Partida Rol por web

Aaaaah... La dulce xenofobia. En Sembia a Banjeela también le restringían el acceso a los edificios. De adolescente no podía entrar al granero los días de baile, solo porque tenía las orejas un poco más puntiagudas que el resto de los niños. Se quedaba fuera, escuchando la música y bailando sola, mientras aprendía canciones rancias como la de los Canteros. Y mientras, el resto de niñas de su edad tenían su primer baile, su primer beso, su primer toqueteo por debajo del vestido. Algunas, también su primer embarazo fortuito.

¡¿Se van?! Uf, no me lo puedo creer... Por primera vez esos dos retacos llenos de gases saben comportarse sin liarla.

Daba gusto cuando el discriminado era otro.

¿Qué enanos?-preguntó encogiéndose de hombros y señalando cómo Barundar y Rordar ya se iban-Yo tomaré un...

Era complicado. Después de lo de anoche no quería volver a probar una gota de alcohol en su vida. Y en un antro como este tampoco podías pedir un agua o leche. Ya no es que no te la sirvan, sino que la leche estará rancia y el agua estará rebajada con orina de rata. Así que por razones de salubridad decidió señalar una de las botellas al azar que había detrás del tabernero. Que sí, que iba a tener alcohol, pero por lo menos estaba a salvo de la inmundicia por un endeble corcho.

Una copa de eso de ahí.

Licor de contemplador. La etiqueta no dejaba ver a Banjeela el ojo flotando en el interior. Si lo supiese, no lo habría pedido.

También estábamos buscando a un tipo de pelo castaño con una cicatriz en la cabeza. Por favor, ¿puedes ayudarnos a encontrarle?-dijo poniendo ojitos de cordero degollado-Te mantendremos al margen de todo el tema.

Lo de inclinarse sobre la barra y hablar bajito lo hizo para no comprometer la posición del rufián. A ningún hostelero le gusta dar información sobre su clientela, para no perderla o que vuelvan y le hagan perder miembros de su cuerpo. Y a ningún marinero le gusta estar en un sitio en el que te van a delatar a la primera de cambio.

Turno 26

El campo está sembrado por los cadáveres de cuatro orcos caidos en combate; Bronas y Garius flanquean al que parece ser el líder de la patrulla, un enorme y obeso ogro que intenta acabar con ellos. Tras hacerle caer estrepitosamente, Bronas aprovecha la torpeza del grasiento monstruo para clavar su arma de asta en el tembloroso cuerpo, y dejando ahí el arma desenfunda la cimitarra, se acerca y le encaja un tremendo corte de lorza que sangra litros de rojo.

Herido y sorprendido por los terribles golpes del bárbaro, el coloso levanta su enorme clava intentando no dar la espalda a Garius, que se coloca detrás de él flanqueándolo, y luego la descarga con una fuerza brutal contra el hombro de su enemigo, hundiéndolo como una estaca en el suelo y desgarrando sus músculos con las púas de hueso de la enorme porra.

Sin embargo, el ensangrentado uthgard no llega a caer, y se incorpora sorprendiendo al monstruo, que creía que había acabado con él. Garius, desde detrás, intenta alcanzarlo con su arma, pero con un rugido el ogro aparta su arma de un manotazo y le muestra la dentadura, concentrándose en el bárbaro que, casi tan grande como él, es un luchador cuerpo a cuerpo más peligroso.

En la distancia, comenzais a escuchar el sonido de cuernos retumbando; "OOEEE", "OOEEE". Parece que los orcos ya se han puesto en marcha; si queréis sobrevivir a esta aventura, quizás deberíais huir, o terminar pronto con vuestro obeso oponente.

(Sigue...)

Ark se disponía a contestar al tabernero cuando los demás comenzaron a actuar. Por iniciativa propia el Enano que parecía hechicero decidió irse a investigar el callejón por le que los dragones purpuras que nos seguían habían decidido desviarse. Por otro lado Banjeela estaba poniéndole ojitos tiernos al tabernero , , lo que unido a la elección del licor que había realizado comenzó a dibujarme con claridad meridiana como había acabado Gobo en la ecuación esta mañana. Eso si , había que reconocer que en cuanto los miraba con esa mirada profunda que tenia y abultaba un poco los pechos , tenia a los hombres babenado sin seso en menos que cantaba un gallo. Como la situación parecía estar controlada de momento , y Banjeela se las entendía bien con el tabernero me dedique a observar a la parroquia para evitar sorpresas desagradables, listo para cualquier contingencia.

