Partida Rol por web

Catherine tembló. Apartando el Flauros de su lado. Cerró los ojos. Las palabras de Faliar la habían tranquilizado. Estaba viendo como estaba perdiendo el control de sí misma, sólo por llevar el artefacto ese.

Extendió la mano con el cubo boca abajo... los dedos apretaban con fuerza el objeto, parecía que no quería soltarlo, quería tenerlo en la mano... siempre.

-De acuerdo.

Soltó el cubo, que cayó al suelo, adoptando una forma amorfa. No se había roto, pero se había desactivado la forma Chronos.

Catherine se abrazó al cuerpo de Faliar, casi llorando. Apretó con fuerza su cabeza contra los músculos del pecho del mago, húmedos por el sudor y la lluvia. El agua de la lluvia resbalaba por su cara, al igual que las lágrimas.

-Yo... lo siento.

Faliar abrazó a Catherine y dejó que se desahogase

- No pasa nada; muy bien hecho.

Sin soltar a la joven, miró a Quint, y le hizo un gesto para que cogiera el artefacto. El chico rubio era de los más rápidos del grupo, y también testarudo como él solo. Si había que echar a correr para entregarle el cubo a Seline, era el más indicado.

Quint se acercó y recogió con cuidado el Flauros del suelo.

-Yo me encargaré de custodiarlo entonces. Veamos si puedo devolverlo a la forma de cubo...

Y seguídamente a esas palabras el chico comenzó a girar los engranages buscando la forma de cambiar la forma del artefacto.

El cubo volvió a la forma de cubo tras unos intentos fallidos de Quint. De nuevo, estaba operativo.

O... eso parecía.

Xerine observó la catedral en silencio. Luego se giró hacia Quint

Te cubriremos si hay alguien ahí dentro. No te hagas el héroe si alguno de nosotros muere... ¿De acuerdo?

Lo dijo con seriedad, y sin ningún tipo de tacto alguno. Si ahí dentro había algo más poderoso que Galael, su única opción era actuar de forma correcta y sincronizada. Si querían conseguirlo, tendrían que dejar a un lado los sentimientos

Faliar se separó de Catherine y le secó las lágrimas con la mano; sonrió

- Venga, solo un último esfuerzo, y esto habrá terminado

Luego se giró hacia los demás

- Vamos allá. No hemos llegado hasta aquí para echarnos atrás ahora, ¿no?

De nuevo la luz plateada iluminó sus ojos y los de los demás. El último desafío antes de poder ver de nuevo la luz del sol

Si alguno de nosotros muere...

Aaron no hizo comentario alguno sobre la frase, pero apretó los labios hasta convertirlos en una fina línea.

-Vamos, pues.

Volvió a lanzar una mirada hacia la zona iluminada de la catedral. ¿Y si Seline les había engañado? ¿Y si todo aquello no fuera más que una gran mentira para hacerse con el Flauros?

Pero parecía tan pequeña y tan inocente…aunque bien sabía que las cosas no eran lo que parecían, no señor.
Sacudió la cabeza. Era hora de actuar.

Por fin la gente se dejaba de conversaciones y se centraba en lo que debía. Durante toda aquella cháchara, las ganas de acabar ya con todo aquello y poder descubrir si aquella niña podría ayudarle a saber sobre el destino que tras la muerte de Cavalcanti podría haber tenido su padre habían ido aumentando. 

El comportamiento de Cath le había empezado a preocupar, pero por lo que parecía ya tenía quien se ocupase de ella...

Parecía que la cosa iba evolucionando favorablemente para Cath, sin embargo para ella... lo veía bastante más complicado.

Dejó esos pensamientos para otro momento. Ahora en su mente sólo salía la idea de terminar y poder preguntar finalmente aquella duda que le empezaba a corroer el alma. ¿Si Cavalcanti moría... que era luego de sus oscuros?

Cuando vio que la cosa se ponía en marcha, se unió a ellos. 

