Partida Rol por web

Avanzáis hasta la trinchera con paso ligero, mientras Jeston cuenta al capitán como está la situación. Al saltar sobre las cajas metálicas, os encontráis con que hay un hombre junto al capitán, de mediana edad, vestido con un mono antibalas de cuerpo completo. Maldita sea, es un puto terrorista, y el capitán parece estar tan tranquilo. El hombre tiene una herida de arma blanca en un costado, aunque la cura aplicada parece contener la hemorragia en cierta medida.

¿10 minutos? Doneval, según los cálculos pensé que quedaban casi 20. El capitán parece conocer al terrorista, y el tono utilizado ha sido más cordial de lo que debería haber sido para con un hijo de puta responsable de la muerte de casi 3 comandos GIE al completo y varios civiles en una sola noche. Al percatarse de vuestras miradas, el capitán intenta tranquilizaros.

Tranquilos muchachos, es amigo, así que no hagáis ninguna estupidez ¿de acuerdo? No tenemos tiempo para andarnos con gilipolleces. Duvá es el oficial en jefe de los comandos, y por tanto tiene potestad para daros cuantas órdenes quiera. Cumplirlas o no ya es otro cantar.

Demonios, ¿intentásteis desactivarla? Sí, seguro que sí. Debísteis activar el sistema de seguridad. Ahora ya no podréis salir de la estación, no en tan poco tiempo. Maldita sea. El hombre respira con dificultad, apretando una mano contra la herida del costado. Estáis completamente asombrados. El terrorista habla como si tuviese el mando ¿que cojones está pasando?

Disculpen mis malos modos caballeros, mi nombre es Farian Doneval. Pertenezco a una organización cuyo objetivo es impedir lo que aquí está a punto de ocurrir ¿se han topado ya con nuestros amigos? Supongo que sí, o al menos habrán visto los cadáveres tanto de los suyos comode los nuestros. Esas criaturas, si es que se las puede llamar así, llevaban en esas vasijas más de tres mil años, desactivadas. Nuestro objetivo era poner el explosivo y acabar con ellas mientras todavía estaban en ese estado, pero por algún motivo que desconozco, una de ellas se quebró, dejando salir a sus habitantes.

Esas mierdas son terriblemente peligrosas. Se autoreproducen como una plaga, y no pararán hasta ser los únicos supervivientes. Son ellos, o lo que queda de la humanidad. La carga vírica de la bomba está siseñada expresamente para acabar con ellas, siempre que estén dentro del alcance, es decir, encerradas dentro de este almacén. Creanme, si las dejamos salir Redención tendrá un problema muy grave.

Jodido terrorista, primero asesinan a varios civiles en el asalto, y ahora os cuentan una historia inverosimil sobre criaturas encerradas hace tres mil años. Sin embargo, aquello que visteis os hace reflexionar sobre las palabras de Doneval. Desde luego, como dijo Pereira, eso no se construyó en la estación Redención. Quizás sea algún invento tecnológico de esos malditos GEN, quien sabe.

Duvá retoma ahora la palabra, sin daros tiempo a decir nada: Bien muchachos, el plan era esperar todo lo posible para que ustedes y los rehenes salieran del edificio. Sin embargo, con el tiempo disponible no les dará tiempo a salir, así que lo única opción es aguantar esperar que nos mate la bomba y no esos hijos de puta. Esa bomba debe estallar. El capitán os observa, con su rifle en las manos, preparado para actuar en cualquier momento, en principio contra las criaturas, pero sabéis que también lo hará contra vosotros si intentáis cualquier cosa.

A los pocos instantes os llega un estruendo lejano, procedente del otro lado del almacén. Parece como si alguien hiciera trizas una vajilla al completo. Una vajilla o una... vasija de barro.

Browdy maldice vuestra mala suerte mientras que Throid descarga toda su ira contra las dos vasijas de barro. De una patada, una de ellas se cae al suelo, arrastrando a la otra en su viaje hasta el suelo. Throid arrea un par de patadas más a los restos, hasta percatarse de que estaban repletas de una sustancia viscosa completamente repugnante de color verde oscuro, que ya habíais visto junto a los primeros cadáveres.

