Partida Rol por web

Todos parecíais de acuerdo en esperar a la noche pero Anthony tenía que marcharse a continuar su turno, así que tras decir que te llamaría luego, te dejó.

Eso hizo que Tom se quedara contigo mientras tú trasteabas con tu ordenador.

- Kelsey, yo sé que te gustan los ordenadores y que te gusta el café industrial de este sitio. Lo de la tecnología me parece muy bien, pero hay lugares mucho mejores que éste en la ciudad. Una noche de estas podríamos dar una vuelta por ahí, te enseñaría sitios y te presentaría gente. Gente que parece don nadie pero que tiene ases en la manga.

Debía estar hablándote de contactos que tenía por la ciudad.

- Y luego te haría pasar una noche inolvidable.

Dijo dando un nuevo trago.

- Me refiero a que te invitaría al mejor de los whiskys en un local de jazz impresionante. Escucharías la mejor música que existe. Allí encajarías muy bien.

Estaba claro que le gustabas mucho. Entretanto tú habías estado trasteando con tu ordenador usando la wifi y aunque al principio fue dificultoso diste con algo de información. El director del hospital había firmado una orden de traslado a otro hospital de menor nivel que el suyo pero no había sido enviada a ninguna parte. Era como si hubiera simulado dentro de su hospital que iban a cambiar a Andrew a otro pero no lo hubieran hecho. Así que si esa orden realmente llegaba a salir podríais tener una habitación de destino. O si se demostraba que el director había hecho esa trampa podría ser investigado.

En cuanto metía la cabeza en un ordenador, se me olvidaba un poco la gente que había alrededor y cuando Tom comenzó a hablar, simplemente respondí con sonidillos en plan "ajá", hasta que me entendí que me estaba diciendo que quería salir por ahí conmigo, momento en el que levanté la vista del ordenador y lo miré a él.

Tenía que reconocer que sus palabras me estaban pillando por sorpresa, pues la verdad es que siempre era demasiado bruto hablando, un macarra en toda regla, por lo que me estaba sorprendiendo muchísimo, pero para bien claro.

- ¿Jazz? - Ahí ya le miré confusa. - ¿Sabes que soy la cantante de un grupo gótico?

Por las pintas que llevaba habitualmente ya debería haber sacado que gótica sí que era, aunque claro, no sabía si le había dicho que en mis ratos libres cantaba con unos amigos.

- Creo que el jazz no es precisamente mi estilo.

Sólo le estaba haciendo rabiar un poco, pues la verdad era que sólo por aquella forma de decirme que le apetecía salir conmigo, ya pensaba darle una oportunidad.

- De todas maneras creo que estaría bien. Podíamos salir y tomarnos algo.

Volví a centrarme en el ordenador unos instantes, dando con lo que había estado buscando y se lo conté a Tom.

Tom sonrió con satisfacción al recibir una respuesta favorable.

- He visto que el gótico es tu estilo pero quiero ampliar tus horizontes.

Un intento de hacerte rabiar que parecía una respuesta al tuyo. El hombre había visto el asunto del cambio de habitación en la pantalla de tu portátil.

- Ese director no es trigo limpio. O... es un cagado. Sea como sea se ha equivocado de raíz. El caso es que ya va siendo hora de que nos movamos. Tu amigo Anthony que haga su truco ese de trepar que nosotros haremos el resto.

Sonrió mostrando que tenía ganas de acción. De hecho se levantó del asiento.

- Mi moto está ahí fuera.

Pero cuando se enteró de que el hospital no estaba muy lejos pareció decepcionarse un poco.

- Está bien. Pero la acercaré porque si hay lío quizá haya que pirarse. Sabes lo que es curioso, que cuando estábamos peleando contra aquellos gorilas en la casa abandonada, no sé cómo hiciste para largarte con la prisionera. Me da la impresión de que desapareciste de la habitación y apareciste abajo, llámame loco.

Sonrió como si aquello le resultara un poco raro.

- El tipo al que persigo, ya te comenté que era un loco que tenía una especie de aliento ácido y que logró huir de la policía. Pero aquí va la pregunta, ¿tú puedes salir de los sitios? Lo digo porque la policía tarde o temprano va a venir tras de mí, al menos. No porque sea un criminal, sino por no seguir sus métodos.

Te iba preguntando, interesado en tus habilidades.

Me tuve que reír con eso de ampliar horizontes, pues estaba claro que el hombre era gracioso. Eso sí, no estaba demasiado convencida de que me fuera a gustar demasiado el jazz.

