Partida Rol por web

Como ya sabías el tipo no era precísmente un cerebritos así que al ver a una mujer tan espectacular obedeciéndole el resto de cosas parecieron perder importancia. El grandote dejó caer el cuerpo de Tom mientras se aproximaba y sin más dilación cogía tus magníficos pechos.

- Vamos a pasarlo muy bien juntos. Y será mejor cuando mi hermano se una a nosotros. Y los futuros hermanos.

Convirtió sus últimas palabras en un susurro. No estaba muy claro lo que quería decir pero parecía habérsele ido la olla. Posiblemente nunca tuvo demasiada capacidad para razonar.

Para tu sorpresa el cuerpo de Tom se contorsionó ligeramente y el hombre logró apoyar una mano con la palma en el suelo. Pareciera que trataba de recobrar el conocimiento pero se encontraba aturdido. No lograba incorporarse todavía pero si era cierto que regeneraba, todo indicaba que estaba recuperándose.

Mientras, el tiparrón había sobado bien tus pechos.

- Ahora tienes que decir que te gusta cómo te toco.

Decía con una sonrisa salida propia de un chalado. No podía describirse de ninguna otra manera.

- Sí, claro, eso estaba pensando yo precisamente, en montarme una orgía con una panda de orangutanes... - Pensé cuando dijo aquello de que sería mejor con sus hermanos, aunque claro, con lo de futuros hermanos pude deducir que a estos también los habían fabricado. Este doctor iba a resultar ser toda una joyita.

Por otro lado, mis pensamientos sexuales, que con mi edad solían ser bastantes, no habían llegado nunca hasta esos extremos. No es que tuviera demasiada experiencia como para ciertas cosas. Era lo que tenía sacarse una carrera y cantar en un grupo de música, que no te dejaba mucho tiempo ni para pasártelo bien.

Al menos, pude ver como Tom parecía moverse un poco, aunque esperaba que lo hiciera rápido porque estaba viendo la cosa bastante complicada.

Aquel hombre tan asqueroso me puso las manos encima y yo, bueno, tuve que hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para no apartarme. Era la primera vez que un hombre que me daba asco, pero mucho asco, me ponía las manos encima y la verdad, es que era una sensación que no le recomendaba a nadie.

- Joder, joder, joder...

Al decir aquellas palabras estuve tentada en responderle que era imposible que a ninguna mujer la gustara que la tocara, pero en aquel momento pensé que en aquel mismo momento podía poder en práctica mi plan y sonreí satisfecha.

- Claro que me gusta, grandullón. - No estaba pensando en cómo me sobaba precisamente, sino en que me gustaba que estuviera tan cerca.

Para que siguiera entretenido, pues era lo que necesitaba, bajé el tirante de mi camiseta, junto con la copa del sujetador y bueno, claramente apartó la mano para ver lo que le mostraba.

- Vamos a comprobar si es verdad que los hombres pierden el sentido cuando ven tetas...

Así, mientras él me miraba, moví las manos para agarrar las palas del desfibrilador y directamente las coloqué en su pecho antes de darles marcha. Si no conseguía detenerlo con aquello no sabía con qué iba a poder hacerlo.

Edward tenía una sonrisa de salido rematado pero en cuanto colocaste el aparato y lo pusiste en marcha la expresión se desvaneció pues sólo podía sentir una sobrecarga eléctrica directa hacia su pecho amenazando con parar su corazón. Temblando debido al exceso eléctrico, se había quedado pegado a la máquina y cuando ésta se quedó sin energía directamente cayó hacia un lado golpeándose con la pared y después contra el suelo. Por suerte el fortísimo ataque le había dejado sin las escasas fuerzas que quedaban después de vuestros otros golpes.

El chalado quedó en el suelo inconsciente mientras que tu amigo Tom estaba recuperando la consciencia y se sentaba en el suelo tratando de aclarar su cabeza. Dado que no se fijaba en tu cuerpo semidesnudo todo parecía indicar que aún no estaba consciente del todo.

- Kelsey...

Llevó una mano a su cráneo el cual había sido estampado momentos antes pero ahora tenía mejor aspecto.

- Te lo has cargado...

Pudo ver al tiparraco en el suelo y entonces hizo un esfuerzo para pasar al siguiente nivel que era ponerse en pie. Las heridas se habían cerrado en parte.

