Partida Rol por web

Aquelarre: La leyenda de los Maldonado

Escena de juego. Un viaje más allá del Reino

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16/02/2018, 18:27
Hernando de Castro

El hombre escuchó a la sirvienta Dorotea y asintió por lo bajo.

“Gato escaldado del agua fría huye”- pensó el soldado. “Pero ahora ya es tarde para ella, el mal ya está hecho”.

Cuando la numerosa cuadrilla hubo llegado cerca de la taberna, Hernando se bajó de su montura y se encaminó hacía el interior del bullicioso establecimiento.

Que nadie se mueva de acá hasta que vuelva a salir, y que de vuestras miradas no se aparte ninguno de los enseres de valor que trajinamos. Nadie conocemos aquí y nadie nos conoce.

El soldado pasó por debajo de los magníficos balcones que asomaban a la calle antes de bajar los cuatro escalones que daban entrada en el local.

En seguida el bullicio de la gente rodeó al cacereño, más el sitio estaba abarrotado de hombres de toda clase. Tomando vinos la mayoría de ellos y moscatel dulzón los demás.

El comercio estaba tal cual lo recordaba él, con techos de madera de gran mérito y lienzos pintados en las paredes que ilustraban las viñas y los campos que probablemente daban abasto a las bodegas de la taberna.

Hernando buscó al dueño del garito y cuando por fin pudo distraerlo de sus tareas le conminó a darles aposento a todos ellos.

Una habitación para tres hombres cansados y otra estancia aparte para dos damas de gran honestidad. Necesitarán sábanas limpias, agua caliente y cerrojo en la puerta -comentó.

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17/02/2018, 14:47
Director

Aquel tipo orondo vio cómo entrabas. No te quitó la vista de encima. Cuando le dijiste aquello, se quedó pensando unos instantes, y asintió, diciéndote que te costaría todo aquello doce maravedíes, y que por la mañana tendríais a su cuenta desayuno. Aquello no te pareció mal y el tipo, entonces fue a avisar a una señora (que debía ser su mujer), para que acomodara dos habitaciones como habías pedido. El tabernero te recordó que había un establo en la parte trasera, y podríais meter a los caballos por la puerta de al lado de la entrada.

Notas de juego

Lo siguiente será descansar, pero puedes hacer un post para hablar con quin quieras /Hacer/narrar lo que quieras.

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19/02/2018, 16:27
Hernando de Castro

Hernando salió satisfecho de la taberna con las explicaciones de su propietario, e inmediatamente volvió para con los demás para explicar lo que harían a continuación. Lo primero sería dejar a todos los caballos en el establo trasero, procurando dejarlos con todo lo necesario para comer, beber y descansar durante esa noche.

Aprovisionadas ya las bestias, era turno para hombres y mujeres. Un mozo les ayudó primero a cargar el abultado equipo y menaje de las mujeres, y luego a conducirlos a todos hasta sus respectivos aposentos.

Hernando dejó un buen rato de descanso para todo el mundo, con la principal intención de dejar que las mujeres tuvieran tiempo de asearse y de cambiarse si así lo deseaban. Luego se reunieron abajo en el salón principal, ya que el soldado les había anunciado a los demás de que esa noche cenarían en la taberna con el dinero que Don Hernán había dispuesto para las necesidades del viaje.

En seguida hubo varios platos sobre la mesa: sopa de cocido, arroz con judías y hasta un poco de tocino en salazón. Para acompañar no podía faltar vino de las propias bodegas de la taberna y para terminar la cena el propietario estimó oportuno traer unos pastelillos de pan de hojaldre para todos, “hecho a la inglesa”, dijo al servirlo.

Señorita Milagros -dijo Hernando para romper el silencio-. Espero de que esté de acuerdo conmigo de que su señor padre se ha tomado todas las preocupaciones necesarias para que su viaje sea seguro, rápido y cómodo, al menos todo lo que sea posible dadas las circunstancias.

Aunque no es asunto mío y no tiene por qué contestarme si no quiere, quedó claro en su momento de que este viaje no es de su agrado y que preferiría haberse quedado en la Casa del Águila.