- Bueno, no prometo que me vaya a gustar, pero sí que le pondré interés.

Asentí cuando dijo aquello del director pero claro, aún no me había podido hacer una idea de cómo era ese hombre, pues no lo había visto jamás.

- Vamos a darle un voto de confianza ¿no? Igual alguien le está obligando a hacerlo.

Me eché a reír cuando dijo aquello de que no sabía cómo había salido del edificio y sobretodo por ese "llámame loco".

- Bien, vamos a hacer una cosa. Tú me cuentas todo lo que puedes hacer con tus habilidades y yo te cuento lo que puedo hacer con las mías, así sabremos cuándo el otro puede estar en verdaderos problemas... ¿te parece?

Tom ya se había levantado para que pudiérais salir de ese sitio. De camino al hospital, que estaba a pocos minutos, se dispuso a hacerte un resumen de sus poderes.

- Verás. Tengo una especie de veneno corriendo por mi sangre. Procura no quedar en contacto con ella. Pero también algo como un factor regenerativo que me permite sanar rápido si descanso y soportar cualquier esfuerzo por duro que sea. Y con cualquier esfuerzo me refiero a cualquier cosa. Además está lo del buen olfato que es bastante útil. No sé bien qué tiene que ver el olfato con todo esto pero es como si fuera un lobo cargado de veneno. Quiero decir, que es parecido a lo de ese personaje de las películas, el de las garras de metal. No le haría ascos yo a tenerlas.

Todo aquello te lo iba relatando procurando que no llegara a oídos más comunes.

- Está el mundo yéndose a la mierda. Hay muchas cosas raras y mira, yo soy la oveja negra de la familia. Mis dos hermanos eran policías. Eran en pasado. Todo este asunto de la gente volviéndose loca me ha jodido bastante y alguien lo tiene que resolver. La mierda es que cuando lo intentaba resolver por mis medios me pasó a mi también.

Hizo un gesto de que era un fastidio.

- Me metí en una pelea hace una semana y me pasó. Pero es mejor así, porque podré seguir a "nube de ácido" y joderle la vida. Alguien le tiene que hacer pagar.

- Vale, nada de tocar tu sangre. - Dije escuchando lo que me iba explicando, para que viera que estaba haciendo caso a sus palabras. La verdad es que eso de tener sangre venenosa era como muy extraño pues el cuerpo... - Espero que fueras donante. - Bromeé, pero más que nada porque sabía que quizás otra cosa no, pero con este hombre se podía bromear.

- Siento mucho lo de tus hermanos. - Para decir aquellas palabras había dejado todos mis tonos de bromear, pues era algo muy triste, pero entendía su postura.

Sin darme cuenta casi de que lo hacía, agarré su brazo y apreté un poco, como dándole ánimos.

- Te ayudaré a cazar a ese tío.

En cuanto se quedó en silencio fue mi momento de hablar, pues a mí me parecía bueno que ambos supiéramos cuando el otro iba a estar en problemas si los poderes no le servían de nada.

- Yo hago cosas con las sombras. Puedo atacar con ellas, creo como una especie de bolas de sombra, puedo crear escudos, me puedo teleportar de sombra en sombra, veo en la oscuridad... - Me encogí de hombros. - Pero ahora, desde que tengo los ojos así, me molesta muchísimo la luz.

Así le dejaba aclarado eso de poder salir de los sitios.

- También me entiendo con las máquinas. - En cuanto me miró sonreí. - Sí, como si hablara con ellas y además soy informático, eso sí, recién licenciada.

Tom te dirigió una mirada intensa cuando le dijiste que le ayudarías a cazarlo, lo que venía a demostrar que estaba muy implicado con eso.

- Estará bien contar contigo.

Mantuvo la seriedad pues era un tema de mucha importancia, para él.

- Es una pena lo de la luz con tus ojos. Pero se ven bien de ese color, pareces una cazadora nocturna.

Parecía que el hombre se sentía a gusto ahí contigo. No pudísteis hablar mucho más pues enseguida apareció el hospital ante vuestros ojos y ya era cuestión de repetir vuestro plan. Anthony estaba listo y con tanto lío alrededor os ayudó hasta encontrar el primer ascensor, cosa que no era demasiado difícil.

Pronto el aparato comenzó a subir hasta alcanzar la última de las plantas. Al abrirse la última de las plantas todo estaba bien, como la primera vez. Los tres pudísteis salir de la cabina y mirar por el pasillo.