Por un momento me quedé observando cómo caía el cuerpo de aquel hombre, mientras conseguía recomponerme después del mal rato que acababa de pasar. Por un momento pensé que debería sentirme mal por arrebatarle la vida así a alguien, pero después recordé lo que le habían hecho a la mujer del día anterior, que venía a ser lo mismo que me hubiera hecho a mí, y no, definitivamente no había hueco para ningún remordimiento. Aquel animal estaba mucho mejor muerto.

Levanté la cabeza hacia mi compañero al escuchar mi nombre. La verdad es que sí que parecía que podía regenerarse, aunque seguro que tenía que dolerle todo después de los golpes que le había dado el animal este.

- Sí... - Dijo como a regañadientes, pues no me había gustado un pelo lo que había tenido que hacer para mantenerlo a otra cosa.

Me coloqué la ropa antes de que Tom se diera cuenta de cómo estaba y me dirigí hacia donde estaba él, para ayudarlo a incorporarse.

- ¿Puedes moverte?

Lo bueno era que podía llevármelo a saltitos por las sombras y que no tuviera que caminar durante un rato, así seguro que iba recuperándose un poco más rápido ¿no?

Tom parecía indicarte que se estaba recuperando y con un poco de ayuda por tu parte logró ponerse en pie.

- Este ya está fuera. Sigamos por el pasillo no sea que vuelvan más monos o más "gorilas".

Comentaba refiriéndose a vuestros enemigos incluyendo al musculitos. Enseguida se fijó en el aparato que habías dejado en el suelo y sonrió suponiendo cómo lo habías puesto fuera de combate.

- La noche pasada no me pudo vencer pero mira, hoy la cosa ha estado más jodida.

Hizo un gesto indicando la dirección del pasillo. Pero ya habían algunas figuras al fondo que antes no estaban. Unos hombres permanecían allí en pie y todos eran iguales. Eran varios "Andrew" que se apelotonaban y parecían confusos en realidad, por la forma en la que se bamboleaban sus cuerpos. La respuesta correcta es que parecían drogados pero allí estaban, bloqueando lo que parecía una sala de cirugía.

- Espero que no haya muchos más como este, que no sé que ha dicho de sus hermanos... - dije por lo bajo pensando en que no iba a dejar que todos me sobaran las tetas a su antojo. Ya bastante iba a tener con desinfectarme la piel después de esto. Iba a frotármelas bajo la ducha hasta que se me quedara la piel rosa.

Estaba claro que todos los días no eran iguales y bueno, yo había tenido que improvisar como había pedido. Menos mal que se me daban bien los aparatos eléctricos y siempre se me ocurrían ideas un poco retorcidas. Eso sí, me di cuenta de que miraba el desfibrililador y sonreí.

- He visto muchas películas de serie B en mi vida.

En aquel momento recordé otra cosa.

- Si ves jeringuillas cógelas, si usas una con aire se la clavas en este lado del cuello, cuando el aire llegue al corazón palman. También lo he visto en una película, pero creo que es verdad. - Era informática, no médico.

Llegamos a la zona donde había muchos hombres como Andrew, lo cual, sería eróticamente llamativo para cualquier mujer, sino fuera porque verlos en directo era de lo más macabro.

- Andrew es atractivo, pero no sé si para que lo repitan tantas veces. - Dije queriéndole quitar hierro al asunto. - ¿Crees que podremos pasar sin problemas? Parecen droguis.

Tu compañero escuchó todas tus palabras aunque parecía un poco extrañado ante el tema de la jeringuilla. De hecho te enseñó las uñas que se habían vuelvo negras, feas.

- Acabaré con ellos usando esto. Es más doloroso.

Decía con una sonrisa de satisfacción.

- Ahora en serio, hay que sobrepasarles y la mejor forma va a ser cargándoselos. Mira, parecen unos descerebrados y no creo que sean personas, sino cuerpos sin raciocinio.

Por la forma en la que se bamboleaban o era cierto o los habían drogado hasta arriba a todos ellos. Una voz grave se escuchó entonces desde el fondo del pasillo.

- ¡Capturadlos, vamos! No hay tiempo que perder. Traedlos a las camillas.

