Partida Rol por web

-Ya he contestado a dos de esas preguntas. Por lo que según tu juego, debería tener ya el flauros. Te lo resumo.

¿Qué soy? Un sueño.

¿Qué es la vigilia? El mundo de los sueños.

¿Queda claro? Mirad, si no vais a darme el artefacto, largaos de aquí. No quiero perder más tiempo con vosotros.-Miró a Quint de forma significativa.- pero no penséis que os olvidaré. Lo que podría haber sido que os debiera un favor, se puede convertir en que os busque a través de los sueños. No quiero asustaron, no estoy en posición de hacerlo. No me queda poder, esa cosa me lo quitó. Pero tened presente una cosa...

Fijó sus ojos en Quint.

Si no me liberáis, iré a por tí.

Seline se estaba enfadando. La situación se estaba volviendo lo suficientemente grave como para sacar a Faliar de su ensimismamiento

- Quint, tiene razón; ya te ha respondido. Dadle el Flauros de una vez; acabemos bien esto, ¿vale?

Quint soltó un bufido de rabia.

-¡¿Eso es una respuesta?! ¡Aaaaaaaarg!

Le dió la espalda a la criatura y se acercó a sus compañeros.

-¡Intentad vosotros que diga algo más claro o dadle esa cosa de una vez, yo desisto!

Y más vale que conteste algo más a las próximas preguntas, o puede que sea yo la que la cace a ella...

Seline sonrió, divertida.

-¿Ya te rindes? Pensaba que aguantarías más con tu pose de gallito.

Nahia salió disparada hacia el Flauros. Al llegar enfrente de la música le miró a los ojos mientras se lo arrebataba lentamente de entre sus manos, era una mirada de permiso más que de otra cosa. Y andando lentamente se encaminó hacia Seline y se lo ofreció.

-Por favor, no pienses mal, todos estamos cansados y algunos no tenemos mucha idea de porque hemos tenido que luchar o contra qué exactamente. Y eso es algo, que después de haberte jugado tu pellejo por ello, te gustaría saber con más detalle.

La pequeña sonrió inocentemente, intentaba llegar a ella con su lado infantail, un lado que según el instante, parecían compartir.

Esperaba que contestase de forma rápida a Quint, la paciencia y los modales se le acababan, necesitaba urgentemente desvelar su duda.

Seline cogió el Flauros alargando su mano con una sonrisa críptica en la cara. Símplemente con sus dedos, apretando en los lugares indicados, el pequeño juguete se disolvió cayendo al suelo como mera arena. De pronto, el lugar en el que estaban comenzó a verse azotado por una repentina corriente de viento. Los cuerpos retrocedieron varios centímetros hasta que pudieron anclar con firmeza sus pies en el suelo.

Frente a ellos, un espectáculo grandioso. Los ojos de Seline brillaban en el rojo más puro mientras su cuerpo absorbía toda la energía desatada, el vórtice de toda la corriente de aire, que no era otra cosa que todo el poder contenido en el artefacto era la propia Seline que estaba absorbiendo toda la oscuridad de la isla. La sonrisa de la niña creció hasta convertirse casi en una carcajada. Una carcajada que sonó por todo el lugar, retumbando en los tímpanos de los simples humanos que estaban en esa habitación.

Seline crecía, aumentaba de tamaño delante de ellos sin que pudieran hacer nada. Su cuerpo podría ser ya el de una joven de unos 21 años, pero totalmente oscuro, era como una sombra erguida y mirándoles, mirándoles con unos ojos rojos como dos rubíes brillantes.

Sonrió, sonrió de una manera tan inescrutable que nadie en la tierra habría sabido cuales eran las intenciones de ese ser, nadie en todo el mundo...

Tras eso, el silencio invadió la habitación. Y, en un pestañeo

desapareció.

Nahia se quedó paralizada un segundo, no podía creerselo. 

-¡No! ¡No! ¡nos prometiste repuestas, necesito repuestas!!! ¡Necesito saber que ha sido de mi padre después de vencer a Cavalcanti! ¡Regresa! ¡Ingrata!

La cara de la pequeña era todo un poema, ira, rabia, frustación. Le habían engañado, había liberado a un ¿demonio?

Las lagrimas venian a ella, pero no las iba a dejar salir, estaba cansada de tanto llanto. Estaba aprendiendo como es realmente la gente por las malas.

Las palabras de Nahia rebotaron contra la desnuda pared, y volvieron en forma de eco. 

Luego...

silencio.

Vámonos de aquí. ¡Ya!

Xerine se giró, y salió de la habitación, sacando sus dos dagas. Puede que ya estuviera todo perdido, pero si se quedaban allí las posibilidades de salvarse se reducían a cero. Habían liberado algo, algo que no podían controlar. Fuera lo que fuera, en aquellos momentos sólo imperaba un objetivo: Escapar

Aaron se tapó los ojos para evitar que le entrase polvo cuando la corriente de aire se desató. Para su sorpresa, cuando se quitó el brazo de la cara, Seline había desaparecido.

¿Qué significaba aquello? ¿Habían sido engañados?

