Partida Rol por web

Astérope

La Ciudad de los Muertos

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19/09/2021, 09:37
Bediviere Lafayette

Bediviere escuchó, con la mano en el pecho. Entreabrió los labios, en un gesto de dolor y angustia. Negó, varias veces, con el rostro- No... No... Yo no puedo haber hecho eso, no...-acertó a decir, mientras retrocedía unos pasos, notando que sus piernas se volvían torpes, que sus brazos no se sostenían. 

No quería creerlo. Pero de algún modo, lo sabía. De algún modo quizá, la culpabilidad había estado a punto de matarla. De algún modo algo en ella intuía que ella misma había sido la responsable de su propia desgracia. Y quizá los estigmas de sus muñecas no eran sino un intento inconsciente de autoflagelación. 

Se tomó las muñecas, y las apretó con fuerza. El pecho le ardía. Le dolía. La garganta cerrada cedía ante el impulso de un sollozo incontenible, desconsolado, agudo y portador de la pena más profunda, que sonaba como un animal herido en sus últimos segundos de angustia. 

Yo lo amaba. Lo amaba profundamente... Yo no quería hacerle eso. -dijo, con la voz estrangulada, en medio del llanto, dejándose caer de rodillas, mientras se abrazaba a si misma- No quiero hacerle eso a todo el que ame. No quiero que Bryan sea sólo un eco en mi guarida. -pidió, inconscientemente implorante. 

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20/09/2021, 03:16
Bryony J. White

Bryony dio un respingo cuando Adam empezó a gritar. Lo miró con una nota de alarma en sus ojos, que luego se desviaron hacia los dos muertos que, quisieran o no, deberían obedecer si después les preguntaban. Hizo un gesto hacia Nikita, que hablaba con sensatez. Y eso que ella solía ser bastante inconsciente, pero estaban pisando terreno movedizo y más les valía extremar las precauciones si querían salir de allí todos juntos y sin dejarse nada importante por el camino... como la voz de Bran, que ahora se comunicaba a través de Siri, que en el móvil de Bryony tenía voz masculina y monocorde. 

Admiró a su compañera de isla, que a pesar de ser la afectada por la crueldad de la sirena, era capaz de mantener la calma y sembrar serenidad entre sus filas. Asintió con la cabeza, también de acuerdo con ella, y cuando le devolvió el teléfono, lo enchufó a la batería, leyó el mensaje que había dejado en la pantalla y la miró con una sonrisa. 

—Mi reina eres tú —dijo, acercándose para rodearla con un brazo y darle un beso que dejó su mejilla marcada de carmín. 

Tras eso, su atención se desvió hacia Ingvild y al ver que iba a la fuente, siguió su estela para ver qué hacía. Contuvo el aliento al ver que sacaba la moneda y la lanzaba y luego la miró con un interrogante silencioso flotando en sus pupilas. 

Siguió la mirada de la noruega hacia la bruja y se quedó pensando un instante en sus palabras y en lo que había dicho Branwen un momento atrás. 

—Quizá si se lo pedimos muy cortésmente a la ninfa, nos escuche. O, al menos, puede que nos diga qué podríamos ofrecerle a cambio. Pero tiene que ser de buenas —advirtió, llevando sus ojos hacia Adam—. Si vamos de malas tenemos las de perder. Estamos en su casa y lo tiene todo a su favor. 

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20/09/2021, 11:22
Adam Dyer

Adam se quedó enfurruñado. Quizá aquella no era la palabra... enfurruñado, no. Triste, más bien. Se sentía traicionado y tremendamente solo y débil. Sabía lo que había hecho. Y no porque hubiese sido un exabrupto meditado, más bien había sido lo contrario. Sabía que la salida de tono había sido absurdamente peligrosa y que, con ella, no solo se ponía en peligro a sí mismo sino a todo el grupo. Branwen incluída a quien, por otro lado, pensaba estar protegiendo con aquel arrebato de ira. Lo sabía... sabía perfectamente de la nula idoneidad de sus actos. Sabía incluso lo merecedores que eran estos de ser frenados por el bofetón de Mariam que a todas luces merecía. Adam no era idiota... sabía todo aquello. Y aun así se sintió terriblemente traicionado por las miradas furibundas de todos sus amigos. Mirada cargadas de motivos, todo ha de ser dicho. Pero hostiles a fin de cuentas.

Lo... lo siento. Lo siento mucho.—susurró con la voz quebrada. Por supuesto, la cabeza gacha y el gesto arrepentido se enfocaban directamente a Billy, quien resultaba imponente por sus palabras y su posición, pero también, quizá mucho más, hacia sus compañeros a quienes ponía en riesgo por no ser capaz de controlar el ardor que sentía en sus tripas brotando hacia arriba. 

El chico besó la cabeza de Branwen. Se arrepentía de haber hecho lo que acababa de hacer y con ese gesto pretendía pedir esas disculpas que no era capaz de verbalizar. Sentía que esa bruja había abusado de ella... de su chica. Delante suya e impunemente. Y además estaba su madre... er... Amanda... er... la única madre que había tenido, fuera en el contexto que fuere. Arrastrando barro para conformar las bizarras fabelas de los muertos. Sencillamente no podía más y sentía... de verdad que lo sentía... que sobraba. Que lo mejor era apartarse y dejar que los acontecimientos sucedieran. Simplemente... como espectador de los mismos. Por mucho que las entrañas se le deshicieran de dolor al ver a todo lo que estaban siendo cruelmente sometidos.

Se sentó en uno de los bancos más apartados y permaneció allí con las manos sujetando su propia cabeza.

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20/09/2021, 15:20
Mariam Daquino

Mariam le habló a Branwen, pero en alto.

—¿Arbitrario? ¿Cómo tienes el valor de decir eso? ¿Eres consciente de que has hecho algo totalmente fuera de lugar, que por eso te han jodido la voz quizá para siempre y que dado quien tenías en frente todavía has tenido suerte?

Bajó un poco la voz, pero se seguía oyendo.