Los dos hombres se miraron y Tom hizo un gesto a Anthony para que se internara él primero.

- Serían todo un problema si no fuera vestida de gótica ¿no crees? - Dije por lo de mis ojos, aunque bueno, ahí siempre estaba la opción de ponerse unas lentillas. - Creo que debería comprarme unas lentillas de algún color de ojos normal por si en algún momento necesito pasar desapercibida.

Antes de poder seguir hablando o como había hecho en mi caso, seguir desvariando, llegamos al hospital, así que nos pusimos manos a la obra y nos mantuvimos en silencio y atentos.

- Esperemos que la cosa no se complique demasiado.

Subimos en el ascensor gracias a Anthony, que conocía aquello de sobra y nos hizo llegar como si aquel lugar fuera precisamente en el que teníamos que estar.

- Al menos no hay musiquita de ascensor. - Bromeé cuando estábamos allí dentro, tratando de hacer una broma para relajar un poco el ambiente.

Así, simplemente dejé que se arreglaran entre ellos, al ver que se miraban como queriendo colaborar.

- Espero que terminen llevándose bien estos dos...

Anthony hizo un gesto con el pulgar hacia arriba cuando llegaron hasta el piso superior.

- Aquí ya sabes que reina el silencio. Nada de musiquillas. Si esto sale bien, a ver si podemos ir a uno de esos conciertos que das.

Haciendo un último guiño el hombre se echó hacia delante, caminando con decisión por el pasillo el cual se encontraba semi a oscuras. Fue cuestión de seguirlo un par de minutos en los cuales Tom te acompañaba. Sus uñas se habían vuelto oscuras, negras de hecho. Era bastante posible que se hubieran cargado del veneno que él decía tenía en su sangre.

Un poco después se escuchó un grito.

- ¡Joder, vaya mierda!

Exclamaba Anthony desde delante vuestro y echaba a correr hacia una ventana que tenía que atravesar de un salto, mientras sus brazos se alargaban de forma llamativa. Entonces un par de horrendos simios que más bien parecían hombres convertidos en mono por su aspecto y tamaño aparecerían siguiéndole.

Esos dos seres peludos fueron hacia la ventana para localizar a Anthony y el primero de ellos comenzó a trepar.

Otra figura apareció después y para tu sorpresa lo conocías. Ni más ni menos que otro de esos forzudos violadores que a estas alturas ya odiabas a muerte.

- Id a por ese tipo. No puede contar lo que ha visto. Yo informaré al doctor...

Vosotros dos, todavía atrás y protegidos por una esquina, no habíais sido descubiertos.

Tom entonces se acercó para susurrarte.

- Si yo echo a andar por el pasillo para que me vea, ¿le puedes atacar tú desde el otro lado?

No sabía yo si aquellos dos hombres iban a estar demasiado a gusto en un concierto de los míos, aunque me parecía que con lo que iba a ir a ensayar pronto estaría sin grupo.

- Pues aprovecha antes de que esto de tener "superpoderes" me deje sin grupo, ya que ahora tengo problemas para ir a los ensayos a sus horas...

En un primer momento fui a echar a correr para ayudar a Anthony, pero al ver lo que sucedía decidí que era mejor que no lo hiciera, ya que volar o trepar como hacían ellos no entraba dentro de mis nuevas habilidades.

- Madre mía, que cosas más horribles. - Estaba claro que este doctor era alguna clase de enfermo si le había hecho aquello a dos personas, porque no creía que fuera casualidad "genética" que hubiera dos de aquellas cosas iguales sirviendo al doctor de marras.

Eso sí, lo que no esperaba ver ni de coña era a aquel ser despreciable de nuevo.

- Joder Tom, son los violadores.

Aunque él ya estaba pensando en cómo reducirlo.

- Sí, puedo atacarlo, aunque me costó varios ataques poder reducir a uno de ellos el otro día ¿eh?

Tom miraba en esa dirección.

- Yo me hinché a ostias con uno y me costó ganarle pero lo hice gracias a que estaba oscuro. Pero si te fijas... sólo hay uno de los dos esta vez.

Parecía que la situación urgía así que Tom no se lo pensó más, te guiñó un ojo y echó a correr hacia delante mientras colocaba sus manos en posición de querer arañar a ese corpulento hombre.

El gradote al verle acercar se extrañó pero enseguida dibujó una sonrisa macabra y se crujió los nudillos.