Decía descubriéndose como la inteligencia detrás de esos clones, pues el numeroso grupo os prestó ahora más atención y comenzaron a caminar hacia vosotros.

Tom entonces volvió a cruzar la mirada contigo.

- Los puedo torear mientras tú llegas al otro lado. Por lo visto tampoco es que planeen matarme.

Tu amigo volvió a observar a los Andrew y sonrió porque ya parecía tener planeado que iba a ir a divertirse contra ellos.

Yo le estaba dando ideas, pero él prefería pelear con sus armas.

- Bien, pero intenta que no te vuelvan a dejar inconsciente, no pienso volver a dejar que me... - Al darme cuenta de que iba a decir lo que acaba de hacer cuando estaba inconsciente me abochorné poniéndome un poco roja, pero luego simplemente miré a los Andrew, justo en el momento en el que se escuchó aquella voz.

Asentí cuando dijo aquello de llegar al otro lado y asentí.

- Ten cuidado.

Así intenté teleportarme a la primera sombra que hubiera en aquel lugar. En caso de no haberla, estaba claro que iba a tener que esperar a que Tom empezara a repartir palos para poder echar a correr pasillo hacia delante.

Tom de inmediato te guiñó un ojo y caminó hacia el grupo de Andrews justo cuando desaparecías y hacías acto de aparición detrás de ellos, en la sala al fondo.

Andrew estaba allí, en una camilla bien atado. Otro hombre andaba cerca y lo peor fue que pudo percatarse de tu aparición. Era delgado y con unos sesenta años. Alguien ya mayor. Al fijarse en tu presencia abrió los ojos y tenía en sus manos una jeringa llena de algún líquido transparente.

- Y tú quien eres. Sí, esa chica de los ojos rojos, me han hablado de ti.

Era la misma voz que daba instrucciones a los clones. Tras aquellas palabras ladeó un poco la cabeza.

- Te daré dinero si no sigues adelante. Una gran cantidad.

Ofreció de inmediato. No se le veía especialmente nervioso y la jeringa no la había soltado.

Levanté una ceja cuando aquel hombre me dijo que me daría mucho dinero, pero entonces me quedé pensando que de querer robar podría hacerlo sin problemas con eso de poder teleportarme y controlar las máquinas. De todas formas, nunca me había dado por ahí y aunque en algún momento pudiera hacer algo así, robaría a un banco o a algún multimillonario para el que fuera sólo calderilla lo que le había cogido.

- Quiero al hombre que tienes en la camilla.

No iba a mantener ninguna conversación más con aquel tipo, no fuera a ser que estuviera haciendo tiempo para alguna cosa y tan pronto dije aquellas palabras, le lancé una de mis bolas de oscuridad, aunque lo hice centrándome en su mano para que se deshiciera de aquella jeringuilla.

- Pobre Andrew lo que ha tenido que pasar.

Así, mi objetivo era reducir a aquel maldito doctor sicópata, aunque luego dejaría que fuera Tom el que decidiera qué quería hacer con él, pues yo no me fiaba demasiado de dejarlo vivo viendo que lo que había creado iba matando gente y violando mujeres por la ciudad.

El cirujano abrió un poco la boca un tanto sorprendido por tu petición.

- Quieres a este hombre. Pero es mío. Su mutación... es tan valiosa.

Abrió los ojos desmedidamente embriagado por aquél pensamiento.

- Sé lo que eres. La piel clara y los ojos rojos te delatan... no está bien que conversemos tu y yo.

Entonces se remangó un poco la camisa mostrando en su brazo derecho algo como un brazal de cuero oscuro pegado a él. El hombre se apresuró a apuntarte mientras bajaba la mano y eso que parecía un brazal viste que tenía una apertura delantera. Parecía que iba a atacarte y apenas tenías tiempo para reaccionar.

Podría ser muy listo, pero con esas frases no le iban a dar el premio novel de literatura.

- ¿Mi piel blanca tiene algo que ver con las mutaciones? - Definitivamente era un poco idiota, porque siempre había tenido un color de piel que como me pillaras recién levantada parecía una mezcla entre zombi y enferma terminal.

De todas maneras tampoco me apetecía entablar una conversación con aquel tío, pues sólo quería salir de allí lo antes posible. La última vez que me había puesto a hablar con uno me había sobado entera.