A medida que te vas alejando ves como unos treinta o cuarenta monstruos salen de la fortaleza en ruinas, dejándola, al parecer, vacía. Ninguno se da cuenta de que la cautiva ya no está; son criaturas caóticas, y tampoco es raro, piensan sus retorcidas mentes, que algún compañero se la hubiera llevado para matarla, violarla o comérsela, o las tres cosas en cualquier orden imaginable. Lo bueno es que puedes hacer un recuento de las tropas a medida que se dirigen, entre las colinas, a lo que supones es el lugar de la "emboscada" de tus compañeros.

Consigues contar veintisiete orcos además del líder, que se distingue por ir en cabeza y ser bastante más grande que los demás. Hay cuatro lobos comunes, dos gigantescos worgs y un ogro con mucho sobrepeso y casi tres metros de alto que se bambolea cerrando la marcha. Te da la impresión, en realidad, de que son demasiados incluso para el musculoso Bronas. Si Garius y él no se han largado antes de que lleguen lo van a tener muy crudo. Algunos orcos sacan cuernos parecidos al del orco de patrulla, y sus "OOEEE, OOEEE" resuenan por toda el área como una promesa de muerte y destrucción.

Pero ese ya no es tu problema; al menos, por ahora. En la rala hierba entre las colinas se pueden ver las huellas de los pies desnudos de la joven que rescataste, y te diriges al lugar al que la mandaste con toda la rapidez de la que eres capaz. Cuando llegas a la cueva, al cabo de un rato, puedes verla en su interior, de rodillas, envuelta en tu propia capa e inclinada, vomitando violentamente. La joven te mira cuando ha terminado, con la mandíbula temblorosa y en un estado de shock que intenta disimular apretando los dientes.

(Sigue...)

"Gracias...", dice arrebujándose en la manta. "Gracias, gracias...", continua con los ojos un poco perdidos. Y luego termina con un "Gracias...". Por ahora, parece que no vas a poder sacar mucho más de ella. apoya la espalda en la pared de la cueva, que aunque no lo sepas es el primer refugio techado del que disfruta en una semana, y poco a poco comienza a entornar los ojos quedándose dormida.

(Sigue...)

Estás en la cueva, más o menos fuera de peligro. Además sabes que los monstruos que pueblan el área se han marchado en otra dirección, siguiendo la alarma que ha dado la patrulla que Bronas y Garius están, presuntamente, atacando. Así que quizás sea un buen momento para huir; la joven está en shock, pero parece que puede caminar. Por otra parte desconoces la situación de tus compañeros, aunque te da la impresión de que no debe ser muy buena. ¿Qué es lo que harás?.

Es tu turno, y tu decisión

(Sigue...)

 La potencia del golpe del pesado ogro casi desencaja al ilushkano, pero de alguna forma logra sobreponerse a este y se prepara para dar el que espera que sea el último golpe para terminar con la amenaza del gigante y poder reorganizarse... simulando un repentino ramalazo de dolor, para tomar al ogro con la guardia baja, Bronas se lanza precipitadamente hacia adelante proyectando la mágica hoja de la cimitarra en un golpe ascendente que termina por cortar la tráquea y la yugular del gigante... quien finalmente cae pesadamente al suelo mientras su vida se le escapa en mitad de un pequeño charco creciente de sangre carmesí...

 Sin tiempo que perder, el norteño indica al elfo uno de los orcos.

 - Necesitamos información, pero no podemos cargar con un orco todo el viaje de regreso con lobos pisándonos los talones.

 El jotunbrund levantó pesadamente la cabeza del ogro para poder dar un tremendo golpe con la cimitarra y así decapitarle.

 - Eso será suficiente prueba de lo que hay aquí. Vayamos, rápido. Con el jaleo que hemos montado espero dar suficiente tiempo y distracción como para que Silbido pueda escapar.

 Guardó la cimitarra, tomó la bisarma y empezó a emprender la marcha. Mientras miraba con pesar la armadura pesada del elfo...

Mientras bronas se dedicaba a despiezar al ogro, me acerco a él con la varita para usar una carga. Esa varita era supuestamente solo para Barundar, Rordar y él mismo, pero bueno, contaría como si fuera usada para él. Despues de todo había hecho de escudo voluntariamente, cuando normalmente ese rol era para el elfo.

