Partida Rol por web

Algo ha ocurrido en el sector de los prisioneros. Pienso en dar la alarma, pero yo no soy así. Es mejor estar discretamente enterado de todo, quien sabe cómo puede beneficiarme, soy consciente de que aunque me han dado más confianza que a otros, soy un recién llegado y sigo bajo la lupa.

Me acerco a la escena todo lo sigiloso que me permiten ser las muletas.

Me encogí de hombros, poco más podía hacer visto que no había manera de salir de aquel antro sin tener problemas. Por lo menos por el momento habría que adaptarse a los nuevos acontecimientos y si, tal y como decían, el tío que manejaba todo ese cotarro era tan cruel, mejor no llamar excesivamente la atención.

-Bueno Rob, parece que te ha tocado ser nuestro guía turístico. ¿Qué hay de interesante para ver por aquí?

Intentaba tomarme con resignación la nueva situación, y eso que aún no se me había pasado del todo el cabreo por verme mezclada con aquella gentuza.

- Llévanos a la parte central del campamento pendejo - le digo al rubio mientras empezamos a salir.

Zoe aprovechó par entablar conversación con el chaval. Por mi parte tengo aprendido de hace tiempo atrás que no quiero entablar amistad con quien puede que con el tiempo me vea obligado a matar, así que salgo agarrado a Viktor de la tienda sin más.

Mientras les cuento a Zoe y Viktor la información que me dio El Jefazo, pudiendo ir a la zona central, las entradas, la enfermería, el almacén, la zona del norte que está pegada a la roca o cualquier otro punto cardinal.

El anciano, que no es otro que el que te encontraste en los túneles antes de conocer a El Jefazo, corre hacia ti tan rápido como puede moverse debido a su edad y su demacrada salud.

Rapaz, se escapan. Tienes que detenerlos. El Jefazo los matará a todos -te grita parándose un segundo para recuperar el aliento antes de seguir corriendo a la parte central del campamento.

Te acercas más a la zona de las prisiones y puedes ver que en una de las celdas se encuentra el hombre de traje azul al que buscas, el militar y otro hombre tumbado en el duro suelo. Otras dos celdas, aún cerradas, están ocupadas por una joven de piel pálida y por el hombre de la chaqueta roja, que comparte la reclusión con el crío que el grupo trajo al campamento.

La respuesta le llega a Raymond desde la celda más alejada. La llave la tiene que tener el yonki, él fue quién abrió la puerta de la celda -aconseja Kaleb desde su celda, tratando de asomarse por las rejas para ver todo lo que ocurre -remátalo primero, antes de que se levante.

La sentencia de Kaleb fue acompañada por el despertar del yonki, que comenzó a tratar de levantarse con torpeza, llevándose una de las manos a la cabeza ensangrentada.

El chico rubio se detiene tras las palabras de Zoe y César. Parece estar verdaderamente aterrado. Mira a un lado y otro del campamento, buscando algo o a alguien con la mirada.

Harry. No me dio tiempo a detenerle la hemorragia. Necesito ir a la tienda donde ese cabrón le cortó los dedos -divago Rob en un gesto de valentía. O de locura, según el punto de vista -se va a morir si no le ayudo -concluye antes de comenzar a andar con un objetivo claro, obviando la orden de César y la pregunta de Zoe.

El tal Andrew sale con una dosis de algún tipo de droga y, tras el asentimiento de Carlos, te ayuda a remangarte.

Esto te acabará matando chico -murmura Andrew más para sí mismo que para ti, en un leve intento de redimir su próxima acción. El pinchazo de la inyección no te importa lo más mínimo pues notas como la droga se introduce en tu torrente sanguíneo. En un primer momento tu cuerpo se tensa completamente hasta que poco a poco comienza a relajarse, regalándote una sensación increíble de alivio y placer. La mente se te nubla encoge, rodeada por nubes de calma y tranquilidad. Comienzas a ver todo de otra forma, una especie de ilusiones. Hasta te parece ver al capullo de Rob, el hermano de Vera, merodeando por el campamento.

Aaron suspira ante tu pregunta -Hace algo más de seis meses. Exactamente seis meses y doce días. Esos hombres de los que te hablo trataron de matarnos pero la mayoría conseguimos huir. Antes ese grupo era diferente, más acogedor y pacífico. Pero tuvimos ciertos enfrentamientos y finalmente todo se fue de las manos -te cuenta el líder de este lugar, señalándote a los suyos -querían matar a los niños y los ancianos. No podía permitirlo.

Al volver a mirar lo que te indica Aaron te percatas de que una de las mujeres que vigila a los críos está embarazada de varios meses. 

