Partida Rol por web

Astérope

Praula Paradizo

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01/03/2021, 09:17
Director

I N T R O D U C C I Ó N

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01/03/2021, 09:18
F.E.E.

La parte baja de Sassaneva -desde donde estaba la casa de Bryony hasta donde vivía Ingvild, incluida la parte nueva del paseo marítimo- estaba totalmente arrasada. El edificio de apartamentos donde vivía esta última había quedado dañado pero a su regreso ya se habían reparado los accesos y el apartamento en sí estaba intacto.

Allí la mayor parte de las casas eran bajas y hubieron muchos muertos, unos doscientos, entre los que se contaba a Carme, Farhiya y Ángeles, la mujer que trabajaba en casa de Bryony, que vivía en la zona y había muerto junto con su familia. Por suerte, la zona de la isla que había sido afectada no contaba con ninguna ciudad costera a parte de Sassaneva, aunque fueron muchos los complejos de apartamentos que sufrieron víctimas. En total el tsunami se había cobrado casi mil quinientos muertos en Astérope, otros tantos en Malta, alrededor de quinientos en Sicilia y doscientos en Túnez y Libia.

La arquitectura del Colegio Mayor de Adam había frenado gran parte de la fuerza de la ola pero aun así unos treinta residentes murieron, entre ellos Concetta, una vecina de Adam que también había conocido Branwen. El colegio estaría cerrado al menos otros dos meses más.

Otra compañera de clase, Ada Benlliure, había muerto porque estaba en una fiesta en la playa. Las noticias decían que muchos de los cadáveres no habían sido recuperados todavía porque habían sido arrastrados mar adentro o vueltos a enterrar en el lodo de las marismas y una semana después ya se asumía que la mayoría de los desaparecidos estarían muertos. Todos que había tenido ocasión de examinar Bediviere -cuya colaboración había sido bien recibida por los médicos asteropeses- habían fallecido a causa de traumatismos y sólo uno por ahogamiento, y había sido hallado en un sótano. 

Amadeo, la pareja de Joana, había sufrido heridas de mucha gravedad, al igual que Toni, Idris, Petra y Tomomi. Quince días después las dos últimas todavía estaban luchando por su vida.

Sento también estaba en el hospital pero "solo" tenía las dos piernas rotas.

Notas de juego

Las tiradas de dados (En la natilla) fueron hechas para ver la suerte que habían corrido los pnj's. Si superaban la dificultad sobrevivían sin heridas o con heridas leves aunque si la igualan han sufrido heridas de gravedad suficiente como para tener secuelas de por vida.

Edito: añado la última línea para incluir el estado de Sento.

Edito 2: también añado algo sobre el apartamento de Ingvild. Los únicos que tienen las viviendas inutilizadas son los que estaban en el Colegio Mayor (Branwen y Adam)

1 de 5

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01/03/2021, 09:20
F.E.E.

Las noticias hablaban de las consecuencias del tsunami y de la llegada de gentes de los "pueblos feéricos". Acerca de lo segundo, los telediarios ponían una y otra vez las mismas imágenes, de los barcos, desde lejos, anunciando una especie de "migración masiva" de la que no se tenía explicación. Se hablaba de hadas, por algunos testigos, pero tanto los gobiernos como los periodistas habían decidido ser muy cautos al respecto. Repetían, como un mantra, que la situación estaba controlada y que la ola había sido un "fenómeno natural".

El campus ya no tenía barro aunque faltaban árboles y muchas puertas y ventanas del primer piso estaban cubiertas tableros, a la espera de que llegaran las ventanas nuevas.

En el centro del campus, frente a la Facultad de Medicina, se había erigido espontáneamente un monumento hecho a base de fotografías, botellines de cerveza sin abrir, libros, papeles con dedicatorias, etc.

La F.E.E, a pesar de su baja altura, gracias a un murete y una pequeña escalinata apenas había sufrido daños.

Ese primer día no hubo más actos de homenaje que unos minutos de silencio en el hall, justo antes de entrar en clase.

En el aula —nada más subir las grandes escaleras de piedra en un primer piso—, las seis sillas de pala vacías, que pertenecían a muertos y heridos, habían sido apiladas en un recoveco.

Eran las nueve de un lunes, a principios de octubre. Las hojas de una enorme parra virgen que escalaba junto a una de las ventanas hacia el tejado estaban de un color carmín que parecía tener luz propia con la luz de la mañana. De un momento a otro entraría en el aula el profesor de la asignatura "Psiquismo y Parapsicología".

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01/03/2021, 09:20
Dominique Doisneau

El único grupo de afinidad en el que no había muerto nadie era el de ellos.

En el de Dominique, formado por éste, Aldo, Zafira, Oumou, Ada, Toni e Idris. Sólo estaban en clase los cuatro primeros (con Ada muerta y el resto en el hospital).

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01/03/2021, 09:21
Chiba Mori

Con todo el grupo de Chiba —que había estado formado por éste, Carme, Farhiya, Tomori, Petra, Marcela y Omar— era el peor parado con dos muertas y otras dos luchando por su vida.

Las conversaciones eran breves, casi todas para preguntar por los heridos o dar el pésame a alguien, formando en conjunto una especie de murmullo resacoso.

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01/03/2021, 09:21
Aldo Sturzo

Aldo, que había permanecido en silencio, mirando hacia la ventana, rompió a llorar, sin sollozos. Echándose una mano a la cabeza. Y Dominique, que estaba sentado detrás de él se levantó para acercarse, ponerse de rodillas junto a él y abrazarle.

Aldo se calmó en seguida y Dominique se cambió de sitio sentándose a su lado.

Notas de juego

5 de 5. Ya podéis postear.

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01/03/2021, 11:39
Nikita Pontecorvo

A pesar de la contundencia con que los acontecimientos se habían impuesto en aquellos días, cada vez que Nikita se enfrentaba a una situación nueva desde el desastre, todo volvía a cobrar un aura de irrealidad.

Su colaboración como voluntario en el desescombro había transcurrido íntegramente en Sassaneva y hasta el día en que las clases se reanudaron no había vuelto a pisar el campus. Caminaba ahora por sus jardines como sumido en una sensación nebulosa. Le parecía que a pesar del ajetreo y la afluencia de gente se había impuesto una especie de silencio, como si el fondo tras las cosas y las conversaciones, el fondo que hay tras la vida y que normalmente pasamos por alto, fuera entonces tan intenso que no se podía ignorar. A pesar de haber quedado las cosas a punto, las huellas de agua y su destrucción lo marcaban aún todo, pero eran los rostros de los que cruzaba lo que le causaba mayor impresión.

