Partida Rol por web

Mara comprobó que aquellas criaturas avanzaron hacia Berenice y hacia ella sin respetar su espacio personal, ni las leyes de la acústica¹. Olfatearon la comida que les ofreció la semicelestial, con cautela, antes de determinar que no estaba envenenada y empezar a devorarla.

—Agua estaría bien. La de aquí está mala y no puede beberse —dijo una.

—Vigilamos a los prisioneros de dientes negros, por supuesto. Para que no escapen. Cuando comen el hongo negro pueden volverse... violentos. Impredecibles.

1: probablemente tampoco respetaran las leyes de la termodinámica, las muy malditas.

Berenice sacó un cuenco de la mochila, lo depositó frente a las bestias y comenzó a rezar a Selûne.

-Dama de plata, concédeme un poco de tu savia para saciar la sed de quiénes lo necesitan.

La magia brilló en sus manos y al fondo del cuenco se formó un remolino plateado. A los pocos segundos, estaba lleno de agua fresca y sabrosa. La sacerdotisa empujó el cuenco hacia las criaturas mientras las escuchaba hablar. Habían desconfiado de ella -¡de una celestial!- pensando que los iba a envenenar. Pobres criaturas, parecían hambrientas, quizá podían ponerlas de su parte y dejar de asesinar a todo ser viviente que veían.

-¿Hongos? -preguntó de forma casual. Hongos. Dientes negros. Prisioneros. Tragó saliva para seguir con la conversación sin que le temblara la voz-. No me gustan mucho los hongos, ni las setas, ni los champiñones... Prefiero las bayas. ¿Y vosotras habéis probado esos hongos? ¿Cómo es que el agua de aquí está mala? ¿Qué bebéis entonces? ¿Quién os da de comer? -pero se arrepintió de hacer la pregunta. Seguramente, los prisioneros que no soportaban los hongos tenían que ser su alimento. Se sentó en el suelo y cruzó las piernas mientras les daba otra ración de carne seca, como el que alimenta un perrito y no un tigre. Se mordisqueó los labios mientras buscaba cómo hacer las siguientes preguntas-. Estoy buscando a alguien. ¿Conocéis a un hombre llamado Aedelwulf? ¿Podría... podría ver si está entre esos prisioneros, por favor?

—El problema no es la clemencia, Rya... —masculló Glatea a través del conjuro, tratando de ocultar esta vez el tinte dolido. Odiaba que se notaran aquellas cosas.

Intentar colarse en algunos sitios sin llamar la atención estaba bien. Pero que sólo faltase meterles la lengua en el trasero a aquellos bichos se le hacía insultante. El doble de insultante aún cuando su propia presencia y la de su hermana parecía resultar irrelevante en la ecuación. La clemencia era genial, pero la consideración parecía que se dejarse para otro día.

Cuando escuchó lo de los hongos sin embargo miró de reojo a la paladina, arqueando significativamente una ceja como quien llama la atención sobre un detalle con un "¿lo oíste?" Por lo visto la teoría que había formulado en su momento sobre que los dientes negros fueran producidos por ingerir aquello era cierta. Ya era algo.

Y cuando escuchó la plegaria a Selûne se mordió el labio inferior rezando para que no fuera mucho pedir que las bestias no conocieran el seudónimo. O que directamente estuvieran más pendientes del agua que de la plegaria.

—El manantial sulfuroso—aventuró a la pregunta sobre el agua. Si servía para que estuvieran pendientes de otra cosa más, pues mejor—. Es normal que el agua no pueda beberse.

Puede que fueran jóvenes, pero habían sido aventureros desde mucho antes de que Mara llegara. Tenían que saber cómo se hacían las cosas, ¿no? No los conocía demasiado, pero dudaba que Galatea hubiera compartido grupo con ellos si fueran incompetentes. Además, no estaba allí para decirles cómo tenían que hacer las cosas, no es como si perteneciera a su grupo, simplemente coincidían ahora mismo en un mismo objetivo.

Tuvo que recordarse todas esas cosas, porque ver a aquellos bichos tan cerca de Berenice hacía que tuviera que contenerse para no cortarles la cabeza. Aunque lo cierto era que estaba consiguiendo información. ¿Estaría Caden entre aquellos prisioneros de los que hablaban?¿O se referían por prisioneros a lobos que habían capturado o algo? Habían dicho algo de los prisioneros de dientes negros, y eso sonaba a los lobos que atacaban el pueblo.

