Partida Rol por web

Quint no se movió ni un paso hacia la posada. Se quedó donde estaba, mirando a Liana.

-Muchas prisas tienes para enterrar a D después de no haberle ayudado a luchar... Pero en algo tienes razón, lo primero es lo primero. Y lo primero es salir del pueblo, al menos Faliar y yo. Si no encontramos un lugar seguro para recuperarnos tendrás que enterrar dos cuerpos más.

Quint se giró hacia Faliar, dándole la espalda a la mujer de la máscara.

-¿Se te ocurre algún sitio a donde podamos ir? La iglesia sigue cerrada, pero estaríamos en mitad del pueblo y no creo que Émil y sus "accidentes" entiendan lo que es atenerse a sagrado. El bosque no me llama demasiado, seríea muy difícil aprovisionarse y no podríamos recuperarnos tan rápido. ¿Recuerdas haber visto alguna casa abandonada a las afueras del pueblo?

También necesitaremos comida y armas, pero lo primero es encontrar un sitio para escondernos y descansar.

Faliar siguió avanzando, camino a la posada

- Si te soy sincero, creo que prefiero el bosque. Permanecer cerca del pueblo solo haría que acabasen delatándonos; esta gente le tiene demasiado miedo a Emil como para atreverse a llevarle la contraria. De quedarnos en el pueblo o cerca de él, tendríamos que conseguir suministros o bien tratando directamente con la gente, lo cual es arriesgado, o robándolo, idea que no me gusta nada. Ah, y deja a Liana en paz; este lío no es el suyo.

Sin más dilación, entró en la posada. Desde la puerta, se dirigió a los otros dos.

- Bueno, ¿que? ¿Me ayuda alguien o lo voy a tener que cargar yo solo?

 -Cierto, Quint, debería haber cogido mi Shamisen y haber cargado contra Émil, seguro que aquello habría cambiado las cosas... dándote dos cuerpos que enterrar. Como escondite, puedo recomendaros la otra punta de la isla, lo más lejos posible del Marqués y de su lacayo... Podemos enterrar a Dieter allí, de forma que esté a salvo de las iras del Marqués.

Quint entró en la posada tras Faliar para ayudarle con el cuerpo de D. Al pasar junto a Liana contestó sin mirarla con una sola frase a su sarcasmo.

-Podías haberlo detenido.

Una vez dentro ayudó a Flaiar a mover a D hasta la planta baja de la posada, pero antes de seguir se detuvo y subió a su habitación a recoger sus cosas y las de D.

-Si vamos a ir entonces al bosque, necesitaremos llevar todas nuestras cosas, víveres e incluso algo para montar un campamento. Ahora mismo no tengo mucho suelto, pero dudo que nadie nos vendiera nada. Si se niegan a ayudarnos tendremos que tomar lo que queramos e irnos. Voy a echar una ojeada a ver qué hay en la despensa de la posada y a preguntar a la dueña si puede darnos unas mantas.

-Si, Podía haberlo detenido colocando mi cuerpo entre el y Aaron para que lo convirtiese en un alfiletero... En fin, os acompañaré para enterrar a Dieter, luego me volveré aquí a ver si averiguo algo sobre Xerine.  

Dicho esto, se encaminó tras Faliar hacia el interior de la posada.

- De acuerdo; Quint, tu vete entonces a preguntarle a la posadera. Liana y yo nos encargamos de D.

Faliar subió las escaleras, dejando a Quint con la posadera.

 El carruaje empezó a avanzar en la noche penetrando de nuevo en el espeso bosque en dirección a la casa del marqués, iba rápido, no se podía negar. Quizá demasiado para una inocente burguesa como aparentaba Xerine. Fuera del carruaje podía escucharse el sonido de los cuervos, aves nocturnas llegando al lugar que estaban dejando atrás. ¿Qué había hecho Émil?

En poco menos de media hora llegaron a la mansión de Guido. No había demasiada luz y la poca iluminación que podían conseguir se debía a pequeños candiles encendidos dentro de la casa. La puerta del carruaje se abrió lentamente, mientras por su puerta se asomaba Émil, con una expresión de nuevo amable y gentil, que contrastaba bastante con sus ropas llenas de sangre.

-¿Me permite su mano, Mi dama?

 Todas las habitaciones en las que miráis permanecen en su estado anterior, no han sustraído nada. En la habitación de Dieter, encontráis una armadura ligera en uno de los arcones, guardada ahí cuando se cambió de ropa para ver al marqués, además de una pequeña flauta travesera y varias mudas de ropa en una mochila.

En la habitación de Quint se ve una mancha de sangre en la almohada y un vacío donde tenía que estar el cuerpo de Aaron, como es lógico Émil se lo habrá llevado.

En la habitación de Dieter se encuentra tapado con una manta que está totalmente empapada en sangre el cuerpo del hombre difunto.