—Joder has dicho a dos metros de una ninfa que ahoga a niños y vive un cubil hecho de huesos humanos que es un bluf y que te hubiera gustado venir con una sartén de hierro en la mano. ¿Ves arbitrario que te haya jodido por vacilarle a la puta cara? Y si no te has dado cuenta todavía. Joder, tienes que darte cuenta porque si sigues en tus trece, haciendo como si fueras inmune a su castigo, como si te diera igual lo que te pasara, simplemente te matará, porque entenderá que la estás retando. O matará a Adam, solo para que la tomes en serio. Porque ella no cree que te la tomes en serio y necesita que te la tomes en serio ¿Entiendes? ¿Quieres volver a hablar alguna vez en tu vida? ¿O que no te mate? Deja de hacer como que te la resbala. Y para eso no le sueltes un rollo sobre tu forma de tomarte la vida, simplemente cierra la boca y pon cara de jodida. Ahora dime que lo has entendido, por favor.

Miró a Ingvild.

—Me parece muy buena idea lo de la moneda, por cierto. Pero la peque no va a recuperar la voz en un tiempo. Si no, vaya mierda de castigo. ¿No te parece?

Y a Bryony.

—Si hay buenas relaciones entre vosotras seguramente te devolverá la voz de Branwen como regalo, sin que le digas nada. No se lo pidas todavía, eso sería pedirle que se retracte y eso no lo hará. Pedírselo ahora sería peor. Deja pasar el tiempo y el tema saldrá.

Y sobre Nikita —miró al asteropés—. Tenía fe en que salieras de aquí volviendo a oír. Pero ahora...Quién sabe.

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20/09/2021, 15:21
Sirizne

—Eso está hecho, y no tiene vuelta atrás, pequeña.

La miraba con pena y alegría a la vez, como si estuviera viendo un niño crecer, o un insecto saliendo de su estado larvario.

—Pero puedes aprender a controlarte. Nunca será fácil. Pero podrás hacerlo. A eso te puede enseñar tu madre. A eso y a desplegar tu verdadera forma. A dejar que el mundo te contenga y convertirte en una de las fuerzas de la naturaleza.

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20/09/2021, 15:21
Bediviere Lafayette

Bediviere apretó los dientes, al escuchar que aquello no tenía vuelta atrás- Nunca voy a poder perdonármelo.-dijo, apretando los dientes, y tapándose la cara con las manos- ¿Cómo se puede... Cómo has podido vivir así, con este dolor?-preguntó, con la mirada perdida, en una exhalación empática que la sorprendió a ella misma. Había querido odiarla, sí.

La había visto y había querido arrancarle la piel a tiras. Y ahora, pese a todo, la entendía. Si ella misma se había llevado la vida de Bryan por delante sin ser consciente de ello, ¿de qué no sería capaz su naturaleza? La misma naturaleza de Sirizne, que a todas luces se situaba en un lugar mucho más alejado de lo humano que ella misma, pero sin duda debía haber sufrido las consecuencias de su ira. De su arrebatamiento. De aquella manera tan intensa de sentir. 

En su fuero interno pidió perdón a Nikita. Le pidió perdón por estar sintiendo piedad y empatía por Sirizne en ese preciso instante, ahora que sabía que ella también ahogaba, que ella también era igual de peligrosa que la ninfa que había intentado subyugarlo para siempre cuando era un niño. Le pidió perdón por estar pensando en cómo protegerlo y alejarse de él y saberse incapaz de hacerlo. Le pidió perdón por mostrarse débil ante la feer que le había robado el oído y casi la vida. 

Escuchó a la ninfa hablar de su madre nuevamente. De su verdadera forma. De controlarse. ¿Podía creerla? ¿Podía controlarse? Tenía miedo de que aquellas revelaciones no fueran sino un castigo por haber tocado a su niño para siempre de alguna manera. De que estuviese disfrutando de verla sufrir. Pero, ¿qué otra cosa podía hacer? No podía contrariarla, por ella y por el bien del resto. Y nadie, salvo otra ninfa como lo era ella, iba a entender mejor el dolor lacerante que ahora partía su pecho en dos. 

¿Por qué me dejó Láveda con los humanos?¿Era algo absolutamente necesario? Por favor, dímelo. Necesito entender por qué mi auténtica madre hizo lo que hizo. Necesito... Que mi vida tenga algo de sentido ahora mismo, te lo ruego. -reconoció, tratando de volver a levantarse, aún con la mirada anegada- Y, ¿qué es lo que tú sí podrías explicarme? No quiero hacerle daño a nadie, antes de que decida emprender ese viaje. Siento que ahora soy... Perjudicial para todos mis compañeros. Y para la persona a la que quiero a mi lado. No sé ni lo que soy capaz de hacer, y al parecer ya lo he hecho de manera inconsciente. -dijo, tratando de darle la firmeza necesaria a su voz quebrada. 

- ¿No puedes aconsejarme? ¿No hay nada que puedas explicarme antes de que vea a la señora de las marismas? Hablas de mi verdadera forma, de ser una fuerza de la naturaleza, de controlarme. De ser una hija de Zeus. No soy capaz de entenderte. Me siento confusa y perdida. Y en este momento, nadie, salvo tú, puede dar luz a mis dudas. -confesó, dando un paso hacia ella, mientras se llevaba las manos al pecho.

Explícame lo que puedas y buenamente quieras explicarme, por favor, Señora del mar de Plíaco. Y toma mis palabras como el ruego respetuoso que pretenden ser.

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20/09/2021, 23:39
Branwen Glyndwr

Se le removió el interior desde la boca del estómago hasta la garganta, cuando retornaba y le escuchó a Adam disculparse. Se le anudó sobre la sorpresa de la calidez de Bry y el beso en su mejilla, convirtiéndose en una pasta de sentimientos amorfa y dubitativa.

Era consciente de que lo amaba y que aun así tenía tanto que aprender y asimilar de él. Se dijo que ese era uno de esos momentos de desconocimiento. Más después de sentir el beso de él en el cuero cabelludo y agitarle la tensión, que creyó captar en ese simple gesto.

