Partida Rol por web

Astérope

Praula Paradizo

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02/05/2021, 23:12
Branwen Glyndwr

 Róssera me contó que uno mismo puede saber mirarse. Ella lo explicó refiriéndose a que se miraba en el espejo y había aprendido a eliminar el velo que condicionaba el como nos vemos. Ella lo hizo parecer muy sencillo pero no sé. Quizás es cuestión de dejar de considerar de fuera hacia dentro y pensar de dentro hacia afuera.

Pero esto es Branwen divagando mientras le echa un ojo a Adam. No algo que me hayan enseñado.

Le estoy leyendo vuestros mensajes. De alguna forma creo que le van a llegar vía oreja etérea.

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02/05/2021, 23:36
Nikita Pontecorvo

La chica le tomó las manos y Nikita se posicionó frente a ella. Asintió con la cabeza, despacio y sonrió levemente dando a entender que estaba preparado o al menos todo lo preparado que podía estar dadas las circunstancias y su nulo conocimiento de cómo abordar aquello. Cerró los ojos.

¿Cómo retirar una ilusión de tu rostro, de todo tu cuerpo, como si fuera un traje que ni siquiera eres capaz de sentir y que llevas impreso sobre ti desde el mismo momento en que viniste al mundo? Buscó alguna impresión, como si pudiera sentir algún tipo de cosquilleo imperceptible, como el chisporroteo eléctrico que hay en una ciudad y solo somos conscientes de su existencia cuando hay un apagón. Quiso pensar en el momento de la llegada de los barcos. Todo parecía haber caído, incluida la barrera entre los mundos, y sin embargo sus máscaras habían seguido intactas incluso a los ojos de Glorinda y Lucjo.

Fuera porque sus pensamientos se enredaban demasiado buscando el modo, fuera porque se sentía realmente agotado y temeroso de lo que estaba por venir, que al abrir los párpados encontró los ojos verdes y grises de Bediviere, aquellos ojos amados y en los que tan fácilmente se adentraba y no fue capaz de ver más allá ¿Podía existir algo más allá de la negrura resplandeciente de sus pupilas?

Acarició el rostro de la muchacha sobrecogido por su belleza. Una belleza que sabía que no cambiaría ni un ápice por mucho que lo hicieran los tonos de su pelo o de su piel.

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02/05/2021, 23:49
Bediviere Lafayette

Imaginó que se desnudaba. Que se desnudaba de su piel, como si emergiese de su propio cuerpo, mientras cerraba los ojos y trataba de sentir la barrera que impedía que pudieran verse, tal y como eran tras las máscaras.

Y sin embargo aquella piel parecía pegada. Su mente era incapaz de idear aquella escena sin que las palabras que había escuchado aquel día la interrumpiesen, intrusas, frustrantes. Volvió a abrir los ojos, y antes de abrirlos supo que no había funcionado. Supo que era demasiado. Que aquel momento, quizá, debía darse en otras circunstancias, y no cuando su propia existencia se debatía en la duda, y su vida parecía una pantomima que había durado demasiado. 

Notó la caricia de Nikita sobre su rostro y contempló su expresión sobrecogida. La miraba a ella. A su rostro mundano. Aquel con el que la había conocido. 

Sintió que el corazón le latía con fuerza, y que se le volvían a humedecer las pupilas, y se entregó a sus labios, buscando el consuelo del calor de su boca, que sabía a sauvignon blanc y a recuerdos recientes de una unión que iba más allá de lo físico. 

Se le abrazó, con fuerza, durante un instante. Inspiró hondo- Terminemos de hacer la cena. Deberíamos intentar descansar un poco.-dijo, con la voz preñada por el miedo que le producía pensar poder dejar de percibir ese aroma. 