- Si, ya ha habido mucha conversación para la "prisa" que teníamos por salvar a Seline.

Decididos, sus corazones empezaron a latir como uno solo. Sus mentes, a pensar como una sola. Caminaron atravesando las ruinas que rodeaban la majestuosa catedral con las armas en la mano, y todos los sentidos alerta para reaccionar ante el menor signo de movimiento. Eran una máquina engrasada, un solo ser. 

Faliar era las piernas, la parte del cuerpo que soporta el peso de todos, que se sacrifica para que los demás puedan hacer su trabajo con facilidad. Sin unas piernas fuertes, un cuerpo no puede funcionar, no puede sostenerse, y cae por su propio peso. Y... de vez en cuando, sueltan una patada que es mucho más fuerte que cualquier manotazo.

Quint y Xerine, eran las manos. Quint la derecha, y Xerine la izquierda. Y por suerte, el ser era ambidiestro. Quint era mucho más directo, afrontaba los problemas perpendicularmente, sin andarse con rodeos, era la mano derecha del equipo. Xerine, en cambio, era mucho más indirecta. Su escena con Émil había dado prueba de ello, había toda una red tejida por las tribulaciones de la música, era la mano izquierda. Y, en combate, los dos brazos, gracias a la sujeción que le ofrecían las piernas, eran totalmente letales.

Catherine y Nahia eran el corazón. Los sentimientos que guiaban al grupo. Catherine es la que dolía la muerte del padre Scott, y a la que fue encomendada la misión de vengarlo, y Nahia, su mejor amiga tuvo la revelación de su vida. En un único día, su madre se suicidó, y descubrió los secretos de la isla, y de su señor. Una ira nacía en su corazón, al tiempo que quería salvar a sus... vecinos, tal y como Catherine quería. Además, su poder en combate no venía ni de técnica ni de resistencia, sino del alma. El corazón era su órgano.

¿Y el cerebro? El cerebro era la unión de todos. Todos aportaban su granito de arena para hacer de las decisiones las más acertadas y si se confundían, se confundían todos, pues tenían que trabajar como uno solo.

¿Y Aaron? Él era la inocencia de ese ser. La parte irracional que a veces le obligaba a cometer locuras, o le hacía tener que salir corriendo del lugar, por una tontería. También había actuado como los sentidos del ente, explorando el lugar cuando no podía ayudar a sus compañeros en combate. El chico era el que menos ubicado estaba en una función.

Y allí estaban, a punto de salvar la isla, salvarse a ellos mismos... o de caer en el intento.

LLegaron al umbral de entrada, y una risa estridente sonó en su interior. Las hojas de la puerta giraron lentamente cuando Faliar empujó, y las bisagras chillaron de dolor...

Xerine frunció el ceño, mientras colocaba las dagas frente a ella

Tú...

Esa misma criatura que había estrellado la Dama. El mismo que les había humillado. Él principal causante de todo lo ocurrido, el ser que había supuesto el inicio de la pesadilla. Con él había comenzado todo...

Y con él acababa

Quint Murmuró, poniéndose a su lado Corre hacia Seline. Te cubrimos

Raptor respiró pesadamente, observando a los que estaban ante él. Justo después, estalló en carcajadas. 

Sus risas penetraron hasta los tímpanos de la comitiva. Sonaban desde más allá del tiempo, era la voz de la misma muerte.

-¿Mira quién tenemos aquí? Dijo con sorna.

Pero si son mis amigos del aparato extraño. Bueno, al menos me habéis traído el juguetito. Os prometo, que si me lo entregáis sin resistencia, tendréis una muerte rápida. Si no... pues bueno, me divertiré con vuestros cuerpos.

Nahia no entendía mucho de aquella situación ¿Lo conocían de antes? Bueno eso ya no importaba mucho. Estaba cansada y quería que aquello acabase cuanto antes. Agarró fuertemente su flauta preparándose para una ultima batalla. O eso esperaba.