Lo vio aterrizar, solo y ¿descorazonado?, en el breve lapso que ella dudó y lo quiso entender. Aun bajo el esplendoroso semblante en el que apenas había explorado, vislumbro esa misma llama bronca y bravía de la mano mental de ella, carcomiéndole las entrañas.

Recuperando su propio ladrillo inteligente se aproximó a él para sentarse a su lado. Despacio y buscando las palabras le escribió en la pantalla para que lo leyera.

- Si alguien tiene que disculparse soy yo, Amor. Por arrastrarte. Por arrastrar a todos. Por distraerlos - suspiró mientras siguió añadiendo  - No eres el único enojado. Y amó que te cabrees por mí. Solo creo que hoy es mal día para ello. Tú lo has dicho. Es una Hija de Puta - apoyó sus rizos en su hombro - La creó capaz de hervirte a ti o a mí o a Bediviere por un desaire - tecleó - Ni de coña dejaría que pasara eso si puedo cambiar algo. Yo quiero que salgamos de aquí enteros y continuar lo que...

La detuvo la intervención de Mariam. Alzó la voz lo suficientemente alto, como para atraerla, haciéndole volver la cabeza para enfrentarla. Mientras ella avanzaba le dedicó un gesto de paz, pero cuando bajo la voz y siguió su invectiva, congeló sus manos y las fue cerrando sobre el plástico y cristal del móvil.

Lentamente sin dejar de mirarla apenas activó la voz de su dictado y tecleó.

- Si lo he entendido. Y la entiendo a ella. ¿Tú me entiendes a mí? - el sonido metálico de una locutora de gasolinera deslucía cualquier tono que quisiera dar, pero con su mirada le hizo un gesto de interrogación. Como si los dedos tuvieran ojos prosiguió.

- Sé que he tenido suerte. 'La mala suerte de los Glyndwr sea vuestra fortuna'.Y por cierto Gracias. De verdad. Por la distracción justa.

- ¿Arbitrariedad? Que no la haya, claro que la puedo aceptar. Pero entonces si hay unas reglas... ¿Cuáles son? Cuéntalas. Que no sea nuestro descubrimiento al darles con un palo.- el gesto de sus hombros, de su cuello, fue prolijo -  Porque no era mi intención insultarla. Cualquiera que me haya conocido un rato sabe que si hubiera querido insultarla lo habría hecho a medio metro de su espléndido rostro, con voz clara y en Galés y ahora estarías traumatizados con mi muerte - achicó los ojos - Pero no estaba haciendo eso.

- Seré inexperta, esta es mi primera hada magna,  pero no digas que no me la tomo en serio. ¡Por todos los sabios!, es la que nos tiene que presentar ante los Reyes. ¿Cómo no voy a tomármela en serio si va a ser nuestra voz? Nuestra presentación - se produjo una pausa incómoda - Son ellos, Los Reyes los que verdaderamente me preocupan. Que veleidad que no concibo guiara lo que nos quieran reclamar.

- Que he metido la pata y ha causado un incidente a la vista esta. Pero no me resbala. - reforzó su afirmación con el gesto negativo de su barbilla - Claro que deseo recuperar mi voz. ¡Es mía!. Claro que entiendo lo que es un castigo. Recuerda que acabo de decir que yo lo tengo más difícil. Si es que te parece que no me lo tomo como debe ser es porque cada palo que me dan le intento dar la vuelta. Soy así. Si supieras de donde vengo lo entenderías - le dijo con el eco de una sima en la tensión de sus miembros -  Y entiendo que digas que Ella se lo puede tomar como una afrenta. Pero contéstame con sinceridad ¿No es más vacilada el que haga el paripé de estar jodida por esto -  se señaló su garganta - cuando me siento más jodida por la guerra ahí fuera? ¿Por los muertos calcinados que nadie entierra? ¿Por qué dos ejes perversos nos avocan a un régimen servil y totalitario? ¿Qué no puedo dejar de pensar que si tolero esto mis hijos serán los próximos? - hizo una mueca- ¿No es más vacilada mentirle a la cara a sabiendas?

La miró comprensiva - Créeme que entiendo que tú posees más perspectiva y que estamos hablando de la voluntad y reglas de quien no es humano. Esa - señaló el móvil de Bry - iba a ser la última perorata mía en un rato. Así que doblemente ya estaba decidida a estar muda.

- En cuanto al castigo y la emoción de jodienda. Puedo intentar disimularlo, pero, y me lo tomo en serio, estaba por enfocarme en aprovechar en aprender la lección. Pero si sabes que el gusto a jodienda es el que tiene que estar, estará. Estoy jodida todo el tiempo.

Paró como si fuera a concluir, pero levantó la cabeza lentamente y encaró a su interlocutora.

- Pero si salimos de esta, y hago todo esto que me pides, me contestaras a una pregunta sin subterfugios ni medias tintas ¿Si?

El comentario sobre la moneda le iluminó el rostro hacia Nikita, pero la posibilidad funesta apuntada se lo ensombreció. Antes de cerrar la aplicación pronunció sus últimas palabras al grupo.

- Si hay que elegir tu siempre primero hermano - pidió mirando hacia Nikita.

Luego bajo el volumen y volvió a Adam. Para él fueron las últimas tres palabras.

- Ai Lofe Iu

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21/09/2021, 00:59
Nikita Pontecorvo

Hasta que escuchó por primera vez la monótona voz del teléfono, Nikita no fue consciente de lo ocurrido. La entereza de Branwen lo había confundido y mientras la chica escribía le pareció totalmente dueña de sí, como si fuera un enfermo terminal que acepta la muerte y no quiere entristecer a sus seres queridos. Pensó que algo no andaba del todo bien en aquella actitud si no es que era solo un esfuerzo por no preocuparlos, cosa imposible por otro lado. Pero fue Mariam quien se aplicó a hacer ver a la chica el peligro que corría. Adam parecía haberlo entendido a la perfección desde que habían llegado a la casa, desde que viera a su madre, probablemente. Lo vio dejarse caer en la silla y respiró hondo al imaginar cómo debía sentirse. Apenas acababa de llegar de intentar salvar de la destrucción el reino de sus verdaderos padres.

