Partida Rol por web

Allí estaban los seis errantes. Dos guardias, que esperaban a su Capitan, Teldor y Eum, se llamaban, ambos jovenes y educados, animados a trabar amistades.
Amroth, señor de la granja, caido en desgracia, cuyo camino terminaba aqui, donde una larga labor le esperaba.
y los tres extranjeros, cada uno tan distinto como parecido a la vez, cada uno con sus propios temores y ambiciones. Tres hombres, cuyo deber era acudir a Edoras y visitar al Rey, poco mas se sabia de ellos y sus intenciones, aunque si alguien miraba con el corazón comprendia que no ninguno escondia secretos, mas alla de los personales.

¿Así que tenían que ir a ver al rey? En fin, desde luego que sería una experiencia nueva, pero en qué terminaría no podía ni atisbarlo. - Cavilaba Arlen mirando a las demás personas reunidas pero sin intervenir por el momento.

Tras días de cabalgada, el paso del Isen queda atrás al igual que la Enedwaith. Y puesto que al fin nos hallamos de nuevo en territorio amigo, al fin llega una jornada de descanso.

El anochecer llega y tras cenar en una granja propiedad de un miembro del grupo, carraspeo y digo.

Saludos y disculpas por no haberme presentado antes. Mi nombre es Pelendur. Soldado de Gondor al servicio de Ectehelion, senescal de la Torre Blanca.

Viendo la imposibilidad de proseguir camino y dada la obligación de presentarme ante la corte de Rohan prosigo el camino con la nueva compañia hasta el palacio de Medusel. Sumido en la situación acaeciente y en la cercania a Edoras, presto atención a Pelundur y recibiendo su presentación de buen grado aunque tardia como la mia me presento cortesmente. - Bienaventura Pelundur. Yo soy Harlton Dunedain del Norte, leal servidor del heredero al Trono de Gondor. Me complace su presencia y me es afortunada su compañia.

Saludos Harlton. Me resulta curioso ver un hermano de los territorios de Eriador en estas tierras. Espero sinceramente que no hayas acabado aquí tras unas peripecias un tanto anómalas como las mías.

Inclino levemente la cabeza ante el montaraz para responder a su saludo y añado.

Por mi parte, espero que pronto partamos de nuevo. Pues quisiera informar a Thengel, heredero de Eorl antes de volver a Minas Tirith. Si, es algo que me urge.

 Tras las presentaciones, los aventureros descansaron la noche placidamente. Aunque no había una excesa necesidad de guardias, los Caballeros de Rohan, aceptaron hacer ellos gran parte. 

El día alumbro un nuevo amanecer y con él, nuevas esperanzas. Los tres jinetes dejaron atrás la granja, a los guardias y a su dueño y cruzaron las bastas tierras de Rohan. Un mar de esmeralda y oro oculto tras las montañas del sur y las montañas y bosques del norte. El lugar de los Jinetes, desde que Cirion les entrego las tierras a Eorl. 

El viaje duro menos de lo previsto, pues los caballos cabalgaban mas felices que nunca en estas bellas tierras. Menos de un día de viaje, incluyendo reposos para los caballos y respetando la hora de comer. 

A la noche, estaban ante las murallas de Edoras, donde moraba Thengel, El Señor de La Marca, en Maduseld, el castillo dorado. 

Devolviendo el saludo, inclinando la cabeza pero a la vez llevando la mano derecha al pecho, digo: -No compadre, no exactamente como a usted los vientos me han traido hasta aquí. Una misión me ha sido encomendada, de la cual no he de hablar por ahora, pero en su conocimiento pongo que el hombre que me acompaña ha querido el destino unirnos en hacia el mismo camino.

........ - Compañeros no vamos a casa de ningún villano al que acechar por la noche, por lo que deberiamos pasar la noche en la ciudad y mañana a la hora en que el sol y las aves cruzan su aliento en las calles presentarnos, por supuesto después de haber desayunado y aseado en la posada, ¡vamos a ver un Rey! y un Rey de los hombres leal y luchador, debemos ser sumamente respetuosos.

Atuso el ocico de Asi'Jar y le susurro "Cansado, pronto tendrás abrigo, compañero".

Estoy de acuerdo contigo.

Respondo a Halrton desde mi montura.

Larga ha sido la cabalgada y hemos de estar presentables antes de solicitar audiencia al heredero de Eorl. Propongo que nos instalemos en alguna posada en Edoras y al amanecer, presentemos nuestra petición ante el senescal de Rey. Pues no dudo de que sera adecuadamente tratada.

Entre tanto, nos hallábamos ya ante la puerta del cinturón amurallado de la ciudad de los reyes de la marca. Y a la luz de la pálida luna, apenas se distinguía, en lo alto de la gran colina central, la mole del castillo de Meduseld. Mirando en su dirección, no puede evitar añadir.

Es una pena que no podamos ver el castillo de oro a la luz del día. Tengo entendido que es na vista magnifica. Mañana podremos disfrutar de ella.

- Conforme hermano y usted ¿Arlen qué opina?

¡Em!... sí, discúlpenme, me temo que el cansancio acumulado durante estos días me ha hecho dar una cabezada. Veamos... creo que hablaban de alojarnos en una posada durante esta noche, no? pues yo apoyo la propuesta,con lo cansado que estoy en este momento no podría más que desatinar si me llevaran a presencia del rey. Sólo espero que el refugio que encontremos sea al menos la mitad de agradable que el de la noche anterior.

