Partida Rol por web

Quería confiar en ella, Plañidera haría algo para ayudar o eso esperaba, ciertamente no le sería sencillo solo volverse contra las otras dos, pero la menospreciaban la veían inferior a ellas mismas y verían su falta como puñal en sus entrañas. Pandora pensó que desde donde estaban no podía hacer demasiado, le faltaban unos pies para ayudar en la liberación de quienes estaban atados, su mano de mago no se podía invocar más allá del margen casi exacto que les separaba, y su conjuro para dormir era poco preciso contra seres tan resistentes; solo le quedaba su toque helado cuya distancia era enorme y su ventaja el que no supieran de donde venía el ataque.

Concentró el ataque y procuró sostener su brazo por tal de evitar que pudiera ir tras el libro, aunque pareciera que aquella entidad estaba acostumbrada al daño constante pues su daño necrótico no le hacía ni parpadear, pero esperaba que bastara para mandar un mensaje a plañidera y que intentara ayudar.

Abrí lentamente los ojos y el difuso mundo fue cobrando consistencia. Un rostro familiar me miraba desde arriba, otro también, algo más ladeado. En ambos había preocupación, pero una sonrisa fue extendiéndose por aquellos rostros. ¿Mamá...? ¿Papá? Me incorporé de golpe, lo que me hizo sentir algo mareado unos instantes, y les miré en cuanto me recompuse—. ¡Estáis bien! —exclamé.

Pero no a salvo. Quise abrazarles, pero las ataduras me lo impidieron; las cuerdas arañaban mis muñecas, y también las de ellos. No nos habían amordazado ni puesto trabas para correr, pero eso era únicamente porque no había dónde hacerlo, no había posibilidad de huir ni escapatoria alguna, no con aquellas brujas por allí.

Eché un vistazo alrededor y mis ojos se clavaron en el libro con rabia. Estaba a punto de gritar que me lo devolviera, cuando todo empezó a suceder muy rápido, como piezas de dominó cayendo, arrastrando unas a otras. Las chispas se clavaron en Dhara, que cayó al suelo entre espasmos; Ismina se lanzó contra Cilla, que a su vez respondió atacándola, lo que hizo que Davis fuera a por ella para proteger a su mujer; Crica estaba ocupada en aquella pelea, y la tercera saga se había agachado para contener —o eso esperaba yo— la transformación de mi medio hermana; Ismene, culpable de todo lo que estaba sucediendo, también parecía intentar salvar a su hija. De resto de actores no sabía nada, pero lo más importante es que nadie estaba atento a mi.

Debía decidir rápido. La espada o ayudar contra esos monstruos. ¿Qué debía hacer? Mi atención se fue hacia el libro, ahora tirado en el suelo, y lo supe. Lo había leído, había entrado en contacto con... Ello. Tal vez podría detener lo que fuera que estuviera pasando. Necesitaba las manos libres. El arma. O eso. Si no calculaba bien dolería, pero era más rápido, mucho más.

Decidido, me puse rápido en pie y corrí hacia la abertura, me giré y, tras tragar saliva, acerqué las ataduras para intentar soltarlas. Si tocaba aquello podía ser el final, si no, tenía una oportunidad.

El poder que ejerce una madre sobre sus retoños es un misterio que ni la más oscura ciencia podrá resolver jamás. Pasar esos meses dentro del vientre de tu madre es, supongo, una estancia apacible, placentera y dulce, aunque dudo que los sentimientos experimentados durante ese periodo en la vida de mi madre fueran los mismo que mi alma al elegirla como hogar durante mi creación material. 

La conexión que existe entre madre e hijo/a va por encima de cualquier tipo de relación, va por delante de cualquier vínculo, arrasa cualquier promesa externa. Una vez que sales al mundo te llevas contigo parte de sus entrañas y una marca de agua eternamente grabada. 