Rya no apreciaba la deferencia que mostraba Berenice con las bestias. Eran siervas de Malar y sus fieles, y dudaba que sus tentáculos estuvieran limpios de la sangre de las buenas gentes que había regado la tierra del Bosque de Velar en las decanas que habían precedido a su llegada. Mas, como había dicho a Galatea, las consideraba tan solo bestias descerebradas, y no creía que fueran a ser más peligrosas que cualquier animal depredador una vez terminaran con el liderazgo de Vakennis.

Además, no podía negar que la actitud de Berenice estaba teniendo resultados. Habían descubierto algo que podría habérseles pasado por alto si las hubieran tratado con la medicina del garrote y el filo. Aun así, la paladina sostenía con firmeza la clava, y mantenía la tensión en los músculos de las piernas para hacer que Sésperis se abalanzase sobre ellas, pues estaba por ver que no fuera violento el final de aquella conversación con esas bestias trémulas.

Galatea debía haber dado en el clavo con el agua, porque las bestias trémulas no comentaron nada al respecto.

—¡Jajaja! ¿La has oído? ¡Darnos de comer!

—Somos una manada de cazadores. Todos cazamos nuestra comida.

—No conozco ese nombre. Y no, no podéis ver a los prisioneros.

—Sí, sí que podéis. Venid conmigo —dijo, y se encaminó a la salida del noroeste, subiendo las escaleras.

La otra gruñó y esperó a que procedierais.

Rya chasqueó la lengua con desaprobación. El corazón de Berenice no se había endurecido ante Aedelwulf, a pesar del terrible mal en el que había participado. El licántropo no era, a diferencia de esas dos, una bestia descerebrada. Que la maldición de la licantropía lo hubiera empujado al mal no lo convertía en inocente, porque esa maldición era ahora parte de él, probablemente tanto como la condición celestial de la selunita era parte esencial de ella. A él no iba a ser tan simple permitirle escapar con vida, y si las forzaba a matarlo, temía lo que eso fuera a hacer con el espíritu de su amiga. Rya ya había vivido la ruptura de su primera banda, cuando una de sus amigas se volvió amarga y afilada por el duelo. Debía estar preparada para evitar ese destino a Bere.

Apretó con suavidad las rodillas para conminar a Sésperis a seguir a la bestia que se había ofrecido a llevarles con los prisioneros. Ambas estaban listas para pelear; si en la prisión había otros carceleros, más espabilados que esas dos, la candidez de Berenice no evitaría la lucha.

Suponía que podían seguir a las bestias encargadas de vigilar a los prisioneros para sus enemigos, las mismas que hace un momento querían convertirlos en su comida. Completamente normal.

Ahogó un suspiro y siguió a los demás, intentando no perder de vista a las dos bestias. Puede que una de ellas pareciese más amistosa, pero eso no significaba que lo fuera de verdad. No se fiaba de que de verdad los conduciesen a los prisioneros, pero a la vez esperaba con ansia por encontrarlos.

"Supongo que ahora me habéis cazado a mí", pensó Berenice con amargura. Al menos habían conseguido algo, aunque fuese respuestas. No del todo satisfecha, la celestial se puso en pie y sacudió las alas. Un par de plumas cayeron suavemente al suelo de la caverna.

-Muy bien, gracias. Os seguimos.

Miró de reojo a sus compañeras, lo más probable es que las bestias las condujesen hacia una trampa. Sobraba decirles que se prepararsen.

Galatea gruñó para sus adentros.

«Os seguimos, un pepino» pensó. Pese a saber que tampoco es que pudiera objetar nada al respecto. ¿Qué iba a hacer? ¿Quedarse allí parada ella sola?

Había demasiadas cosas que no le gustaban de aquella situación. Empezando porque una bestia de pronto quería dejarles pasar y la otra se había negado. Pero llegados a aquel punto, tendría que seguir que los demás; siempre era mejor que permaneciesen juntos.

Le dio una palmadita ligera en el hombro a Mara para llamar su atención. Cuando la obtuvo hizo un vago giro circular con la muñeca como quien indica "después", y acompañó el gesto vocalizando sin pronunciar "te cuento". Había varias cosas que habían sucedido antes de que ella llegase que le quería explicar para que no anduviese a ciegas, solo que no allí.

Así que esperó que las bestias guiaran y las siguió al igual que al parecer las estaban siguiendo algunos de sus compañeros: sin quitarles los ojos de encima porque no se fiaba de ellas.