Cuando Mariam habló de su sordera, Nikita la miró negando muy levemente con la cabeza, y después desvió la vista al suelo. Se encogió de hombros.

Lo ha hecho. Me ha devuelto el oído —casi temía confesar aquello, como si al nombrarlo pudiera desaparecer—. Pero es porque estamos aquí, en su casa. Por ahí debe tener el collar que haya hecho con los huesos de mis oídos, ¿no? —En el rostro del chico despuntaba un conato de sonrisa de lo más desangelado—. Lo habrá hecho para que pueda oír su voz, pero desaparecerá cuando nos vayamos de aquí, estoy seguro. Al menos si hubiera funcionado en la limusina habría podido escuchar a The Cure como Dios manda por una vez en la vida —trató de bromear con el tema. No se podía permitir hacerse ilusiones y menos con respecto a Sirizne.

Branwen había estado escribiendo en su móvil para Adam, pero de nuevo volvió a escribir para todos, o mejor dicho para Mariam. Nikita observaba el rostro de la bruja mientras sonaba la voz del teléfono. Pensó que no estaba bien que Branwen descargara su frustración sobre quien precisamente estaba allí para ayudarles, quien ya les había ayudado antes, pero aquella rabia se le antojó más natural que su calma anterior; si al menos podía desahogarse tal vez se encontrara luego en mejor disposición para volver a enfrentar a Sirizne. Cuando creyó que la chica había terminado, añadió con la calma que daba a su voz lo exhausto que se sentía:

Solo te está dando el mismo consejo que te dio tu padre y que tú nos diste a nosotros: que tenemos que ser exquisitos con la cortesía. Nada más —la chica no podía haber olvidado aquello en lo que tanto les había insistido. Pero una cosa era la teoría y otra controlar los nervios cuando has visto derrumbarse el mundo a tu alrededor.

Entonces Branwen añadió algo más y Nikita frunció el ceño.

No hables de elegir. Y eso de ofrecer lo que necesitemos era mera cortesía de anfitriona, no creo que se refiera a cumplir cualquier deseo que se nos ocurra—Viéndola comunicarse así no pudo evitar recordar a la chica en el bar de Kosmos pidiéndole que le enseñara lengua de signos o inventaran su propia lengua de magos. Pero no quería hermanarse con ella a través de la pérdida infringida por Sirizne—. Ya has oído a Mariam: tal vez Bry lo pueda conseguir más adelante. Iremos viendo, esto no queda así.

Nikita caminó hasta la piscina y se sentó en el borde cruzando las piernas a lo indio. El brillo de la piedra de su rostro parecía haberse opacado y su gesto era sombrío. Hizo el ademán de tocar el agua, pero no se atrevió y terminó recogiendo la mano sobre su regazo.

Saldremos de aquí, no desesperéis —afirmó sin retirar la vista del agua. Se preguntó cuál sería la moneda que había lanzado Ingvild—. Hemos vivido cosas parecidas. O peores: la striga, la casa del paseo marítimo, el tsunami, el inicio de la Tercera Guerra Mundial o la clase de Cleopatra Abela —Quería provocar alguna sonrisa, sobre todo a la pequeña Scintilla, pero también lo decía muy en serio—. Podemos hacerlo—repitió esta vez para sí incluyendo lo que tendría que enfrentar cuando volviera Bediviere.

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22/09/2021, 04:04
Ingvild Hoem

La moneda se hundió con un leve plaf!, y por un breve instante pareció agrandarse bajo el agua. Ingvild asintió optimista a la idea de Bry, y negó con la cabeza ante la disculpa de Adam, como para indicarle que aquello no era nada. El chico había encontrado a su madre o figura materna muerta nada más traspasar el umbral, considerando las circunstancias no lo había hecho nada mal, Ingvild estaba segura de que en su caso habría armado mucho más jaleo.

Mariam se la agarró con Branwen, algo que le parecía innecesario, la galesa ya había recibido un castigo bastante injusto por no ceñirse a las normas fae. La chica se defendía, y de su discurso Ingvild sacó en claro que 1) Branwen tenía razón en cuanto al conocimiento de límites y reglas; que ella recordara nadie les había dicho que la ninfa vivía en un cubil hecho de huesos humanos, por poner un ejemplo, y 2) Branwen esperaba, algún día, tener hijos. Ingvild también lo deseaba pero jamás había podido hacerse la idea de sacar algo del tamaño de una sandía de algo del tamaño de una almeja, aunque tal vez con la persona correcta y un vientre ajeno... Golpeándose con el índice el mentón se quedó mirando a Bry, preguntándose que pensaría ella al respecto.

Su idea de la moneda era reconocida como buena pero insuficiente, o al menos intempestiva.

Vaya mierda —repitió las palabras de la bruja, aunque en su caso no se refería precisamente al castigo (que era una mierda).

Permaneció mirando su moneda, al lado de Nikita, quien intentaba levantarles el ánimo tan congestionado.  Escuchar la voz de Robert Smith como si fuera el cantante de Daft Punk tenía que ser angustiante y era motivo más que suficiente para desear la muerte lenta y dolorosa de Sirizne, razón por la cual Ingvild no pudo evitar posar una mano en el hombro del chico. Por otra parte intentar recuperarla era una opción; después de todo era una puñetera moneda de oro ancestral, no sólo tenía un valor en coronas sino que su lugar natural era algun museo, acaso el Museo de Historia Natural de Oslo, acaso a un lado del puñado de bellas monedas con motivos de reyes vikingos que allí se exhibían. La mano extendida de Ingvild abandonaba el hombro de Niks y se iba acercando lentamente hacia la superficie de la fuente, espacio acuático que ya casi tocaba con la yema de sus dedos... que sin embargo retiró a tiempo (los dedos).

Si a Branwen le quitaron la voz por cuatro tonterías, no quería imaginarse lo que sucedería ante un intento de hurto (aunque no era hurto), pero al menos Ingvild había sido previsora, había pensado en sus ahorros primero y decidido que lo más prudente era realizar una tentativa primero con Branwen y luego, si aquello funcionaba, pasar a Nikita, idea en la que buscó un poco de consuelo.