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02/05/2021, 23:53
Nikita Pontecorvo

Hubo un momento en que, pensando en su familia, Nikita recordó lo mucho que le había gustado a Bediviere que la noche del maremoto Elio se hubiera ofrecido a defenderla. Le había dicho que era un encanto y que la había hecho sentir parte de la familia. También que en ese momento le había dado su teléfono por lo que pudiera pasar. Pensando en la soledad tan profunda a la que se enfrentaba la chica aquella noche, decidió escribir a Elio:

Oye bro, tengo un trabajo importante para ti

La familia de Bediviere está lejos, no tiene casi contacto con ellos y necesita de verdad sentir que no está sola

Me confesó hace tiempo que le habías parecido un encanto cuando la noche del maremoto quisiste defenderla de algo cuando yo no estaba. La hiciste sentir una de nosotros y no te imaginas lo mucho que necesita sentir eso también ahora mismo

Por favor, escríbele en algún momento, cualquier cosa. Estoy seguro de que le alegrará mucho saber de ti

Te quiero, Eliusha. Cuida mucho de todos.

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03/05/2021, 00:04
Bediviere Lafayette

Estamos condicionados. Desde que éramos unos críos nos han impuesto esa máscara. Eso es lo que nos han contado hoy. 
Podemos aprender a vernos, está claro. Pero puede que nos cueste un poco hacernos a la idea. 

Joder, os he cogido cariño. Sois un puñado de críos adorables. Y ahora sois los únicos semejantes a los que conozco. 

Pase lo que pase esta noche, mantenéos a salvo. Hacedme el favor. No hagáis ninguna tontería. Porque soy capaz de pedirle a Oumou que os haga un muñequito de esos para deciros cuatro cosas, así que no os vais a librar de mí. 

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03/05/2021, 00:23
Elio Pontecorvo

Le llegó un video de Elio, por WhatsApp.

Se veía él, metido en un coche, con la luz interior encendida.

—Bediviere, quería pedirte una cosa… Es importante... Por mi hermano. Él siempre ha dado por hecho que era el más guapo de la familia pero eso es mentira y creo que a ti sí que te creerá. Como no puedes comparar de igual a igual, aunque la camisa que me llevé a la fiesta no dejaba mucho a la imaginación, quiero enseñarte mi…

Se quitó la camiseta.

—Fuerza bruta, para que decidas cual de los hermanos mola más.

Hizo bola con un brazo, poniendo cara de ido mientras marcaba un biceps fibroso pero no demasiado voluminoso. También tenía varios tatuajes, uno era de un gato tocando la guitarra y otro, el del cuervo.

—Bueno, ya está. Ahora dínoslo y acabarás con un tema de discusión que ha existido siempre. Juzga nuestra belleza y elige, quiero decir… decide.

Si no contestas en una hora entenderé que necesitas más información para decidirte y te mandaré otro video.

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03/05/2021, 09:09
Bediviere Lafayette

¿¿¿????? Qué cojones?

Al rato

Estás igual de loco que tu hermano.  Pero con más hormonas.

Obviamente alguien que tiene un tatuaje de un gato que toca la guitarra gana. Pero sólo es una apreciación artística. 

Aunque seas el más guapo el que me pone es tu hermano. Pero sigo contando contigo. Ya sabes. 

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03/05/2021, 11:00
Adam Dyer

El hada le explicó que los recién llegados eran introducidos en las costumbres de los feer por sus intercambiados humanos. Le contó la importancia de los modales entre pueblos tan diversos y beligerantes y le explicó que allí el duelo era un institución y que era prioritario que el interlocutor no se sintiera ofendido incluso en la peor de las circunstancias pues el mínimo malentendido podía dar lugar a altercados violentos, incluso guerras. Que muchas de las hadas tendían a ser caprichosas, maniáticas y adictas a la belleza en todas sus formas.

Luego le pidió que si aceptaba el libro como regalo podría marcharse sin sentirse disgustada.

Fuera cual fuera la respuesta de Adam sobre si aceptaba el regalo o no, ella se marchó en una parada llamada "Angkol"

Cuando se cerraron las puertas dieron el aviso de "abróchense los cinturones" y Anastasia le enseñó a ponerse el arnés.

—El resto del viaje lo haremos por una pared vertical.

Le miró y se rió.

—Me has recordado un montón a mi novio.

