Partida Rol por web

Ni Sir Tuddwich ni sir Breunis, acertaron el golpe, tal vez andaban pendientes del movimiento por el flanco de sir Irabasl, que si que le acertó.

No le hizo ni moverse a nuestro sir, debido a su respetable tamaño.

Enfurecido por los continuos golpes que le propinaba el de Cornualles, Cadwallon se lanzó en un ataque imprudente, bajando su guardia simplemente para conseguir un golpe certero que acabara con su contrincante.

El golpe de Sir Irabasl, aunque falto de potencia para derribo, no estuvo falto de tacto. Sir Breunís contraatacó intentando derribarles cuanto antes, pero el desequilibrio causado por el golpe anterior no hizo sino empeorar las cosas.

La batalla iba a acabar conmigo. Demasiado esfuerzo para tan poco acierto. Los golpes venían e iban de un lado para otro, tanto yo, como mi contrincante estábamos más pendientes de esquivar los goles que de acertar. 

Posicionado Sir Cadwallon en una extraña pose de ataque, Sir Muneyd atacó con aparente facilidad. Pero pecó del mismo problema de antes, poca fuerza en el golpe.

Una vez recibido el impacto, que no notó el de Catterick, éste dio un salto aprovechando el impulso de la caida para proporcionar un lanzazo tremendo a su rival, de arriba a abajo, que le dañó aun con el arma embotada.

22-16= 6 de daño para el de Cornualles, que cayó al suelo con aparatosidad, para deleite del público.

Peleolo sir Breunis con más corazón que destreza, pero no pudo con ninguno de sus dos rivales. De hecho se tropezó intentado buscar una posición ventajosa entre ambos rivales.

Desde el suelo pudo oir las risas de los dos caballeros de Cornualles. Uno de ellos le asestó un puntapie despectivo. No fue visto por el heraldo ni por ninguno de los jueces que a modo de arbitro vigilaban la contienda.

No pudo ni siquiera encararse con los soberbios córnicos, porque los heraldos a tal efecto, le dieron orden de salir al quedar descalificado.

Mientras los de Cornualles se perdieron entre la polvareda y maraña de escudos y armas peleando.

Marchó pues hacia la zona de descanso fuera de la pelea pero aun en el ara de a contienda, donde otros perdedores como él, andaban descansando a base de vino o cerveza.

Lo que iba pareciendo una patética partida de ajedrez, y no una lucha, tuvo un final no menos patético al menos para el rival. Tropezose al intentar una fantasiosa cinta, acaso leida en los libros de poesia, y cayó con torpeza.

El árbitro no vio nada, o no quiso verlo, mas Sir Breunís no iba a quedarse el puntapié a solas. -Dos Córnicos contra un joven romano. Ya se porqué nunca ganan combates personales.-

Con la esperanza de que le hubieran oido, Breunís degustó una cerveza que le servían y quitaba el polvo de la boca.

Sir Cadwallon soltó un grito de alegría y furia al ver caer a su contricante. Solo paró un momento para asegurarse de que no estaba gravemente herido (apenas parecía tener un rasguño) y rápidamente escudriñó el campo de batalla en busca de algún contrincante. 

No distinguía demasiado bien a amigos o enemigos, aunque tenía claro que aquel que se lanzara contra él sería probablemente un adversario, así que tan pronto como vio a un caballero arremeter contra él, se adelantó a su vez cargando con un terrorífico grito de batalla.

Golpeo con el pie a mi contrincante, no para rematar la faena y causarle daño, si no más bien para apartarlo mientras avanzo en la batalla y encaro a otro que acaba de derribar a su adversario. Doy varios pasos hacia él y cuando me ve, lanzo mi ataque.

Envalentonado tras el derribo previo espectacular, eligió Sir Cadwallon de Catterick al primer rival que encontró en su camino, un romano , sir Marcellus.

Asestole un soberbio lanzazo que traspasole la armadura. No se cayó al suelo por honor el romano, pero el tajo sangrante le hizo tirar la lanza y llevarse la mano al costado traspasado por la lanza del bruto Sir Cadwallon 

12 puntos de daño

Fue un romano el rival de un valiente sir Loren. Y fue ese romano el que le asestó un gran lanzazo que solo el tamaño del frances evitó que se fuera al suelo. se palpó en el lugar del golpe, pero esta vez aguantó la armadura francesa.

Quedose sir Breunis en al zona de descanso. Hallabanse  quitandose gran parte de la armadura un montón de caballeros que habian mordido el polvo, algunos hasta se lo habian comido.

No se estaba mal en aquella zona de sudorosos caballeros. Muy pocos conservaban el brazalete en el brazo que marcaba su procedencia, pero parecian mayoria los caballeros del bando extranjero en esa zona. Esto es, que los locales, gracias a su maestria en la lanza, iban ganado la contienda. 

Era agradable comprobar que a pesar de su derrota, los caballeros recibian aplausos del populacho, teniendo  muchos de ellos que saludar al público.

Junto con caballeros derrotados e indemnes, tambien llegaban algunos realmente heridos. Hizose un silencio, cuando un romano de nombre sir Marcellus, mostró al galeno y a todo aquel que quiso verlo, una enorme herida de 12 puntos de daño en su costado derecho.

No obstente pareció que se lo tomo con caballerosidad el herido romano. El galeno hizo lo que pudo restituyendo esa herida, sin duda fuera de lugar.

¡El segundo enemigo derrotado! Cadwallon se fijó en que su lanza había atravesado a su adversario, al que ni siquiera supo identificar. Bien, no parecía más que una herida superficial y, al fin y al cabo, habían venido para luchar y ganar. Cadwallon, enardecido por sus dos victorias, siguió abriéndose paso por el campo de batalla, enfrentándose al primer enemigo que encontró.

Uno de cornualles era el rival de nuestro sir. Ganó en la primera lanzada, no daño a nuestro caballero, ni le tumbo.

siguiente asalto.

El siguiente parecía un oponente serio. Cadwallon lanzó un ataque cauteloso, probando a su adversario. Su primer golpe le había impactado pero no derribado. Si conseguía afianzarse en su posición, puede que utilizar la misma táctica que usó para vencer al primer córnico.

Se despabiló Sir Cadwallon de Catterick, tanto como para ser más diestro que su rival, y menearle un palmo. Desgraciadamente la destreza del córnico le impidio caer.

Se habían intercambiado un par de golpes, pero ninguno había logrado derribar al contrario. Este parecía un guerrero más experimentado que los dos primeros que había vencido. Cadwallon y el caballero córnico se dieron un respiro, dando un paso hacia atrás, lanzando pequeños ataques con las lanzas. Estudiándose. Eso le dio a Cadwallon la oportunidad de parar y observar la situación a su alrededor.

El golpe fue seco y contundente. Me tambaleé, y apostaba mi daga a que hubiese caído al suelo si no fuera por mi gran tamaño. Era evidente que en algún momento de la contienda recibiría un impacto, pero había sido tan fuerte que  me dejó perplejo. Aún así, intenté rehacerme como pude y continuar con la batalla. Esperando tener más suerte que la acontecida hasta ahora.