Así ocurrió también a la entrada de la facultad donde se habían reunido para mantener un minuto de silencio. Allí pudo encontrar a sus amigos. A Ingvild y Bryony no las había visto desde que se despidieran en el polideportivo y las abrazó y dio un beso con una emocionada alegría por volverlas a encontrar. A Branwen le sonrió cómplice y cogió un momento por los hombros al igual que a Adam. A Bediviere se acercó y apretó la mano un instante mientras la miraba a los ojos antes de darle un pequeño beso en los labios y rodearla con sus brazos, tanto tiempo como sintiera que ella estuviera cómoda o necesitara1. La facultad en pleno debía estar allí, los compañeros de las otras clases, profesores y demás personal y sus propios compañeros del grupo C, tan mermados ahora con la muerte de Carme, Ada o Farhiya. Nikita buscó especialmente a Chiba entre los demás. No sabía si siendo japonés le molestaría recibir un abrazo, de modo que apretó su hombro antes de mirarle con gravedad y decirle cuánto lo sentía.

Al entrar en el aula la mirada de Nikita se detuvo en las sillas amontonadas en un rincón. Parecían un pequeño monumento y deseó con todas sus fuerzas que pronto pudieran volver los heridos. Las otras tres sillas tal vez las ocuparían pronto compañeros nuevos. Y que la vida siga cuando hay una pérdida así no dejaba de parecerle un misterio tan grande como aquel al que se habían encaminado los que ya no volverían.

Dejó caer la mochila junto a una de las sillas e hizo un gesto a sus amigos desde la parte final del aula.

Ahora hay clase con Vicassy. Espero que no sea tan cabrón como para liárnosla con lo que ha pasado, pero os recomiendo que no os sentéis demasiado cerca de su mesa —comentó, aunque lo imaginaba más bien paseándose por la clase y hablándoles desde la espalda y cosas así. Suspiró al ver a Aldo echarse a llorar y sus propios ojos enrojecieron cuando Dominique se acercó para darle al chico un abrazo—. Después de clase tenemos que hablar—.  dijo desviando la atención de la escena y volviendo sobre sus amigos—. Bediviere y yo tenemos información nueva.

Notas de juego

Edito: una errata.

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01/03/2021, 13:20
Bryony J. White

Outfit.

Bryony llegó a la facultad parloteando animosamente con Ingvild, con la que había quedado para ir juntas, pero a medida que se empezaron a cruzar con otros alumnos, el ánimo general hizo que el de la británica decayese un poco. No dejó de caminar con brío, pero su conversación se redujo en cantidad y en volumen. 

Llevaba esa mañana unos vaqueros desgastados en las rodillas y varias capas en la parte de arriba, que se mezclaban sin mucho orden ni concierto. Una camiseta verde oscuro, con un jersey de ganchillo beige con grandes agujeros y encima de ello una camisa de cuadros en tonos azules y grises, de cuyas mangas asomaban las del jersey. En los pies llevaba unas botas militares negras, unas gafas de sol moradas a modo de diadema y una mochila también morada de tamaño suficiente para cobijar un portátil. El pelo suelto cuidadosamente descuidado, sus acostumbrados ojos de khol y los labios con un toque de borgoña. 

Durante aquel breve acto de homenaje y su paseo hasta llegar a la clase que les tocaba, la mirada de Bryony era distante, como si contemplase toda la situación desde fuera; como si toda aquella tristeza que destilaban sus compañeros no terminase de ir con ella y sólo fuese un trámite necesario hasta que la vida volviese a adquirir tintes de normalidad. 

Respondió con afecto al abrazo de Nikita y le guiñó un ojo con complicidad a Bediviere. A Branwen le dio un abrazo y dejó un beso de carmín en su mejilla. A Adam le dio un apretón cariñoso en el brazo, respetando su espacio personal por una vez. 

Se tomó un minuto para saludar a Chiba y preguntarle por Idris, pero no se libraba de ese aire lejano y disociado que desprendía esa mañana.

Al fin se dejó caer en una de las sillas del fondo de la clase y le hizo gestos a Ingvild para que se sentase a su lado. Desde ahí escuchó a Nikita y le asintió con la cabeza, conforme con lo de hablar después. También alzó su mano derecha, haciéndole un gesto de aprobación con el pulgar hacia arriba, o quizá lo que quería era enseñarle el anillo que llevaba ahora en ese dedo

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01/03/2021, 19:47
Adam Dyer

El autobús se hizo eterno aquel día. Adam miraba por la ventana al calor de la compañía de Branwen en el asiento contiguo. La ciudad, Sassaneva, parecía empezar a levantar cabeza, pero cada esquina guardaba un recuerdo de muerte. La mente del canadiense bullía. Las labores de desescombro le habían ayudado en parte a tener la mente ocupada y el cuerpo lo suficientemente machacado como para que en lo único que pudiese pensar era en las veces que se había raspado los nudillos o había tropezado con los cascotes. El trabajo físico no era para Adam. Estaba hecho polvo y tenía agujetas en todo su cuerpo... y benditas fueran ellas. Cada noche llegaba a la habitación en Atlaneva maldiciendo el dolor en sus articulaciones... y cada mañana agradecía la presencia de ese dolor porque le permitía caer redondo por las noches y dormir con cierta normalidad. Las pesadillas no habían desaparecido, pero buena parte de la noche sucedía en un sueño inerte.

La Facultad parecía un camposanto. Un lugar en el que uno se coarta hasta para respirar demasiado hondo, pero poder ver a toda la tropa hizo que Adam se alegrase de corazón. Nikita junto a Bediviere a quién dio un cálido abrazo. Ingvild y Bryony ya habían regresado de sus casas. El chico llegó a pensar que aquello sería suficiente para que alguno de los estudiantes se bajase del carro. No le habría extrañado. Ver que se había equivocado le puso muy contento e incluso la actitud distante y respetuosa de Bry le hizo reír sanamente. Era curioso que aquellas chicas le hubiesen abordado el primer día de clase sin miramientos, pero tuvieran el decoro de respetar el espacio personal cuando habían pasado por tanto juntos. 

