Partida Rol por web

Aaron abrió la boca pero no dejó de acumular magia.

-¡Ya sabéis lo que hay que hacer!-Gritó, evitando mencionar lo que era evidente.

Nahia seguía centrada en su mandato. Siguió corriendo hasta alcanzar por fin la columna central. Miró hacia atrás y observó a Catherine corriendo justo detrás de ella, la pequeña había confiado en que su amiga ayudaría en la lucha contra Raptor. Bueno, las cosas no habían sucedido como creía así que decidió intentar aprovechar su posición. Se encontraba lejos, aquel ser no les habría prestado mucha atención , además se encontraba de espaldas a ella. Colocó la flauta en sus labios y con la mirada puesta en aquel ser demoníaco comenzó a tocar una melodía que le empezaba a resultar conocida. 

En su espalda volvieron a aparecer unas enormes alas de luz, de las cuales surgieron tres bolas negras y verdes directas hacia su objetivo: Raptor.

El cuerpo de Raptor parecía que ardía, y se consumía a causa del poder del artefacto. Su vuelo era irregular, no parecía estar encarado hacia ningún lugar en concreto. Cuando, de pronto, tres esferas verdes y negras llegaron hasta él, dejando un halo mágico a su paso. Venía enviadas por la niña que había salido corriendo.

La primera no logró esquivarla del todo pero no le causó daño alguno. Pero las otras dos le impactaron en el cuerpo, haciéndole dar volteretas en el aire. No había sido un golpe muy doloroso, pero le tenía ocupado defendiéndose de ellas.

Parecía que la oportuna intervención de Nahia había hecho que Raptor perdiera la iniciativa, y ahora era la oportunidad de Quint de hacerse con ella. El chico dió un paso hacia donde se encontraban Faliar y Xerine par acoger impulso y lanzó el Flauros deslizándose por el suelo hacia ellos. Apenas había soltado el artefacto cuando sus manos volaron hacia las dagas qeu colgaban en su cinturón, y siguiendo la inercia del movimiento se apolló contra el banco que había a su lado para "lanzarse" literalmente contra Raptor.

-¡Mi turno engendro! ¡MUERE!

El flauros desapareció de las manos de Quint, y empezó a deslizarse por el suelo en dirección a Faliar y Xerine. En su trayecto, impactó con los restos de una escultura que había acabado su existencia reventada contra el frío suelo. El impuslo que llevaba le permitió saltarla, volando sobre ella, pero no sin recibir un golpe considerable, y sin que su circuitería diera un quejido lastimero, con voz mecánica de su interior. Volvió a caer al suelo. Dio un bote... dos... y se quedó quieto, a los pies de ambos guerreros. Seguía emitiendo un leve zumbido, y un brillo ténue. Al parecer no se había apagado, pero a judgar por lo que se podía sentir, había faltado poco.

Sin embargo, Quint no se preocupaba de eso. Había sacado sus dagas y se disponía a enzarzarse con Raptor en un combate singular. Las dagas se movían, al tiempo que las garras del demonio. No había tiempo para la tregua, saltaban chispas de las paredes con cada nuevo golpe, las dagas chillaban al encontrarse con las afiladas armas de Raptor. Era un baile de fuego y acero.

Pero, en todo ese baile, Raptor no salió lesionado, ni tampoco Quint. La pelea estuvo igualada, aunque, los primeros embites de Quint fueron poco más que basura que el ser esquivó burlándose del chico, la siguiente tanda consiguió arañar las ropas del ente. No le causó daño, pero fue una ofensa que no podría olvidar. Miró con furia a Quint, y recibió un nuevo ataque, que esquivó con habilidad. 

Raptor, a pesar de estar debilitado, seguía siendo un oponente terrible.

La música recogió el artefacto del suelo, y lo manipuló unos instantes para devolverle su integridad. No le gustaba la situación, no sabía qué es lo que hacía con el artefacto que hacía unos segundos había repudiado entre las manos. Pero, dándose la vuelta, empezó a correr hacia la columna.

-Faliar, ¡Cúbreme! y por el amor de dios, ni se te ocurra cometer una estupidez como la de Quint.

Catherine corrió tras Nahia. Seguía tratando de atraer la magia hacia ella, mientras corría, por lo que iba susurrando una pequeña melodía. Ya estaban cerca de la columna. Sólo tendrían que poner los nombres y alguien podría subir el artefacto a la cima de la catedral, dárselo a Seline y conseguir que todo eso parara. 

Seguro que la niña podría terminar con todo eso... seguro...

Aaron gruñó y sin dejar de acumular magia avanzó lentamente hacia Xerine por si podía ser de ayuda de algún modo.

- Descuida -dijo Faliar cuando Xerine pasó a su lado con el Flauros.

Comenzó a moverse hacia donde Xerine había corrido, mientras iba acumulando magia y pronunciando palabras arcanas. Tres esferas verdes empezaron a formarse, girando alrededor de su cabeza. Se giró de golpe y señaló con la mano a Raptor. A una orden suya las esferas salieron volando hacia él. 

