Partida Rol por web

Viktor se apoyó en Nacer para caminar al ritmo del resto y para evitar caerse al suelo, se sentía algo mareado y débil.-Michael, no te separe de mi.-Le dijo al niño tocándole de pasada el pelo.-un Bombardeo...o eso nos pareció a nosotros.-miró a otro lado, pensativo. Ahora seria mas difícil encontrar y matar al cabrón que buscaba y Nacer...pobre chaval, lo de sus padre tendría que estar matándolo lentamente en silencio

- Nah, no quiero enemigos, pero unos cuantos gritos muestran el carácter de algunas personas. Ahora sé que Ka es un mal llevado peligroso y vos, en cambio, mucho más amable. – Sonrío y me apoyo en una pared algo dolorido – La pierna me duele como el demonio, pero quería dar una vuelta por este lugar para conocer algunas caras y rincones.

¿Que demonios era eso? Apenas pude ver algo, pero no me agrada el aspecto de eso... Mierda, tendré que abrir la puta puerta y rogar que no me disparen en el proceso. Les hago señas a todos para que cierren la boca y a la mujer para que este preparada. Si me disparan espero que le meta una bala en el rostro al malnacido que lo haga. Suspiro una vez y trato de sacar la barricada sin hacer mucho ruido, lo cual sera tan fácil como salir por el agujero por el que acabo de espiar. Procuro no dejar la barricada de tal forma que solo se pueda abrir la puerta unos diez centimetros, asi podré ver y disparar, teniendo una minima protección. Podria ser una muy mala idea, pero ese equipo no creo que se consiga en cualquier lugar, deben ser gente importante o poderosa.

-¿¡QUIEN ANDA AHÍ!?- le grito a la oscuridad y espero que no recibir un disparo.

Miro a Rob y fuerzo una sonrisa.

-Oye -le digo en un susurro-, tranquilo. Yo también tengo miedo pero vamos a salir de ésta, ¿eh?

Después alzo la cabeza hacia el tal Ka.

-En mi mochila hay un libro. No me lo estropeéis, por favor -saber que no tienen permiso para matarnos a menos que el Jefazo dé la orden me envalentona un poco, y ese libro es todo lo que me queda. Quiero conservarlo sea como sea.

El niño se acerca aún más a Viktor pues parece que solo se siente cómodo con él. Su brazo busca la mano del joven o, al menos, cogerse de su camisa.

La comitiva sigue su curso por los oscuros túneles, guiados por los hombres armados que os apuntan con el arma en todo momento, sin daros conversación alguna ni responder a vuestra información.

Abres la puerta ante el asombro de tus compañeros, que gritan aterrorizados ante tu temeridad. La respuesta no es un disparo, como te has temido, sino una luz apuntada directamente a tu rostro que te deslumbra completamente.

Salgan de la habitación con los brazos en alto. No buscamos problemas pero no dudaremos en disparar. Estos túneles son peligrosos -os llega una voz que suena aletargada y difusa.

El hombre te sonríe ante la respuesta que le has dado -Bien, si quieres conocer gente podemos empezar. Mi nombre es Carlos, refugiado de los túneles, huyendo del sistema que impera allí arriba ¿que te ha llevado a venir aquí? La verdad, no creo que estés de turismo con la pierna así...

La respuesta de Ka nunca os llega pues un hombre entra en la tienda con aire tranquilo, observandoos sin decir nada. Con un gesto pide a su hombre que se retire y este lo hace, no sin antes lanzaros una mirada furiosa.

Bueno chicos ¿que hacéis por estos lugares tan peligrosos? Por cierto, os agradezco vuestro regalo, es algo que dice bastante a vuestro favor -os dice el hombre con tono serio pero nada amenazador.

Miro a Rob y a Michael esperando que sean ellos quienes respondan, pero no parecen tener intención de hacerlo.

-Pues verá usted, entramos en los túneles para refugiarnos -explico en el mismo tono impostado que usaba con los profesores del internado-, y por casualidad encontramos esa comida. No sabíamos que fuera de nadie. Le pedimos disculpas.

Tengo mi arma lista, aunque no pueden verla desde donde ellos están, o al menos eso espero, pero desde donde estoy no tengo buena linea de tiro, sobre todo si tengo un haz de luz en pleno rostro. No hay mucho tiempo para pensar, así que me juego a todo o nada. 

-¡Arriba también está peligroso...! ¡¿Quienes demonios son?! - mierda, espero no pasarme, estos tipos pueden tener el dedo en el gatillo-. No quiero problemas, solo escapaba de las bombas- espero que el pensar que soy uno solo les haga relajarse un poco...