Luego en clase, Adam se sentó junto a Branwen en el medio de la clase. No era su lugar idóneo a tenor de la trayectoria que había llevado toda su vida... es más, tampoco es que quisiese pegarse como una lapa a su novia, pero seguía sintiéndose mejor cuando ella estaba a su lado. Ella le anclaba al lado bueno. A su yo no huraño. Miró a su alrededor y se sintió asediado, pero tras resoplar un par de veces pareció que se calmaba. La clase con Vicassy le ponía muy nervioso habida cuenta del encontronazo que había tenido con este en su despacho.

Finalmente se giró hacia atrás para buscar un poco de conversación y se topó con la cara de Bryony que observaba el pleno de la clase desde la retaguardia.

Ey... ¿qué tal ha ido por casa? ¿Has podido desc...? —la voz de Adam se ahogó en una súbita respiración. Su mano buscó la de Branwen casi dando manotazos. —Ey... eh, Bran... ¿has visto eso? —el chico señalaba la mano de la británica como Donald Sutherland señalaba al final de La invasión de los ultracuerpos. —Bry... ¿qué mierda es eso?

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01/03/2021, 22:27
Branwen Glyndwr

Había ido pasando el tiempo, tan abarrotado de quehaceres, que la llegada del reinicio del curso la sintió desincronizada con lo que parecía, se había convertido en la rutina plena de sus propios ciclos internos.

El día de antes había tenido que pedirle a Adam que la sacara a tomar el aire para liberar una maraña de nervios rebeldes. Le había ayudado. Pasear con él, con rumbo o no, cogidos de la mano y charlando, simplemente compartiendo pasiones, se había transformado en uno de los cabezas de cartel de sus placeres pequeños. Con alicientes experimentales cuando decidían cambiar el tono de la conversación. Y por la noche disfrutaba masajeándole las magulladas articulaciones y compartiendo el merecido descanso.

Ahora estaban de vuelta en el campus, donde apenas habían posado el pie, pero que debía retornar a ser su casa de conocimientos, y se dio cuenta de que le iba a costar encontrar su acomodo allí otra vez y que esté seria distinto.

Caminaron despacio, desde la parada del Autobús que les acercaría todos los días desde su residencia provisional en Atlaneva hasta que el Kircher volviera a estar operativo. El colegio Mayor, otro lugar que tendría que tantear de nuevo, igual que estaban tanteando la universidad. Interiorizando los huecos de los rostros que faltaban.

Cogió el brazo de Adam con el fin de acompasarse a su lado y fijar un punto cálido. Él también lo estaba experimentando, estaba segura. La contención desprendida del duelo, aun fuerte. Aun pasando quince días. Era chocante, que los lugares que aspiraba a que se formalizaran como su hogar y le fueran reconfortantes, los empezara de nuevo marcados de ese modo tan cruel. 

En el recordatorio con todos sus compañeros no fue capaz de sostener las lágrimas y las dejo que la desbordaran. Era como si hubiera llegado al pináculo final de la secreta zozobra y por fin pudiera expresarla.

Había estado visitando a los convalecientes, acercándose a ver a los que pudo llevándoles cosas simples. Libros, flores, charlas. La verdadera impresión de que en el coche podían haber sido engullidos y estar muerta se acabó consolidando y tiro de los semblantes que faltaban con el dolor de preguntarse por qué ellos no habían tenido tanta suerte.

Entonces, el despertar al encuentro con las caras que sí que estaban, le recordó la razón para seguir adelante aún más, y compartiendo el pequeño fruto de alegría con Adam en una mirada (él le daba razones todo el tiempo), se zambulló en el reencuentro.

Aclaró su propio rostro con una franca sonrisa, la visión de Nikita con Ingvild y Bryony y agradeció ese impulso de hermanarse que les dio a ellos rodeándoles por los hombros.

No diría que el asalto afectuoso de Bryony la sorprendiera, pero no pensó más que en hacerlo largo y sentido. Casi no había podido compartir sus sentimientos con ella y con Ingvild, aquel día que ojalá se hiciera lejano, y quería recuperar el tiempo perdido.

- ¿Me has puesto una bandera? - le sonrió al notar el frescor del carmín en su mejilla - Pues bienvenida sea - le dijo mientras le devolvía en beso, pero sin aditivos y sin ademán de retirársela.

Después, contempló el comedido tacto que le dedicó la inglesa a Adam, y se rio por dentro solo compartiendo la diversión con su chico en la mirada. Había tanto en él que se revelaba. No todos los días pero si constantemente. Estar allí viéndolo era lo que le hacía muy feliz.

Felicidad, que siguió compartiendo con Ingvild y Bediviere a las que besó, abrazó y piropeó. De todas ellas Branwen había sido la única que había decidido venir más pragmática. Unos pantalones resistentes y chulos, camisa y suéter oscuros y el cabello levantado por encima de la cabeza pero esta vez más funcional que festivo. Su único toque de mayor concesión personal eran sus inseparables Martens lustradas.

Las mismas que la condujeron hacia la clase escuchando el consejo de Nikita. Que comentara que Bediviere y él tenían noticias la activo.

Compartió una mirada de telepatía en prácticas para ver si Adam prefería sentarse próximo y más o menos acordado que si eligió un sitio a media cancha y algo escorado. Había tenido mucha experiencia con profesores y lo que no le gustaba es verse acorralada contra el frente o las paredes. En alguno de los instantes busco la mirada de Bry con ligero arquear de cejas.

Ella se había arrojado a la parte de atrás mientras, Bediviere y Nikita también habían acabado juntos, y entonces Bry hizo su jugada levantando la mano y mostrando lo que portaba.

Casi le hace tragarse un pasmo a Adam, que la buscó para advertírselo con expresivos gestos. Allí estaba y era de verdad. Branwen lo observó, con ojos bien abiertos, tocando inconscientemente el suyo, firmemente oculto bajo limpio esparadrapo.

Mientras Adam le interrogaba, ella se levantó para verlo de cerca. Atrás quedo todo su equipaje de estudio.

- Entonces es real. Cielos... - miró a su compañera sin atreverse a tocarlo. ¿Y si se retroalimentaban? - No tenía porque no creerlo, pero es tan inquietante... ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? - repitió las preguntas que ya le había avanzado. Sabía que para Bry, seguramente, vendría con el sosiego de quitarle importancia, cosa que no tenía un lado tan malo, pero para Branwen aquella cosa no le inspiraba para bien si no, todo lo contrario.

Antes de que los demás fliparan y se desviaran de lo importante lo aclaro - Me lo comentó hace poco, pero me pidió que no lo contara. Muchos me cuentan cosas y me piden que no las cuente y yo lo hago. Soy responsable con los secretos... - aseguró sin fijar la vista en nadie pero pasándola por todos con cierta carga de disculpa por ser ella así.

