Partida Rol por web

Faliar se aleja, dejando a Quint solo ante la tumba

- En el diario, el Padre Scott ha dejado claro que no queda gran cosa en la zona del supuesto naufragio, así que creo que lo mejor será ir hacia la catedral

Xerine comenzó a retorcer su cabellera, para secarla, mientras se giraba, advirtiendo la presencia de Aaron, que estaba dado la vuelta. Durante unos segundos, se mantuvo en silencio. Luego suspiró

Vale, creo que ya no tiene más sentido continuar con la mentira

Comenzó a andar hacia sus ropas, y, mientras se iba vistiendo, continuó hablando

Verás, no he sido del todo sincera contigo. Podría seguir haciéndote creer que me buscan por esas razones, pero si llegamos a encontrarnos con Emil y los suyos, probablemente revelen lo que estoy intentando ocultarte. Y prefiero que te replantees ciertas cosas ahora antes de dudar en medio de un combate contra ellos, o mientras forzamos una huida improvisada

Hizo una pausa, y, terminando de vestirse, se acercó al probablemente sorprendido Aaron y se posicionó frente a él, seria aunque decidida. No parecía muy cómoda revelando todo eso, y, sin embargo, tampoco se mostraba insegura. Más bien al contrario

He intentado matar al Marqués

Dejó que sus palabras calaran en el chico antes de explicarse. Prefería que le prestara toda la atención posible cuando lo hiciera, para evitar volver a tocar el tema

En ese momento... justo cuando Xerine iba a empezar a relatar su historia, empezaron a escuchar unos pasos que llegaban del exterior, y unas voces, algunas femeninas, otras masculinas.

Esperaron a que Quint terminara de rezar, antes de comenzar la caminata. Evitaron el pueblo en la medida de lo possible como medida de seguridad y para no despertar sospechas, la gente podría hablar de lo que estaba pasando y la verdad es que les venía mejor que no supieran dónde estaban yendo. Al fin y al cabo, si Émil aparecía por allí sería mejor que nadie supiera a dónde estaban yendo.

Catherine lideraba la marcha, con Nahia a su lado mientras iban cantando canciones para amenizar el camino. Quint y Faliar iban detrás, caminando con cuidado siguiendo los pasos de las chicas. Entraron en el bosque y se internaron caminando poco a poco.
 

Tras un par de horas caminando detrás de una cortina de árboles apareció un claro...

Una catedral gótica se erigía en el centro del claro, y tras ella un desfiladero llevaba bajaba el nivel del suelo, hasta casi el del mar, pues la costa se veía desde el borde, puede que a unos cuatro o cinco kilómetros.

El edificio religioso estaba esculpido en el más negro mármol, y, aunque parecía ruinosa y destruida, conservaba gran parte del esplendor de tiempos pasados. El camino hasta ella estaba plagado de destrozos, piedras caídas, esculturas derrumbadas, y jardines destrozados, pero la catedral seguía en pie, majestuosa, en medio de todo ese desastre.

Quint cerró los ojos y se olvidó de las voces que sonaban a sus espaldas, buscando esa sensación de paz interior que le producía la meditación y la exploración de su "vacío" interno.

Lo siento Scott. No llegué a tiempo, y aunque no sé qué pasó ni qué fuerzas me trajeron hasta aquí, no puedo quitarme de la cabeza que, de haber llegado antes, podría haber puesto fín a esto sin necesidad de derramar tu sangre. No me quito la idea de que tal vez podríamos habernos... llevado bien.

Gracias por lo que hiciste en el pueblo, lo que nos hiciste a Faliar y a mí. Nos salvaste. Ahora te devuelvo el favor. Vete. Abandona este mundo que te fue arrebatado por ese monstruo y busca la paz. Yo protegeré al pueblo ahora. Yo acabaré con Calvancanti.

Y, aunque no le agrade mi presencia, protegeré a Catherine de lo que sea que nos aguarda. Descanse, Padre. Se lo ha ganado.

