Partida Rol por web

Richard echó la puerta abajo como si fuese una lámina de papel y ambos entrasteis en la habitación emulando a un auténtico equipo de asalto. En el interior, sin embargo, no encontrasteis lo que esperabais. Hobbart estaba sentado tranquilamente en una silla, con un botellín de cerveza en la mano, y al lado de un sofá en el cual se encontraban Simonson y Lentwood.

Solomon estaba de pie, mirando a través de la ventana del fondo.

Había una gran pantalla delante, ocupando casi toda la pared, y parecían estar dando algún tipo de programa insulso y sin importancia. Todos se giraron sobresaltados para ver que había sucedido, aunque ninguno efectuó movimiento violento de ningún tipo.

-Bien, bien, bien. La verdad es que les echábamos de menos. Precisamente hablábamos de ustedes, de cómo habían logrado deshacerse de las fuerzas del orden que les están persiguiendo -comentó Solomon sin inmutarse demasiado.

Al ver vuestras armas, dio un paso hacia vosotros.

-Las armas no son necesarias, agentes. Ninguno de los que estamos aquí somos una amenaza para ustedes, ¿verdad, agente Hobbart?

Desde luego que no. No me importa en lo más mínimo que mataran a mi pellejudo. Nunca he soportado a los androides. Lo siento, Joy, pero así es. En mi opinión, deberían retiraros a todos. Por cierto, ¿te apetece una cerveza, Richard?

Lo que estaba escuchando era inaudito. ¿Estaban todos en el ajo? ¿Qué estaba pasando en realidad? ¿Qué clase de conspiración habían urdido entre aquellos cuatro individuos? Lo cierto era que ninguno de ellos parecía transmitir hostilidad hacia ellos, ni mucho menos parecían estar nerviosos ante la idea de estar siendo amenazados con armas de fuego. ¿A qué venía tanta seguridad en que no iban a usarla contra ellos?

En ese momento habló Hobbart. Parecía hasta contento de ver a Richard Willis. Era como si nada hubiera pasado entre ellos. Como si hubieran sido compañeros y amigos de toda la vida. Incluso se atrevió a decir que le importaba más bien poco la muerte de su compañero replicante y que hasta le había hecho un favor librándole de él. Joy no entendía nada y en esos momentos se encontraba cortocircuitada sin poder dar crédito a lo que veía y oía. 

Lo que si tenía clara era una cosa. Sólo Richard podía arreglar la situación. Por como había hablado Hobbart de los nexus, estaba claro que a ella iban a hacerle poco o ningún caso, así que sólo quedaba esperar a la reacción de su compañero. Ella por si acaso no bajaría el arma, expectante ante lo que Richard decidiera hacer o decir a continuación.

La patada fue como un ariete y para mí sorpresa reventó la cerradura y se abrió de par en par entrando de forma coordinada con Joy en la habitación preparados para disparar, pero lo que nos encontramos en el interior me pilló totalmente sorprendido. ¿Pero qué cojones? Estaban todos metidos en el ajo.

Clavé los ojos entre todos los allí presentes con el ceño fruncido y en silencio escuchando todo cuando decían-Lo siento Simonson, pero permítame que dudemos de sus palabras, por lo que a mí respecta, todos son una amenaza- contesté mirando a continuación a Hobbart con furia.

-¿En serio me estás ofreciendo una cerveza? ¿Después de ver como tú Nexus mataba a uno de mis contactos? No me vengas con monsergas y vais a contarnos punto por punto cuál ha sido la causa de todos estos asesinatos-dije con tono serio desplazando el cañón de mi blaster de unos a otros-pero de momento todos los brazos arriba y vais a decir quién está armado de vosotros, no quiero que a nadie se le escape el dedo y suframos un accidente, Joy, cachealos, con cuidado-le dije a mi compañera mientras no apartaba ojo de todos los allí presentes.