- Madre... - lloriqueé - ...esto es cruel.- articulé cuatro palabras antes de comenzar a sentir los espasmos. 

-Soy la voz del infierno, la inocencia de tus sueños, una tumba vacía, un silencioso cometa en contra del azul cielo, soy el fuego de la chimenea, la luz de la luna que avista, la historia real, cada uno de tus recuerdos- canturreaban en mi mente tres voces puntiagudas como alfileres, golpeando las sienes, golpeando la frente -soy el viaje, soy el destino, soy la historia demente que lamentarás- basta... - lejos de degustar la noche, libre nosotros volaremos, ¡Sigue la locura!- basta te lo ruego...

Retorciéndome de angustia sobre los brazos de mi madre comencé a chillar sin consuelo alguno, ninguna postura era la correcta para poder soportar aquella tortura corporal y mental, desde mi posición agonizante miré mis pies... comenzaron a alargarse, mis preciosos pies sobresalían de los zapatos, podía sentir como si finos hilos de cristal tiraran con fuerza de mis huesos, provocando un inmenso y terrible dolor que recorría cada nervio.    

- ¿Sabes tú lo que es real? - preguntó la voz aguda de mi cabeza.

-¡BASTA!- chillé entre llantos. Agarré la mano de mi madre y me intenté incorporar para ver lo que estaba sucediendo. Aquella escena era como las noches de invierno en la taberna durante un eclipse de luna... Caótica.

"¡Oh no! ¡Oh no no NO!" ¡Todo estaba saliendo mal! ¡Terriblemente mal! Lizzy no entendía el por qué del ritual, pero sabía que los padres de Thomas, él y Dhara corrían peligro! Menos mal que no se entretuvieron con los de allí fuera, hicieron bien en confiar en ese chico que había 'salido de la nada', como decía Lucilla, ¡pero aún así habían llegado demasiado tarde! Lizzy reconoció aquella canción, fue la misma que Aaliyah y ella habían oido de aquella mujer que convocó a las brujas. ¡Así que ella debía ser la responsable de todo!

Pensó en qué hacía realmente allí. Y si le merecía la pena ayudar a Thomas. Y si ese... caos que querían devolver al mundo no sería, de hecho, una ayuda para su propia misión personal. Pensó en que quizás, de verdad no merecía la pena arriesgar su vida por un amigo al que apenas conocía... pero sacudió la cabeza, alejando esos pensamientos oscuros. ¡Había venido a ayudar! ¡Había prometido que ayudaría! ¡Era la familia de Thomas! Ella no tenía ya padres, ni siquiera los recordaba, así que no podía saber cómo se sentía, pero sabía lo importante que era directamente el concepto de la familia! ¡No podía no ayudarle!

¡Y también estaba Dhara! ¡También ella corría peligro! Vio cómo aquella magia del libro alcanzaba a Dhara, cómo ésta empezaba a convulsionarse. "¡No!" aún ni siquiera había podido confirmar sus sospechas, y preguntarle a Cuervonegro sobre esa conexión mutua que ambas habían sentido entre sí. ¡No podía dejarla ahi! "¡Faela! ¡Haz algo, ayúdala, por favor!" le pidió a su sombra, a esa que le había encargado que fuera con Dhara. ¡Esperaba que hubiera podido alcanzarla! ¡Era la única forma en la que podría ayudarla! Lizzy apenas había empezado a estudiar magia otra vez, sus hechizos eran muy básicos e inútiles... ¡y todavía no podía siquiera canalizar la magia a través de su arma! Ahora entendía por qué Griffon la avisó de que no viniera al priorato... ¡era demasiado peligroso!

Tener miedo le recordó que sabía de alguien que era más valiente que ella, aparte de Pandora que sin dudarlo había actúado ya. "¡Aaliyah! ¡Si de verdad puedes hacer magia, ahora es el momento!" le pidió, y sin más dudas, Lizzy lanzó su daga contra la saga que estaba cerca de Ismina, Cilla. 