- Perfecto, estaba aburrido...

Al instante Tom le saltó encima logrando clavar las uñas en el cuello. El hombretón no se estaba esperando un ataque de esa forma pero estrelló el puño en el rostro de tu amigo por lo que retrocedió. Ambos habían logrado herirse mutuamente.

Tom cargó directamente contra el mastodonte y la verdad, aunque casi no lo conocía, me preocupara un poco que pudiera hacerle daño. El otro tío era una mala bestia y aunque sabía que Tom tampoco se las gastaba mal precisamente, veía aquello un poco desnivelado.

Por eso mismo no lo duré ni un segundo y lancé mi ataque, esperando que entre los dos pudiéramos reducirlo sin tardar demasiado tampoco, pues me preocupaba un poco que pudieran llamar a los de seguridad del hospital y que más gente inocente pudiera resultar herida.

Te vas a enterar, violador de mierda...

Así levanté la mano y apunté, dejando salir un rayo de aquella materia negra que ahora podía crear.

Os habíais lanzado al combate sin esperar más y tu rayo oscuro surtió el efecto esperado, impactando de lleno en su espalda por lo que casi cae hacia delante. El hombre recuperó el equilibrio y miró hacia atrás.

- ¡La zorra de ojos rojos!

Exclamó reconociéndote y dibujando una sonrisa sádica que imaginabas que significaba que pensaba hacer algo horrible contigo.

Tom casi recibió un puño por parte del mastodonte. Se agachó esquivando el ataque y avanzó rápidamente tratando de hundir las negras uñas de nuevo, pero por desgracia el forzudo logró agarrar uno de sus brazos y con facilidad lo lanzó hacia la pared causando que los ladrillos cedieran debido al fuerte impacto. Tu amigo gritó de dolor pero seguía consciente.

- Enseguida estoy contigo, zorra.

Decía el loco pensando que iba a tomarla contigo. A pesar de haber recibido ya bastante, se le notaba en mejores condiciones que tu aliado lo que indicaba que era más resistente.

El cabrón del tipo parecía acordarse de mí, lo cual, no era bueno, pues imaginaba lo que estaba pasando por su cabeza. Me hizo sentir hasta un escalofrío del asco sólo de pensar en que pudiera ponerme las manos encima. Como respuesta, le enseñé la uña perfectamente pintada de mi dedo corazón. Me parecía que así comprendería que no estaba por la labor de dejar que me cogiera.

Por su parte, Tom estaba recibiendo una soberana paliza y eso que aquello acababa de comenzar.

- Este hombre es demasiado impulsivo... - Pensé cuando vi cómo rompía ladrillos con su espalda.

No iba a esperar a que me cogiera, aunque esperaba que consiguiéramos reducirlo pronto, porque a este ritmo iba a desmontar a mi compañero y a mí me iba a hacer correr como una nena.

Lo que más me podía preocupar es que era complicado buscar un sitio con sombra en un hospital como para poder huir por él....

Cree una bola de nuevo y se la lancé, con un poco de suerte en algún momento comenzaría a cansarse ¿no? Eso sí, momentos antes eché un vistazo alrededor, quizás si hubiera un desfibrilador cerca...

Tom seguía forzando el cuerpo a cuerpo con el forzudo a pesar de éste parecía querer fijar su atención en tí. Tu amigo sin embargo no le dejaba otras opciones. Le clavó con fuerza los dientes esta vez como si de un vampiro se tratase, lo que le causó un sonoro grito al chalado de vuestro enemigo. Este entonces lo agarró del cuello y volvió a lanzar a Tom hacia la pared. Para tu consternación, terminó cayendo abatido, sin fuerzas por para ahora para levantarse.

La buena noticia era que el musculoso parecía encontrarse debilitado ahora. Sacudió la cabeza como si estuviera mareado y caíste en la cuenta de que parecía envenenado.

- Bájate los pantalones, putita. Te quiero hacer una mujer de verdad.

Comentaba mientras se apoyaba en una pared.

- Te voy a follar tanto que parirás trillizos.

Trató de enderezarse y localizar dónde te encontrabas, se fijó en que estabas delante y echó a correr hacia tí.

- Ni que tú fueras un hombre de verdad... - Le tuve que responder pues la verdad era que no lo creía. Simplemente era una especie de mastodonte sin cerebro que iba por ahí violando mujeres. No sabía si me podía resultar más repulsivo, la verdad.

