Partida Rol por web

Alterada, Alaris irrumpe en la habitación de Margeryth, rezando por encontrarla ahí. Y efectivamente ahí estaba, sentada en su escritorio y mirándola entre una mezcla de sorpresa y incredulidad.

- ¡Undine! - La corrige, con desaprobación. - Esa no es forma de entrar en una habitación. ¿Que mosca te ha picado esta mañana, niña? 

Undine abre las puertas de golpe con las lagrimas ya cayendo por sus mejillas y el rostro lleno de dolor, tristeza y arrepentimiento.

Ver que Margeyth estaba normal la confunde y se acerca apresurada al escritorio.

- Margeryth... Las notícias....- Dice con la respiración dificultada mirándola como quién ha cometido el peor de los crímenes.

- Yo... Es todo mi culpa... No pensaba que fuesen a traicionarnos solo por romper un auricular... Lo siento tanto... Es todo mi culpa...- Repite de nuevo, ya casi que hablava con ella misma.- No se como puedo arreglar esto...- Dice entre lagrimas. 

Aquellas noticias... Todo lo que Margeryth había construido. Todo su futuro y su posición de irían... Seria juzgada y tenían pruebas de ello... No había modo de arreglarlo... 

Lo había estropeado todo.

Margeryth ahora parecía preocupada e incluso algo asustada.

- ¿Noticias? ¿Que noticias? - Dice sin acabar de comprender que estaba ocurriendo. - ¿Acaso se ha filtrado algo que nos pueda perjudicar? ¿Que es lo que has hecho exactamente?

- Las notícias... ¿No las habéis mirado? ... Está en todas partes de los noticiarios... En todas las portadas de los medios... - Dice un un hilo de voz. Se sienta en la silla que había delante de la mesa. Por correr llevaba su largo cabello todo revuelto y la bata de yukata tan poco atada que amenazaba con descender por sus hombros dejándo expuesto su cuerpo. Pero nada de eso importaba...

Margeryth frunce el ceño.

- He consultado las noticias esta mañana y no he encontrado nada extraño, niña. - Entonces se gira y hace una búsqueda sencilla en su ordenador. Efectivamente, no había rastro de ninguna de la noticias que había visto Undine, ni siquiera las que salían en portada en los medios que había consultado coincidían. Vuelve a mirar a Undine, ahora menos preocupada y mas intrigada. - ¿Y bien? ¿Que ese eso que has encontrado? 

De acuerdo... Ahora entendía... 

- Dios...- Dice dejando caer su cabeza hacia abajo y soltando una gran exhalación, intentando serenarse. Pone su dispositivo en la mesa, para que Margeryht lo vea.

- Menos mal... Parece que es solo una amenaza para que vea las consequéncias de mis actos si no obedezco... - Dice aún con la cabeza agachada. - Me había asustado realmente... Ni siquiera he pensado en que pudiese ser... falso... - Respira hondo y se seca las lágrimas. Aún no estaba todo perdido.

- Ayer... me dieron mi segunda misión... Pero ya no es Crow... es otro hombre... Me resistí, ya que un cambio así sin ningún aviso me parecía abusivo... Y en un acto de rebeldía rompí el auricular que me dieron... Parece que estas son las consecuencias... - Dice con un hilo de voz aun con la cabeza agachada y los puños apretados por la frustración. 

- Siento haberos asustado. - Levanta la mirada, se veía todo el dolor y la tristeza en sus ojos. - Ha sido un acto irreflexivo por mi parte...

Parecía que Margeryth no estaba segura de si estar enfadada o preocupada a juzgar por las constantes transiciones por las que pasa su rostro mientras que escucha a Undine y mira las noticias en su dispositivo. Finalmente, parece decidirse por mostrarse comprensiva. Le pone una mano en el hombro. 