—Saldremos de aquí —asintió ante sus palabras— Está escrito, ¿recuerdan? —dijo con convicción mirando a Bry.

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22/09/2021, 10:28
Adam Dyer

La perorata de Branwen no le animó en absoluto. Ni los comentarios de Nikita... ni siquiera un poquito el convencimiento que imprimió Ingvild en que la dádiva pudiese surtir efecto. Adam se encontraba sobrepasado y, a tenor de las circunstancias, no sentía ni siquiera la posibilidad de cagarse metafóricamente en el mundo que le rodeaba. Desastres naturales y sobrenaturales, una guerra inter mundos en la que se encontraba literalmente en medio, su madre, cuya vida había sido una puta mierda en parte por su presencia, muerta... y ahora en manos de una ninfa psicópata que le había robado la voz a su novia. Era too much. Así de simple. Por eso se recluyó en sí mismo con los brazos cruzados y la mirada perdida en ninguna parte. 

Las palabras de Branwen, oídas a través del teléfono de Bry sonaban tristes y monocordes y, aunque esta intentaba impregnarlas de optimismo, no terminaron de causar el efecto deseado. Ella estaba bien... o al menos lo pretendía. Así lo veía Adam que admiraba profundamente el ánimo de su chica y su par de ovarios ante las contingencias con las que tenían que tragar. Le dedicó una sonrisa triste como máximo exponente del optimismo que era capaz de exhibir. Por ella... quizá al ver esa mueca tan característica del canadiense quizá también le ayudase a tranquilizarse. Al fin y al cabo, por mucho que Adam estuviese jodido con el castigo que Sirizne le había impuesto a Branwen, esto no iba de él... sino de ella. Tampoco tenía derecho a ser más papista que el Papa y, allí dónde se encontraban, ser en exceso un dramas no era demasiado conveniente.

Sin embargo hubo algo en el discurso de ella que sí conmovió el corazón de él. Y este fue el mero recordatorio de que ella solo hacía las veces de Cicerone de los verdaderos contertulios de aquella reunión... los Señores de la Muerte. ¿Acaso serían aún más terribles o, por el contrario, quizá sí era ella, Sirizne, más papista que el Papa mostrando una crueldad gratuita que luego no habrían de ostentar aquellos? Era un pensamiento un poco laberíntico, pero sirvió para mantener la cabeza de Adam ocupada y permitir a la vez que las tripas se enfriasen. ¿Acaso la Muerte podía por definición ser cruel? La muerte, así en minúsculas, podía tildarse de muchas cosas, más por las consecuencias de esta que por el hecho en sí de morir. Ergo, la Muerte, la parca... er... el de la guadaña... mostraba una piedad y una justicia infinita. Todos mueren... ricos y pobres, reyes y plebeyos, hadas y humanos... Quizá era un pensamiento práctico y tal vez incluso algo naif, pero a Adam le sirvió para pensar en algo que provocase un atisbo de esperanza. Un proverbial clavo ardiendo que le impidiese caer más hondo. No. En su cabeza ya había una idea de que los Señores de la Muerte no habrían de ser esos monstruos terribles que pintaban en los videojuegos, sino más bien como aquel sueco que salía en la película de Bergman junto a Max von Sydow.

Pero, exactamente como sucede en los videojuegos, para llegar a ese final boss había que pasar por esta... por la sirena cabrona. De soslayo miró a Bry con cierta lástima. Sabía que Sirizne ardía en deseos de entrevistarse con ella y no podía evitar preguntarse por qué. Entendía de un modo diferente que quisiera hablar con Bediviere por razones de afinidad. Ellas dos compartían muchas cosas evidentes y no tanto. Pero en el caso de Bryony, Adam sospechaba que podría haber algo más. Ella, Bry parecía un ser de luz con aquella pinta feérica y Sirizne era más bien una presencia oscura envuelta en sombras. No se fiaba. Por otro lado, en un súbito pensamiento, Adam sintió que quizá ella, Sirizne, acabaría por querer entrevistarse con todos ellos... uno a uno. Y sintió pavor. Verdadero y cobarde pavor. ¿Y si sus criados le habían contado lo que había dicho de ella?

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23/09/2021, 03:45
Bryony J. White

Atendió a las respuestas de Mariam, primero con el ceño ligeramente fruncido al ver que le echaba la bronca a la pobre Branwen, que, en opinión de Bryony, ya tenía bastante con haberse quedado muda. Pero, a medida que la bruja explicaba el porqué de esa reprimenda, se iba dando cuenta de que el respeto instintivo que había sentido al ver a la sirena enfadarse tenía razones y motivos racionales que Mariam expresaba muy bien. 

Le supo mal que Ingvild hubiera perdido aquel pequeño tesoro a destiempo y le apretó el brazo en un gesto de ánimo. Luego, suspiró y asintió con la cabeza cuando llegó su turno. 

—Si la voz de Branwen depende de mis relaciones con nuestra anfitriona, me voy a hacer su mejor amiga antes de marcharnos —dijo, desviando su mirada hacia la galesa con una promesa en sus pupilas. Era inesperado, pero al final los modales que había tenido que aprender por culpa de su falsa madre y los colegios pijos le iban a servir de algo en la vida. 

Algunas de las cosas que Bran decía le resultaron muy pertinentes. Sobre todo la parte de conocer las reglas. Si ya era difícil seguir las reglas conociéndolas, el desconocimiento lo convertía en una cuestión de instinto. Hasta el momento Bry creía que su olfato estaba acertando, pero saber las normas les permitiría pisar un suelo más sólido.

Contempló a Nikita con un brillo de ilusión en la mirada al escucharlo decir que le había devuelto el oído, pero duró poco, porque enseguida dijo que lo perdería al salir de aquel lugar. Eso la dejó pensativa. Si podía dárselo o quitárselo a voluntad, quizá podrían pedirle que se lo devolviese para siempre. Siempre que sus relaciones fuesen exquisitas, claro está. Y, bueno, todo eso de perder y recuperar sentidos hizo que terminase mirando a Ingvild con el rostro ligeramente ladeado. 