Estaba demasiado cansado y confundido como para planteárselo siquiera. No sabía que la mujer les había engañado o si simplemente no pensaba que la reacción pudiera ser aquella.

Con un suspiro de resignación se sentó en el suelo y se masajeó las sienes. No sabía que hacer. Después, Xerine ordenó que salieran de allí. No le parecía mal, pero estaba tan cansado...

Con toda la rapidez con la que su dolorido cuerpo le permitía actuar se levantó y salió de la habitación junto a la música.

Faliar suspiró de nuevo. No estaba de ánimos ni para enfadarse. 

- Eso es todo. Mejor vámonos; esta catedral me pone nervioso.

El grupo entero bajó corriendo las escaleras, tanían que salir de allí, tenían que correr. No sabían qué es lo que habían liberado, ni querían pararse a averiguarlo. Las escaleras bajaron al tiempo que accionaron el mecanismo en la parte superior, y salieron a gran velocidad. No tuvieron casi cuidado en bajar el caracol sin barandilla, la urgencia de salir de allí les empujaba hacia el exterior. 

Pero al llegar al suelo, se detuvieron. Albert, el mayordomo estaba en medio de la catedral, con la boca abierta.

Xerine no pudo articular palabra. Aquello escapaba a su comprensión. Nunca había creído en los ángeles

Guardó sus dagas, y se limitó a observar la escena, maravillada

- Ah...eh.....ah....

Faliar tartamudeaba; quería decir algo, pero no le salían las palabras. Al final acertó a decir algo.

- ¿Esto es... real?

La dama hizo una reverencia a sus salvadores, mientras seguía riendo.

-Perdonad la broma, pero me moría por hacerla. Comprended que he estado más de 10 años ahí arriba, sin hablar con nadie. Necesitaba un rato de diversión. 

La voz de Seline era distinta, no demasiado, seguía siendo reconocible pero sonaba visíblemente más madura y modulada. Aunque, seguía teniendo cierto tono de niña pequeña que le daba inocencia, incluso con ese aspecto.

-Permitidme que me presente como es debido.-Se atusó el pelo y el colocó su vestido.- Mi nombre es Seline Luna, Señora de las Pesadillas. No os asustéis, no es más que un título. Mi reino está en la Vigilia, un lugar paralelo a este, donde vuestro subconsciente onírico viaja cuando os dormís. Para vosotros, en ese estado es fácil salir de allí, pero no para nosotros. Mi título, solo determina que soy la reina de una gran zona en ese lugar, aunque ahora, ese reino ha caído en desgracia. Es mi labor volver a edificar.

¿Contesta eso a tu pregunta? ¿Joven aventurero? Respecto a por qué estaba aquí, bueno, tras la guerra con mis poderes consumidos me capturaron, y encerraron, junto a ese ser, Galael. El barco encalló y él se liberó primero. Usando los poderes del artefacto, me encerró aquí.

¿Qué más queréis saber? Estoy en deuda con vosotros.

Si no tienes pensado devorar nuestras almas Comenzó Xerine, algo más aliviada Creo que mi única pregunta es: ¿Cómo podemos salir de esta isla? No es que no me haya "divertido" aquí, pero tampoco me apetece quedarme a vivir para siempre... Y si el barco del Marqués era un engaño, entonces deduzco que ningún barco ha pasado por aquí en muchos años...

Seline sonrió ante la primera frase de Xerine.

-No, no voy a devorar vuestras almas, no creo que supieran bien.-Echó una mirada furtiva- era broma.

Yo misma me encargaré de traer un barco hasta aquí, un barco que os llevará a tierra firme, supongo que cerca de Chaville, donde, si mal no imagino, empezó todo. No os preocupéis, habéis hecho mucho más de lo que cualquier hombre podría haber hecho.

Paró un momento.

-De hecho, para mis ojos, todos los que aquí estáis. Menos tú, lo siento- dijo mirando al mayordomo que era la viva imagen de la sorpresa, admiración e incredulidad-Tenéis una fuerte aura espiritual. Estáis destinados a hacer grandes cosas. No sé cuales, podría ser desde gobernar un país, hasta ser el mejor asesino de todos los tiempos. Sois relevantes, muy relevantes para este mundo. Hacía mucho tiempo que no veía a personas con ese potencial.

Prueba de ello, es que pudisteis cruzar la barrera de Cavalcanti. Ni siquiera Raptor pudo hacerlo.

Gracias por lo del barco Dijo Xerine, y no añadió nada más. Estaba claro que Seline deliraba: Ella no era nadie importante, ni tampoco se consideraba una elegida. Los elegidos eran herederos de reyes y nobles, héroes de alta cuna o individuos bendecidos por los Dioses, fueran los que fueran. Y si había algún Dios que la había bendecido, desde luego tenía formas muy extrañas y retorcidas de mostrar sus preferencias

Sus ojos parecieron penetrar hasta el alma de Xerine.

-Créeme. No deliro.

Xerine se estremeció al sentir que un escalofrío le recorría toda la espalda

No hagas eso otra vez

Se sentía desnuda