- Se que la situación es difícil, Undine, y debe ser especialmente duro para ti que lidias directamente con ellos, pero... - Separa la mano y vuelve a mirar el móvil de Undine, preocupada. - Es evidente que la amenaza es real. - Ahora mira a Undine con seriedad. - No podemos permitirnos tentar a nuestra suerte de esta forma, no después de ver de lo que son capaces. Si en algún caso te vuelves a encontrar en la necesidad de actuar en contra de sus deseos de nuevo, preferiría que lo comentaras conmigo primero. - Suspira. - En todo caso, ¿Cuál es tu siguiente misión?  

Undine intentaba recuperar su normalidad respirando pausadamente mientras había vuelto a bajar la mirada. Al notar la mano de Margeryth la mira de nuevo ya con el rostro sereno, aunque cargado de preocupación.

- He de ir a ver dónde está la bibliotecária del video que os mostré.- Dice con seriedad.- Había pensado en ir a la biblioteca y empezar por ahí.

Margeryth analiza estás palabras unos segundos de decir.

- Parece una misión tediosa encontrar a una persona, yo misma podría encargarme de hablar con mis contactos para saber si saben algo de ella, claro que si es una bibliotecaria corriente podría ser complicado. De todas formas, si, la biblioteca parece un buen lugar para empezar, sólo procura no llamar demasiado la atención. - Sonríe levemente. -  Es de agradecer que al menos no sea tan arriesgada cómo la anterior. ¿Tienes idea de porque van detrás de esta chica? 

- Bueno, estaba en la fiesta junto a Butch y el hombre de la bandolera, y parecía que todos ellos estaban metidos en algo. Supongo que investigan las desapariciones de los suburbios.- Explica un poco desanimada por lo sucedido.

- No preguntéis a nadie sobre la bibliotecaria por ahora.- Pide mirándole a los ojos.- Primero quiero ver qué ocurre en la biblioteca. - Hace una pequeña pausa.- Me irá bien andar para despejarme. Llevo demasiados días protegida en la mansión...

Ya que era un pájaro enjaulado, encadenado a ese injusto trato... al menos podía tener la falsa sensación de libertad si paseaba un poco.

Margeryth se muestra en desacuerdo respecto a lo de investigar por su cuenta, pero en esta ocasión decide seguir el juicio de Undine pues al fin y al cabo tenía mucho que hacer igualmente, cómo siempre. A pesar de esto le indica a Undine que cualquier problema, por mínimo que fuera, que surgiera durante su paseo, que hablara con ella para que pudieran trabajar juntas para solucionarlo. 

Tras despedirse, Undine regresa a su cuarto para encontrarse una visita inesperada. No era Crow, pero no estaba muy lejos. Era un cuervo robot bastante detallado. En su pico cargaba con un pequeño paquete. No se mueve cuando Undine se acerca y le suelta el paquete en la mano cuando esta está va a cogerlo. Era una caja metálica en la que venían dos cosas: Un nuevo dispositivo de comunicación y una nota:

"Buenos días, señorita Undine, espero que a estás alturas su memoria haya sido refrescada respecto a las consecuencias que pueden tener algunos de sus actos. No habrá una segunda oportunidad. Coloque en la caja los restos del dispositivo anterior, entreguesela al cuervo y encienda el nuevo tan pronto cómo esté dispuesto a comenzar con la misión."

Aquello la enfadaba más. 

Pone los restos del auricular en la cajita y enciende el dispositivo nuevo.

- Parece que amenazar es lo único que sabéis hacer.- Dice por el auricular claramente molesta y dolida.

- Disculpe, señorita Undine, ¿Está sugeriendo que pasemos a la acción? Podríamos acabar con esto rápido, si así lo desea. ¿Es la realidad que ha visualizado esta mañana preferible respecto a la actual? - Responde el Administrador no mucho después del mensaje de Undine. Su tono indicaba cierta desaprobación. 

- Otra amenaza.- Dice con seriedad. Corroborando con sus palabras que tenía razón.