Las tres esferas de Faliar impactaron en Raptor con una violencia inusitada. Levantaron su piel y su ropa, desvelando bajo ella los pequeños cuernos de un demonio saliendo de su cuerpo, como si estuviera cambiando, mutando. Quizá símplemente estuviera siendo víctima de los poderes del artefacto, y estuviera sintiendo el dolor. EL dolor en su forma más pura. Un ataque capaz de matarlo.

Raptor, empezó a sentir terror.

Después de ver el efecto que su magia tuvo sobre Raptor, Faliar se colocó en posición completamente defensiva, resguardándose detrás de su escudo, y observando cada movimiento de su enemigo. Seguramente ahora fuese a por Xerine; tenía que mantenerla a salvo hasta que bajasen las escaleras... aunque empezaba a pensar que quizás podrían llegar a matarlo antes.

Xerine siguió corriendo, casi ignorando lo que sucedía detrás de ella. Había escuchado como Faliar desencadenaba su poder y como el demonio gritaba... ¿gritaba?

Sacó su ballesta en un abrir y cerrar de ojos, que guardaba con un virote cargado y liberó la flecha, que salió volando hacia Raptor. Eso sí, nunca dejó de correr hacia la columna, y su postura era más bien defensiva que ofensiva, pues no quería un ataque por parte del ser. Pero, si podía herirle, no quería perder la ocasión.

El virote se acercó al ser, pero no logró impactarle, un giro acrobático evitó el impacto.

Raptor empezó a reir. Ahora... venía lo mejor.

Faliar se levantó aturdido, sacudiéndose las llamas para apagarlas. El golpe había sido tremendo... pero seguía vivo. Su escudo le había salvado.

Viendo que Raptor parecía agotado después de ese ataque, supo lo que había que hacer. Él no estaba en condiciones, pero Nahia seguía intacta

- ¡NAHIA! ¡Rápido, lánzale un hechizo y acaba con él!

Luego buscó a Catherine con la mirada; había visto como ella también salía despedida por la explosión. Suspiró aliviado al ver que no le había ocurrido nada. Volvió a centrarse; tenía que volver junto a Xerine.

Xerine gritó cuando el ataque la lanzó hacia las columnas. Una fría punzada de dolor se asentó entre sus costillas, y cerró los ojos, aterrorizada. Entonces llegó el calor

Estaba ardiendo

Todo se volvía rojo. Dolor, dolor, dolor... De nuevo, el miedo más profundo e irracional hacía mella en ella, impulsándola a retorcerse, a alejarse de allí, a refugiarse bajo el manto de la oscuridad. Pero no, no podía dejar que la dominara. No ahora

Se levantó, y, sin preocuparse por las llamas que cubrían su vestido, corrió hacia las columnas, dejando su mente en blanco. Debía entregarle el Flauros a Seline. Era su última esperanza

-¡¡NOO!!

El grito de Aaron resonó por toda la iglesia, si es que el ruido ambiental lo permitía. El chico estuvo a punto de perder la concentración y malgastar la magia que tenía acumulada, pero haciendo un esfuerzo sobrehumano volvió a concentrarse en la tarea que tenía entre manos.

Observó impotente como todos sus compañeros salían despedidos hacia las diferentes esquinas de la iglesia, quedando únicamente impunes él y Nahia. Incluso Catherine, que era la que parecía más preparada para resistir un ataque de ese calibre, salió despedida. La fuerza de aquel ser era realmente impresionante.

Sintió una punzada de dolor inexplicable cuando vio a Xerine volando por los aires, agarrando el Flauros como si le fuese la vida en ello y con una mueca de dolor dibujada en su rostro. Casi pudo ver a cámara lenta cómo ondeaba su vestido y su pelo al son de una música trágica que sólo se tocaba en su cabeza. Contuvo el aliento un segundo hasta que la vio levantarse con la ropa quemada y llena de polvo, pero viva al fin y al cabo.

Tampoco pudo contener una sonrisa cuando vio que tanto Faliar como Quint y Catherine se levantaban de una pieza. Faliar parecía el más perjudicado de los cuatro y si no hacían algo con su ropa rápido podría empezar a arder, pero ya estaba en ello.

Lanzó una mirada de odio a Raptor. Si hubiese estado a plenas facultades aquel ataque habría tenido repercusiones para él, y muy duras. Si no lo mataban allí él mismo se encargaría de buscarlo y de acabar con su vida.

Nahia empezó a tocar su canción mientras el caos reinaba a su alrededor. Unas alas angelicales surgieron en su espalda y la cubrieron de todo mal que pudiera venir por ella. Detuvieron los restos de las explosiones que se sucedieron a su lado, perdiendo algunas plumas en el proceso. Plumas que inmediatamente volvían a crecer. Nahia se protegía de los ataques del ser infernal, pero a cambio no activaba las contraseñas que permitirían sacar las escaleras.