Vio que tanto ella como Nikita acercaban sus manos al agua sin llegar a tocarla y se acercó para agacharse en cuclillas a su lado. Escuchó la broma del chico y se rio al final.

—Si he sobrevivido a esa clase infernal, puedo sobrevivir a cualquier cosa —aseguró—. Creo que me vais a tener que pasar los apuntes de esa asignatura. 

Le sentaba bien hablar como si todo fuese normal y al día siguiente fuesen a volver a clase, a aprender cosas raras, tomar apuntes y comprarle maría al tipo de la cafetería. Miró a la chica a su lado y pensó en sus palabras un instante antes de responder.

—Lo que está escrito es que el mundo saldrá de esta. Pero no supimos nada de nosotras en ese futuro que visitamos —valoró, frunciendo los labios—. Aunque creo que si me hubiera muerto, Ashley nos lo habría dicho. 

Contempló el agua y luego a ellos, para volver a mirar la piscina. No veía nada que impidiese que la tocasen, así que en un impulso irremediable, metió las puntas de los dedos y sonrió al ver las ondas que dejaba ese movimiento en la superficie. 

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23/09/2021, 08:05
Nikita Pontecorvo

Sentir la calidez de la mano de Ingvild lo reconfortó. Tanto en realidad que se volvió hacia la chica, y aunque no fuera muy amplia, una sonrisa genuina asomó por primera vez en su cara desde que empezara aquel viaje e hizo que sus hoyuelos, ahora imposibles, se marcaran sobre sus mejillas de piedra. La chica no tenía ni idea de lo mucho que necesitaba aquel gesto sencillo. Sintió el impulso de contarle todo, hablarle de sus miedos, pero no podía hacerlo ni existía tampoco la intimidad para ello. Miró a Adam con quien tanto anhelaba también poder hablar y lo vio arropado por Branwen; su gesto reconcentrado daba la impresión de que estaba sumido en ondas cavilaciones.

La risa de Bryony le sonó tan nítida y cristalina ahora que podía escucharla tal cual era, que le produjo incluso un cosquilleo en la nuca que se extendió por su espalda. Sentir las voces de las chicas revoloteando como pájaros cerca suyo le resultó increíblemente hermoso.

Ingvild había hecho ademán de tocar el agua, pero al final retiró la mano igual que él. Sin embargo los dedos de Bryony terminaron jugueteando con la superficie. Contemplar las ondas que dibujaba le hizo pensar en algo:

Tal vez las fuentes de las ninfas resuenen con ellas —comentó mirando a Ingvild—. Tú has hecho una ofrenda valiosa pidiendo un deseo sincero y esa idea tal vez se quede resonando aquí en las aguas, y de algún modo también en la mente de Sirizne. Como si le hubieras hecho una incepción, como en la peli —explicó no sabiendo si se entendería lo que elucubraba—. Lo que quiero decir es que tal vez no sea una mierda para nada y resulte importante lo que acabas de hacer.

Suspiró y se echó un poco hacia atrás, todavía sentado, apoyando las manos en el suelo. A pesar del dolor que le provocaba contemplarlo, buscó de nuevo a Bryan con la mirada y al verlo cayó en la cuenta que había algo importante que no le encajaba.

Bryan, tú viniste a por Bediviere la noche del tsunami. Cuando me lo contó pensé que… —cerró un instante los ojos. Le resultaba rarísimo hablar en voz alta de aquellas cosas y más con él—. Que querías llevarla contigo al otro lado para liberarla, para que descansara en paz. Esa es la idea que ella me transmitió —lo observó ahora fijamente y volvió a echarse hacia adelante, irguiendo la postura—. Pero tú estás cautivo y ya lo estabas entonces. ¿Dónde la llevabas?

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23/09/2021, 21:31
Sirizne

Sirizne respondió con tono dulce, mirando hacia dentro del pozo, que tenía una suerte de barras de hierro oxidadas que parecían hacer las veces de una escalera.

—Oh, mi pequeña ninfa, no haré yo lo que le corresponde a tu madre. Además, la mayoría de cosas que me preguntas no tienen una respuesta satisfactoria en palabras. Tienes que conocerte sintiéndote en tu elemento. Los dioses nos hablan, querida.

La tomó del brazo y la condujo hacia la sala en la que había entrado el resto.

—Por favor, pídele a Bryan que os lleve a uno de los salones para que podáis descansar. Llegado el momento yo acudiré a vosotros para llevaros ante los señores de esta ciudad.

Y cuando estaba al lado de la puerta, bajando el volumen:

—Sabes que cuando termine esta noche no volverás con los vivos. Te llevarás a Bryan contigo, a casa de tu madre. Despídete de tus amigos porque quizá tardes una temporada en volver a verlos.

Y tras un silencio en que quedó pensativa.

—Esto no es una orden ni una condena, Bediviere. Eres libre de hacer lo que decidas.

Y allí la dejó para volver sobre sus pasos, sola, en aquel patio.

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23/09/2021, 21:32
Bryan

Bryan respondió, lo hizo bajito, pero se le podía oír.

—Ella… es como una fuerza que me llama. A veces nos aparecemos de pronto en un sitio diferente, porque alguien nos llama sin saberlo o porque en un sitio va a ocurrir algo terrible. Luego nuestros señores vienen a por nosotros.

Yo aparecí en esa casa y le pedí que decidiera en qué mundo quería estar. La habría traído hasta ese pozo que hay en el patio, que conduce a las profundidades de las marismas en donde yace mi ¿alma? Junto... junto a su madre.

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23/09/2021, 21:32
Mariam Daquino

Tras un momento de silencio Mariam arqueó una ceja y habló.

—¡Chicas, chicas! El saber estar no es un conocimiento arcano. Es la primera ley con los pueblos feer. Es cuestión de sentido común...

Se encogió de hombros.

—Joder… Bueno, ya veremos... En otro orden de cosas os cuento, lo que me parece que ha ocurrido, a un nivel digamos… político. Sirizne ha decidido apoyar a Bryony para que ocupe el trono de Neptuno. Supongo que la opinión de las ninfas tendrá su peso… Que te haya quitado la voz, Branwen, no es baladí, pues eso te deja en desventaja a la hora de la diplomacia.