- Además no era como si hubiera matado al gato o así. La verdad es que no tengo ni idea de lo que es. Y mejor nos lo contaba a todos juntos y no por teléfono desde Londres. ¿Verdad Bry? - y repitió la última preguntas que había lanzado entonces - ¿Te lo dio tu madre? ¿O quién? - luego más agitada añadió - ¿Te explico algo? Este mío es como tener un ordenador telepático incrustado. A mí me da un reparo que te cagas. Aunque también me da miedo quitármelo. ¿Te dijeron más Bry? -

Luego se hizo calmar - mejor lo hablamos todo después de clase.  ¿Verdad?

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02/03/2021, 01:10
Ingvild Hoem

Ingvild se despertó con olor a vagina en la mano.

Esto se hizo más frecuente desde el intercambio de mensajes con un miembro del grupo de afinidad, justo antes de reconciliarse con Bry. No tiene nada de malo, se dijo. La imaginación no conoce de excesos. A menos que te apellides Dalí.

La primera semana del receso supuso el alzamiento de todas las barricadas anti depresión que conocía. Visitar con un libro los distintos cafés de Bergen mientras fumaba con aire ausente, como si fuera la protagonista de una peli francesa cuyo único argumento es fumar un cigarro distraídamente mientras lees un libro en el interior de un café. Quedar de karaoke con una de sus amigas, cantando junto a los ABBA sobre la derrota militar más famosa de Napoleón, hasta llegar al Super Trouper y feeling like a number one (momento exacto en el cual un atractivo sueco la escoltó fuera del escenario mientras lloraba desconsoladamente). Incluso se animó con el bowling, desbloqueando un logro legendario: conseguir que la bola fuera en la dirección contraria a la de los pinos (un pie ajeno fue afectado). Fue ésta anécdota y el hecho de que a uno de sus compañeros le faltaba el ombligo lo que acaparó la atención de sus amigos, incluso por sobre la historia del desembarco de las hadas y Astérope (Ingvild sospechaba que evitaban el tema para no deprimirla).

El resto del tiempo lo pasó en la granja familiar, donde la presión maternal por conocer sus perspectivas de procreación comenzaba a alcanzar límites preocupantes. En un momento álgido de atropello maternal se vió tan acorralada que alcanzó a murmurar haber conocido alguien en Astérope. Por supuesto, la interrogación a partir de entonces se intensificó. Al ser interpelada por el nombre del chico en cuestión (ningún otro género entraba en la imaginación de su religiosa madre) el subconsciente le jugó una mala pasada: Bryan Pontecorvo. Sí, mamá, italiano, un bombónNo, no Bryan. Bruno. Bruno PontecorvoJamás se alegraría tanto de no compartir consciencia con Bediviere como en aquel momento. 

Si las cosas no fueron tan bien durante la primera semana, mejoraron considerablemente durante la segunda: quedada en Londres en lo de Bry para un finde de arte y compras. Cuando retornó a Noruega lo hizo poseída por el espíritu eléctrico y alegre de su amiga, del que aún le quedaban reservas al volver a Astérope. Pero la montaña rusa emocional amenazó con alcanzar su punto más bajo en clase, al notar los bancos vacíos. Fue previsora: las gafas de sol de la chica aquella mañana le tapaban la mitad de la cara. 

Abrazó y besó a todos y cada uno de sus compañeros (Adam incluído), deleitándose un instante de más en el perfume de los rulos de Branwen. Se quitó las gafas un instante para guiñar un ojo a Bediviere, inclinándose como un caballero cuando Nikita se distrajo. Sonrió débilmente a Chiba mientras asistía a la novedad del anillo de Bry, que para ella no lo era tanto. Pero sobre todo no se apartó de la británica ni por un segundo. La notaba ausente, apagada, pero ella aquel día se había propuesto una misión con un objetivo declarado y otro encubierto: evitar que Bry se derrumbara, y, en el proceso, estar tan ocupada que ella misma tampoco tuviera oportunidad.

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02/03/2021, 10:22
Bediviere Lafayette

Tras unos primeros días en Toulouse, Bediviere había pasado el resto de aquellas dos semanas mirando hacia el rostro de la muerte. De una manera literal, al implicarse de lleno en las tareas de reconocimiento, autopsia forense y tanatopraxia,  inabarcables en los primeros compases de los momentos que siguieron al desastre. 

La imagen de la sala de catástrofes del instituto forense llena hasta reventar había parpadeado en su cabeza, ya cuando se encontraba en el polideportivo, aquella noche tras el tsunami. Se había convertido en su realidad diaria, durante las últimas jornadas. Se había despedido de su grupo de trabajo, en lo que había sido un momento solemne sin demasiada palabrería, y al dar la espalda al instituto forense y soltarse de su nueva rutina, sintió que se encogía y que algo que la había estado manteniendo en modo automático para seguir adelante y ayudar en lo que pudiera, se desintegraba. 

La cruda realidad la había golpeado ese fin de semana como no lo había hecho antes. Había podido escapar de ella momentáneamente, al encontrarse con Nikita, o con Bryony, la tarde anterior. La bendita tarde anterior en la que había conseguido no pensar en nada. Pero volvía a encontrársela, al llegar a la facultad y encontrarse el monumento improvisado a los desaparecidos, en medio de un silencio que más que un minuto parecía durar una eternidad. 

Nikita la encontraba entonces. La miraba y la besaba. La abrazaba, como si la arrastrase de aquella corriente que amenazaba con tragársela como no había conseguido hacer la gran ola. Lo apretó contra ella, durante un instante, sin decir nada. 

El resto de sus compañeros la saludaban. Branwen le regalaba un momento de felicidad, tras el cual fue capaz de devolver el guiño a Bryony, y de hacer rodar los ojos cuando Ingvild se inclinaba en una cortesía paródica ante ella. A Adam le dedicó un asentimiento, que duraba poco pero pretendía decir bastante. 

Las sillas habían sido otro recordatorio, al entrar en clase. Las había mirado, a medio camino entre la desazón y la indignación, y se había sentado en silencio, observando, callando, tragando. Miraba a Chiba, y recordaba haber estado con él y con Farhiya, fumando al comienzo de la fiesta. Ella y Carme ya no estaban. De nuevo, la idea de que pudiera sentir el mismo dolor que se había imaginado la noche de autos, la asaltaba.