El soldado apuró el poco vino que le quedaba en la copa y se recostó contra el respaldo del banco dónde estaban. Bufó satisfecho con la cena.

Poco o nada sé de politiqueo o de cuidar una familia, pero sí que algo entiendo de hacer la guerra, y le aseguro, joven dama, de que creo que esto es lo que está preparando Don Hernán. La pone a vos a resguardo para poder resarcir su afrenta con total tranquilidad de espíritu.

Hernando dejó una pausa. Intentó leer los pensamientos de Milagros en sus ojos, pero de nada sirvió.

Si no lo valora ahora, espero que lo haga al menos con el paso de los años.

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19/02/2018, 22:47
Milagros

Todos estábais disfrutando de la hospitalidad del servicio. Plasencia era un lugar muy competente, ciudad de la mayor importancia a muchas leguas a la redonda, y aquella taberna desprendía el aire lugareño de una urbe de la época.

La pone a vos a resguardo para poder resarcir su afrenta con total tranquilidad de espíritu.

La joven, entonces, soltó la cuchara de la sopa en el tazón. Pestañeó, como si algo de lo que habías dicho la molestara, y rápidamente su sirvienta la miró.

Está claro que no sabéis de lo que habláis -te dijo con tono recio y duro-. Aunque estoy del todo de acuerdo con usted, pues ha dado en el clavo, como suele decirse. Entonces la joven se levantó, y sin mirar siquiera a Dorotea y a los otros dos criados se dió la vuelta y se marchó escaleras arriba, obviamente a su habitación, muy molesta.

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19/02/2018, 22:47
Dorotea

Dorotea se levantó al unísono, sorprendida, intentando conciliar con la mirada a su señora y a vosotros tres.

Lo siento, se-ñores -añadió mientras Milagros ya subía por la mitad de la escalera-. Mañana nos veremos, que tengan buena noche -decía asintiendo, preocupada-. Y rápidamente salió corriendo tras de su ama.

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19/02/2018, 22:48
Gonsalves

¿Qué habéis dicho, señor Hernando? -decía Gonsalves-. Parece que se ha ido muy molesta... bueno, no lo parece, je... -levantó las cejas y rió un poco, aún con la boca-.

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19/02/2018, 22:48
Julián

¡Come y calla, palurdo! -le espetó Julián-. Es normal que la joven no quiera ir a Dueñas, don Hernando. Mi señora madre era ama de llaves en el palacio de los Golfines, y quienes van a Dueñas no suelen salir de allí. Es un convento muy recto, según dicen...

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19/02/2018, 22:49
Director

Entonces lo entendiste todo. Milagros no quería ir a parar al convento de las Dueñas, en Salamanca. Su padre había creído, como era costumbre, que la deshonra podía lavarse bajo la batuta de las monjas de un convento, y aquello no le hacía demasiada gracia a la joven. Apaleada y encima culpable. Doble vergüenza. Entendiste que no debías haber dicho eso, y entendiste porqué había hablado tan poco la muchacha durante esos días.

Tras la cena, la cual acabásteis quince minutos después, no era tu intención sino subir y acostaros pronto, pues mañana habría que madrugar para aprovechar el día. Ninguna prisa teníais, y caudal suficiente como para viajar lentos llevábais, pero aquel era un largo viaje a caballo. Y en éstas que, habiéndoos vosotros tres metido en la habitación contigua a la de las dos damas (las cual te aseguraste previamente que contaba con cerrojo interior), que os desnudásteis y os quitásteis cuantas protecciones y parapetos llevábais encimas. Las libreas de Gonsalves y Julián, con el escudo de la casa de los Pérez bordado, fue colocado en una pequeña cómoda por sus dueños. Finalmente, os tumbásteis cada uno en el camastro asignado y te quedaste unos instantes mirando al techo pensando en tu metedura de pata involuntaria (la cual no había sido para tanto, aunque al parecer la joven pensaba lo contrario)