Sabía que de alguna manera me iba a disparar así que hice lo mejor que podía hacer. Me teleporté a su espalda y clavé la jeringuilla que había cogido antes, cuando se lo había explicado a Tom, y apreté para que el aire entrara en su torrente sanguíneo.

- Espero que esto que sale en las pelis sea verdad y te mueras, cabrón. - Pensé desde allí detrás.

Tras eso, le empujé hacia delante para que perdiera un poco el equilibrio.

Un gran chorro de lo que parecía a simple vista nitrógeno líquido emergió del brazalete abarcando un gran área pero en ese instante tu cuerpo desaparecía y aprovechaba las sombras existentes para emerger de nuevo. Habías terminado detrás suyo. Te abalanzaste sobre él. Para entonces el cirujano o lo que fuera estaba girando el cuerpo rociando toda la sala, aunque siguiendo una trayectoria que no iba a dar contra Andrew así que estaba a salvo.

Para cuando estaba a punto de lograr apuntarte habías llegado encima suyo clavando la aguja. Por desgracia no pudiste apretarla completamente. Ese haz de nitrógeno te impactó ahora y te lanzó hacia atrás, golpeando contra con una maquinaria. El abdomen se te había congelado doliendo horrores.

El hombre se llevó la mano al cuello mientras caía al suelo, tembloroso. Se golpeó con la palma de la mano en el propio cuello, como si eso fuera a servir de algo. Entonces algo desconcertante pasó ante tus ojos. Abrió la boca y todo un enjamble de insectos rojos del tamaño de avispas comenzó a surgir. No en tu dirección, sino alejándose, hacia el pasillo. El cirujano se desplomó en el suelo entre estertores.

Algo más llamaba tu atención. Una de esas avispas cambiaba el rumbo, yendo directa hacia el paciente, todavía en coma.

El dolor de aquel impacto fue terrible. La verdad es que era la primera vez que recibía un golpe como aquel y aunque grité de dolor e incluso se me saltaron las lágrimas, de alguna manera saqué fuerzas para volverme a poner al menos de rodillas.

Me quedé con la boca abierta al ver a aquellos insectos, pero entonces, en una fracción de segundo, mi mente se puso a divagar sobre si eso era lo que estaría obligando al doctor hacer aquellas cosas.

Al darme cuenta de que una cambiaba su rumbo, mi cerebro de detuvo y levanté la mano para apuntar a la abeja, o el bicho que fuera, que iba en dirección a Andrew.

- ¡No lo toques! - Grité para darme cuenta de que aquello hacía que me doliera allí donde me habían disparado aquel líquido.

Así, dejé escapar la oscuridad de mis manos para tratar de deshacerme del insecto que parecía querer algo de Andrew, pues ahora mismo, él era allí la víctima pues no podía defenderse.

Un poderoso rayo de esa energía oscura se proyectó desde tu mano y el insecto desapareció entonces de la vista. Tenías la impresión de que habías logrado eliminarlo pero el resto de bichos ahora ya no estaba allí tampoco. Ahora dentro de esa habitación se hacía el silencio pues el cuerpo del cirujano dejaba de temblar y quedaba inmovil. El hombre había babeado un poco y mantenía los ojos abiertos, mirando al techo.

Fuera parecía haber más movimiento. Se escuchaban los gruñidos de alguien.

- ¡Soltad!

Exclamaba Tom, al parecer forcejeando contra los clones de Andrew mientras el joven seguía en la cama, en estado comatoso.

- ¡Muere!

Gritaba de nuevo emitiendo después un nuevo gruñido y a continuación golpes contra la pared. La puerta se abrió dando paso a tu compañero, el cual jadeaba y se palpaba un poco después la nuca.

- Cuánta mierda. Mira, te he logrado alcanzar.

Tom comenzó a fijarse en la sala la cual tenía rastros de hielo. Eso le hizo forzar un gesto de incredulidad.

- Hielo, clones zombie, monos y avispas, pero qué sentido tiene todo esto. ¿Estás bien?

Me quedé con los ojos entrecerrados mirando a mi alrededor cuando el insecto desapareció, pues aquello había sido tan raro que incluso me había puesto los pelos de punta, pero no me moví, pues como volviera a ver otra cosa extraña atacaría de nuevo.