El llanto de Aldo se le metía por dentro, y humedecía sus pupilas. Tragaba saliva, y sacaba el moleskine y la pluma estilográfica, y respiraba hondo. Frunció el ceño cuando recordó que tenían clase con Vicassy. Guardaba suficiente bilis en el cuerpo como para pedirle que les explicase en qué se había inspirado para escribir cada uno de sus magníficos libros. Asentía cuando  Nikita decía que ambos tenían nueva información y finalmente, cuando Bryony alzaba la mano y subía el pulgar, abría los ojos de par en par- ¿Qué cojones, Bryony?-dijo, tratando de no alzar la voz, en lo que eran las tres primeras palabras que salían de su boca, aquella mañana. 

Branwen e Ingvild reaccionaban como si aquello no fuera nuevo, y eso hizo que mirase a ambas con cierta suspicacia. Branwen se excusaba, a su manera tremendamente extensa. Bediviere asentía de nuevo, cuando llegaba a la conclusión de que era mejor tratarlo después de clase- Yo también tengo que enseñaros algo.-dijo, pensando en el libro que había traído con ella- Luego hablamos, sí. -convino, mirando finalmente a Nikita, y suspirando, suponiendo que la misma clase de ideas, y de miedos que atravesaban ahora su cabeza traslucían a través de su cara. 

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02/03/2021, 11:06
Nió Vicassy

Vicassy entró vestido con unas bermudas, unas chanclas playeras, una camisa hawaiana de floripondios naranjas claro y amarillo y sus gafas de cristales un poco tintados.

Dejó una bolsa de tela con el logo de unos supermercados económicos de Astpérope sobre la mesa, se sentó en la silla del profesor y se puso a trastear con el ordenador mientras todo el mundo se iba sentado y callando. Conectó el proyector. En la pantalla que había a su espalda se vio lo que tecleaba en el buscador de imágenes del navegador "cielo azul con nubes de algodón". No contento con los primeros resultados añadió "manualidades" y ahora sí, hizo grande una imagen de un cielo azul simulado con unas nubes hechas con algodón.

Luego, con todos ya en silencio, sacó de la bolsa un bote de lo que parecía algún tipo de maquillaje y un espejo de mano, se quitó las gafas y se pintó las manos y la cara de añil.

Se volvió a poner las gafas y se dirigió a los alumnos.

—Empezaré la primera clase escenificando un sueño. Uno que tuve anoche. Qué decir tiene que al igual que todos vosotros, igual que todo el mundo de por aquí, he perdido a seres queridos, y me puedo considerar de los miserables afortunados que siguen con eso de la vida… Es un buen comienzo para nuestras clases… ¿No os parece? Luego un voluntario hará lo mismo con un sueño que haya tenido durante estos últimos días.

Se levantó con el teclado inalámbrico en su regazo.

»Me dormí descontento con mis preparativos para esta primera clase. Había pensado en hipnotizar a algún voluntario haciéndole creer que tenía tres testículos o algo así, pero dadas las circunstancias me parecía inapropiado. Cualquier idea me parecía o frívola o mediocre. Entonces, soñé esto.

Hizo como que caminaba sin moverse del sitio.

»Yo caminaba por una playa abarrotada de gente, todo rezumaba vida. Críos insoportables por todas partes, novios pegajosos dándose el lote. Viejas.

Era como en esas películas neorrealistas italianas donde todo el mundo habla a la vez, pero para nada en blanco y negro. Todo era muy colorido y a la vez real, del tipo las fotos de Martin Parr.

Les proyectó tres fotos de ejemplo, para los que no conocieran al fotógrafo:

»Y yo era azul, como un pitufo playero. Y entre los gritos de los que jugaban a la pelota, las broncas de padres a niños y los partidos retransmitidos por la radio oí esta música. Primero parecía que venía de lejos, luego se fue haciendo más presente, superponiéndose al resto de sonidos.

Volvió a su mesa y, esta vez sin sentarse, escribió un link muy largo de memoria, poniendo a reproducir un video de Youtube en el que sonaba una música orquestal de los años cincuenta. Dejó el teclado allí, con algunas teclas manchadas de azul.

»Y empecé a cantar, dejándome llevar por la música, mientras paseaba feliz entre la multitud de cuerpos ignominiosos para los arquetipos del mainstream, que se tostaban al sol. Ellos reparaban en mi y me amaban, y yo les amaba a ellos. Dios, era genial. Era más o menos así.

Y se puso a cantar elevando cada vez más la voz, igual que hacía con los gestos, cada vez más abiertos. Se movía entre las sillas de los alumnos. Al principio parecía dudar pero cuando se le calentó la voz tras las primeras estrofas resultó que lo hacía muy bien.

Se movía con ágil naturalidad, regocijándose en cada ademán. Levantaba los brazos hacia el cielo y sonreía como lo habría hecho una drag queen puesta de coca a un público fanático.

Cuando hubo terminado. Se sentó otra vez en su sitio, apoltronándose.

»¿Qué os parece? No os pido que intentéis interpretar, descifrar... Puaj. Dejémosle esas obviedades a los victorianos que no se entienden con su subconsciente. Rememorarlo, es… mejor. ¿Alguien se atreve a rememorar en público un sueño que haya tenido esta semana? Puede elegir a otros de actores para que interpreten algún personaje... ¿Algún voluntario?

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02/03/2021, 12:32
Nikita Pontecorvo

La mirada espantada de Nikita pasó del dedo de Bryony a sus ojos mientras escuchaba de fondo las exclamaciones de los demás. En su cara había grabado un interrogante enorme y un claro desconcierto. No sabía qué le sorprendía más, si que ella tuviera en su poder otro anillo como aquel o que lo hubiera traído clase tranquilamente en su dedo como si hubiera sido cualquier baratija. Aunque tal vez habría ocurrido como con Branwen y alguien le hubiera dicho que no se lo quitara.

Mientras Vicassy comenzaba con los preparativos de la clase, la mente de Nikita seguía centrada en la sorpresa de Bry. Recordó aquella noche en la playa tras el secuestro de Joana y cómo había dicho a sus compañeros que no los juzgaría por su familia después de confesar algunas cosas sobre la suya. Y así era. No había cambiado de opinión aunque empezara a entrever que tal vez las dos británicas estuvieran emparentadas con los nazgûl.

Para cuando devolvió la atención al profesor, encontró la proyección del cielo hecho con cartulina y algodón y a Vicassy embadurnado de color azul.

Intercambió una mirada con Bediviere. Vale, acababa de empezar el espectáculo.