* * *

Las horas pasaron tranquilas. Los tres dormitábais en el interior y entonces notaste que alguien te apretaba su mano contra tu boca. Tus ojos se abrieron, y aunque a veces uno duda si estar en sueño o no, supiste que no era así (la ventana dejaba ver el reflejo de la luna en las nubes, al igual que cuando os acostásteis). Enseguida hiciste un aspaviento como para defenderte, y amén que no se despertó Gonsalves ni Julián (los cuáles rugieron un poco tras tu pequeño forcejo), pues estabas viendo a una mujer delante de tí. Su silueta asemejaba oscura, poco definida en la habitación sin luz. Hizo un gesto con el dedo en su boca para pedirte silencio, y luego retiró la mano que te tapaba los labios poco a poco. Era Milagros, cubierta de una tela fina, casi transparente, por el cabellos y la espalda. Los dos siervos seguían durmiendo.

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20/02/2018, 16:53
Hernando de Castro

El primer gesto del soldado tendría que haber sido el de apartar la mano opresora de un golpetazo con su mano izquierda mientras con que con la diestra buscaba el cuchillo.

Pero alguna cosa en su instinto había parado esa maniobra, y menos mal, pensaría más tarde al recordar la escena. Solo con imaginarse la remota opción de que hubiese herido a la señorita Milagros, ya le provocaba sudores fríos.

Pero ya fuera por sus treinta años, o la extrañez de notar una suave mano femenina, Hernando refrenó una acción violenta para quedarse a mirar pues, que diantres pasaba.

Enseguida confirmó que era una dulce y ligera silueta femenina la que se mecía casi encima suyo. De inmediato un cosquilleo le recorrió todo el cuerpo, desde los pies hasta la cabeza, despertando sus adormecidos pensamientos como la primavera despierta el campo.

¡Señorita Milagros! -dijo en un susurro sorprendido.

El soldado miró hacia los dos bultos que dormían a su lado. Ni Gonsalves ni Julián parecían haberse despertado.

¿Pero se puede saber que hace a estas horas fuera de su habitación?

En su tono de voz había bastante de reprimenda, pero también un inevitable deje de insensata curiosidad.

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21/02/2018, 22:25
Milagros

¡Calle, don Hernando! ¡Vayámonos de aquí! -dijo miendo a los otros dos siervos y esperando que no se despertaran-. Lléveme lejos de la mano de mi padre. Me encerrarán en ese convento de por vida, ¡no quiero esa vida!

Entonces te incorporaste del camastro un poco, y tragaste saliva un poco, escuchando en medio de la noche tales confesiones. Entonces, sin casi verlo venir, su boca se acercó a la tuya y te dió un beso justo antes de cogerte las manos. Quedaste impactado. La chica tenía más de diez años menos que tú.

¡Vámonos, alejémonos! -repitió-. Ahora es el momento, antes de que los siervos de mi padre intenten impedirlo -sabías que sus palabras incluían a Julián, Gonsalves y Dorotea-. La mujer te miró en medio de aquella oscuridad. Gonsalves rebuznó un ronquido grande y se giró, pero no se despertó.

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22/02/2018, 19:03
Hernando de Castro

Hernando se quedó sin aliento. Ni el óleo más terrorífico de Dante hubiera conseguido tal nivel de parálisis en él.

¡Por todos los ángeles! -pensó el hombre.

Aún estaba bastante adormecido, pero estaba seguro de que iba a recordar ese beso durante muchos años. Aún lo podía sentir en sus labios, alargándose en el tiempo…

Las manos de Milagros sostenían las suyas en vilo. Tan en vilo como estaba la propia muchacha ahora, con el corazón en un puño.

- Milagros, yo…

No le salían las palabras, ¿Cómo negarse a esa cara de ángel? ¿Cómo romper ese hechizo que erizaba la piel?

-Yo… no puedo. No puedo.

El hombre era incapaz de sacar sus manos de las de ella, pero sus propios ojos lo decían todo.

-Eres una criatura hermosa. La mas hermosa que he conocido quizás nunca, pero no le puedo hacer esto a tu padre. A él también lo respeto y le tengo en gran virtud. Ha sido como un padre en muchos aspectos para mí, y no puedo traicionarlo, por más dulce que sea mi viaje contigo.