La bestia trémula os guio a lo largo de una escalinata ascendente hasta un enorme ensanchamiento en la red de túneles. El humo fluía desde el suelo de esta cámara, cuyo centro estaba cubierto de una gran charca humeante. Se podía escuchar un rumor grave de forma intermitente, después del cual un géiser de agua caliente brotaba del estanque, llenando el aire con olor a azufre.

Profundos surcos rompían la superficie lisa de la pared, en algunos aún eran visibles la silueta de garras afiladas. Había estalagmitas rotas por doquier. Los huesos de enormes criaturas bestiales y humanoides yacían apilados a lo largo de las paredes de la estancia.

La caverna estaba ocupada por más de media docena de licántropos, y la misma cantidad de lobos de dientes negros, pero no se veían prisioneros a simple vista.

Como os olíais una trampa os he dejado aquí, antes de entrar en la cámara, por si queréis recular o hacer lo que sea.

El Escudo de Rya ha expirado.

Berenice: 45/45 (Bendición 1 minuto, Convicción +3 105 minutos, Cuchichear mensaje 39 minutos)
Galatea: 71/71 (Bendición 1 minuto, Convicción +3 105 minutos, Cuchichear mensaje 39 minutos, Piel robliza +3 105 minutos)
Áscalon: 45/45 (Bendición 1 minuto, Convicción +3 105 minutos, Piel robliza +3 105 minutos)
Aleera: 48/48 (Bendición 1 minuto, Convicción +3 105 minutos, Cuchichear mensaje 39 minutos, Forma híbrida, Protección contra el mal 1 minuto, Zancada forestal 1 hora 45 minutos)
Rya: 67/67 + 19/19 (Bendición 1 minuto, Convicción +3 105 minutos, Cuchichear mensaje 39 minutos, Greater mighty wallop en Garrote +1 1 hora 55 minutos, Greater mighty wallop en Garrote de plata 13 horas y 40 minutos, Luminous armor 1 hora 55 minutos, False life 14 horas y 10 minutos)
Sésperis: 37/45 (Bendición 1 minuto, Convicción +3 105 minutos, Cuchichear mensaje 39 minutos)
Garm: 24/30 (Bendición 1 minuto, Convicción +3 105 minutos)
Savinian: 49/49 (Bendición 1 minuto, Armadura de mago 7 horas y 45 minutos, Convicción +3 105 minutos, Cuchichear mensaje 39 minutos)
Mara: 95/95 (sin buff alguno, pobre)

No se podía decir que estuviese sorprendida, porque definitivamente no lo estaba. Los guardianes de grupos malvados siendo traicioneros. Era prácticamente una obligación para ellos.

Mara miró a los demás en busca de una indicación de cómo querían proceder. No creía que pudieran retroceder sin que las bestias alertaran a los lobos y licántropos, y aunque veía el valor de la ofensiva como buena defensa, sobre todo cuando no parecía haber muchas más opciones, no iba a lanzarse allí y meter en una lucha con fuerzas superiores a un grupo del que no conocía aún sus habilidades. Mejor dejar que fueran ellos quienes llevaran la iniciativa, y puede que ellos tuvieran algún as en la manga.

Además aún no estaba segura de todo lo que estaba pasando, y si todos los licántropos que quedaban allí eran enemigos.

—No, me temo que por aquí no es. 

Galatea se detuvo en seco. No tenía intención de avanzar un paso y ya había tenido suficiente de pantomina con aquellos condenados bichos. Más lobos sometidos a aquella condenada tortura. Y los licántropos o también o eran directamente malaritas. Le daba lo mismo. Aquello no eran supuestos "prisioneros impredecibles que se podían escapar" contenidos. 

—Déjanos pasar—dijo girándose hacia la bestia que iba detrás, pese a saber que no iba a ser tan servicial ni de broma.

La intención es recular y no meterse ahí (entiendo que conservamos las inis pero creo que falta la de Bere) cuando tengamos un orden/plano/cosa ya declaro lo que hago.

Cuando vieron lo que les esperaba en la caverna de la charca sulfurosa, los compañeros se detuvieron casi al mismo tiempo. Si era una trampa, era una torpe. Quizás no lo era, se dijo; los prisioneros realmente estaban en algún lugar que no podían ver de la gran cámara, o más allá de ella, y esas dos bestias ni siquiera se daban cuenta de que en cuanto entrasen a la caverna, estallaría el combate.

