Partida Rol por web

Aunque me muevo rápido y ágil como un gato salvaje y consigo atrapar al mono amarillo, las manos no me dan para inmovilizarle y encima coger el espejo, que se cae al suelo, sin remedio. Lo que no esperaba es que un enorme calamar/pulpo saliera del espejo ¡y me atacara!

Me habría muerto de un ataque al corazón si no fuera porque, por alguna estúpida razón, me pareció una muerte tan ridícula, que me agarré a esa idea para no quedarme paralizado del terror. "Ríete, eso, ríete ¡y así el miedo no te atrapará, Leroy!". Es un pulpo, sólo es un maldito pulpo, una especie de kraken ridículo que sale de un espejo, ¡nada más!

Y a esas me agarro cuando los tentáculos me alcanzan y me hieren. El dolor y el olor de mi propia sangre me sacan de mi estado de horror/risa histérica mental. Oigo a Irina chillar y a Flora después, tratando de conservar sus corduras. Por último, oigo al profesor tratando de organizar una defensa, ¿algo de unos ojos?

- ¿¿Qué ojos?? si esa cosa es sólo boca y tentáculos, a ver quién es el guapo que le encuentra ojos a esa cosa. Profesor, ¿dudo que esa cosa los necesite? - hago una mueca de asco.

-¡¿Seguro que romperlo no lo liberará ni nada?! – pregunto, dudoso. Aunque, claro, peor que ahora no será, ¿no?

Sigo reteniendo al japonés, entre mis brazos, como si fuera mi puñetera ancla…

Me sentía un inútil viendo a los demás atacar a la criaturan y yo sin hacer nada, así que busqué puntos débiles. Sus ojos... la base de sus tentáculos... En el callejón quizás hubiese alguna barra metálica o de madera que ensartarle, y busqué en la penumbra algo con lo que arremeter contra la criatura.

Yo llevaba una navaja, pero ante ese ser era inútil. De todos modos la saqué, mejor eso que nada.

Incluso a alguien como yo que vive en el mundo de lo que otros llaman imposible y después de haber visto otras cosas le sobrecogía la escena.

Ver a aquel ser me dejó congelada varios segundos, temblando de pies a cabeza. Si la hermana Flora no hubiera estado a mi lado, probablemente habría sido engullida por el monstruo, incapaz de defenderme.

Al recuperar la compostura sólo tenía un objetivo: el espejo que el japonés ya no era capaz de esconder.

Lo agarré con fuerza mientras veía como el ataque de la criatura se centraba en el antes poseedor del objeto. Por la cabeza se me pasó una idea extraña.

¿Y si me lo quedo? ¿Y si lo uso para defenderme a mí y a los míos de aquellos que nos amenazan? ¿Y si lo envío contra aquella gente que todos sabemos que merece la muerte?

Era una gran idea, aunque entre todas aquellas preguntas la imagen de la criatura de la isla era la más perseverante. En aquella ocasión bastó con destruir el libro. ¿Sería ahora igual?

Miré el espejo con fijación varios segundos, antes de tirarlo con fuerza contra el suelo.

Irina Krilov levanta el espejo sobre ella, a la vez que sus pulseras tintinean en su muñeca y el esmalte rojo de sus uñas brilla en mitad de aquella pesadilla. Con rabia, lanza con todas sus fuerzas el espejo contra el suelo, que rebota sobre la piedra desnuda y húmeda del suelo, deteniéndose, intacto, a unos metros de ella.

El espejo queda intacto en el suelo, sin una mera muesca ni desperfecto.

Al ver el espejo en el suelo, impasible a la furia con la que Irina lo ha lanzado contra el suelo, vuelven a tu memoria las palabras que tu difunto amigo el padre Emil deBriac te escribió en aquella carta que te entregaron en el puerto:

"...hay un objeto, que yo he llamado Espejo Estelar, que ha resistido todos mis intentos por destruirlo.El friso lo rompí con mi pico de escalada. Fue fácil hacer añicos los ídolos de cerámica. Las momias cónicas de múltiples extremidades cayeron rápidamente ante las llamas. Pero este espejo... he intentado romperlo, arañarlo, combar su marco con calor, sinresultado alguno."

A tu alrededor tan sólo encuentras montones de basura en contenedores metálicos y ramas no muy grandes de los árboles cercanos. Por los maullidos, sabes que hay gatos en alguna parte, pero no sabes dónde. Sobre el suelo, el espejo que acaba de lanzar Irina. El pañuelo de seda rojo se lo ha llevado el viento. Estás bastante seguro que no hay nada más de relevancia en el lugar.