Ninguno de nosotros va a hacerles daño, agentes -dijo Lentwood, poniéndose en pie -. En verdad, ahora ya nada de esto importa. La capitana tiene órdenes de sus superiores de detenerles y nosotros ya tenemos lo que queríamos. No hay razón para seguir con todo esto. ¿Y si lo que está pensando es en llevarnos a la comisaría, no será necesario, verdad, Comisionado?

El comisionado Foley salió del cuarto de baño abrochándose la bragueta y también con una sonrisa en el rostro.

-Desde luego que no. Agentes, pueden entregar sus armas ahora o cuando los detengamos, eso es elección suya, pero no es necesario que haya más derramamiento de sangre. Todo ha acabado. Ahora si me disculpan, tengo trabajo que hacer.

Foley ni siquiera se fijó en vuestras armas. Simplemente, os esquivó y salió por la puerta como aquella fuese su casa.

Se trataba de una difícil decisión. Aquella gente se mostraba muy segura de si misma. Su actitud era muy prepotente. Creían que estaban totalmente a salvo pese a estar siendo apuntados por dos blasters. Estaban muy equivocados. No había nadie más peligroso que quien nada tenía que perder y ellos dos en aquel momento eran de ese tipo de personas.

Joy miró a Richard. Entre ellos se había creado un vínculo muy fuerte. No hacían falta palabras para comunicarse entre los dos. No hacía falta más que un simple gesto para saber que era lo que el otro quería hacer o decir en cualquier momento y en ese momento la mirada de Joy Blessing transmitía a su compañero una clara idea: "la única forma de salir de aquí victoriosos es zanjando el asunto a base de fuego".

A Joy le bastaría un mero gesto de Richard para comenzar a descargar su arma contra aquellos fantoches adinerados y poderosos. Habían tenido al menos la deferencia de reunirse todos en un mismo sitio para ser acribillados. Todo un detalle por su parte después de todo lo que les habían hecho correr de un lado para otro. Sí... Joy Blessing no veía otra opción mejor que morir matando... Todo dependía ahora de su compañero humano.

Ah, por cierto, agentes. Yo no recomendaría que siguiesen con esa actitud. La capitana, esa compañera suya, Kelly, creo que se llama, y otras personas, sufrirían enormemente por su decisión. Así que si fuera ustedes, bajaría las armas y cogería una cerveza, como ha sugerido el agente Hobbart, ahora que todavía disponen de tiempo. Además, así podrán ver el nuevo anuncio de nuestra compañía.

Cuanto más lo pensaba y desgranaba lo que estaba ocurriendo en aquella habitación, quedaba claro que todo terminaba allí y ahora, sus rostros demostraban triunfo y seguridad en sus palabras, pero lo peor vino cuando nombraron a la Capitana y a los seres queridos...eso terminó por convencerme lo suficiente y bajé poco a poco el arma.

-Si sabían desde un principio que todo iba a llevar a éste final ¿para que solicitar nuestros servicios como investigadores, por qué no cargárselo a cualquier otro detective?-dije con furia contenida-¿por qué meter a dos Blade Runners? Acaso necesitaban unas cabezas de turco para salir airosos de toda esta mierda?-apreté la mandíbula, mi dedo acariciaba el gatillo y la idea de volarles la cabeza era tentadora, pero inútil y absurdo-la cerveza me la suda y el anuncio aún más, quiero respuestas ya y no crean que nos vamos a dejar detener, no somos culpables de nada-

Hobbart sonrió primero y escupió una risa tronadora después. ¡Le encantaba encontrarse en aquella situación!

-Richard, Richard. No sois cabezas de turno. Lo único que sucede es que os habéis metido en medio de algo que ni siquiera domináis. ¿No es así, señor Solomon?

Así es, en efecto. Lamento que todo haya terminado así para ustedes, agentes, pero si no se hubiesen empeñado en perseguir a nuestro androide todo habría sido más sencillo -dijo Solomon, girándose entonces hacia el televisor con mucho interés -. Creo que aquí viene.