Adam escuchó pacientemente las explicaciones de Diha. De nuevo, súbitamente, aquella mujer que le tenía tan acobardado había vuelto a revestirse de esa sabiduría propia de la edad. ¿Cómo podía cambiar el rol de alguien de una forma tan radical? Se sentía desconcertado y abrumado... sin embargo, aquellos humos que había exhibido en el momento de crucial desencuentro, se fueron apagando. En lugar de aquellos el rubor de quien se sabe fuera de lugar pobló sus mejillas y enmarcó sus actos durante el resto del trayecto. Sus reproches habían estado de más... seguía sin entender si efectivamente lo correcto habría sido acceder a una sesión de sexo ferroviario con la desconocida de la piel de colores, pero lo que ahora tenía claro era que las reacciones que uno mostraba en el mundo de las hadas habrían de estar bien medidas para no meter la pata. Los feer eran seres muy pasionales y una salida de tono no se perdonaba así como así. Y así, de hecho, era como se sentía ahora el chic... perdonado. Perdonado por una afrenta que él había cometido y que habían decidido hacer una excepción dadas las circunstancias y pasar por alto. Todo muy confuso, claro... pero Adam agradeció el gesto aún sin entenderlo. Por pura fe. Aceptó el libro que la mujer le ofrecía en clara ofrenda de paz y se despidió de ella cortésmente y reiterando su arrepentimiento por la falta de tacto.

Una vez Diha abandonó el compartimento Adam respiró exageradamente... exhalando el aire contenido en sus pulmones con pesadez.

Buff... no voy a ser capaz de soportar otra de estas. En serio. 

La risa de Anastasia resultó refrescante y ayudó a sanear el ambiente cargado desde el encontronazo con Diha.

¿De verdad? —preguntó Adam ante la apreciación de la chica. —Denis también es un bocazas y un imbécil. Pobrecillo. Sinceramente, espero que no... que no nos parezcamos demasiado. No me gusto mucho, realmente.

El tren comenzó a viajar verticalmente provocando una desagradable sensación de tracción en Adam que agarraba el libro con las dos manos contra su pecho como si esa fuese la mejor ancla a la que asirse. Por un momento había olvidado que viajaba por dentro de la corteza terrestre y que, por lo tanto, la orografía habría de hacer difícil el trayecto. Demasiado bien había ido hasta el momento.

Me siento completamente perdido, Anastasia. ¿Qué les voy a decir a mis padres cuándo les vea? No sé absolutamente nada de ellos... y no quiero pasarme de insensible, después de lo que acaba de pasar. Pero tengo que conseguir audiencia con alguien importante. No se me puede olvidar que mi misión aquí tiene un objetivo muy concreto.

Rápidamente sacó el móvil del bolsillo y aprovechando que ahora estaban a solas en el compartimento volvió a escribir a Branwen.

Hola amor. Voy camino de la casa de mis padres. Los de verdad... los de aquí. Creo que ellos van a poder conseguirme una audiencia con alguien con poder de decisión. ¿Cómo contacto contigo en el momento correcto? ¿Te llamo con el manos libres? Flipo con que aquí haya cobertura. ¿O prefieres darme algún mensaje y que hable por ti?
¿Estás bien...? ¿Estáis todos bien...?
Te amo.

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03/05/2021, 12:20
Anastasia

Le explicó que su novio era tímido y decidido, cobarde y osado, silencioso y escandaloso. Le contó que lo habitual hubiera sido que Denis lo iniciara en ese mundo y que sus padres eran imponentes, al igual que su castillo, que estaba en una "horatura", que básicamente era una enorme burbuja en la piedra con agua, aire y "Lágrimas del Sol", que eran como grandes gemas que brillaban como el astro rey.

El tren recuperó la horizontalidad y lo abandonaron para hacer transbordo con otro vehículo mucho menos lujoso, una especie de ascensor cilíndrico, con luz rojiza, sin ventanas, cuyo asiento era un banco corrido circular y en el que iban sujetos también con correas. Allí compartieron el viaje con una anciana de la misma especie feer que Adam, que lo saludó con una reverencia y le agradeció su compañía. Volvía a casa después de despedirse de uno de sus nietos, que era fusilero en la "infantería alada".

Llegaron después de unas cinco horas de viaje. Cuando se abrió la puerta Anastasia le presentó la "Horatura de Derl" que estaba de la que Adam era príncipe. Era un sitio enorme, un valle, una montaña con un pueblo en su ladera y un castillo en la cima. El cielo era una cúpula en la roca, donde habían piedras brillantes, como soles pero a los que podía mirar directamente sin quemarse los ojos. En la clave de esa "bóveda celeste pétrea" había una estatua gigante que representaba la cabeza de una especie de león de orejas picudas con la boca abierta. De su interior salía una luz más intensa que las otras que iluminaba el castillo, que parecía de mármol blanco.