^{Turno 1}

Cilla golpea fuertemente a la madre de Thomas en el abdomen con la mano izquierda mientras sostiene el libro con la derecha. De pronto siente un profundo dolor en la diestra producto del Toque Helado de Pandora pero mantiene el libro.

Plañidera se acuclilla junto a Dhara atendiendo su transformación. -Una criatura de pesadillas- comenta al observar cómo la piel de la mujer se torna pálida, grisácea y enfermiza. Sus huesos comienzan a crujir y alargarse de forma desigual provocando un gran dolor a la muchacha. La piel de su rostro comienza a crecer ocultando todos sus rasgos salvo su boca que se proyecta hacia adelante como si se estuviera transformando en un caballo. Una segunda boca se abre en su nuca. Sus palabras se hacen más fuertes, como si hubiera elevado el volumen de su voz.

Thomas corre a la abertura pese a lo peligrosa que es.

Arriba, Lucilla se vuelve traslúcida y atraviesa la vidriera para materializarse al otro lado, dejándose caer.

Crica, intenta inmovilizar a Davis pero éste resiste. Su voluntad se ve aumentada por los acontecimientos.

Davis corre hasta Cilla con las manos atadas e intenta aplastar la cabeza de la Saga con su bota para ayudar a su amada. Golpea la cabeza de Cilla con el talón de su bota. Ésta grita enfurecida.

Lizzy intenta lanzar su daga por el hueco de la vidriera. Un lanzamiento tan audaz como difícil que no llega a acertar a ningún enemigo. Sientes a Faela tan asustada y confusa como tú, sin saber muy bien qué hacer. No puede ayudar a Dhara ya que no comprende qué le está pasando. Todo es tan nuevo para ella como lo es para Lizzy.

^{Turno 2}

Ismina había derribado a Cilla. Ésta  sigue sintiendo un profundo dolor en la mano que sostiene el libro y el dolor de la frente por la patada de Davis, pero es Ismina quien le arrebata el volumen de un fuerte golpe que vuela por la estancia. Acto seguido, se separa de la Saga mostrando una mueca de dolor por la herida en su abdomen. La garra de la Saga le ha desgarrado la piel y la sangre empapa esa zona. Da un paso más hacia atrás alejándose de Davis y Cilla.

Cilla aprovechando la duda de Ismina y su dolor, se revuelve contra Davis. No tenía la cabeza para conjuros, la saga era un revoltijo de garras e ira y sus zarpas cortan la carne del diplomático que cae hacia atrás mientras la sangre escapa como un río de su pecho y cuello. Ismina abre mucho los ojos -¡NO!- grita apretando la tela ensangrentada de sus prendas.

Plañidera intercede -¡Esto no es lo que habíamos hablado!- grita a su "hermana" inútilmente. Plañidera no es una saga como las otras. Su plano de poder no es el plano material sino el onírico. Ella intercede en los sueños y poco puede hacer para causar daño real en una situación así. Aun así, tiene algún recurso. Un rayo negro de energía debilitante emerge del dedo con el que apunta a Cilla. Sin embargo, la líder de las sagas hace honor a su reputación esquivándolo.

Aaliyah reacciona con las palabras de Lizzy -Yo nunca...- comienza a decir. Él nunca había usado la magia para combatir, nunca se había visto en una situación como esta. -¡Estamos demasiado lejos!- resolvió. Se movió hacia atrás, alejándose de la vidriera -¡Apartaos!- Juntó las manos con los pulgares tocándose y los dedos estirados, buscó una fuente de calor, de energía, miró el portal en el interior, el aire de los bordes chisporroteaba. Rápidamente hizo un vínculo en su mente e impuso su voluntad para extraer energía de los límites de esa realidad. Movió los brazos hasta que encuadró la vidriera y entonces, culminó el vínculo y desencadenó la energía a través de sus dedos. El aire se hizo más denso en la distancia de sus manos. Una fina capa de llamas se escurrió de sus palmas a la punta de sus dedos y rápidamente se proyectó hacia delante. Los cristales estallaron cayendo como lluvia al interior, el fuego no era suficiente para derretir el metal pero sí para hacer saltar la argamasa en la roca que se fragmentó y liberó las agarraderas. El hierro no cayó, pero se descolgó y movió lo suficiente como para que Pandora, Lizzy, Saudo y el propio Aaliyah se escurrieran hacia el interior. Aaliyah fue el más sorprendido. Miró sus manos con perplejidad.