Cuando le barbaro estuvo a punto de hechar a correr, todavía con la adrenalina del combate en el cuerpo le dijo. Coje también el cuerno, y registra al jefe rapidamente mientras te curo, no creo que tengan nada de valor pero nunca se sabe. Con un rapido movimiento guardo la varita en una de las tiras que llevo en el cinturon, diseñada especialmente para ello y lanzo una plegaria.

Oh señora, concedele a mi aliado el descanso del guerrero, necesario ahora. Junto con la curación anterior, ambas heridas dejaron de sangrar, y empezaron a cerrarse como si fuera un troll, no tan rapido, pero el efecto era parecido.

Después se mentalizó, sabiendo que iba a sufrir para intentar mantener el ritmo del barbaro, y que no lo iba a conseguir, pero le iba la vida en ello. Si era necesario retendría a los wargos para que el norteño pudiera escapar.

Para otras mujeres, el hogar era un refugio; las cuatro paredes entre las que se sentían seguras, protegidas. Silbido se sentía a salvo en la foresta. Los bosques que rodeaban Suzail no eran Cormanthor, pero el clima era similar, y reconocía la fauna y la flora, aunque solo fuera capaz de ponerle nombre a aquellas especies que le había enseñado Quelnaas.

Agazapada entre las ramas bajas de un roble, observaba la marcha de los orcos —todos ellos, o al menos un contingente importante—. Veintiocho, incluyendo al cabecilla, otro enorme ogro, y media docena de lobos amaestrados, dos worgs como el que habían abatido junto a la muralla de la posada entre ellos. Menos de los que esperaba, a menos que quedaran otros tantos atrás, ocultos, pero demasiados. Si Bronas y el encapuchado no habían completado su emboscada, solo disponían de unos minutos más para huir.

Ella no podía hacer nada por ellos. O, si podía, no sabía qué. Si no hubieran tenido a los malditos lobos, hostigarlos desde la espesura hubiera sido suficiente para retrasarlos y confundirlos. Suponiendo que no hubiera entre ellos alguno capaz de encontrar su rastro y seguirlo. Escapar sola de un cazador acompañado por varios soldados era una locura.

No, solo podía rezar. El encapuchado había curado al enano, como Ark; debía ser un sacerdote también, pero desconocía cuál era su deidad. Bronas invocaba el nombre de Tempus, su dios de la batalla, cada vez que cargaba al combate.

Bronas no necesita la ayuda de nadie en un combate, pero todos somos esclavos de la mala fortuna. Un calambre por pasar demasiado tiempo agachado, una cuerda de arco rota. No dejes que desfallezca esta vez.

A quien sí podía ayudar era a la chica. Por una vez en su vida, otra vida dependía de la suya. Se dejó caer de la rama y corrió hacia la covacha.

A pesar de los malos tratos, visibles en su piel y en su actitud, la joven seguía siendo bonita. Quizás fuera eso lo que le había salvado la vida. Para los orcos era un juguete demasiado preciado, demasiado raro como para romperlo sin más.

No pudo decirle nada. Después de vomitar y darle las gracias, se quedó dormida. La poción había sanado lo peor de los malos tratos, pero no podía liberarla del cansancio y el trauma. Tenía intención de sacarla de allí y ponerse en marcha sin dilación, de regreso a la posada, pero no fue capaz de arrancarla de tan necesario descanso.

Dejó la mochila en el suelo de la cueva y sacó dos paquetes. Uno contenía carne ahumada, muy seca, y ya casi rancia, pero comestible todavía; el otro, frutos secos comestibles que había recogido en el camino hacia Suzail, la pasada dekhana. Apartó una cantidad razonable de cada uno, y las dejó a los pies de la chica, envueltas en un pedazo de lienzo, junto con el odre de agua, todavía bastante lleno, y salió de la cueva.

Escaló hasta el punto desde el que habían vigilado la fortaleza, y se parapetó allí de nuevo, tratando de divisar al grupo de orcos que marchaba hacia donde podían estar sus compañeros.

 La mayor parte de las heridas causadas por el ogro se fueron sanando tras la intervención de Garius, al que agradeció con un asentimiento mudo de su cabeza. Luego miró de soslayo otra vez le pesada armadura del elfo para fijarse en el cuerno después. 