Caminaron media hora por caminos entre campos cultivados de plantas extrañísimas sin más altercado que un aldeano que dejó la azada e inclinó la espalda cuando pasaron. Luego, en la aldea, la gente —la inmensa mayoría con su mismo aspecto, algunos de ellos con alas de murciélago, les saludó con reverencias.

En el patio del castillo tuvieron que esperar un rato, a que llegara un guardia conocido por ella —resultó ser veterinaria o algo así—, un tipo alto también oscuro, alado. Que les cruzó el patio.

En el patio del castillo había un buque enorme que estaban cargando con cajas y dragones pintados de color rojo, dóciles, del tamaño de caballos, pero con alas.

Les separaron antes de que entrara en la torre principal. Solo tuvieron tiempo de desearse suerte. Tras registrarle le dejaron solo en una sala frente a un trono.

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03/05/2021, 12:28
Director

Al poco escuchó la voz de una mujer. Una voz altiva y de alguna manera que no sabría explicarse, dulce.

—Eres mi hijo… ¿Cómo te llamaron?

Tenía alas, una armadura de la que sólo quedaba por poner el yelmo, que llevaba en la mano y recordaba a la estatua del león.

Vienes justo a tiempo para combatir junto a tus padres y tus hermanos.

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03/05/2021, 13:39
Adam Dyer

Aquella descripción que Anastasia hizo de Denis se adecuaba bastante bien a la propia personalidad de Adam que aceptó aquellos calificativos como una buena descripción de sí mismo. Amable, pero imparcial. 

El resto del trayecto no hizo más que aumentar el pasmo que Adam sentía ante todo aquello. Cada paso que nada sentía que aquel mundo maravilloso era realmente verdadero... que no se encontraba en un sueño ni que aquello se esfumaría al despertar. Y, al mismo tiempo, que todo era demasiado magnífico para asumirlo como real y no sentirse apabullado... maravillado. En algún momento en que resultase propicio sacar el móvil* y no llamar la atención de ojos curiosos, el chico se permitió sacar alguna foto de aquí y de allá. Detalles insignificantes en comparación con la magnificencia a la que estaban expuestos sus ojos y sus demás sentidos.

Preguntas y más preguntas... ¿cómo podían acumular la luz del sol aquellas gemas? ¿Cómo podía crecer la vegetación en un lugar si este? ¿Cómo el ambiente se sentía fresco y primaveral a pesar de estar en una cueva? E incluso referidas a él... ¿cómo aquellos campesinos sabían que él era él? ¿...que era hijo de quien era? ¿Y aquellos otros seres alados? ¿Él podría tener alas? ¿Y los dragones...? Santo cielo... ¡dragones! La imagen del vestido de Branwen en la noche de la fiesta en casa de Bry aterrizó en su mente y recordó como la llamó "Madre de dragones" para adularla. Y, sin embargo, era él quien resultaba ser un Príncipe con dragones entre su cohorte y el león como emblema. No resultaba fácil de asumir para nadie...  mucho menos si ese alguien era Adam; el torvo muchacho de los Dyer... el pobre chico de una buen familia de Richmond. 

El Castillo dejó sin palabras a Adam que se dejó conducir por el personal de la Corte sin oponer ningún tipo de resistencia hasta quedar allí, delante de aquella hermosa y poderosa mujer. Su madre. Adam sintió absoluta fascinación por esta. Ella era imponente y, efectivamente, Adam se sentía superado. Era una Reina y él apenas era nadie, por mucho que allí pareciese que estaba destinado a otra cosa. Y aún así, se atrevió a hablar... con humildad y un poco de temor. Si algo había aprendido de la extravagante Diha era a pensarse muy bien lo que uno decía en presencia de los mandamases de los pueblos feéricos.