Aun así, debían salvar la altura. -Necesitamos una cuerda- murmuró el muchacho con voz temblorosa. Quizá, después de todo, su magia no serviría para salvar a los amigos de Lizzy y eso le dolía. Lo peor era la sensación de impotencia.

Aún y sin cristal de por medio la caída era abrumadora, pero vio algo que no pudo evitar creer que le beneficiaba, se sentó al borde de lo que antes era la vidriera, salvando algo de distancia e hizo aparecer una nueva mano, no tan tétrica como la anterior. La mano tomó el libro y lo llevó ante Plañidera, Pandora esperaba que algo en el libro permitiera frenar aquella extraña invocación.

Lizzy admiraba cómo Pandora podía mantener la calma ante una situación tan terriblemente aterradora. Si salían de esta con vida, desde luego que iba a tener que preguntarle cómo lo hacía. ¿Pero saldrían de esta con vida? Dhara estaba ahi, convulsionándose, Faela sin saber qué hacer para ayudarla igual que la propia Lizzy. Thomas aún seguía también maniatado y los padres de Thomas entablaban un combate que no podían ganar contra las brujas. Ganándoles tiempo, ¿y qué hacía ella? ¡Tirar su única daga y fallar miserablemente! Aaliyah había demostrado que sabía hacer magia y ella, que se supone que también sabía, ¡no hacía nada! Tenía un único hechizo que podría servirle para golpear a una de las sagas, ¡pero los padres de Thomas estaban muy cerca! Lo último que quería era alcanzarles a ellos también con uno de sus hechizos.

Así que decidió que como mejor ayuda podría servir era deshaciendo las cuerdas de Thomas, y-y tenía que recuperar a Faela... de... u-una Dhara a la que no podían salvar... Apretó los dientes, y sintió lágrimas descendiendo por sus mejillas. Dhara se estaba transformando en un monstruo y a este paso Thomas iría por el mismo camino. No podía perderle también a él. Tenía que bajar a ayudarle. Quizá no pudiera teleportarse como en sus sueños, pero al menos podía intentar saltar. Había entrenado la agilidad allá en los bosques con Gang. Se imaginó que estaba allí, cerró los ojos, cogió carrerilla y pegó un salto... ¡llegando a la lámpara! Había una buena caída si se tiraba desde ahí... así que... ¿y si cortaba la cuerda de la lámpara y caía con ella? ¡Así no se haría daño!

Corrí hacia la abertura, dispuesto a soltarme, a recuperar el libro, a poner fin a todo. Jamás lo haría. Mis manos atadas eran torpes, mi cuerpo magullado y aún agarrotado carecía de la soltura necesaria para el movimiento que debía hacer, y aún si hubiera estado fresco y preparado, aún con esas, lo que hacía era peligroso, muy peligroso. Nunca lo habría conseguido.

Una chispa surgió del portal y zigzagueó hasta mi brazo. La piel se me puso de gallina en cuanto noté aquello atravesar mi piel y penetrar mi carne. Caí de rodillas, con los ojos muy abiertos, y supe que era el final. Temblé. No de miedo, sino porque aquél poder de otro mundo comenzaba a dominarme. Supe que no podría salvar a mis padres —ya estaban en las últimas—, que no alcanzaría el tomo —una fuerza desconocida lo estaba alejando de mi, robándolo—, y que jamás llegaría a ser lo que había soñado. Entre estertores, mi vida se escapaba.