 Entraron en la ciudad sin pasar muy desapercibidos. Dos hombres del Norte y un Gondoriano del Sur, era demasiado vistoso como para ser discreto. 
 Los tres aventureros se dirigieron a una posada para pasar la noche. Por el camino las miradas de los Rohirrim que aun quedaban en la calle, les seguían con la mirada y murmuraban palabras a su paso. Tan rápido como Pelendur les devolvía la mirada, se retiraban y se escondían en sus propias ropas. 

La Posada, que se llamaba, La Yegua Danzarina, era un lugar cómodo y confortable, muy limpio, donde las mesas estaban rodeadas entre dos chimeneas que calentaban la estancia. El ambiente, era alegre, con la gente cantando, dejando atrás todas las preocupaciones del día a día. 

Al sentarse en la mesa, un hombre mayor, un veterano de las guerras ahora retirado, de cabellos y barba rojiza, se acerco para servirles. 

- Buenas noches - les saludo - ¿en que puedo servirles? - Al darse cuenta de que eran extranjeros - ¡Vaya sorpresa!, no es raro encontrarse a nuestros vecinos en nuestras tierras, pero gente extraña, de ropas que no alcanzo a reconocer ¿De donde son? si no es mucha indiscreción.

- De Eriador, cerca de los Puertos Grises. Me congratula la felicidad que respira su posada. Quisiera cenar algo y después si es menester probar el tabaco de esta tierra.

Yo vengo de la zona de Bree, y como él necesito cenar algo para recuperar fuerzas. Cuando hayamos cenado y disfrutado de este agradable ambiente necesitaré una habitación tranquila donde pasar la noche.

Tras un corto espacio de tiempo, avanzando por las calles de la urbe y siendo observados por la población, al fin nos detenemos ante una posada. Pocos instantes después, nos hallamos en el interior de la yegua Danzarina nada menos.

El ambiente es sin duda agradable. Y el calor que despide el fuego de las chimeneas, ayuda a desentumecernos. Si, no hay duda de que no parece haber motivo de preocupación alguna en los corazones de los parroquianos.

Por tanto, cuando el posadero se nos aproxima nos observa con cierto gesto de sorpresa. Inclino la cabeza ante su saludo y respondo a sus cuestiones.

De Pelargir Gondor. Y en cuanto a mis requerimientos, lo mismo que mis compañeros. Una buena cena y un lugar en donde pasar la noche.

El posadero se sorprendio al oir las noticias, noticias que sin duda recorreian la posada aquella misma noche.
Tal como lo habian pedido el posadero les sirvio la cena, donde pudieron cenar relajadamente, aun a pesar del jaleo del lugar. Mas tarde, les sirvio un poco de hierba y los acompaño hasta la sala del fuego, donde fumaron junto al calor de la chimenea.

Cuando ya no quedaba mucha gente en el local, el posadero, se acerco a vosotros pidiendo permiso para sentarse. Llevaba consigo unas jarras de cerveza y un poco de tabaco extra para invitar a sus extraños huespedes.

- Caballeros - les saludo inclinando la cabeza - antes, entra la faena y la sorpresa no me presente como corresponde, les ruego que me disculpen. Me llamo Erbrank y soy del Folde Oeste desde siempre. Durante un tiempo combati, pero la edad me supero y tuve la prudencia de retirarme. No quiero saturarles con mis historias, pues aunque no son pocas las que podria contar, dudo que alcancen la  grandeza de las vuestras, pues ni he viajado tan lejos, ni he recorrido mas reino que el nuestro.
Lo que queria pedirles, es si tendrian la bondad de contarle a la gente de esta ciudad, alguna historia venida del Norte. Hoy ya es tarde, pero si mañana aun estan por aqui, seria un honor y un placer escucharles.

Tras una agradable cena, la primera de la que puedo disfrutar ya ni me acuerdo de cuando, somos invitados mis compañeros y yo, a proseguir la velada al calor del fuego de la chimenea.

Por mi parte, disfruto en silencio de mi pinta de cerveza negra magnificamente escanciada cuando el posadero se nos aproxima. Yo alzo mi jarra para agradecer la incitación y tras echar un buen trago, respondo al posadero.

Por mi parte, poco puedo contar de la situación al norte de Rohan. Fue el azar, ante todo, el que me llevo a algún punto de la costa de la Enedwaith. Hasta allí osa llegar la escoria de Umbar.

Frunzo el ceño al decir esto y prosigo.

No obstante, hay algo que ha quedado claro para mi. El poder del este se manifiesta cada vez con mayor virulencia desde que fue expulsado de Dol Guldur. Ahora empiezo a pensar, que eso no fue una victoeria si no mas bien, el comienzo de días oscuros que aun han de oscurecerse mas.

Pero dicho esto, sonrío torvamente antes de terminar.

No obstante, el perro miserable que ahora vigila desde la Barad Dur, hallara a Gondor alerta y vigilante como siempre. Ya lo vimos arrodillarse y suplicar misericordia una vez. Tarde o temprano, le tocara volver a hacerlo.