Partida Rol por web

 La miré de manera perspicaz antes de preguntarle:

 - Tu primer impulso ha sido de afirmación, ¿por qué?. ¿Que es lo que te ha venido a la mente?. Puedes estar tranquila, no me enfadaré si creo que no es importante, pero debes de decirlo... - Le dije con amabilidad, para animarla a hablar.

 Tal vez me hubiera equivocado con la chica y fuera de utilidad, aunque también era posible que fuera una perdida de tiempo.

Castillo del Cruce de Caminos. Hora de Bayushi.

La chiquilla, casi entre lágrimas, te pide perdón porque sabe que se ha equivocado. Creía haber recordado que sí, pero luego se ha dado cuenta de que no lo recuerda.

Tal vez, estés más cerca de lo que crees y esta chica no lo sepa pero sí otro.

  La miré fijamente unos minutos antes de ordenar que pasara a otra sala y esperase, para ordenar a continuación que hiciesen pasar al siguiente de los sirvientes...

Castillo del Cruce de Caminos. Hora de Bayushi.

Entra el siguiente sirviente y repites las mismas preguntas. Las respuestas que recibes, las mismas.

Van entrando uno a uno, nuevos sirvientes. No obtienes nada nuevo.

Todo hasta que entra uno de los ya últimos sirvientes. Tus esperanzas ya eran vanas. Tus nervios, a flor de piel. Pero aún con todo, consigues mantener la compostura.

El último sirviente con el que estás, el que por fin te da la respuesta que buscabas, te confirma que efectivamente vió a un samurái del Clan del Escorpión coger las cosas con la mano izquierda.

 Miré al sirviente con interés y le pregunté:

 - ¿Quien era ese samurái?.

 Si era cierto sensei, esperaba que Hanako hubiera descubierto algo sobre su coartada...

Castillo del Cruce de Caminos. Hora de Bayushi.

El joven comienza a describirte al sospechoso: hombre, de mediana edad, zurdo tal y como te había dicho, con máscara y pelo largo. Se fijó en que pese a ser samurái, no era un combatiente, ya que sólo portaba la wakizashi.

 Satisfecho, fui tomando nota antes de preguntar:

 - ¿Podrías reconocerle si lo volvieras a ver?. No te pido que me lo señales, si no que quiero que me acompañes, como si me llevaras algo y, en cuanto le vieras, me hicieras una señal acordada, como una tos...

 Podría tratarse de mi oportunidad de encontrar un sospechoso, pero también era consciente de que si no significara que fura el asesino solo por la mano con la que sujeta los palillos, pero era un buen lugar para empezar...

Castillo del Cruce de Caminos. Hora de Bayushi.

Con un breve asentimiento de cabeza, el joven te hacía saber que podría reconocerle. Su mirada se cruza con la del jefe de sirvientes que con un gesto de cabeza le da permiso para ir contigo. Aún queda un sirviente por interrogar, además del propio jefe de sirvientes.

 Ordeno que el sirviente vaya a otra sala diferente a la que están los que ya he hablado y pido que llamen al sirviente que me falta...

Castillo del Cruce de Caminos. Hora de Bayushi.

El último sirviente entra, aunque extrañado de que su antecesor no haya salido por la misma puerta que el resto de sus compañeros. El sudor corre por su frente de forma evidente. El nerviosismo del hombre es patente.

 - Hola, ¿te encuentras bien?...

 Mientras pienso en repetir las mismas preguntas que le he preguntado a los demás, pero notando su nerviosismo, me fijo si es diestro o zurdo, por si acaso...

Castillo del Cruce de Caminos. Hora de Bayushi.

El sirviente asiente con la cabeza, pero casi tiembla. Tiene miedo de lo que puedas hacerle.

 Le dediqué una sonrisa amable y desenfadada, buscando que se calmara y se relajara, ya que en su estado no me servía para nada:

 - Tranquilo, no voy a comerte, solo quiero hacerte unas preguntas...

 A continuación es`pero que se tranquilice antes de realizarle las preguntas de rigor...

Castillo del Cruce de Caminos. Hora de Bayushi.

El joven sirviente no parece muy convencido de tus palabras, pero parece que se serena lo mínimo como para que sólo tengas que repetirle las preguntas un par de veces. No obstante, no recuerda nada de lo que le has preguntado. Niega con la cabeza, convencido de que no vió a nadie zurdo.

 Le despido con amabilidad, para que se reúna con el resto y luego me dirijo al jefe de los criados:

 - Usted ya ha escuchado mis preguntas, así que no me hace falta que se las repita, ¿que me puede responder sobre ellas?.

 Él era el encargado de los sirviente y su obligación era estar al tanto de todo, así que era probable que se hubiera dado cuenta de cualquier cosa sospechosa. Quedaba también lo de si conocía a algún zurdo...

Castillo del Cruce de Caminos. Hora de Bayushi.

El jefe de sirvientes se planta durante unos segundos frente a ti, haciendo memoria sobre lo que vió y no vió durante la velada. Por fin, levanta la cabeza, aunque sin mirarte en ningún momento a los ojos, como sabe que debe actuar, y dice: Sí, recuerdo a un cortesano del Clan del Escorpión. Recuerdo que era un Soshi, aunque no recuerdo su nombre.

 Asentí conforme, eso era mejor que nada:

 - Bien, entonces hablaré con vos y el criado para ponernos de acuerdo con lo que hay que hacer. Voy a entrevistar a los Escorpiones y quiero que me acompañéis los dos en calidad de asistentes. Si alguno de vosotros ve a su zurdo, me haréis una señal pactada, como toser o rascarse la nariz, para que yo pueda saber quien es...

Castillo del Cruce de Caminos. Hora de Bayushi.

Ambos sirvientes se inclinan, dando a entender que han comprendido tus indicaciones y esperan a que des tu siguiente orden o a que te muevas para seguirte. No obstante, piensas en que con tu rango, es imposible que puedas entrevistar a los Escorpiones que desees, ya que no tienes autoridad ninguna sobre ellos.

 Decido ir a buscar a mi padre, acompañado de los dos sirvientes, para explicarle mi plan y pedirle ayuda. Tal vez él pueda hacer las entrevistas por mí, acompañado de los sirvientes... Busco a uno de nuestros siervos y le pregunto donde puedo encontrarle, para ir allí cuanto antes.

Castillo del Cruce de Caminos. Hora de Bayushi.

El tiempo pasa inexorable en el Castillo del Cruce de Caminos, pese a tus investigaciones, el ambiente en el castillo está de lo más enrarecido y la tensión se palpa en el ambiente.

Pese a encontrarle ocupado, como viene siendo habitual, tu padre levanta la cabeza y te sonríe cuando entras en su habitación.

¿En qué puedo ayudarte, hijo?