Poco a poco, la sustancia se va esparciendo por el suelo junto con los trozos de cerámica rota, dejando entrever unos extraños objetos que se contenían en la vasija: se trata de una especie de bolas metálicas con extraños caracteres grabados sobre ellas, así como un cristal en su centro. Deben de medir unos 30 o 35 cm de diámetro, y habrá unas 10 o 12 de ellas entre los restos de ambas vasijas.

Pero que coj...

Mueve con el pie alguna de las bolitas para ver mejor de que se trata.

Esto no me gusta..

Ernesto Pereira parece desconcertado por el plan del Capitán Duva y por un momento, teme que Duva sea un agente doble y que se haya pasado al bando de los terroristas. Sin embargo, se da cuenta de que no hay más opciones que confiar en él, pues no existe ya ninguna posibilidad de desactivar la bomba o de salir de aquí. Al menos le tranquiliza escuchar que existe alguna posibilidad de sobrevivir.

Así pues, Pereira hace lo que se le ocurre, asentarse en la trinchera con su rifle apoyado contra el parapeto, atento a cualquier cosa que pudiera venir.

- ¿No deberíamos asegurarnos de que esas cosas no abandonan el almacén? ¿Hay alguien más aparte de nosotros cuatro? - pregunta un expeditivo Jeston

Ernesto avisa por Radio

"Aquí Pereira. Hemos tomado contacto con el general Duvá y con uno de los terroristas que se ha pasado a nuestro bando. Estamos parapetados en una trinchera en la sección nordeste del almacén. Al parecer tenemos a varias de esas criaturas en la sala. Tienen capacidad para reproducirse rápidamente y podrían extenderse por toda la estación, así que debemos evitar que salgan."

Que son estas cosas???.. acaso son alguna especie de rodamientos extraños???..o acaso hay cosas arqueologicas por aca???? toma un puñado de bolitas en sus manos guardandose unas cuantas en el bolsillo Bien, me llevare unas cuantas.. despues se puede preguntar que son

Deja eso ahi ahora mismo.. -le da un manotazo cuando intenta guardarselas para que caigan al suelo de nuevo- me dan mala espina, tienen que ver con la muerte de estos dos, seguro..

Venga, sigamos buscando el control remoto

Browdy se agacha para inspeccionar los artefactos, pero Throid le advierte inmediatamente. Las extrañas heridas de los GIEs y terroristas muertos le hacen sospechar lo peor. De repente podéis escuchar de nuevo esos malditos sonidos metálicos, aunque en esta ocasión parecen provenir de todas partes. Empuñáis con firmeza vuestros fusiles, a pesar de lo tenso de la situación, apuntando a todas partes. Os parece ver varias sombras que se mueven entre las cajas, pero no estáis seguros de si son reales o es vuestra imaginación.

Los ruidos cesan súbitamente a vuestro alrededor, pero otros similares comienzan a escucharse en el suelo, junto a vosotros. Os volvéis a toda prisa para ver como varios de los artefactos esféricos se despliegan en una forma mezcla de una araña y un escorpión. Las criaturas se sostienen sobre seis patas y tienen cuatro tentáculos, además de un apéndice trasero de unos 30 cm de largo.

Al instante véis como unas mortíferas cuchillas nacen de sus tentáculos y su aguijón trasero. En ese preciso instante no dudáis de que fueron esas armas las que provocaron la muerte de vuestros compañeros y los terroristas, fueron estos seres los que provocaron que ambos grupos lucharan unidos por la supervivencia.

Vuestros rifles escupen sus proyectiles sobre las criaturas de forma inmediata, y varias de las que están en el suelo vuelan en múltiples pedazos ante los repetidos impactos sobre sus cuerpos metálicos. Sin embargo, los sonidos procedentes de vuestro alrededor se reanudan ahora. Algo se mueve sobre vuestras cabezas. Una llamada de radio de Pereira se confunde entre los disparos:

"Aquí Pereira. Hemos tomado contacto con el general Duvá y con uno de los terroristas que se ha pasado a nuestro bando. Estamos parapetados en una trinchera en la sección nordeste del almacén. Al parecer tenemos a varias de esas criaturas en la sala. Tienen capacidad para reproducirse rápidamente y podrían extenderse por toda la estación, así que debemos evitar que salgan."