- ¿Sabrías llegar hacia Puerta Nocturna?- Dice mientras se cuelga el cuerno al cuello y registra rápidamente al ogro en busca de alguna llave, enseña o algo.- Ve dirección sur, yo los alejaré, me muevo más rápido que orcos y ogros, iré haciendo falsos llamamientos con el cuerno, intentando apartarles de tu rastro, nos reuniremos en Puerta Nocturna, tal vez te topes con Silbido antes de llegar. Que Tempus se fije en ti, Garius.

 No había más tiempo que perder... Bronas indicó a Garius la dirección sur. Y sin esperar más el jotunbrund partió a la carrera hacia el oeste, arma de asta en mano. Sus largas y musculosas piernas, le alejaron rápidamente del lugar, si los otros orcos no veían la escabechina, y se guiaban solo por el cuerno, tal vez ganaría más tiempo para el elfo... y la niña.

Turno 27.

Ark no era precisamente el mejor detective del mundo. Pero todo el mundo tiene un golpe de suerte.

Mientras Banjeela ponía ojitos al calishita que había detrás de la barra, el sacerdote se apoyaba en ella vigilando a los facinerosos que poblaban la posada. Todos ellos tenían un aspecto bastante sospechoso; pequeñas espadas curvas en sus cinturones, chalecos de colores sobre el pecho descubierto, pantalones amplios de tela basta, un diente de oro allí, un parche allá, una pata de palo acullá... la prueba determinante estaba tatuada sobre el hombro de uno de ellos; un símbolo de pertenencia a una hermandad de piratas del mar del Dragón, que Ark reconoció de hace muchos años, cuando sanó a un padre de familia herido durante una incursión pirata por otro hombre con ese mismo símbolo tatuado.

¡Los hombres que había en la posada eran, o habían sido, piratas!. Sin embargo, después de que los dos enanos se marcharan, los maleantes se giran en sus taburetes y siguen hablando entre sí sin prestaros demasiada atención.

(Sigue...)

Cuando Banjeela se inclina sobre la barra y señala el licor de contemplador, con su correspondiente ojo falso en el interior, (duda mucho que en un establecimiento como este se sirvan tan caro y delicioso género), el gordo posadero no puede evitar clavar sus dos ojos en los dos pechos que asoman, encorsetados por el vestido, en el escote de la joven medio elfa. En un momento, su aspecto hostil y malintencionado pasa a un cierto interés amistoso, mientras Ark se gira y vigila a la gente sentada en los taburetes en las distintas mesas.

"Oh... bienvenida a mi humilde establecimiento, mi señora", sonríe mostrando un montón de dientes amarillos bajo un inmenso bigotón. Dado que el clérigo no pide nada, el obeso propietario abre la botella de licor de contemplador y sirve un par de cuencos de cerámica. Cuando Banjeela lo prueba, se da cuenta de que no es de muy buena calidad; el ojo seguramente sea, como mucho, de cocatriz.

Cuando la joven semielfa le hace la pregunta en cuestión, el hombre sonríe servicial; "Hay mucha gente con el pelo castaño y cicatriz en la cabeza, efendi... es muy difícil saber a quién se refiere usted. Aunque... si se la mira bien, está claro a que caballero se refiere, ¿sí?. ¿Tiene negocios con él?. ¿Él la puso a trabajar?. Yo puedo decirle dónde encontrarle... a cambio de su silencio y de, digamos... cincuenta piezas de oro", afirma susurrando con una mirada valorativa.

¿Le pagaréis lo que os pide?. Es vuestro turno... y vuestra decisión.

(Sigue...)

Barundar parece algo aturdido cuando su compañero enano se lo lleva, agarrado del brazo, hacia el callejón en el que desapareció la forma que parecía seguirles. Es un callejón estrecho, que forma parte de una red de callejones estrechos, y además se estrechan más todavía porque están llenos de cajas y contenedores de madera amontonados en las paredes, seguramente viejos productos deshechados de cargamentos de los barcos que pasan por el puerto.

Ya está oscureciendo, y no hay nadie en el lugar. De hecho, no se ve por ninguna parte la figura que corrió ocultándose allí. ¿Quizás era lo suficientemente rápido como para haber salido corriendo?. ¿O estará escondido entre las cajas?. Barundar y Rordar no lo saben, y tienen que tomar una decisión. Sus compañeros están dentro de la posada, y si se internan en la red de callejones es posible que no puedan dar con ellos a menos que griten o llamen la atención. ¿Se separarán los enanos del grupo, en busca del presunto espía?.