Lo siento, pero no.

Debes de confiar en tu padre, -le dijo ahora con renovado valor- ¡estoy seguro de jamás te tendría allá encerrada de por vida! ¡Te ama demasiado como para no verte a diario!

Él… él creo que quiere vengarse de esos malnacidos a los cuales no quiero ni pronunciar. Querrá vengarse de ellos y mientras tanto necesita saber que estás bajo buenos cuidados, a salvo de posibles represalias, ya sean francesas o leonesas.

Tienes que confiar en tu padre, Milagros. Él es un hombre sabio.

Notas de juego

Bueno, reconozco que me lo he tenido que pensar muy mucho para decidir qué diablos hacía. Para mí no tenía sentido que un soldado como Hernando le hiciera esa jugarreta a su señor, pero reconozco que siendo esto un one-shot, y teniendo en cuenta lo divertido que iba a ser si ahora nos fugábamos como dos adolescentes enamorados, he tenido mis dudas.

Al final será que soy un tipo aburrido, pero he optado por la decisión más coherente con el PJ, según mi entendimiento claro.

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22/02/2018, 23:32
Director

La muchacha te miraba expectante, pero entonces enseguida su gesto y disposición cambiaron. Se sentía rechazada por aquel hombre, por un inferior a ella, y aquello le dolió más que si anduviérase cien años en una celda en el más monacal de los lugares. Se levantó de la cama y se apretó la manta a la cabeza, girándose, sin decir nada; luego se dirigió a la puerta, la abrió y salió de allí dando un portazo.

Entonces Gonsalves dió un gritito y se despertó. Se giró un poco y se volvió a recostar. Desde luego aquel portugués tenía el sueño profundo. En cuanto a Julián, notaste que te miró durante unos instantes, y preferiste no decir nada, sino recostarte y dormir hasta el amanecer.

***

Los gallos cantaron, y muchos, que pareciera aquella amanecida una amenizada orquesta en un día concurrido de feria. Tras vestiros y comprobar que las dos mujeres estaban en perfecto estado, bajásteis a desayunar, puesto que luego tendríais que marchar temprano, según tu disposición. Dorotea te miraba extrañada, y Milagros ni siquiera te miraba. Actuaba altivamente, como intentando disimular aquel rechazo con, precisamente, indiferencia hacia tí. El caso es que, tras convenir amistosamente unas monedas por la posadía y la comida, tomásteis a los caballos de las cuadras y anduvísteis por la ciudad. Tras recorrer alguna plazas, vísteis que había un pequeño mercado en una de ellas, pero no podíais acceder por lo concurrido de la zona a tan temprana hora, por lo que acordásteis salir cuanto antes de allí.

Dirección  norte, dos días estuvísteis recorriendo las verdosas estepas que ahora se pronunciaban. Nada tenía que ver con la llanura de la villa de Cáceres, pues ahora el terreno se antojaba muchísimo más verdoso y montañoso, si cabe. Al tercer día, tras hacer noche al raso y algunos en la tienda (las dos mujeres, vaya), que los tres criados notaron cómo Milagros no te hablaba, y cuando lo hacía era para dejarte en ridículo. No te atreviste a darle explicaciones, pues al fin y al cabo la nobleza no las necesita. Finalmente, al cuarto día, atravesásteis el comienzo del último tramo: la comarca de las Hurdes. Ahora tan sólo veiais bosques de álamos, alcornoques, chopos y olmos, muchos arroyos y ruinas de puentes romanos y molinos antiguos. Las inquebrantables montañas hacían cuestas y caminos sinuosos y empinados, y aquello dificultó la marcha. Sin embargo, en la ruta trazada  esperábais encontrar ciertos atajos en el paisaje que os facilitaran llegar hasta la parte salmantina, tierras más cercanas al Duero...

***

Quinto día. En la amanecida. Como se había hecho constumbre, eras el último en hacer la guardia. A veces hacías la del bueno de Gonsalves, por eso de que Julián no le riñera por dormirse. A tí te daba igual: pensabas que ya dormirías a la vuelta. Sin embargo la noche anterior preferiste vigilar el primero y dormir más tiempo. Soñaste que tiempo después te preguntabas si no te arrepentirías más adelante al rechazar a joven tan sin igual...