- Ya dejé claro desde un princípio que no eran necesarias. Voy a cumplir esas misiones y a eso me disponía ahora.- Añade.- No pensaba llevar ningún auricular conmigo. ¿Es necesario que lo haga?

- Si no fueran necesarias no las haríamos. Pero resulta evidente que tiene un problema de conducta que las mismas no están consiguiendo corregir. - Pequeña pausa. - Así que si no desea amenazas, deberemos cambiar el enfoque. Cada vez que haga algo que dificulte el cumplimiento de la misión un rumor aleatorio será esparcido en la Red a mi elección. - Con un tono severo y tajante incluye. - Y no piense que esto es sólo otra amenaza, es un cambio en el contrato, señorita Undine. - Pequeña pausa. - Y respecto a lo del dispositivo, va llevarlo conectado en todo momento. Es una orden. 

Aquello superaba sus límites. 

Coge aire profundamente intentando serenarse y se mantiene en silencio unos segundos para que no le diese otro ataque de ira.

“Calmate... calmate... calmate...” Se decía a ella misma. Cuanto más hablava, cuanto más se resistía intentando alcanzar algo de libertad... otra cadena se le añadía...

Tras quedarse en silencio bastante rato habla al fin. - Entiendo que en todo momento se refiere únicamente a mientras esté realizando una misión. No voy a tener que llevarlo durante todo el día y noche haga lo que haga.

- Se le indicara el momento en el que pueda apagarlo. - Responde el Administrador. - Puede hacerlo ahora para prepararse, pero espero que cómo máximo este lista dentro de media hora. Hasta entonces. 

Y dicho esto, se corta la comunicación. 

Sin muchas más opciones que obedecer, Undine se da prisa para estar lista, intentando taparse la cara lo máximo posible para no ser reconocida. En cosa de diez minutos, ya estaba saliendo de la mansión Korth, por lo que disfruta de exactamente veinte minutos de paseo, ya que iba a someterse a unas reglas tan estrictas al menos iba a intentar alargar sus momentos de libertad lo máximo posible. Coge el tren para llegar hasta una parada cercana a la biblioteca, y durante el trayecto pone en marcha de nuevo el dispositivo. El Administrador le pregunta sobre su destino y Undine es lo más breve posible al respecto. Tras eso, no comparten ningún otro comentario.

Para cuando Undine llega delante de la biblioteca, se sorprende de lo antiguo que era el edificio. Y de la misma forma que el exterior no encajaba demasiado con Cele, el interior tampoco. Había libros, cientos de libros, muchos más de lo que Undine había visto nunca reunidos. La literatura escrita era un formato que se estaba perdiendo, en parte por las nuevas tecnologías y en parte por ahorrar papel. La máxima tecnología que había en ese lugar eran unas pantallas mediante las cuáles los clientes podían consultar el lugar dónde encontrar algún libro. 

En lo que parecía que era el mostrador no había nadie en ese momento, de hecho, sólo había un par de clientes leyendo en mesas apartadas. Tras esperar unos minutos, curioseando una de las estanterías de libros, Undine escucha voces y pasos acercarse. Se asoma a curiosear. 

- ... Si al menos tuviera una pista, cualquier cosa... De dónde está o que puede haberle pasado... - Decía un hombre con tono derrotado. Por su aspecto desaliñado y sus ojeras, resultaba evidente que no había descansado demasiado durante los últimos días. 

- Señor Fzurdis, yo... Confío en que estará bien. Es una chica aplicada, y cómo usted dice, es muy posible que esté con Julia. - Dice otro hombre, más mayor. Al parecer, intentando animarlo. - Y sabe bien que se está removiendo cielo y tierra para encontrarla... Ya sabe a quién se lo he pedido personalmente. - Suspira, ahora algo más desanimado. - Y ojalá pudiera hacer más... Si la hubiera tenido más controlada durante la fiesta...