En cuanto escuché los reniegos y gruñidos de Tom me sentí más tranquila, aunque como aún estaba pensando en todo esto, sólo levanté la cabeza para mirarlo, mostrando claramente que mis pensamientos estaban a otra cosa.

- Sí, estoy bien, - Respondí. - pero tengo la sensación de que el doctor sólo estaba cumpliendo la voluntad de otra persona.

Aquello era lo que mi mente había sacado en claro con lo que había visto, pero de ahí que no dijera que estaba segura de que mi razonamiento fuera lógico, pues la verdad es que en todo aquello lo único que no se podía hallar era eso precisamente, la lógica.

Él no tenía muy buen aspecto aunque pudiera curar sus heridas con cierta rapidez.

- Tenemos que llevárnoslo no vaya a aparecer alguien más. - Me acerqué a la cama en la que estaba Andrew.

Tom no parecía muy herido y el cansancio se esfumó con bastante velocidad, permitiéndole erguirse de nuevo y mirar tanto la sala como el hombre tendido en coma.

- Andrew...  En vez de llevarlo a ningún sitio lo podríamos dejar en el ascensor a ver si alguien lo encuentra cuando se abra, ¿o dónde lo llevamos si no? Nosotros con este doctor muerto no pintamos nada aquí. Y el grandote de los músculos, ese tampoco va a seguir dando problemas.

El hombre te dirigió una mirada, refiriéndose con claridad a que pensaba acabar con su vida. Fijó sus ojos buscando que dijeras algo al respecto.

- Después de eso podríamos buscar pistas. Quizá haya algo más. Porque si es como dices y hay alguien más detrás, o lo encontramos o nos buscará él, o volverá a hacer algo como ésto.

Tom parecía con intención de seguir adelante y no dejar cabos sueltos. Por sus palabras, ni contaba con la policía ni quería andarse con remilgos.

No me gustó absolutamente nada eso de dejar ahí a Andrew. ¿No les había preguntado en la cafetería mil veces a dónde nos lo podíamos llevar? Dentro de mi cabeza si habíamos entrado el hospital a ayudarlo era porque ahí no estaba bien y bueno, quién decía que esas abejas o lo que fueran no podían volver a quedarse con otro doctor y estar en las mismas...

Por más que quería buscar una solución rápida, la verdad es que no tenía dónde meter a un hombre en coma y que recibiera todas las atenciones que pudiera necesitar.

- Esto es una mierda...

No se me ocurría nada más en aquel momento así que tuve que claudicar.

- Pues vale, lo dejamos en el ascensor entonces.

Asentí a las siguientes palabras que dijo, pero no participé en el resto de la conversación. Con todo lo que habíamos hecho por ayudarlo y ahora tenía la sensación de que lo dejábamos ahí tirado en el hospital.

Tom se encontraba un poco atado y se quedó mirándote.

- Mira, sólo podríamos hacer una cosa que sería pagar otro sitio en otro hospital y para eso tendríamos que conseguir dinero.

El hombre estaba pensativo.

- Si tuviéramos un doctor influyente de confianza sería diferente, pero Anthony no llega a serlo, sin embargo quizá conozca a alguno. Podemos ir a buscarlo.

Anthony no había vuelto y habían ido tras él un puñado de esos monos que parecían sacados del planeta de los simios.

- Si conseguimos llegar abajo podemos dar una vuelta en la moto, a ver si damos con él. Seguro que está deseando que demos con él.

Arrugó un poco los labios imaginándose que podría estar en un apuro.

La verdad es que estaba jodido eso de trasladar a Andrew así sin más, aunque claro, siempre se podía hacer algo de trampas con ese dinero.

- Nunca lo he probado, pero con un ordenador quizás pueda hacer aparecer dinero de la nada... - Era cuestión de probar. - Aunque igual es más sencillo ir a un cajero y hacer que empiece a soltar billetes... - Sería robar a un banco para ayudar a una persona ¿no?

Ahí no lo veía mal, pero tampoco era idiota y sabía perfectamente que eso sería robar.

Entonces habló de Anthony y asentí.

- Vamos a buscarlo no vaya a estar en algún lío, sí.