Tras incorporarte, víste que Julián no estaba. Te dolía la cabeza. Muchísimo. Tal vez el joven hubiera ido a por leña, pero acostumbraba a recogerla avisando de ello la noche anterior, cosa que no hizo. Entonces intentaste despertar a Gonsalves. Estaba a tu lado, dormido de lado. Por más que lo movismo y pateaste un poco, no lo hacía. Te extrañaste bastante y entonces giraste su cuerpo tirando con fuerza de el. Tenía los ojos abiertos, y estaba muerto. Su cuepro estaba helado y te dió un vuelco al corazón...

Rápidamente te levantaste casi en paños menores, con la manta sobre tí. Esa zona era tremendamente fría, y aún así corriste unas zancadas hasta la tienda improvisada de la mujer y la sierva. Al mirar adentro, la hija de don Hernán no estaba. No así la buena de Dorotea, que yacía bocarriba con un cuchillo clavado en su pecho: alguien la había matado.

Tus ojos se abrieron.
Tu mente intentaba asimilar todo aquello.
Tus tripas se revolvieron y te vomistaste encima.

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26/02/2018, 10:35
Hernando de Castro

Hernando arrojó la manta al suelo con rabia.

-¡Traidores! ¡Asesinos! ¡Estúpidos! -dijo con los ojos inyectados de sangre.

-¡Y tú también Hernando! ¡Te has dejado engañar como a un pinche de cocina!

El soldado estaba evidentemente solo, sin nadie que pudiera escuchar sus voceros, pero al menos así parecía despacharse a fondo con su malestar.

En seguida volvió corriendo hacia Gonsalves, agachándose de cuclillas a su lado -diablos, como le dolía la pierna coja después de pasar la noche al raso.

Rebuscó entre sus ropas para ver si también había muerto acuchillado a traición, y cerró los ojos con tristeza cuando terminó.

-Julian, eres un estúpido. Pagarás por esto que has hecho, muchacho.

En seguida Hernando se levantó de nuevo, y se dispuso a prepararse lo más rápidamente posible para salir a dar caza a esa pareja de fugitivos.

-Se van a arrepentir de haber traicionado a Hernando de Castro y a su señor Hernán Pérez -pensó para sus adentros, con el rostro tremendamente serio-. No van a recibir misericordia por parte de nadie. Por la palabra del Señor, que no la van a recibir.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Lo que voy a hacer es:

-vestirme rápidamente, protecciones de combate incluidas.

-cerrar los ojos de los cadáveres y dejarlos a dentro de la tienda, cerrándola lo mejor que pueda para evitar la entrada de animales.

-Recojo lo mío y salgo a rastrearlos. Los enseres de los demás los dejo dónde están. Supongo que cuerdas habrá, ni que sea para montar la tienda, pues cojo una.

Preguntas: ¿falta algun caballo? Yo voy con el mío.

PD: admito que en cuando vi al principio de la partida de que Julián era un guaperas, ya pensé de que iría a darme problemas con Milagros, pero por nada del mundo pensé que la cosa llegaría hasta aquí. Vamos a ver como continúa esto…

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26/02/2018, 16:04
Director

Recogiste cuanto pudiste, alguna que otra cuerda de tus compañeros y tus enseres. Antes te habías pertrechado, cerrado los ojos a los muertos y apilándolos dentro de la tienda. Sacrilegio era quedarlos allí, pero mayor sacrilegio era el no perseguir a quien diantres hubiera hecho tal fechoría. Acto segudo, antes de montarte en el tuyo jamelgo, que divisaste huellas por si hubieran dejado pistas de los dos desaparecidos. Viste entonces huellas leves que iban en dirección norte, alejándose del campamento. Eran más de una, pero no pudiste precisar el número de las mismas. En todo caso, decidiste seguirlas montado en la bestia, y te dió un vuelco el corazón y una impotencia por dentro dejando aquellos dos cadáveres allí, en la tienda...