Y tras despedirse de Scott y darle las gracias una vez más por haberle salvado, el chico liberó la oscuridad que había en su interior. Primero lentamente, y después la dejó fluir a raudales, con toda su intensidad. Mientras se ponía en pié, la magia se marchitaba a su alrededor y el frío se apoderaba del lugar. Dió un par de pasos hasta la lápida del padre y se concentró en su mano derecha. De pronto, todo la energía, o más bien la falta de ella, que salía de su cuerpo se enfocó en la palma de esta, oscureciendo el aire alrededor de la mano como si la más oscura noche la envolviera.

-La vida y la muerte no son dos estados diferentes. El poder y la debilidad tampoco. Todo puede juntarse cuando todo desaparece. En ese instante, en el que ni el cuerpo es cuerpo ni el alma es alma, la sustancia definitiva aparece: El vacío. La nada. La muerte. -Susurró Quint mientras su dedo índice se deslizaba sobre la parte inferior de la lápida trazando dos suaves líneas rectas que quedaron marcadas por escarcha, tras la cual la piedra había tomado un ligero tono más oscuro.

Después se levantó léntamente, respiró hondo, y estuvo listo para unirse a sus "compañeros".

Vamos a saldar una deuda. Espérame Émil, no me he olvidado de tí. Pero será tu señor el primero en caer.

Una estilizada cruz negra adornaba ahora la lápida de Scott, casi invisible para quien no se fijara detenidamente, y fácilmente confundible con una mancha de la roca en la que fue tallada. Sin embargo, siempre estaría allí. Esa marca protegería los restos del padre para siempre.

Quint se acercó lentamente a la catedral y palpó la pared negra sin salir de su asombro.

-Dios mío... No me extraña que la Inquisición viniera a investigar esto. ¿Quién en su sano juicio levantaría semejante templo en una isla tan pequeña, en mitad del bosque y además usando piedras de color negro?

Sin dejar de asombrarse por la enorme construcción, el chico se acercó a la puerta y esperó a sus compañeros. Cuando llegaron hasta él, se dirigió a las chicas.

-Puede que no sepáis nada de lo que hizo la Inquisición aquí, pero os agradecería que me contaráis cualquier historia o rumor acerca de este sitio antes de entrar. Incluso si son historias para asustar a los niños para evitar que se acercaran por aquí, o cosas que creáis que no tienen sentido o son complétamente fantásticas.

-No... no sé nada sobre esta iglesia. Símplemente sé su lugar. Nunca me ha dado por venir, y su ubicación la conozco porque... bueno... ¿vivo en esta isla no? Supongo que alguna vez me contarían que habría una catedral antigua aquí. Sólo sabía que había venido la inquisición, pero eso fue hace mucho tiempo, y no sé qué pasó.

Como mucho, decir que la gente del pueblo no se acerca aquí, llámalo superstición o que está muy lejos. 

Nahia asintió también ante las palabras de Catherine, y aguardaron pacientes a que o Faliar o Quint tomaran la delantera. No querían pasar ellas primero.

La catedral es extrañamente bella, atrayente. Hay algo en tu alma que te dice que entres, que encontrarás paz en su interior, que está esperándote. 

Es como si estuvieras...

en casa.

Esto es... extraño. ¿Será alguna especie de truco? ¿O.. tal vez...?

Lentamente, entre dubitativo y cauteloso, Quint se acercó a la puerta y apolló sus manos en ella. Con delicadeza, por si la puerta estaba podrida, empujo las hojas y abrió.

-Vamos, Faliar. Veamos qué misterio oculta este lugar.

Hay algo en el interior de la catedral que aterra. Que te repele. Una oscuridad en su interior que asusta. Es algo parecido a la sensación que despide Quint, pero muy incrementado.

Es como si en su interior se encontrara una oscuridad insaciable.

Hay algo en el interior de la catedral que aterra. Que te repele. Una oscuridad en su interior que asusta. Es algo parecido a la sensación que despide Quint, pero muy incrementado.

Es como si en su interior se encontrara una oscuridad insaciable.