Adam... mi nombre es Adam, alteza. Pero no he venido a luchar. Es más, si puedo, si sé hacerlo bien... he venido a impedir la lucha. Hace pocos días que sé quién soy realmente. Y haber venido hasta aquí no ha sido fácil. He atravesado el Sueño buscando a mi medio hermano, el humano Denis, pero con un objetivo mayor... como Embajador de los dos mundos a los que pertenezco. Para intentar mediar entre ambos. Para evitar un conflicto innecesario. Me encantaría compartir el mundo de allí arriba con mi pueblo y poder visitar este con aquellos humanos a los que quiero. Pero no si eso comporta un baño de sangre por ambos bandos. 

Adam temblaba como una hoja. No había ensayado el discurso y las palabras le salían a trompicones. Sus ojos apenas se despegaban del suelo incapaces de aguantarle la mirada a aquella mujer por muy madre suya que fuese.

Necesito audiencia con alguien... quizá con usted o con quien usted considere. Para presentar a Branwen Glyndwr, quien ostenta derechos de sangre sobre la tierra de Astérope y la Atlántida. Quien solicita parlamentar con  quién esté al cargo para probar su ascendencia y los mencionados derechos.

Adam se detuvo... cayendo en la cuenta de algo importante. Quizá crucial y, aunque era tremendamente precipitado pensar en algo así, quizá sin saberlo, todo pasaba por él y tenía un papel fundamental en aquella grandísima partida de ajedrez. Porque, si Branwen tenía derechos de sangre sobre Astérope y él era un Príncipe fae... ¿acaso una unión entre ambos no frenaría la guerra? Aquello se había hecho mil veces a lo largo de la historia de la humanidad y resultaba un efecto definitivo en cualquier contienda. Casar al hijo de una familia con la hija de la contraria... Nada unía más que la sangre. La siguiente pregunta habría de ser... ¿acaso él y Branwen estarían dispuestos a algo así para salvarlo... todo? Casarse no estaba en los planes de nadie a los 20 años, pero ¿y si con eso se consiguiesen salvar dos mundos? ¿Podría vivir en conciencia guardándose ese as en la manga para sí?

Además... —continuó ciegamente, arriesgando el todo por el todo. —Branwen Glyndwr, quien ostenta derechos de sangre sobre Astérope y la Atlántida, es mi... —¿qué? ¿Novia? ¿Prometida? Asépticamente, ¿pareja?—...amada. Qué medieval me ha quedado eso... 

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03/05/2021, 15:57
Adam Dyer

—Los reyes de la Atlántida son descendientes de Poseidón, la estirpe de Atlas. Tu amada tendría que demostrar la nobleza de su sangre, pero la tuya está clara. Tienes tanto derecho como pueda tenerlo ella. La Atlántida era una confederación de reinos y varios de estos reinos están combatiendo por recuperarla. Nosotros somos uno. Pero ningún rey está por encima de las leyes y del dios.

Le ofreció el yermo, que puso entre sus manos. En las puertas le habían quitado el libro y el teléfono móvil.

—La sangre ya está fluyendo. Los brujos han comenzado el ataque. Ahora iremos con las tropas. Tu padre ya empezó el viaje con sus naves y yo me voy a unir a él, con las mías. Pero… Adam…

Lo miró muy fijamente.

—Crees que estás aquí, pero solo en parte… has venido como viajan los humanos… separando la mente… Tu cuerpo sigue en la Vigilia... Y debes despertar, no te corresponde ser prenda de un secuestro.

Madre... ayúdame a detener esto. Un ataque no. Los humanos son peligrosos... sus ejércitos son grandes y sus leyes no son como las de aquí. También allí hay países y facciones y cada una de ellas plantea sus propios motivos. Sus propias leyes. Sus propias motivaciones. Nadie está por encima de nadie pero la guerra es el peor sistema para decidir qué le pertenece a cada uno. La razón no puede perecer bajo las armas. La Atlántida es un lugar hermoso... pero ningún lugar merece tanta sangre. Por favor... haré lo que sea. Solo te pido que intentes ganar tiempo... una tregua para demostrar quién es quién. 

Adam apelaba al instinto maternal de aquella mujer con quién, poco a poco, sí empezaba a sentirse vinculado. De algún modo no natural, no orgánico, se sentía hijo. Quizá era su cuerpo... aquella nueva piel recién estrenada quién tiraba de su corazón, pero Adam hablaba con urgencia. Con vehemencia y pasión.