Todo ocurrió demasiado deprisa. El libro voló lejos de Thomas que caía sin poder controlar sus músculos. Ismina giró la cabeza mirando a su hijo. -NO- gritaba todo su ser sin emitir palabra alguna. Con infinito terror en los ojos, la mujer corrió hacia su hijo. Cilla se abalanzaba sobre el caído Davis. Plañidera asió el libro en el aire visiblemente sorprendida. Miró hacia arriba, localizó a Pandora y Lizzy.

Fuera, Aaliya aún no había saltado, lo veía todo desde arriba. Lucilla caía con gracia entre dos bancos apartados. Lista para efectuar sus conjuros.

No había nada que pudieran hacer... -¡El libro!- la voz de Ismina quebrada resonó en la habitación. Su pelo rubio estaba revuelto y su semblante desencajado. Extendió una mano libre hacia Plañidera reclamando el volumen que sostenía. La saga asintió. Aquel libro había pertenecido a Ismina todos esos años desde que escapó de Quortur arrebatándoselo al dictador.

Cilla seguía arremetiendo contra Davis. Ismina ya había perdido a su amor, al hombre que la salvó. No estaba dispuesta a que su hijo muriera también. -Dámelo- pidió con una voz que hacía quebrar las almas de aquellos que escucharon. Plañidera lanzó el libro a Ismina. Ella lo cogió, pero no lo abrió. Se acuclilló junto a su hijo mientras éste temblaba y su piel palidecía adquiriendo tonos insanos. -Vive, búscame- fueron las dos palabras que dijo.

Cilla giró la cabeza hacia Ismina. -¡No!- grito abriendo mucho los ojos. -¡No!- dijo también Lucilla al entender lo que estaba a apunto de suceder. La mujer del diplomático, la geógrafa, la madre de Thomas, saltó al interior de la abertura arañándose los brazos al pasar por ella. Una vez dentro, abrió el libro y la realidad pareció estremecerse.

La última chispa que impactó contra el cuerpo de Thomas salió de él, no sin provocarle gran dolor. Su forma era más una medusa de grandes tentáculos que se habían extendido por sus venas, pero fue extraída por completo. No tuvo tanta suerte Dhara y su cuerpo, que estaba adquiriendo proporciones enormes, alargadas y de tonos grises, salieron disparados hacia la abertura. Ésta era más pequeña que el actual volumen de Cuervonegro pero la fuerza era tal, que sus miembros se cercenaron, se separaron del cuerpo y se metieron por la abertura, al igual que el muerto, casi convertido en un monstruo.

Segundos después, ésta se cerro y todo quedó en una extraña calma. Crica festín macabro gritó o, más bien, emitió un rugido cortante como el frío invernal. Las llamas comenzaron a salir de las manos de Lucilla pero Crica no quiso enfrentarse a nadie más. Giró sobre sí y corrió como un animal hacia la salida.

Cilla miró con desprecio los restos de sangre y el lugar en el que se había abierto aquel portal y, sin más, se esfumó desapareciendo.

Plañidera miró a Pandora. Asintió y también desapareció delante de todos.

-No, no, nonono- sollozaba. Sentía cómo mis lágrimas formaban surcos en mis mejillas. Invoqué la misma magia que había manejado Cilla hacía unos segundos y que ella misma me había enseñado y desaparecí. -Nada de esto debía haber pasado. Todo ha sido por vuestra culpa. Volveré... volveré...- mis últimas palabras iban cargadas de odio.

Alcé la vista. Tenía la boca llena de sangre que escupí -Thomas. Escúchame. No...- las fuerzas me abandonaron. Mi cabeza cayó hacia atrás y todo se hizo oscuridad.