Es vuestra decisión... y vuestro turno.

(Sigue...)

Antes de que pudiera decir nada, pues se atragantó y se le trabó la lengua, Bronas ya estaba corriendo. Fijó rumbo tal y como le había dicho y empezó a correr.

Paseamos, paseamos y seguimos paseando, y tanto fue asi que pense en quitarme la armadura alli mismo, la verdad que no hacia falta llevar tanta cosas para ir por la ciudad sobre todo estando tan bien custodiada por la guardia. Aunque esta idea se me fue de la cabeza cuando llegamos a la zona portuaria, donde un cuchillo bien colocado podia dejar seco al mas pintado y no seria porque mas deuna mirada te los ofrecia a pares.

Al llegar al establecimiento, fuimos recibidos como "pelo en plato de sopa" y ante mi intencion de levantar el brazo y protestar, y porque no explicar con punos y codazos a los mas lentos porque no debe tratarse asi a nadie, el amigo Rordar me saco de alli, dejando a aquellos dos con una clara desventaja: -Tranquilo Rordar no hubiera hecho nada que tu sabes que no hubiera hecho- digo mirando el callejon que me apremia y moviendome hacia alli -malditos taberneros! ademas no llevo todo el dia con esta armadura puesta para nada, algun partido tendre que sacarle-digo con media sonrisa, dejandolo pasar por el momento pero recordando a fuego aquel turbante grasiento y feo, por si diera la casualidad de tenerlo cerca una vez mas.

Llegando al callejon miro a los alrededores atento a miradas curiosas, una vez en el callejon saco mi hacha para no dejar un atisbo de duda de con que intencion vengo.-Damos un paseo? Venga yo ire primero solo hasta el siguiente cruce- digo mirando fijamente aquellas cajas, podriamos prenderle fuego, seguro que mas deuna rata salta, pero claro a las ratas chamuscadas no les puedes preguntar nada.

Si, bueno, realmente estoy bastante harto de la tipa esa y de sus tonterías.
¿Te parece que echemos un vistazo por estas callejuelas y por el puerto y si no vemos nada volvamos a la zona civilizada? Básicamente no pienso entrar en ese tugurio para avisar a esos dos de dónde estamos y cuando acabemos de investigar no vamos a poder avisarles, así que que nos busquen si quieren.

Empezó a buscar en una de sus bolsas del cinturón.
Dame un segundo antes de seguir. No creo que funcione, pero bueno.
Y acto seguido comenzó un conjuro de detectar magia hacia los callejones.

La verdad que lo tiene un poco subido, pero creo que lo hizo bien en la escuela de las ninitas. Unos por otras:

-Es tonta de remate, pero tiene algunas cosas buenas- digo cogiendo el escudo y encajandome entre las cajas -pero aun asi tenemos negocios, no vayamos muy lejos igual podrian necesitar ayuda ya todos conocemos como danza esa lengua suya- danza tanto que se le va a salir del plato, de tanto hablar.

Aquel lugar apestaba que daba gusto, parecia que se habian molestado en que fuera asi, sacando cajas con desperdicios vaya porqueria.

Vi a Rordar haciendo gestos y canturreando algo de los suyo y le deje hacer, ofreciendole una cobertura casi total en aquellos pequenos huecos, pise algo que no queria averiguar que era y lo aparte con el pie como pude mientras dije -cuidado donde pones los pies- para seguir avanzando.

Me sorprendo cuando escucho la cantidad que pretende cobrarnos por la informacion.Bajando la voz me dirijo a el iniciando un regateo.
- y que tal si en lugar de ello no le digo a los dragones que aquí se alojan miembros de la cofradía de los piratas , o mejor , no le cuento a Pieldearmiño que sabes quien tiene a su hija.No se tu , pero he oído que es muy vengativo. Yo que tu me conformaba con 10 monedas y una oración de Selune que te proteja del mal.Ademas , pareces un tio inteligente y podemos tener mas preguntas para ti en un futuro que te podrían proporcionar ingresos fáciles y seguros. enfatizo lo de fáciles jugando con mi símbolo sagrado como muestra de que como sacerdote soy un tio de fiar.