Nikita se debatía entre tratar de estar alerta de alguna manera, como si hubiera de protegerse de los gestos y palabras de aquel hombre, y el dejarse atrapar por lo que fuera que se dispusiera a hacer. Se planteó incluso si no habría elegido el mismo Vicassy tener clase un lunes a primera hora para encontrar a los alumnos con las defensas mentales bajo mínimos.

Pero entonces lo oyó decir que también había perdido gente y pensó si aquello no sería una forma un tanto original y algo desesperada de gritar su dolor, si como él mismo había sentido, le daba la impresión a aquel hombre que cualquier cosa que se dijera o hiciera en un momento como aquel parecería una impostura y necesitara proclamar una disculpa por estar vivo. Y ahí sin darse cuenta ya estaba bajando la guardia.

En realidad escuchó con atención tratando de seguir en sus labios también cada palabra. Y después escuchó con interés su canción aunque temía que se le quedara adherida al cerebro para el resto del día. Y viéndolo cantar, moverse y desplegar sus brazos ante su atónito público le dio la sensación de que era como un payaso que aunque se siente morir por dentro sabe que el show debe continuar. Se preguntó a quién habría perdido.

Fue cuando el hombre terminó y se sentó pidiendo algún voluntario que no supo si volver a levantar las defensas. Dos semanas antes habría pensado que lo que querría con un gesto así era averiguar algo sobre los sueños de Adam, pero si estaba aliado con su terapeuta podría haberlos conocido con detalle de todos modos. En aquel momento sin embrago lo que le pareció es que les daba la oportunidad de hacer los mismo que había hecho él. La oportunidad de gritar, de saltar, de cantar… De evocar en cuerpo y alma sus miedos o su dolor, darles forma y sacarlos de dentro casi como si se los invocara y al mismo tiempo enfrentarlos.

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02/03/2021, 12:49
Adam Dyer

Adam miraba a Vicassy con un mohín de profundo desagrado. Le parecía un imbécil. Pueril si lo que estaba haciendo era una celebración de la vida e inapropiado para lo que se suponía que tenía que ser un profesor en una Universidad. Pero, claro, la FEE no era un lugar al uso. Allí los profesores eran brujas moteras y gordos con chihuahua... un payaso como aquel no desentonaba tanto, después de todo. La pregunta era evidente... ¿qué pretendía enseñarles con aquella performance barata?

El chico miró a Branwen como si estuviese a punto de saltar en paracaídas y, muy lentamente, alzó la mano presentándose voluntario. Temblaba como una hoja, pero su cuerpo empezó a moverse casi de forma automática y buscó un lugar cerca del estrado desde el que poder hablar y que todos pudieran verle. No se creía que estuviese haciendo eso... el grado de exposición al que se brindaba superaba con mucho su zona de confort. Sus ojos buscaron los de Bran para infundirse valor, pero pronto despegaron para encontrar los de Nikita. Allí los dejó posados un buen rato. Necesitaba enviarle un mensaje y no sabía cómo hacerlo... esperaba que aquella mirada fuese lo suficientemente explicativa. Adam tenía una batería de sueños perturbadores como para abarcar varias clases. Muchos años había escrito incluso un diario de sueños... si pudiera tener sus apuntes podría incluso seleccionar alguno especialmente jugoso. Pero no... lo que quería contar era otra cosa. Un sueño que no lo fue.

Yo siempre he tenido sueños inquietantes. Durante muchos años me han medicado para dormir como un tronco y eso no lo resolvió sino que lo empeoró. Luego empecé a medicarme para lo contrario... para no dormir. Tampoco funcionó. Hace unos días soñé con un amigo... —comenzó a relatar aún mirando al asteropés. —En mi sueño nos íbamos a dormir a mi cuarto. Yo en la cama y él en un saco en el suelo. Pero yo no me podía dormir... me dolía la tripa. Notaba cómo se hinchaba hasta que un agujero me perforó el vientre.

La mano del muchacho se fue instintivamente al lugar dónde debería de estar su ombligo. 

De allí empezó a manar un líquido viscoso negro... una especie de brea con vida propia que se movía y envolvía todo mi cuerpo. Fría. Me acabó por cubrir de arriba abajo transformándome en una especie de lagarto con un apéndice aquí. Mi amigo despertó a mi lado y me miró con cara de terror. Yo intentaba explicarle que el monstruo era yo pero no podía hablar. Intentaba hacerle entender que no quería hacerle daño pero tampoco controlaba mis movimientos. Alrededor de él había algo blanco. De un fulgor cegador. Que me hería... me rodeaba esa especie de luz y sentía que si me tocaba me desharía como un ácido, pero verme allí, atrapado en una jaula de luz me puso violento y yo temía por la vida de mi amigo. El apéndice de mi tripa se clavó en el suelo y abrió un portal de huída... a otro sitio. A otra dimensión. Salté por él huyendo de la luz y huyendo de mí mismo. Huyendo de la posibilidad de herir a la gente que quiero.

Adam estaba temblando tanto que casi convulsionaba. A veces hasta sorbía la nariz como si acabase de pillar un resfriado y la boca le castañeteaba de puro terror.

Caí por ese pozo... y llegué a una especie de tumba. Una sala parecida a las que hay en Egipto, completamente forrada de jeroglíficos que, por otro lado, no parecían egipcios sino... no sé... ¿atlantes? Había un trono dorado y enjoyado. Y un carro ceremonial desmontado. Sacos con cuentas de diferentes materiales que no supe reconocer y tinajas. Tinajas llenas de la misma brea que me había convertido en un monstruo. Sin embargo, cuando llegué a ese lugar ya no era un lagarto. Era yo otra vez. 

Las lágrimas no pudieron ser contenidas más y cayeron por el rostro prácticamente desencajado.

Pero el portal no se había cerrado tras de mí. Mi amigo pensó que yo... er... el monstruo en el que me había convertido, había caído en el abismo y me siguió. A pesar de mi aspecto de monstruo él se preocupaba por mi. Apareció en aquel lugar conmigo.

Adam no sabía por qué estaba contando aquello. El profesor Vicassy no parecía estar dispuesto a interpretar los sueños, pero el canadiense necesitaba explicarlo delante de este, ya no por su significado sino por su condición de sueño extraordinariamente vivido. Y ahora que se encontraba en el umbral de "lo real", Adam no sabía cómo seguir. Como llegar al final de aquello y no comprometer todo el asunto de la casa en el paseo marítimo. ¿Acaso esa casa seguiría en pie tras el maremoto?

Y mi amigo me ayudó a salir de allí. Por una trampilla en el techo... me ayudó mucho.