Sonrió.

—Visto lo visto tampoco te veo moviéndote al filo de la navaja entre las sensibilidades de unos y de otros, cariño. Aunque quizá me equivoque. No soy precisamente lo que se dice muy diplomática. Y bah, eso ahora casi que es lo de menos. De lo que se trata es de salir vivos de aquí, todo este juego de poder está ocurriendo muy a pesar nuestro.

En ese momento se abrió la puerta y entró Bediviere, sola, que había oído la última intervención de la bruja.

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23/09/2021, 21:32
Bediviere Lafayette

Bediviere observó la sala, ante ella, sin ser capaz realmente de mirar a nadie a la cara. Apretó los labios, contenida, claramente al borde del quiebre, mientras evitaba los ojos de unos, y de otros, con las mejillas húmedas y las pupilas negras empañadas, convertidas ahora en dos pozos de oscura tristeza. 

La señora del mar de Plíaco ha pedido que se nos lleve a un salón donde podamos descansar hasta la audiencia.-dijo, enfrentando muy brevemente a Bryan y bajando la cabeza- Yo... -se interrumpió, para apretar de nuevo los labios. Para respirar hondo- Nunca he querido haceros daño. Pero acabo de comprender que soy capaz de hacerlo, incluso sin ser consciente de ello. He comprendido que soy peligrosa y que hay algo... Capaz de actuar llevado por la ira, hasta las últimas consecuencias, dentro de mí. -la voz le temblaba, pero cerraba los puños y se obligaba a hablar- Tenéis derecho  a saberlo. Debéis saber con quién estais realmente cuando estáis a mi lado. Debéis poder elegir. Poder alejaros de mí si lo consideráis necesario.-habló, refiriéndose a todos, pero miró, durante un instante, hacia Nikita. El miedo entonces, se convertía en un matiz, dentro de aquella amalgama amarga que era su expresión completa.

Se atrevió finalmente a mirar a Bryan a los ojos. A aquellos ojos azules y vivaces que un día había amado. Aquellos que su ira había ahogado en el fondo de un pantano.

Nunca voy a poder perdonarme por lo que te he hecho.-confesó, llevándose el dorso de la mano a la boca, apretándolo, con fuerza, contra sus labios, mientras se le escapaban las lágrimas y volvía a bajar la cabeza.

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24/09/2021, 22:56
Ingvild Hoem

Bryony se animaba a introducir los dedos en la fuente tras seguir ella también la trayectoria de su moneda. En realidad tenía razón, pensó compungida, nada de lo que habían presenciado en aquel distópico futuro  indicaba que ninguno de ellos estaría vivo para entonces. Ingvild simplemente había supuesto que así sería, acaso simplemente por el hecho de haber participado de aquel viaje.

—Claro que te lo habría dicho —afirmó a Bry con fingido convencimiento, pues a decir verdad Ashley le había dado la impresión de encontrarse tan azorada como ellas mismas.

Las palabras de Nikita no lograron que se sintiera mejor, pero agradeció las buenas intenciones dedicándole una sonrisa un poco torcida, sonrisa que procuró enderezar y ensanchar al contemplar el gesto de la mano de Branwen y el triste semblante de Adam.  Mariam aportaba su visión del asunto, visión incisiva y fundamentalmente coherente con todo lo que habían experimentado hasta entonces pero que aún así sorprendió a Ingvild, quien dadas las circunstancias casi había suspendido todo pensamiento social y político, como si lo prosaico de aquellas cuestiones no hiciera justicia al reino de las fae, un reino terrible y lleno de trampas, sí, pero maravilloso sin dudas aunque no por extraordinario ajeno a las luchas de poder, circunstancia que ahora se percataba había constituído una gran ingenuidad por su parte.

Entonces Bediviere regresó junto a ellos. Ingvild había comenzado a esbozar una sonrisa de alivio, pero su gesto flaqueó al examinar el apesadumbrado rostro de la chica. No era un retorno triunfal, sino más bien como una derrota, o una resignación a una derrota inminente e inevitable, a una profecía que no tenía porqué cumplirse si una no quería creer en ella, o eso esperaba al menos.

—Tonterías, no es así Bediviere, ya pasamos por esto... ¿Recuerdas? Yo sé que tú jamás nos harías daño, y Nikita también lo sabe. ¿Verdad? —preguntó con cierta violencia apasionada hacia el chico— No seas como Cuomo. Las profecías están sobrevaloradas. Saldremos de ésta como vinimos, todos juntos. Unídos —aseguró levantando la mirada, como buscando el apoyo del resto, aunque a decir verdad le pasaba como con Bry hacía unos instantes... en su fuero íntimo Ingvild no sabía qué pensar.

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25/09/2021, 00:15
Branwen Glyndwr

Abrazó a su chico por la cintura para arroparlo mejor que con las palabras. La línea de la Sombra se había hecho más gruesa de lo que podía medir y curar, por lo que solo cabía intentar e ir difuminándola a pedacitos.

Su mano libre confirmó la idea del paso a paso, con imitación de desfilar pausado de dedos, junto a una mirada de paso, muy poco aviesa, pero lo suficientemente intensa advirtiéndoles, traviesa, que no era esa Abela la que les tenía que preocupar.

Cruzó los dedos índice y corazón sobre el pecho, con reconocimiento de promesa y agradecimiento, a respuesta del aserto de Nikita y la acción de Ingvild y su media sonrisa sincera les acompañó.

Pero era difícil el empeño de sacarse y sacar a lo que quieres de las profundidades y el equilibrio, entre la medida de contra lo que quieres luchar, y lo que realmente te dan tus fuerzas. Y aunque nunca combatiría al sentimiento de revuelta que era inherente en ella, de viejo también sentía sensato el actuar sobre esa área, la de los sentimientos, de forma inteligente.

El Universo podría suponer que siempre iría a ganar (trampeando constantemente en la causalidad ya podría y podía) pero lo cierto es que había visto muchas Ovejas en resignación, para no querer no ser una Cabra. Una lista y algún día vieja y resabida. Como la que de un vistazo, de abajo a arriba (¿ser alta sería un requisito?) retrató la estampa.