- Estoy lista...

Susurró casi para si misma.

Nahia, Catherine Siguió murmurando Aseguraos de que los nombres estén bien escritos para que bajen las escaleras. Faliar Miró al guerrero, y esbozó una sonrisa irónica Tú y yo tenemos la parte más divertida

Creo que no estoy escuchando lo que quiero oír, caballeros.

Raptor sonrió, enseñando una gran multitud de dientes afilados. Realmente, tenía el aspecto de una bestia.

-Dadme... el... Flauros.

Aaron abrió la boca, abrumado ante aquel despliegue de medios. No conocía a aquel tipo, jamás le había visto, pero parecía que el resto del grupo si. Por lo visto todo aquello había sucedido mientras él se encontraba inconsciente dentro de la dama. No conocía ni sus capacidades ni su fuerza, pero parecía mucho peor que aquello a lo que llamaban Galael.

Se acercó a Nahia sin dejar de mirar a aquel hombre.

-Necesito magia-Susurró-yo estoy agotado y sólo así podré ser de ayuda.

De reojo miró a la muchacha, esperando su respuesta, aunque con la tensión de un ratón que se sabe amenazado por un gran gato. Él no era nada, podría ser aplastado con facilidad y lo sabía. Necesitaba jugar bien sus cartas y ahora tenía en su poder algo que podría ayudarle, aunque fuera de una manera muy incierta.

Ningún miedo. Raptor no despertaba ningún miedo en los corazones del grupo, todos los que habían luchado contra Galael habían resistido el impacto que Raptor causaba en los corazones de la gente. Ese miedo sobrenatural no era para ellos. Sobre todo, Faliar y Quint, quienes no estaban en absoluto impresionados por el demonio. El conjuro del mago guerrero también ayudó, haciendo que los ánimos crecieran sin control.

Sí, sería poderoso, pero no iba a causar ningún miedo...

Bueno... alguien sí que empezó a temblar. Y a tiritar, y a sentirse incómodo. El mejor lugar del mundo en ese momento era el complementario de la iglesia. O... al menos, donde ese ser no estuviera. Me estoy refiriendo a Aaron, quien sintió como su corazón se daba la vuelta al ver a la criatura.

Miedo, terror, el sentimiento que describen estas palabras era poco comparado con lo que sentía.

Faliar miró a Raptor. Recordó lo que le había hecho a D; le cortó un brazo con insultante facilidad. Y en el zepelín solo estaba "jugando". No iban a poder derrotarlo... a menos que consiguiesen liberar a Seline.

- Debí haberlo imaginado. Tú nos elegiste para que subiesemos al zepelín, ¿verdad? Te haríamos el trabajo sucio, y luego vendrías a por el Flauros.

Esperaba que con la cháchara se entretuviera lo suficiente como para que activasen las escaleras

En los ojos de la joven aldeana se leía claramente la duda. Notaba como las fuerzas le abandonaban, lo cierto es que aunque no había recibido ningún golpe el uso de tanta magia le cansaba bastante y quizás fuese cosa de que no estaba acostumbrada a ello pero no sabía si podría aguantar otro combate como el anterior. Pero aunque empezaba a hacerse presente la fatiga sabía que los demás no estarían mucho mejor que ella, había sido un combate duro para todos, no sabía para que quería esa magia pero tratándose de Aaron que se encontraba en un estando tan débil quizás realmente le fuese necesaria.

- Yo... esta bien, te daré un poco, siento si no es mucho, pero si te ofrezco más no se si llegaremos a contarlo ninguno de los dos..si realmente estas muy débil y la necesitas urgentemente puedo volverlo ha hacer, pero sino confía en que el resto te quitará la mayor parte de la carga del combate.

Nahia tomó disimulada y suavemente la mano del chico. Notaba un leve pero continuo cosquilleo en la parte interna de su mano mientras esa esencia abandonaba su cuerpo, parecidos a los escalofrios que las caricias sutiles provocan.