La pantalla del televisor se transformó en una serie de escenas que mostraban aglomeraciones de coches, fábricas, contaminación, colas en las tiendas, llantos, desesperación y muerte, todas en blanco y negro. Era una imagen desoladora, mientras de fondo, una voz grave emite su juicio, todo ello bajo la música de Vivaldi:

"El hambre es la muerte.

Nuestro mundo desaparece mientras nadie ofrece soluciones.

Pero todo eso va a cambiar...

De repente, las escenas cambian y de fondo se escucha la música clásica variada, con imágenes de niños y familias enteras riendo, abrazadas, disfrutando del campo y el cielo azul.

"Soylent nace para darte todo lo que necesitas.

Todo el alimento que necesitas, para todo lo que quieras.

Reserva ya tu Soylent Red y Soylent Yellow, antes de que se agoten.

Porque pensamos en ti."

Lentwood se vuelve sonriente hacia vosotros. 

-Verán, agentes. El señor Solomon y yo hemos fundado una nueva empresa. Soylent. Y me temo que únicamente el señor Simonson aquí presente estaba de acuerdo con nuestras ideas. Pero afortunadamente, ya no queda nadie para oponerse y todo esto será para bien, porque a partir de ahora, todo el mundo tendrá toda la comida que necesite. Comenzaremos lanzando el Soylent Red y Soylent Yellow y dentro de poco haremos lo mismo con un nuevo producto, Soylent Green. Con ella todo el mundo tendrá todas las proteínas, minerales y vitaminas que necesitamos. Supongo que eso no les parecerá mal, ¿verdad? En realidad no sé por qué estaban en contra.

-Señor Lentwood, nuestra única misión era descubrir quién era el asesino de aquellas personas, no estoy en contra de erradicar el hambre en el mundo, es más me parece perfecto, pero ¿no ve un poco radical matar a las personas que se oponen? ¿y si es algo tan positivo para todo el planeta por qué se oponían?-pregunté clavando los ojos en el hombre ignorando el anuncio-¿otro negocio turbio escondido tras esos nuevos productos? estoy seguro que si ¿pero qué más da? matarán a quien haga falta para proteger su inversión y realmente por mucho que intentemos destapar toda ésta mierda no conseguiremos nada ¿verdad?-seguí mirando a Lentwood soltando un profundo suspiro.

-Mire, sólo le pedimos un trato muy sencillo, nosotros nos olvidaremos de todo, nos facilitan unos pases para salir de la ciudad para unos fugitivos y no iremos a la prensa con toda la historia, nada más, es algo sencillo y no les costará nada-pensaba que era un trato justo, si no íbamos a lograr ganar esa guerra al menos deseaba que alguien saliese victorioso de todo aquel entuerto. Aquellos replicantes de las alcantarillas...lo único que desean es vivir ¿por qué negarles esa oportunidad?

No podía estar más de acuerdo con Richard. Joy Blessing había perdido la esperanza de salir victoriosa de aquella situación bastante tiempo atrás. De no sé por su programación y las leyes de la robótica que le impedían disparar contra un humano, ya lo habría hecho.

Al primero que se habría cargado habría sido al comisionado. Ese hijo de perra les había puesto pegas desde un primer momento. Habéis seguido con Hobbart y el orden de los últimos tres le daba un poco más igual.

Joy Blessing era cada vez más humana y menos replicante. Estaba experimentando uno de los sentimientos más primitivos del ser humano, el odio. Porque odiaba a esas personas que conspiraban para ganar aún más dinero y que lo hacían por encima de cualquier cosa.

Joy apuntó hacia el comisionado Foley y apretó el disparador. O al menos lo intentó, pero no pudo. Bajo la cabeza a la vez que bajaba el arma. Habían perdido y solo les quedaba saber si aquella gente iba a aceptar la propuesta de Richard.