Bebió y siguió bebiendo, su concentración, de la tristeza de Adam, con la naturalidad de quien se ha comprometido a hacerlo desde el cariño, y quien cree que las turbulencias del espíritu, esas que ya entendía (creía) y aquellas que iría descubriendo, arrastraban desde el interior diferente si se compartían. Incluso, si algún pasillo oscuro se le abría, allá dentro, de sopetón a su chico y lo hacía temblar. Le apretó la mano y lo atrajo un poco más hacia si, avivando el calor del sentimiento de compañía.

Su instinto afectivo, así desenvuelto en tacto, no cejó de reconfortarlo, punteado únicamente con las breves simultaneidades de ese momento de reconocimiento y gracias a Bry por su generosidad pidiéndole con sencillez a su amiga que siguiera teniendo cuidado.

El gesto de partida de la moneda de Ingvild y la visión de su desaparición tras las aguas, le pareció significar cosas dirigidas en dirección a dos polos opuestos. Brillantes y oscuros.

La evocación de Bry departiendo contra el Eón de experiencia destilada, en a saber que talante, de la Ninfa, la tenía en guardia.

Pero volvió a repetir, ese gesto de esperanza congeniado con sus palabras, dirigidos a ellos, todos ellos, y sobre todo su compañero en el alma.

Sentirse silenciosa no le estropeó los nervios. Reforzó lo que era la posibilidad de escuchar. Asintiendo a ideas bien lógicas como las de Nikita (secretamente había temido todo el rato liberar la vejiga) o su inquisitivo requerimiento a Bryan con relación a Bediviere.

Compartió una mirada de 'Política' cuando Mariam opino sobre los tejemanejes que cabían en su castigo además del evidente.

Entonces es cuando apareció Bediviere...

Solo la tristeza de Adam, degustada con el sutil impacto que se filtraba con la intimidad, la hubo de tensionar tan fuerte, con la diferencia, de la cortedad del lapso con el que se avino la intensidad.

La vio y fue imaginársela bañada sin remisión en la sangre de su tímida felicidad, como si sobre ella la hubieran asesinado.

Y sus palabras... El sentimiento en ellas. Su derrota la enervó cuál el aullido de unas garras sobre una pizarra que no esperaba.

Quiso decirle algo. Preguntar. Su maldición tardó unos segundos en recordarle que no tenía sonido en sus cuerdas vocales.

Lo justo para que Bedi clavara su última frase sobre el ambiente y que sorprendida Branwen mirara, ante el derrumbe de su querida 'chwaer', al Chico al que se la dirigía con el atropello de toda su incomprensión y su preocupación rampante.

¿Qué está pasando? ¿Qué verdad le ha confesado? ¿Tiene que ver con su esencia de Ninfa y con destinos de los que ama?

Sin voz Branwen en su rostro susurraba es poema.

 

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Notas de juego

chwer = Hermana

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25/09/2021, 01:59
Bryony J. White

La idea que transmitía Nikita hizo a Bryony sonreír, aún con los dedos dentro del agua. Recordó lo que les había dicho de las caricias que le hacían al cuervo y se imaginó a la ninfa estremeciéndose con un cosquilleo de placer por esas ondulaciones que su mano dejaba en el agua. Le gustó la idea, la hacía sentirse poderosa y traviesa. 

—Ojalá tengas razón.

Lo que habló después con el criado muerto le hizo mirarlos con un destello de curiosidad. Una historia más que parecía entrelazarse con todas las demás. Aún no era capaz de ver el tapiz al completo, tenía tantísimos hilos que esa era una tarea abismal, pero sí empezaba a intuir los nudos que unían algunas cosas. 

Se centró más cuando habló Mariam, y estaba a punto de protestar por la ausencia de normas escritas cuando explicó el movimiento político que ella veía y entonces pestañeó, confusa y sorprendida. Dejó de jugar con el agua y se puso en pie.

—¿A mí? Pero si yo no quiero ese trono ni soy aspirante ni nada —dijo, frunciendo la naricilla—. Cuando nos presentamos dije que la aspirante es Bran, yo no. Que va. ¿Debería explicárselo cuando volvamos a verla? —preguntó, con los ojos sobre la bruja. 

La llegada de Bediviere atrajo su atención, aunque aún tenía un ojo puesto en Mariam. Esa vez no se iba a escapar sin explicarle mejor ese tema, pero la mala pinta que traía la americana dibujó una arruguita de preocupación en su ceño y se dispuso a escuchar.

Apretó los labios cuando dijo que era peligrosa. No pudo evitar que su mente viajase al día del tsunami, cuando en plena conexión mental y emocional había sentido los tentáculos de oscuridad de Bediviere tratando de alcanzarla. La sensación de ese momento, que había vuelto a removerse cuando la oscuridad había tomado el búnker entero salvo a ella misma, se le repetía ahora. Y dio gracias en silencio porque Ingvild pronunciase las palabras que hacían falta, porque ella no habría podido decirlas con sinceridad. 

Cambió el peso de una pierna a la otra, algo incómoda en aquel momento, y apartó su mirada, sintiendo que en esa conversación entre ella y su víctima, los demás estaban sobrando un poco. Carraspeó por lo bajo y volvió a mirar a Mariam, esperando su respuesta.

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26/09/2021, 17:07
Bryan

Bryan miró a Nikita con lo que parecía una mezcla entre preocupación y miedo, y luego se dirigió a Bediviere.

—Nunca he sentido la necesidad de perdonarte porque no tuviste la culpa de lo que me ocurrió.

Volvió a mirar a Nikita, aunque le seguía hablando a ella.

—Pero ahora tienes que dejarlo a él, al menos hasta que consigas el suficiente dominio sobre ti misma. Si te pasara con el chico, entonces sí que serías culpable, y no te podría perdonar nunca.

Y por último paseó la mirada por todos.

—Por otro lado no creo que pongas en peligro a tus amigos. Sabes que no funciona así.