Miráis rápidamente al techo y apenas podéis ver como una de las criaturas vuela desde el techo, directa hacia Browdy, el cuál intenta esquivarla sin éxito. Uno de los tentáculos impacta sobre la pierna de Browdy levemente, aunque una intensa corriente eléctrica recorre su cuerpo inmediatamente, dándole el suficiente tiempo a la criatura como para atravesar la pierna del GIE con otro de sus apéndices. El grito de dolor de Browdy casi podría oírse en toda la estación Redención, pero aún así encuentra fuerzas para lanzar una ráfaga sobre la criatura, que salta en mil pedazos, aunque el tentáculo continua clavado en la pierna de Richard, y este es incapaz de caminar por si sólo, aunque todavía puede arrastrarse.

Los sonidos metálicos no cesan a vuestro alrededor, y las sombras corren en cualquier lugar al que miréis. La certeza de que podéis morir en cualquier momento planea sobre vuestras cabezas irremediablemente.

Las palabras tanto del capitán como del terrorista parecen sinceras, y en cierto modo, el miedo se deja notar entre sus frases, así como en sus rostros al escuchar el sonido de las vasijas rotas. De ser así realmente, más de esas malditas criaturas quedarían libres en el almacén. Por suerte, no deben quedar más de 6 minutos para que el artefacto haga explosión. Las probabilidades de salir con vida del almacén son completamente nulas, la única diferencia posible es morir de forma rápida e indolora, o sufriendo como un alma condenada para toda la eternidad.

Instantes después del ruido de las vasijas, el ruido inunda el almacén, en el momento en que Pereira está transmitiendo su mensaje. Los disparos resuenan sin cesar desde la otra esquina del almacén, así como las voces de Browdy y Throid, que maldicen una y otra vez mientras se gritan órdenes de retirada el uno al otro. Súbitamente escucháis un terrible grito de dolor, así como el cese de una de las dos armas que se escuchaban.

!!!Mierda!!! ¿Había más con ustedes? Joder, no podemos dejarles morir de ese modo. Ya he visto a demasiados de los míos muertos en esta noche sin poder hacer nada por ellos. Ya no es necesario seguir con vida para asegurar la explosión, así que no pienso dejarles morir ante esos hijos de puta !!!Vamos!!!. Duvá no se lo piensa dos veces y salta sobre la trinchera empuñando su fusil con manos firmes, dirigiéndose directamente al lugar del que proceden los disparos. Sin embargo, vosotros os lo pensáis dos veces antes de seguirle.

Duvá, no sea loco. Sólo conseguirá una muerte terriblemente dolorosa, creame. El terrorista se alza en pie con dificultades, con la intención de hacerse con el control de la ametralladora pesada, pero la herida de su costado es grave, y sus fuerzas flaquean considerablemente, relegándole de nuevo a su posición en el suelo, entre gemidos de dolor. Debemos permanecer vivos hasta que la bomba estalle. Mientras detecten vida, los Gilgamesh continuarán en el almacén. Doneval habla entre suspiros y gemidos de dolor, más bien para si mismo que para vosotros, aunque sus palabras no pueden evitar llamaros la atención.

Gilgamesh... no es que seáis unos eruditos, pero las leyendas mesopotámicas son desgraciadamente famosas en la República Solar. Los Ki-Engir, aquellos que atrajeron a los Hijos de Ra sobre la humanidad, aquellos que la traicionaron, huyendo en el último momento, dejando al hombre sólo ante la amenaza de los raianos. Un indescriptible odio crece cada vez más en vuestro interior, recordando sin saber por que las historias que se cuentan sobre la vida en La Tierra, la vida destruída por culpa de los Ki-Engir.

Ki-Engir, cuya tecnología ha acabado esta noche con las vidas de más de 30 personas, y que ahora amenaza a toda la estación Redención. Definitivamente, esas criaturas deben ser destruidas, aunque eso se cobre también vuestras vidas.

-Doneval tiene razón,debemos conseguir que nuestros compañeros lleguen hasta nosotros. Dudo que haya en estos momentos lugar más seguro que este. Esperemos a que llegue la explosión y que todo salga bien.