-Déjame adivinar- dije achicando ligeramente mis ojos-. Poca comida o recursos, por eso se decidió "sacrificar" a los mas débiles- escupí en el suelo-. A los que consideraron cargas.

No quería imaginar lo que pasaría de ahora en mas, pues con el ataque, todo estaría muchísimo peor. Habría mas gente hambrienta, menos personas dispuestas a ayudar y a hacer lo correcto. Bajé mi voz un poco.

-Estas consiente que esto se pondrá mucho peor ¿no?- miré a mi alrededor, observando a una mujer embarazada-. Si ese grupo piensa eso, si ellos ponen a su dosis por encima de todo lo demás- lo miré directamente-. No tienen lugar en tu comunidad, tendrás que separar bien qué quieres conservar y que desechar- era hora de ser sincero-. En ese grupo, los que estuvieron de acuerdo con masacrar a los demás, no habrá nadie que merezca ser salvado. Puedo encargarme que nadie más moleste- tenia que verlos como una parte podrida en un cuerpo, a la cual había que cortar para que no contaminara el resto. Estoy dispuesto a intentarlo.

Cojo el cuchillo que el yonki ha dejado caer. Con mano temblorosa me acerco a él. Nunca he herido a nadie y mucho menos, matado. Pero es un nuevo mundo, y hay gente que está encerrada, y quería matar a Nasty...

Si apenas pensarlo, hundo el cuchillo varias veces en el cuerpo del yonki.

Su cuerpo lo estaba pidiendo a gritos, necesitaba colocarse para sentirse bien nuevamente. Aquella mierda era buena, a los pocos segundos de entrar en su torrente sanguíneo sintió como se evaporaban los miedos, la angustia y su pulso se establecía. Empezó a fliparlo, veía un mundo totalmente nuevo a su alrededor. ¿ Ese era Rob ?  pensó para si mismo... y masculló.

- ¿ Qué coño hace aquí Rob ? - no parecía hablar con nadie, pero pronunció aquello en voz alta - Menudo capullo ...

Saliendo de mi escondite levanto la pistola y apunto a los dos hombres que se encuentran de pie. No necesito explicaciones, está claro que el soldado ha dado el paso en falso que evidentemente daría. Necio, esta no es la mejor forma de salir de aquí.

- ¿Qué hacen? Al suelo, al suelo ahora mismo. ¿Qué mierda están haciendo? Mueven un solo músculo demás y los lleno de balas. Acostados en el piso con las manos en la nuca o los cocino!

Guardo distancia prudente con los dos hombres, no estoy en condiciones de moverme mucho.

Me quedé parada unos segundos sin saber muy bien qué hacer. El joven que debería guiarnos por aquel lugar parecía tener en mente otra idea. Le eché un rápido vistazo a César intentando lanzarle una muda pregunta... ¿Y ahora qué? Estaba claro que Rob lo único que deseaba en esos instantes era ayudar a su amigo.

Seguía sin conocer las normas que regían en aquel lugar, y no sabía que sería lo correcto. Por saber, hacía tiempo que no sabía nada de lo que estaba pasando y me daba cuenta que todo estaba fuera de control. Quizás si seguíamos al joven a ver a su amigo nos estuviéramos arriesgando a que alguien nos llamara la atención, pero por otra parte, tampoco sabía si nos dejarían vagar a nosotros solos por las dependencias que aquellos desheredados habían creado. Visto lo visto, nos podíamos arriesgar a que nos metieran un tiro hiciéramos lo que hiciéramos y, por supuesto, antes de preguntar.

—¿Quieres que te acompañemos? No sé, igual podemos ayudar en algo...

No me creía ni mis propias palabras pero me pareció que debía decirlas. Volví a mirar a César y a Viktor.

—A no ser que vosotros queráis hacer otra cosa.

Zoe me mira y yo la miro a ella, *¿de qué coño habla este colgao?

- Espera pinche weón... - sujeto al tío del brazo para que deje de caminar por un segundo - ¿se puede saber quién le rajó los dedos y por qué? *Por qué si eso es cosa del Jefazo, ni de coña nos vamos a mezclar en esa mierda.

Me agacho un poco para quedar a la altura del oído de Zoe y le hablo en voz baja.

- Tranquila nena, el puto Jefazo me dio permiso para andar con libertad.

Viktor miró a uno y a otros a partes iguales, se encogió de hombros y se mantuvo agarrado a César.-Voy donde ustedes vayais, pero me gustaría buscar a Nácer...vinimos juntos y me gustaría saber si está a salvo.-Les confesó a su muleta viviente y a su acompañante, la verdad era que Viktor con lo silencioso y frio que era estaba bastante preocupado por la seguridad de Nácer y de Michael.