 Xerine asintió, con la expresión algo fría, mientras ofrecía su mano a Emil. Su mente daba vueltas, pero, por supuesto, nada de eso iba a reflejarse en su mirada. Su papel ahora mismo era el de una chica asustada. Asustada por lo ocurrido, asustada por los brujos y las muertes... Asustada de Emil. Oh, sí, quería que el capitán se diera cuenta. Quería que notara que algo no iba del todo bien, y que su presa podría estar escapándosele

Quizás aquella percepción no estaba tan lejos de la realidad. Xerine se había propuesto obtener respuestas... E iba a obtenerlas. Por las buenas, o por las malas

 Entraron en la mansión sin hacer mucho ruido, y cuando estaban en el hall, tras ver a Albert pasar de largo por el pasillo Émil se dirigió a Xerine.

-Xerine. ¿Tienes miedo? Te noto un poco distante. NO te preocupes, aquí nadie puede hacerte daño, y menos si estoy yo para evitarlo. Los brujos están muertos, y no queda nadie con malas artes para herirte. Si quieres puedo hacer que te preparen una habitación, vienes de mi parte, no habrá problemas. 

Émil dejó de hablar un momento, y miró a los ojos a la chica. Lo que iba a decir ahora sería importante y podría decidir el cauce de la noche.

-O... podrías dormir en mi habitación. Allí es donde más seguridad podré darte, ¿Qué me dices?

 Xerine dejó que pasaran unos segundos, en los cuales simplemente miró a un punto en el vacío, entre toda aquella oscuridad. La tensión pareció crecer un poco según el silencio se asentaba tras las últimas palabras del capitán, pero justo entonces la música lo rompió con su voz cristalina. Aunque, esta vez, era firme

Emil... ¿Puedo confiar en ti?

Giró la cabeza con lentitud, y le miró fijamente. Dejó que pasaran unos segundos mientras el capitán de la guardia asimilaba esa nueva pregunta, y acto seguido volvió a hablar

Durante el combate con los brujos, juraría que vi algo... Tus movimientos, ese extraño aura que te rodeaba Fingió encogerse al recordarlo... Aunque tampoco debió de hacer mucho esfuerzo Dime que mis ojos me traicionaron, y te creeré. Pero si tienes algún secreto, es el momento de compartirlo conmigo. Estoy dispuesta a aceptarlo... Por seguir junto a ti

Inspiró, y luego repitió su primera pregunta, aún seria

Así que dime, con total sinceridad... ¿Puedo confiar en ti?

De repente, ya no se sentía como la cazadora mostrando el anzuelo a su presa. En ese mismo momento, en la habitación había dos depredadores... Y uno estaba tanteando al otro. Sí, había dejado claro que su apego por Emil, a pesar del poco tiempo que llevaban juntos, era suficiente como para ignorar cualquier oscuro estigma que pudiera tener este, en pos de continuar con su relación. También había dicho que confiaría en él, dijera lo que dijera, exponiéndose directamente a entender una posible mentira como algo innegable. En aquellos momentos, Xerine no debía parecer más que una criatura de la noche, cazadora por naturaleza, que enseñaba su yugular al oponente, dejando que este hiciera lo que quisiera con ella

La realidad, por supuesto, era bastante distinta

Faliar entró en la habitación donde se encontraba el cadáver de Dieter. Miró con una mezcla de disgusto y lástima la sábana empapada en sangre que cubría el cuerpo.

- Oh, joder... Parece que él no ha tenido la misma suerte...

Levantó un poco la sábana, para ver como había quedado el cuerpo

 -Lo se, deberíais haber visto como se movía Émil... Dieter ni le tocó.

 El cuerpo de Dieter estaba empapado de sangre, su rostro horadado por la frente por el estoque de Émil, al parecer esa fue la herida mortal. Un impacto en la cabeza, el pobre D no tuvo tiempo de apartarse y murió. Sus ropas aún eran las lujosas prendas con las que visitó la mansión del marqués, no había tenido tiempo ni de ponerse su armadura. En sus manos, aferrada con fuerza se encontraba una espada bastarda con la que había intentado defenderse sin mucho éxito. Y en su cuello podéis ver un pequeño colgante que cae de lado, empapado en sangre.

 No sabrías decir qué es, pero hay algo especial en ese colgante, quizá maligno, quizá positivo, quizá está esperando para despertar algo, quizá es una piedra que almacena energía, quizá sirve para liberarla... si solo Dieter estuviera vivo, podrías haberle preguntado...

Lo que sí es seguro es que la piedra de ese colgante no es exactamente normal.

 El colgante de Dieter es especial, muy especial. Dirías que una fuerza oscura habita en su interior. ¿Por qué lo tiene ahí, qué es lo que intentaba con él? Has sentido como guarda una extraña energía dentro de ese extraño cristal, y no te ha gustado demasiado.