Los ojos se me llenaron de lágrimas. No pude evitarlo. Quería ser fuerte, parecer fuerte... pero no pude. Así que me aparté de la ventana y busqué un sitio más seguro por el que bajar.

Corrí hasta Davis pero un rápido vistazo bastó. Así que fui a auxiliar a su hijo -Thomas- miré su brazo. Tenía mal aspecto pero vivirá. -Voy a vendarte el brazo- dije. Aquella cosa se había extendido y, al extraerla, le había desgarrado por dentro y en el punto del impacto. Comenzaba a sangrar copiosamente.

Volví a mirar al diplomático con dolor. Recordando a Ismina, mi amiga. -¿Cómo hemos llegado a esto?-

Debía actuar deprisa. La Orden de la Verdad están a punto de llegar.

Aquel macabro juego había terminado, y la joven Pandora se sentía helada, pasados los nervios principales desaparecían y solo quedaban tiriteos y frío. No podía llorar por presentes a los que no conocía, pero sentía el pesar en un pecho, tirándose hacia atrás y recogiendo las piernas se hizo un ovillo para entrar en calor, no quería ser vista en caso de que llegaran quienes venían siguiéndoles. De entre los presentes con decir no saber de magia tendrían suficiente, pero sus cuernos no iban a desaparecer, no tenía intención de acabar en una celda o en un juicio que le llevara a la hoguera.

Miró de refilón observando a quienes había ayudado a salvar, no esperaba nada a cambio, y en realidad le sabía mal por el muchacho llamado Thomas, al final había perdido horriblemente a su padre y su madre había saltado a otro lugar, sin saber si lograría sobrevivir donde fuera que esas criaturas se habían hecho un festín monstruoso. Pese a todo; seguía viva "por ahora".

Pandora no pudo evitar sonreír suavemente sabiendo que entre tanta tragedia habían vencido a aquel par de sagas y su invocadora, también al ver el gesto de aprobación de Plañidera. Se cubrió con la diestra el ojo iriscente que ella misma le cedió ¿Habría usado debidamente aquel poder? Era débil y el resultado pese a favorable (relativamente) dejó mucho que desear.

Quizás solo buscaba algo de aprobación, tantos años recluida hacían que se preguntara si alguien se molestaría por su forma de actuar, los bosques no la juzgaban, las personas a menudo si.

Allí tendido, lloré. Lágrimas por el dolor de los músculos desgarrados, que recorría todo mi cuerpo; lágrimas por la muerte de quien se había comportado como un padre durante tantos años y tanto me había cuidado, por sus últimas palabras, que no había llegado a escuchar; lágrimas por mi madre, cuyo incierto destino se tornaba oscuro y horrible en un mundo salvaje y caótico; lágrimas por el fracaso, por la frustración, por no haber sido capaz de hacer nada, de salvar a nadie; y una parte de mi, una parte escondida en mi alma que ni siquiera quería aceptar, dejaba escapar lágrimas por el poder perdido, que se escapaba de mi alcance, al desaparecer el libro. No me contuve y las gotas saldas que caían por mis mejillas se volvieron rojas al mezclarse con la sangre, dejando surcos de un pálido escarlata por mis mejillas.

Me dio igual cuando las sagas desaparecieron, y también la rabia de Ismene; ese rencor, cuando me recuperara y tomara conciencia de todo, sería ampliamente recompensado por mi parte. Me odiaba a mi mismo por haber fallado, pero la odiaría más a ella, que era la verdadera responsable de todo lo ocurrido. Con el tiempo, clamaría venganza. Pero antes debía recuperarme, fortalecerme en cuerpo y mente, buscar la forma de llevar a cabo mi vendetta; al venir Lucilla a vendarme, me sequé las lágrimas y asentí—. Gracias —alcancé a decir, sin dejar de mirar el cuerpo de Davis. Verle allí, sin vida, los ojos vacíos, alimentaba la furia que empezaba a arder, esa que me haría ser capaz de cualquier cosa.