***

Una hora después no habías visto rastro de nadie. Ni milagros ni Julián. Tus ojos, bañados en la luz próxima del mediodía, se posaron en tres cabañas que había en un risco algo elevado, a unos doscientas varas, mimetizados entre los árboles del paisaje. Las montañas puntiagudas de aquellas cordilleras eran espectaculares y eran las únicas testigos de tu viaje. Veías a un tipo llegar a tales caballas con una carretilla llena de leña.

Ni rastro de la Hija de don Hernán ni tampoco de Julián.

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27/02/2018, 18:27
Hernando de Castro

Hernando pone el caballo en rumbo hacia esas cabañas tan solitarias.

Aunque arde en deseos de interceptar cuanto antes a ese hombre para poder hablar con él, se contiene y ordena a su montura que se acerque a poco a poco.

El terreno es más complicado aquí, y no quiere lastimar al caballo justo ahora que le es tan necesario. Además, tampoco quiere asustar a ese hombre.

Cuando finalmente ya está llegando a las tres cabañas, el jinete se baja de su montura, se quita los guantes y se acerca tranquilamente al carretillero.

- Saludos, señor -dice con voz firme-. Ardua tarea tiene por delante si quiere subir mucha más leña hasta aquí.

El tono es educado, pero salta a la vista que no se ha acercado para hablar sobre leña.

- Estoy buscando a una pareja de viajeros. Un chico y una chica bien jóvenes, que se han alejado demasiado de su campamento. ¿Los ha visto? ¿Sabe algo de ellos?

Le agradecería cualquier información que me pueda dar.

Hernando hablaba educadamente, pero tampoco se molestaba en disimular sus miradas hacia las cabañas. Su voz dejaba claro que la conversación iba para largo y que no se iría de allí hasta que estuviera seguro de que ya no había más que averiguar. La espada colgaba de su cinto.

Notas de juego

Mañana creo que no voy a poder postear. Por la mañana seguro que no, por la tarde ya veremos.

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27/02/2018, 23:24
Lugareño

El tipo, ya entrado en años al igual que tú, estiro su orondo cuerpo y dejó la carretilla junto a una de las viviendas. Luego te miró de arriba abajo, denotando que no solían recibir muchas visitas. Al observarte arqueó hacia abajo las cejas, como intentando averiguar tus motivos de llegada... hasta que se los comunicaste.

¿Viajeros? Uhm... -meditó-. Pues no sé, la verdad. Mi esposa vió hace un rato un muchacho correr ahí abajo, junto a ese arroyo -señaló unos metros abajo de la cuesta-. Gritaba un nombre... "Menila" o "Malena", según me dijo; y tan rápido llegó como marchó. Por allí -entonces señaló con el dedo el lugar por donde él había llegado, que era ruta natural que ibas siguiendo tú previamente-. ¿Quién lo pregunta? La indiscreta y natural curiosidad lugareña por noticias externas a esa tierra sin pan se hacía notar.

Notas de juego

No te preocupes, ya sabes que hasta la noche no suelo postear. ¿Hasta cuando tenías más o menos libre para jugar a rol?

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28/02/2018, 16:01
Hernando de Castro

-Mi nombre es Hernando de Castro, y soy soldado de Cáceres.

Hernando no sentía ninguna necesidad de ocultar su identidad, así que fue franco con él, pero eso no quería decir que se creyese a pies juntillas lo que decía ese desconocido.

Se miró pensativo el lugar en el que, según el carretillero, había desaparecido Julián.

Eso que dice este tipo tiene sentido -pensó-, pero es solo un desconocido. Milagros puede ser muy convincente cuando desea conseguir alguna cosa, y lo puede haber convencido fácilmente de que les diera cobertura. Será mejor asegurarse de que no están escondidos aquí dentro antes de continuar la búsqueda.

-Esa pareja que ando buscando es peligrosa. Su apariencia puede engañar a la gente de buen corazón, pero ya han matado a dos personas. En su huida serían capaces de matar a cualquiera con tal de no dejar pistas de su paso.

¿Le importaría que diera un vistazo a sus cabañas? Igual se le han metido aquí dentro mientras vos laborabais afuera. Le prometo que, si no encuentro nada de interés, me iré sin molestarle más.