Extiendo la mano a Carlos con una sonrisa mientras hago equilibrio con las muletas. – Soy Rapaz. La rotura en la pierna me la gané acá adentro cuando empezaron las sacudidas allá arriba – Señalo hacia arriba con el mentón – y… en vez de huir hago lo que no se supone. Soy ladrón de oficio, traté por las buenas, con trabajo, pero no alcanza para mi familia. Conocí el laberinto de túneles aquí abajo hace muy poco y mi mente sólo pudo pensar en una cosa, “Si escapo por ahí con un botín no me van a poder encontrar jamás”, así que volví de inmediato al crimen, jejeje

Tensando de nuevo mi cuerpo ante el contacto de César, seguí al resto sin saber muy bien como acabaría aquello. Aunque, visto lo visto, pocas opciones teníamos y más viendo que era necesaria, y con urgencia, la presencia de un médico o cualquiera que tuviera unos mínimos conocimientos de medicina y material para curar heridas de bala. De todas formas, aunque intentara escapar, no creía que aquellos dos me dejaran salir con vida de allí.

Mientras caminaba, no dejaba de pensar en Jack y en los dos adorables ancianos que habíamos dejado atrás. Esperaba que estuvieran bien y que hubieran conseguido salir de este oscuro y maldito lugar. Sólo había un pequeño problema, que tampoco teníamos ni idea de lo que sucedía fuera.

Se le pasó por la cabeza llevarse la mano al cinturón, coger la 9mm y meterle un tiro a la rubia de bote que encabezaba la marcha pero decidió esperar, quizás convenga esperar antes de cargarselos, quizás.

Avanzáis durante mucho tiempo, atravesando túneles sombríos y abandonados, bajo la constante vigilancia de la pareja de hombres armados y de las ratas que consideran este lugar su dominio. Perdéis la noción del tiempo y la orientación debido a la escasa luz, la similitud de los pasajes y, posiblemente, por la acción de vuestros guías.

Finalmente os encontráis con una improvisada empalizada de maderas cuya entrada está parcialmente bloqueada por unos hilos de los que cuelgan campanas, dotando al campamento de un improvisado sistema de alarmas. Os reciben un par de vigilantes, hombres de aspecto sucio y hasta enfermizo, armados al igual que vuestros guías.

Tras liberar la entrada os permiten pasar a su hogar, una gran explanada cavada en la propia roca, iluminada en su totalidad por decenas de lámparas de aceite y velas. El lugar está lleno de tiendas de campaña de diferentes tamaños, algunas con una altura de más de dos metros. También veis mesas amplias, un lugar que parece servir de cocina, un generador e, incluso, un billar. 

Antes de que podáis hacer nada más otros cinco hombres y mujeres se reúnen a los cuatro que ya os acompañaban. Algunos de ellos os apuntan con sus armas mientras otros las mantienen guardadas, confiados. La mujer rubia que os ha guiado hasta allí os informa desde vuestra espalda, cubriendo vuestra posible retirada con su arma.

Ahora debéis dejar vuestras armas en manos de los nuestros, todas ellas. Si no lo hacéis os mataremos -comenta satisfecha. Por su voz parece que cualquiera de las dos opciones que os ha dado le resultan interesantes.

La voz hace caso omiso a tu petición y repite una vez más su discurso -Salgan de la habitación con las manos en alto. Tienen tres segundos.

Notas por su respiración que tus compañeros están aterrados. Aún así parecen confiarte su vida y no dicen nada ni actúan, esperando a que tomes una decisión.

El hombre os observa a los tres sin decir nada, dando una vuelta alrededor de vosotros. Parece disfrutar con vuestra posición, de rodillas frente a él, y confiado en exceso. Tiene claro que no sois amenaza alguna para él. Su olor os envuelve cuando se acerca, una mezcla de sudor, suciedad y ceniza.

Rompe el silencio cuando ha conseguido que vuestros nervios se disparen aún más por la demora de su respuesta. Sin embargo no parece interesarle vuestra defensa sino que continúa con su interrogatorio -Como ya he dicho esa comida es un buen regalo, lo suficiente como para que vosotros, solos unos críos, aún conservéis la vida. Pero eso puede cambiar rápidamente. Dadme al menos tres razones por las que debería dejaros con vida y permitiros vivir un tiempo en mi hogar, tomando mi comida y mi agua. Si me convence os quedaréis aquí, si no os partiré el cuello. Empieza tu -ordena a Geneviene.

El hombre te estrecha la mano sonriendo y saca un par de cigarros de su chaqueta -Vaya, contigo tenemos entonces a otro pequeño delincuente. Te sentirás totalmente integrado con la mayoría de los residentes, expulsados del mundo de allí arriba por buscarse el pan o los vicios por medios alternativos. ¿Fumas? -te pregunta ofreciéndote uno -aquí todos tenemos alguna deuda con la justicia de los poderosos, ya sea por simples hurtos, asesinatos o terrorismo. Ellos no nos añoran y nosotros tampoco queremos saber de ellos, salvo para conseguir, puntualmente, suministros.