ¿Para qué? Mi mente era una gran defensora.

Recuerdo... Recuerdo que mis manos siempre iban desnudas. Nunca usé un arma, pues no lo consideraba necesario. También se que podía leer la mente a la gente, aunque de una manera superficial. También podía golpear con la mente, una especie de empujón mental