De nuevo las palabras del soldado eran educadas, pero su tono dejaba claro que no iba a desistir fácilmente en su empeño.

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28/02/2018, 22:28
Lugareño

El tipo abrió sus ojos cuando le revelaste aquello de las muertes, y también, previamente, cuando te presentaste como soldado. Se llevó una de sus manos a la boca. Entonces te dijo que aguardaras un momento, que iba a avisar a su esposa. ¡¡Martinaa!! -gritó mientras accedía al interior, pero antes de hacerlo te hizo un gesto con la mano, como para que entraras en su cabaña-. Entonces salió una mujer del interior, más joven que el leñador. Y tan sólo pudo contarte lo mismo: cómo habia llegado un hombre joven, bien vestido, gritando (ahora sí) el nombre de Milagros. Pero luego se marchó sin más.

Iré a avisar al resto -dijo minutos después mientras fue a avisar a sus vecinos; entonces, cuando ojeaste el interior de su casa, comprobaste que apenas había objetos en ella como para poder esconderse-. Y de las dos aldeas salieron otras dos familias, cuatro adultos y cuatro niños. Ninguno de ellos sabía del tema de Milagros, y comprobaste que de todo aquello cuanto contabas tenían por bien el haberlo oído.

Nosé señor, aquí no hay nadie -entonces tomó un hacha cercano, clavado en un madero delantes de las casas-; si vemos a alguien extraño, tendremos cuidado...

- Tiradas (1)

Notas de juego

Te he hecho una tirada de empatía (Per), por si no creías sus palabras (he notado que tal vez tenías alguna retiencia); ha salido fracaso, por lo que no sabes a ciencia cierta si te dice la verdad; pero vamos... el hombre no le ves (tu PJ) que tenga necesidad de mentir. De todas formas, no me gusta siempre hacer tiradas por mis jugadores (ya que a veces pueden querer delcarar suerte). Si es tu caso, te dejo hacer otra declarando Suerte.

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01/03/2018, 16:38
Hernando de Castro

El soldado quedó convencido.

Por un lado, quedó un poco decepcionado porque ahora le tocaba continuar buscando a esos dos por los caminos, y eso era una tarea difícil para un hombre solo.

Por otro lado, se alegraba de que sus temores sobre ese lugareño estuvieran infundados. Hernando no tenía ganas ningunas de enfrentarse a Julián y a ese campesino a la vez.

Entonces se le ocurrió una idea.

¿Tenéis alguno de vosotros un burro o un caballo para cabalgar?

Le ofrezco el salario de una semana de siembra a cualquiera que me acompañe durante el día de hoy. Solo tendréis que venir conmigo hasta que el Sol se ponga, y luego marcharse para casa. En caso de que encontrarais a los dos fugitivos, me tendríais que avisar de un grito y nada más. Sin peleas ni correr riesgo alguno.

¿Qué me decís? ¿Alguien quiere ganarse un buen saldo fácilmente?

Notas de juego

La tirada me ha parecido perfecta. Yo como jugador solo las hago si veo muy claro que es necesaria. Para otra vez que tenga dudas, ya la tiraré.

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02/03/2018, 00:42
Lugareño

Uhm... -resonaron las dudas a base de murmullos-. Las mujeres y hombres de las tres familias mirábanse unos a otros, callados, y también bajando la mirada. No te conocía de nada y les estabas pidiendo hacer una batida por aquellos lares. ¿De una semana, decís? -te preguntó el leñador, mirando a su esposa como sopesando la situacion. Mi burra Mina está ahí atrás; si vos no cabalgáis muy deprisa... yo podría seguiros. Pero sólo hasta la caída del sol. No más. -añadió decidido, rebatiéndote lo del final del día-. El resto de habitantes te miraba, eperando a ver qué contestabas al leñador.

Notas de juego

Haz una tirada de Empatía x2 (otra). El tipo no querrá acompañarte todo el día, sólo hasta el final de la tarde. Puedes intentar convencerlo con Elocuencia (COM) u otras formas de repuesta.