Faliar no puede reprimir un escalofrío ante la impresión que recibe del siniestro edificio

- Cuidado. Hay algo ahí dentro, y no me gusta un pelo

Si no fuera porque ella misma se había metido en esto..habría dado media vuelta y se habría ido.No le gustaba en absoluto aquella catedral pero ahora era tarde, además no era una cobarde. Ella no era así, siempre intentaba seguir hacía delante, auto-convenciéndose de poder dar el siguiente paso:

Después de la tormenta, sale el sol..

- La verdad que no es muy acogedora, pero es aqui donde os mandó el diario ¿No? Lo que no se es para qué, ahora sólo son ruinas.

Espero que la sensación..sólo sea eso...una sensación. 

Con cuidado Quint abrió la puerta, que se movía extrañamente bien para lo antiguo de su construcción. Lo que vieron al entrar les dejó maravillados.

La iglesia parecía tener planta de cruz latina, y el grupo acababa de entrar en el habitáculo central. Una enorme sala de unos cien metros de longutud por cuarenta de ancho. La habitación tenía un inusual esilo arquitectónico y estaba repleta de cristaleras, lo que en su conjunto le daba al lugar una apariencia tenebrosa y escalofriante. Todo estaba muy sucio y abandonado, como si hubieran pasado años desde la última vez que alguien entró allí.

En el centro de la estancia hay una grandiosa columna con tres extraños paneles metálicos. Cada uno de ellos tiene una extraña combinación de seguridad con ocho dígitos, donde se pueden poner letras, números o espacios en blanco gracias a una rueda giratoria interna.

Un par de puertas se abren en la habitación, una en el lado izquierdo, casi al comienzo del ábside, y otra al lado derecho a unos 20 metros más cerca de la puerta de entrada que la otra.

Xerine y Aaron, escucharon como la puerta de entrada chirriaba. Alguien estaba accediendo a la catedral, y ellos no habían terminado de poner a punto su sistema de salida de emergencia. Xerine se había ocultado ya, más rápida que un relámpago, en cuanto escucharon las voces Aaron había tardado un poco más de tiempo hasta que reaccionó y se ocultó tras la puerta. Ambos se encontraban ocultos en el claustro cerca de la puerta de acceso al ala central, y las voces venían inequívocamente de la entrada principal.

- Bueno, vamos a echarle un vistazo al diario del padre. Supongo que esa columna con ruedas giratorias es a lo que se refería

Faliar saca el diario de Scott y revisa las entradas

- Según pone, tiene que haber un panel central con letras y números. Imagino que será algún tipo de código alfanumérico

-Sin duda. -Contestó Quint.- Pero el diario también menciona algo acerca de un panel que puede ser la clave, y desde aquí no veo nada parecido. Voy a echar un ojo más de cerca.

Con paso rápido y olvidando sus habituales desconfianzas el muchacho se acercó hacia las columnas sin mirar a su alrededor. De alguna forma ese extraño lugar le estaba afectando. Se sentía... ¿Seguro?

Como una sombra, Xerine se mantenía oculta, cubierta tras las frías paredes de la catedral. Aquello se ponía feo

Hizo una señal a Aaron para que se fuera a esconder mejor, mientras intentaba identificarles

Una vez ya dentro las voces se identificaron claramente. Una voz masculina, grave sonó primero:

- Bueno, vamos a echarle un vistazo al diario del padre. Supongo que esa columna con ruedas giratorias es a lo que se refería.

- Según pone, tiene que haber un panel central con letras y números. Imagino que será algún tipo de código alfanumérico

Y después otra masculina:

-Sin duda. Pero el diario también menciona algo acerca de un panel que puede ser la clave, y desde aquí no veo nada parecido. Voy a echar un ojo más de cerca.

No había lugar a dudas, eran Faliar y Quint.

Allí no había nada más especial. Ningún panel con números y letras ni nada parecido. Solo estaban los tres paneles con ocho ruedecillas cada uno, marcadas en blanco.