El relato concluyó especularmente igual que había empezado, con una mirada significativa a Nikita y otra a Branwen para que le ayudase a recomponerse.

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02/03/2021, 16:47
Nikita Pontecorvo

Ver a Adam ponerse en pie extrañó a Nikita y no al mismo tiempo. Mucho había cambiado en su amigo en los últimos días y se recolocó en su asiento pendiente de cada movimiento y palabra suya. Fue así que vio que lo miraba de pronto fija y directamente. En ese momento se tensó no sabiendo si le pedía que se levantara y saliera allí con él. De inmediato sin embargo comenzó a narrar el sueño que habían compartido. Porque era aquello en verdad, al menos en un inicio: un sueño. Solo que su amigo podía hacer añicos la barrera que lo separaba del mundo de la vigilia y así lo había hecho.

Y aunque él mismo lo había vivido, ahora podía conocerlo a través de los ojos de Adam. Porque aunque ya hubieran compartido mucho sobre aquello había cosas que Nikita no sabía y cosas que entendió que su amigo sí sabía, y verlo allí tan expuesto, contando aquello mientras temblaba, le encogió el corazón. No entendía por qué deseaba contarlo delante de Vicassy y de todos, pero le dio la sensación de que no era algo meditado, ni tenía ningún plan, sino una pura necesidad como la que podía haber llevado a Vicassy a montar aquel espectáculo. Y Adam no necesitaba escenificarlo pues todo aquello lo habían escenificado ya en verdad. Pero necesitaba hablar de ello. Y si Vicassy tenía la mínima empatía sabría a qué amigo se refería el chico por las miradas que intercambiaron.

Por eso, cuando al fin Adam terminó su narración, Nikita se levantó de la silla y se acercó para darle un abrazo. Y cuando lo hacía no pudo evitar, por encima del hombro de Adam, mirar a aquel hombre de rostro azul que estaba sentado a su mesa. Y como si fuera la encarnación de todo cuanto ahora les amenazaba (muertos que retornan a la vida, sectas de corte nazi, inquisiciones, maldiciones familiares, planes dentro de los planes, racismo contra las hadas o simples juegos mentales), lo miró a los ojos con una expresión que decía: “no voy a dejar que le hagas daño”.

Notas de juego

Tirada en la Natilla.

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02/03/2021, 17:56
Branwen Glyndwr

Se sentó porque el profe hizo acto de aparición aunque, hubiera querido esperar a una interacción con Bry más larga.

El calificativo de aparición le vino a Vicassy a caer como un guante por la parafernalia. Lo calificaría de representación si no fuera porque venía ya advertida por Adam y Nikita y porque, ratilla de biblioteca, le había echado una ojeada a los libros del profesor de antemano.

Labia no le faltaba y tampoco tablas. Planteó con lucidez la base de su lección y con soltura la puso en danza. Literalmente en una parte de la misma en la que, hay que decir, que había hasta buena selección musical. Al fin y al cabo era el experto en cabezologia aunque ciertas ínfulas que lo hacía no llegar al nivel de Yaya Ceravieja. Puestos a ni tampoco al de Tata Ogg o incluso al de Magrat Ajostiernos.

Le pareció que, había un golpe tan exagerado hacia destacar, que le partía la genuina posibilidad de autenticidad. Sin embargo, el tema que había planteado si era intenso y bastante rato se preguntó si lo había concertado en una conversación bajo mano con Trevorrow.

Al indicar que luego habría un voluntario para contar su sueño, instintivamente había reaccionado a ojear a su chico que era evidente no estaba feliz con el presentador de la función. Momentáneamente compartieron una mirada de vértigo y al mismo tiempo seguridad de la que germinó la disposición de su mano alzada. Ella le besó con los ojos aunque luego buscara a Nikita y supo lo que iba a contar. Esa experiencia que habían comentado de puntillas o de forma nula y que a él le espantaba imaginándosela volviendo a ocurrir con ella.

Lo siguió hasta el foco principal, la pista central de toda mirada, con atención en la mirada y el corazón en vilo a la par que optimista. Había ahí una espina y deseaba que le sirviera para ser un poquito más soberano de sí mismo y arrancársela y si podía ponerse una tirita.

Como empezó, firme aunque cauteloso no aventuraba como fue poco a poco soltando palabras y emociones.

La parte del no dormir era una de sus intuiciones medio dichas. La parte de la pesadilla de aquella noche no la tenía con el detalle que se le iba desprendiendo a medida que el mismo se descomponía. El fuego de la imaginación, más fuerte aun porque conocía a su chico en detalles completamente íntimos, fue tejiendo su reflejo demudado en el rostro y tomando su respiración. Las escenas se hacían suyas también, como si pidiera beber del aura que envolvía la narración y pudiera descargarle de parte del peso. El peso de herir. Adam le regalaba la confianza de sus emociones y sentimientos para que ella pudiera en totalidad conocerlos. 

Él no lo veía, porque seguramente le empañaban las lágrimas, pero Branwen lo contempló con la comprensión, por fin completada, de su forma amorosa de protegerla. Hasta entonces lo había aceptado mediante fe y confianza. Ahora lo veía. Lo sentía. Sentía su miedo de entonces y el de ahora y el coraje que ya conocía a sorbos y ahí entonces se abría como una fuente, por cada segundo que se permitía estar con ella.

La confesión de las acciones, desinteresadas y recíprocas, que sus dos amigos se habían ofrecido la hicieron amarlos más si cabe. Se vio escuchando orar a Nikita detrás de aquella puerta que no quiso ceder y dio gracias a los Sabios por el pequeño milagro de después. Luego rectificó ligeramente en silencio mascullando un 'gracias' sin voz a Nikita.

El efecto de la conclusión la devolvió el aliento y con la vuelta a la telepatía visual ella reintegró toda la intimidad ofrecida con un semblante alegremente adusto de afecto. La validación del respeto al hombre que allí estaba, siendo achuchado por su hermano Nikita, y a la vista de Branwen, un poquito más alto.

Sonrió al contemplar a los dos compañeros y compartió una mirada cómplice con Bediviere de esas de 'Lo ves porque las dos tenemos buen ojo' y, cuando esperaba que los amigos se decidieran a darse un respiro, se ofreció a Adam a seguir solazándose con buen contacto, brazos abiertos preparados.

Se levantó para ello dispuesta a abrazarlos sin rubor y haciéndolo.