Tendremos que entrar de todos modos, dijo Rya, en voz baja. Aunque será mejor que hagamos bajo nuestras condiciones. Sin compañía.

La bestia trémula no se movió y lanzó un rugido de desafío a modo de respuesta a la petición de Galatea, que reverberó por el pasillo y alertó a los malaritas de la cueva del manantial sulfuroso.

—¿Quién anda ahí? —dijo uno de los licántropos, que adornaba su melena con cuentas de madera y huesos tallados.

—Ni intrusos, ni comida —rio la otra pantera escuálida, en tono escéptico.

—Entonces ¿quiénes sois? ¿Y qué hacéis aquí? ¿Y cómo habéis llegado hasta aquí? ¿Habéis matado a los guardias de la entrada? —soltó una pregunta tras otra.

Bendición y Protección contra el Mal han expirado.

Berenice: 45/45 (Convicción +3 104 minutos, Cuchichear mensaje 38 minutos)
Galatea: 71/71 (Convicción +3 104 minutos, Cuchichear mensaje 38 minutos, Piel robliza +3 104 minutos)
Áscalon: 45/45 (Convicción +3 104 minutos, Piel robliza +3 104 minutos)
Aleera: 48/48 (Convicción +3 104 minutos, Cuchichear mensaje 38 minutos, Forma híbrida, Zancada forestal 1 hora 44 minutos)
Rya: 67/67 + 19/19 (Convicción +3 104 minutos, Cuchichear mensaje 38 minutos, Greater mighty wallop en Garrote +1 1 hora 54 minutos, Greater mighty wallop en Garrote de plata 13 horas y 39 minutos, Luminous armor 1 hora 54 minutos, False life 14 horas y 9 minutos)
Sésperis: 37/45 (Convicción +3 103 minutos, Cuchichear mensaje 38 minutos)
Garm: 24/30 (Convicción +3 103 minutos)
Savinian: 49/49 (Armadura de mago 7 horas y 44 minutos, Convicción +3 104 minutos, Cuchichear mensaje 38 minutos)
Mara: 95/95 (sin buff alguno, pobre)

La selunita intentó frenar, pero ya era demasiado tarde, aquellas bestias los llevaban hacia una trampa clarísima. Sin embargo, dado que nadie las atacó durante el camino, llegaron a la caverna y los que había al otro lado los escucharon.

-Qué desastre -gimió Berenice-. Esto... ehm... ¡No, no somos intrusos! ¡Y tampoco comida, jaja, ay que ver qué cosas...! -carraspeó incómoda, mirando a los demás y encogiéndose de hombros ante la situación tan tonta en la que estaban-. Hemos llegado por una de las entradas, no hemos matado a ningún guardia, la verdad. Queremos ver a los prisioneros, ¿sabéis si está Aedelwulf por ahí? Tengo que hablar con él.

Hizo una mueca en dirección a Rya.

Galatea se esperaba ese tipo de "respuesta" por parte de la bestia, lo cual no quitaba que estaba de acuerdo en que la situación se volvía bastante absurda por momentos. De nada les servía saber que estaban a punto de meterse en una trampa si no parecía que pudieran hacer gran cosa por evitar meterse en ella.

—No tendrás memorizado algo por casualidad que pueda obstruir esa entrada, ¿verdad?—suspiró susurrando a través del conjuro a Savinian.

Rya negó con la cabeza. Una vez se había apercibido de su presencia, no había lugar para el subterfugio. No eran el tipo de aventureros que se abrían paso por el mundo con engaños y se arrastraban entre las sombras para evitar el justo conflicto. Ellas miraban al mal a la cara, sin pestañear, y el mal apartaba la mirada, avergonzado.

Abrió el broche que cerraba la capa sobre su torso, mostrando su armadura mágica que hacía de ella un faro enceguecedor en la entrada de la gran caverna, y se irguió en la silla, mirando a cada uno de los hombres lobo antes de detenerse en los ojos del que había hablado.

Somos los Escudos de la Rastra, y hemos venido a expulsar a Vakennis y su manada por sus crímenes contra las buenas gentes del Bosque de Velar y Velarburgo, respondió. Los que se han interpuesto en nuestro camino han muerto a nuestras manos, y no será diferente para vosotros, a menos que renunciéis a seguir los malignos designios de vuestro Señor de las Bestias, advirtió.