Allí plantado con el yelmo familiar entre las manos se sentía desbordado. No tenía muchos más argumentos que esgrimir y aquella mujer, su madre, la reina Nofret, no parecía conmovida. O quizá Adam no había aprendido a leer las emociones en los bellos rostros de las hadas.

Sé que no estoy aquí... me dormí allí en Astérope y me desperté en Edöla. Pero si vuelvo con las manos vacías estaré en el ojo del huracán. A merced de la guerra, bajo los bombardeos... Mucha gente lo estará. Mucha gente inocente... de ambos lados. No lo permitas... te lo ruego.

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03/05/2021, 17:25
Adam Dyer

Ella le miraba a los ojos.

—Sabemos de sobra cómo funciona el mundo de los humanos. Por eso decidimos atacar. Porque ellos sólo nos cederán un lugar si no dárnoslo es una alternativa peor. Atacamos porque está escrito hace tiempo que los dos mundos iban a unirse de nuevo y las alternativas son sencillas. O conquistamos o nos conquistan. Pero no somos unos sádicos sanguinarios, Adam. Habrá un golpe y luego se tenderá una mano, pero esa mano es una mano que deben temer. Si no nos lo arrebatarán todo. Escucha… Te mueve tu corazón noble. La sangre ya corre, mientras duermes la gente muere a tu alrededor.

Y ahora vuela, pájaro mío, vuela con tu amada y mantenla viva hasta que lleguemos. Habrá un momento para lo que dices pero ahora es pronto. Ahora debemos ganar.

Adam dio un par de pasos hacia atrás. Seguía azorado, pero podía ver que su madre hablaba de algo mucho más grande que él... más incluso que ella misma. Era un plan trazado con siglos de antelación. La promesa de un "momento para eso" no era suficiente para calmarlo, pero sí le hizo entender que poco más podría hacer. Efectivamente, debía volver... debía ocuparse de Branwen. De todos sus amigos. Debía entender qué por mucho que lo aborreciese, estaba en los dos bandos a la vez y esa posición era dolorosa para él como individuo, pero ventajosa estratégicamente. Probablemente su "abandono" en el mundo de los humanos fuese uno de los movimientos que componían aquella apertura ajedrecística ejecutada con precisión desde mucho tiempo atrás. Habría de asumir su papel y sufrir las consecuencias del mismo. Quizá, si ese momento de la diplomacia... de las uniones con fines políticas... se acercaba, podría hacer su parte en pos de un final feliz. Pero ahora... ahora los guerreros tenían que hacer su papel. Resultaba odioso... como la ley de la gravedad; uno piensa en lo hermoso que sería levantar los brazos y alzar el vuelo, pero el mundo simplemente no funciona así.

Con una sensación que no había tenido nunca antes, Adam sintió que se iba... que regresaba* a su forma completa. Algo parecido a la tracción que había experimentado antes en el tren, cuando este escalaba la roca viva. Allí tendido en la cama de Atlaneva le esperaba su cuerpo. Allí, confiaba, le aguardaba su Branwen vigilando su Sueño. El viaje había terminado... quizá quedaba algo más por decir.

De acuerdo... —asumió con tristeza y con unas tímidas lágrimas incipientes asomando a sus ojos de elfo. Lágrimas de impotencia. Lágrimas al sentir tan cerca el abismo de la guerra voraz. —Me marcho... pero, por favor, libera a Denis y a Anastasia. A ellos también les esperan en casa. Y quisiera conocerlos... a Denis, sobre todo. Espero volver a verte pronto. Quiero preguntarte tantas cosas... adiós, madre. Y no olvides mis palabras ni mi oferta... 

El tono distante de usted se había esfumado para pasar a un tuteo igualmente respetuoso, pero con más amor y cercanía. Aquel lazo que un día existió parecía reestablecerse como por ensalmo. Quizá ese lazo puidera ayudarle a encontrarla de nuevo si se diera el caso... bien a través del Suelo o ya ambos en la cruel Vigilia.

Notas de juego

* Si no es momento o si, simplemente "regresar" no funciona así, lo cambiamos y punto. :)

BTW Joder... como estoy sufriendo y disfrutando esta escena. :D