Me encogí de hombros, al fin y al cabo me importaba una mierda dónde nos dirigiéramos con tal de que nuestra estancia allí no se prolongara. Quizás al resto estar allí abajo no les preocupaba pero a mí sí, seguro que mis amigos y conocidos se preocuparían cuando no me vieran regresar. Aunque... ¿Estarían vivos? No tenía ni idea que había sucedido en la superficie ni el efecto de aquellas bombas. Tal vez ahora mismo era poco lo que quedaba de mi mundo conocido.

Lo que no me pasó por alto fue el comentario de César. Joder con el tío, desde luego se lo sabía montar y parecía que era capaz de conseguir cualquier cosa que se propusiera.

—¿Y quién es el jefazo y por qué te ha dado carta blanca?

Sentía curiosidad, no lo iba a negar, pero también quería saber qué había ofrecido César, siendo supuestamente un extraño, para conseguir tal libertad de movimientos. Sólo esperaba que no nos vendiera a las primeras de cambio. Me giré hacia Viktor y, para mi sorpresa, me dio la sensación de que estaba preocupado.

—La verdad es que lo mismo me da... Podemos ir a ver al tal Harry, a tus colegas —señalé a Viktor al decir aquello—, o podemos ir al bar más cercano a tomar unas birras.

Al preguntarme por Nácer supongo que se refiere al cuate de las rastas con cara de yonki. Me encojo de hombros con la mirada perdida, no tengo ni idea de por dónde puede andar el chaval, pero esto no es tan grande cómo para que no nos lo crucemos en algún momento.

- Puta idea de dónde está wey - niego con la cabeza frunciendo los labios con indiferencia.

Zoe me pregunta en voz baja sobre el Jefazo, mientras nosotros tres andamos unos pasos por detrás del rubio. Me parece percibir cierto tono acusatorio en su pregunta, así que dejo de caminar un momento haciendo que Viktor pare su paso conmigo y esperando que Zoe haga lo mismo.

- ¡Puras habas! - miro a los ojos de la muchacha a la que había estado jodiendo con mis bromas porque se había ganado mi cariño y respeto, con gesto serio por vez primera - si de verdad tienes interés en jinetear los fondos de mis tratos con el Jefazo - miro como Rob avanza despacio antes de continuar - una cuenta es la de briago y otra la del cantinero, chula - dije esto último como un piropo antes de empezar andar de nuevo - me obligó a decidir quién debía vivir y quién debía morir.

Camino con la mirada fija al frente. Ellos dos están ahí conmigo, fruto o no de mi decisión, es pronto saber qué hay de juego y qué de real para el Jefazo, pero de momento parece cumplir su palabra.

Me sorprendió el cambio de actitud de César, hasta el momento siempre le había visto de buen humor y lanzando bromas pero la seriedad con la que hablaba ahora... Sí, me sorprendió y mucho. La pena es que no entendía la mitad de lo que me decía. Esa jerga tan especial que hablaba me dejaba muchas veces descolocada, no sabía cuando estaba insultando o cuando diciendo algo más agradable. Pero sí que entendí la última frase que pronunció, aunque mi cabeza tardó bastante en procesarla.

—No he entendido ni la mitad de lo que has dicho pero... ¿Que te ha obligado a qué? ¿En serio? Pero esta gente de qué va... No me gusta nada su juego y... ¡Joder! Me da miedo.

Me giré para mirar a Viktor y ver su reacción. Lo que acababa de contarnos César era algo con lo que no contaba y, la verdad, si era cierto lo que él decía no me quedaba más remedio que darle las gracias por habernos mantenido con vida. Sólo esperaba que la vida que me esperaba a partir de ese instante no me deseara haberla palmado primero.

—Esto... César... Yo...

¿Me había sonrojado? ¿En serio lo había hecho? Por lo menos había sentido cierto calor en la cara y eso no hacía más que cabrearme, pero el chaval no tenía la culpa.

—Gracias. Aunque ¿por qué te lo pidió a ti? ¿Por qué a alguien se le ocurriría jugar a ser dios de esa forma? Decidir sobre la vida o la muerte de los demás sin tener ni idea de quienes son...

Viktor miró a César y luego miró a Zoe.-Decidiste que yo viviera, no?....pero quien morirá en mi lugar?.-Le preguntó al chicano con el gesto serio como si alguien se acabase de morir....nada mas lejos de la posible realidad.-No se ustedes dos pero cada vez tengo mas ganas de largarme de aqui, no voy a morir bajo tierra y sin haber llevado a cabo mis propios planes personales, lo siento pero me niego a dejarme matar por estos hijos de puta.-Apretó los puños y frunció el ceño, respiraba agitado y estaba nervioso.-Quiero huir de este agujero en cuanto pueda.-Lo tenía decidido.