- ¿Cabe uno más? - dijo y pensó que esto acababa en una abrazo de grupo con un hombre mayor mirándolos tiznado absurdamente a lo Braveheart.

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02/03/2021, 22:32
Bediviere Lafayette

Bediviere frunció el ceño a ver entrar a Vicassy en clase. Se esperaba un esperpento, y debía concederle el haber cumplido con sus espectativas. Lo vio encender el proyector, y pintarse de azul añil mientras ella misma se quitaba el pañuelo negro deshilachado que llevaba al cuello, y la larguísima prenda que la cubría, a medio camino entre camisa y chaqueta a cuadros, de color gris oscuro, que llevaba puesta, dejándola con cuidado en el respaldar de la silla. 

Cruzaba las piernas, y se ponía las gafas, cruzándose de brazos. Asistía, a medio camino entre la estupefacción y la intriga, a aquella pantomima. Quería pensar que tenía un propósito. Que quizá había cierta empatía en el fondo de aquel hombre que parecía una parodia andante, mientras lo oía hablar de que la gente lo amaba en su sueño del modo en el que sólo se podía amar a un narcisista. 

Y entonces vio que Adam alzaba la mano y se levantaba. Se dio cuenta de cómo miraba a Nikita, e intuyó cuál era el sueño del que iba a hablar. Una vivencia de la que ella había sido, al menos en parte, partícipe. 

Lo escuchó hablar de cómo una luz envolvía a Nikita, mientras la brea oscura cubría su cuerpo, y sintió que se transportaba hacia la noche en la que su sombra los había tocado a todos. Hacia el momento en el que le había dicho a Nikita que él era como una vela radiante y ella una sombra larga. Se preguntó, ¿sería la luz de Nikita tan brillante ahora? Había permanecido junto a ella, se había entremezclado con ella y había ingerido su sombra, recordó, esta vez sin asomo de sonrojo alguno. ¿Lo habría apagado? 

Escuchaba a su compañero ligeramente encogida, en la silla. Volvía a sentir que las pupilas le ardían, como cuando había visto a Aldo llorar. Y cuando calló, se quedó inmóvil. Mirándolo de hito en hito. Admirada, lacerada. Veía a Nikita levantarse, y abrazar a Adam, con aquel afán protector, y acto seguido a Branwen. Y posaba la mirada enrojecida  tras las gafas sobre el rostro azul de Vicassy. No había una advertencia tan grande como en las pupilas grises de Nikita, pero sí una clara actitud de sondeo. 

Yo también tuve un sueño.-dijo, de pronto, mientras se levantaba, con aquella languidez que caracterizaba todos sus movimientos. De alguna manera, entendía que si aquella situación se alargaba Adam podía derrumbarse, frente a la atenta mirada de tantos y bajo el cálido apoyo de sus compañeros. Y que el cuadro de aquellos tres abrazados quizá era demasiado llamativo. O demasiado doloroso, para quien había perdido a demasiada gente. 

En cualquier caso, ella también tenía algo que decir- Soñé que me crecía una extremidad. Un brazo. Un brazo hecho de sombras, que salían como fluyendo, de mis muñecas.- dijo, con la mirada hacia el frente, seria, entera, determinada- Soñé que era capaz de alargarse. De fundirse con la oscuridad y de meterse en la sangre de quienes me rodeaban. Soñé que gritaban. Que sentían una cruda invasión, que sentían dolor, y yo no era capaz de replegar mi brazo. Que no era capaz de retraer esa sombra, de nuevo dentro de mí. Me sentí cruel, e incapaz. Y me desperté sintiendo que debía pedir perdón a todas las personas a las que perturbé en mi sueño. 

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04/03/2021, 21:42
Bryony J. White

Cuando cayó la lluvia de preguntas de Branwen, Bryony en un primer momento solo las escuchó y clasificó. La miró con curiosidad cuando juzgó necesario dar explicaciones a los demás y se preguntó qué habría pasado si hubiera decidido guardarlo para sí, si a la galesa le habría podido más la responsabilidad para con ella o la pertenencia al grupo. 

—Mejor luego, sí —asintió cuando la misma Bran llegó a esa conclusión y es que el momento de enseñar el anillo no había sido casual, sino escogido para dejar digerir durante una clase entera. 

Y si Bry tenía cierto sentido escénico del ritmo de las cosas, pronto quedó claro que el profesor Vicassy también tenía alma de performer. Estaba prevenida por las advertencias de Nikita, aunque no tenía muy claro a qué se debía esa animadversión más allá de que ese profesor conocía al terapeuta de Adam. Sin embargo, desde el mismo momento en que puso un pie en el aula, captó por completo la atención de Bry, que sintió algo de sí misma reflejado en el atuendo y el modo de moverse de ese hombre. Pensó que Vicassy debía considerar el mundo entero su escenario y se echó un poco hacia delante con cierta fascinación inevitable cuando se pintó la cara de azul. 

Siguió los movimientos del profesor con los labios entreabiertos en un atisbo de sonrisa y cuando se puso a cantar no pudo contener una risa breve ante su esperpéntico desparpajo. Aún no conocían a todos los profesores que tendrían ese curso, pero Bry ya había escogido a su favorito. 

Cuando terminó se echó hacia atrás y miró a Ingvild por un momento. Luego cogió su móvil y tecleó algo. Para cuando alzó la vista de nuevo, se sorprendió al ver a Adam poniéndose delante de todos. Le hizo un gesto de aprobación por su valentía que seguramente el chico ni siquiera vio y se dispuso a escucharle con atención. Ya conocía ese relato, se dio cuenta enseguida, pero igualmente quería que su compañero se sintiese apoyado, así que no dejó de atender por saber cómo terminaba. Pensó que se trataba de algún tipo de cura interna para él, un modo de terapia expositiva o alguna mierda de esas. Sus labios dibujaron una sonrisa al ver a Nikita y Branwen abrazándolo, aunque había una pizca de cinismo en ella. 

Después miró a Bediviere cuando se puso en pie y tomó la palabra, preparándose para escuchar también su sueño con atención. Pero en cuanto empezó a desgranar sus palabras hablando de esa sombra, que sabía más real que onírica, su espalda se tensó y su mirada se endureció, distante. Dejó de escuchar, incluso dejó de mirarla, para bajar la vista a su teléfono y distraerse revisando sus redes. 

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04/03/2021, 22:14
Bryony J. White

LOL!!!

me encanta este fulano

xq se supone q lo odiamos?

Notas de juego

Mensajes recibidos en el espacio entre que Vicassy termina y Adam empieza.