Esperé a que se acercara a mí y luego desaparecí, para aparecer prácticamente en la otra punta del pasillo. Sin decir ni una palabra me puse a buscar lo que creía que me ayudaría a terminar con él, un desfibrilador con el que poder achicharrarlo. No creía que su corazón fuera también ultrarresistente ¿no? Lo comprobaríamos en cuanto encontrara uno.

Comencé a buscar aquí y allá, y fui toreándolo apareciendo aquí y allá, siempre lo suficiente lejos de él como para que no pudiera cogerme.

- ¿Dónde leches los esconden? - Iba abriendo puertas y mirando salas. Me serviría también una máquina de radiografías o lo que fuera, a fin de cuentas, podía sobrecargarla controlándola, pero vamos, con el desfibrilador sería todo mucho más fácil y rápido.

Con una serie rápida de teleportaciones eras capaz de moverte de un lado para otro hasta que diste con una máquina preparada para ello. La planta había estado en uso hacía poco así que habían diversos aparatos.

Lo que no te daba buena espina era el sonido de puertas partirse conforme el forzudo iba derribándolas.

- Zorra, lo que quieres es que me aleje para poder llevarte al capullo que ha venido contigo. Ahora verás lo que le hago. Le voy a aplastar los ojos como hacía Montaña. Y va a ser culpa tuya.

Escuchaste sus pasos dando la vuelta, dirigiéndose teóricamente hacia el cuerpo de Tom el cual seguía abatido en el suelo incapaz de defenderse.

- O puedes dejar que te coja y te folle. Entonces me lo replantearé.

La idea hubiera estado bien de no ser porque lo que verdaderamente estaba pensando era de deshacerme de él para siempre. En realidad, ni siquiera me sorprendió estar totalmente convencida de que aquel hombre enorme merecía la muerte, cosa que a cualquier otro seguro que hubiera traído algún dolor de cabeza.

- ¡Espera!

Intenté pararlo como si sus palabras hubieran estado acertadas.

- No le hagas daño. Me quedaré quieta.

Ahora que tenía lo que necesitaba necesitaba que se acercara.

Sin ni siquiera moverme hacia el aparato me concentré en él, queriendo que se encendiera y se pusiera a tope.

- Te daré el sexo que quieres a cambio de su vida. - Y una leche le iba a dar.

El bruto ni lo pensó dos veces, al escuchar tus palabras se giró, pero antes de hacer nada agarró el cuerpo de Tom, arrastrándolo mientras se encaminaba en dirección al sonido.

- Ven aquí. Quiero verte.

Para tu desesperación con el cuerpo de tu amigo sujeto era bastante posible que la corriente eléctrica llegara hasta él. Tom te comentó que contaba con un sistema regenerativo pero eras incapaz de saber si le ayudaría en algo en estas circuntancias.

- Ponte de rodillas porque tenemos que jugar a algo tu y yo.

Iba diciendo mientras en su retorcida mente ideaba la clase de juego que ya estabas imaginando.

- No querrás que le reviente los ojos, ¿a que no? Tranquila que cuando terminemos me preferirás a mí mil veces antes que a él.

Aparecí lo suficientemente cerca suyo como para que me viera, pero tampoco al lado, nadie era tan masoquista para ello. Además que ya había visto cómo se las gastaba con las mujeres, eso por no decir que era feo hasta decir basta.

- Estoy aquí. - Sonreí como si me gustara, cosa que jamás sucedería al menos, en esta vida y luego, abrí la chaqueta que llevaba para que pudiera ver la mercancía que se escondía bajo ella.

- Cuanto más atento estés a otras cosas mejor. - Con un poco de suerte soltaría a Tom.

Eso sí, jamás hubiera pensado que un día iba a tener que usar mi cuerpo para algo como esto.

Me puse de rodillas como me pidió, a fin de cuentas, me daba igual freírlo estando de pie o estando de rodillas y recoloqué mi camiseta mientras lo hacía, haciendo que mis pechos aún se vieran más.

- Suéltalo hombre. No te apetece más agarrar alguna otra cosa... - Se lo estaba dejando bien claro y prácticamente entre estar de pie y lo que había bajado mi camiseta podía ver mis pechos de sobra.

Lo que el pobre no sabía era que en cuanto se acercara pensaba freírlo y si no había soltado a Tom, pues tendríamos que probar hasta qué punto podía regenerarse ¿no? Lo bueno era que si se le paraba el corazón, tenía un desfibrilador a mano ¿no?