Partida Rol por web

Club House, Lake Atwood

7 de Septiembre, 2001 - 20:17

La luz casi horizontal del atardecer le acompañaba en su entrada en Lake Atwood, rayando las líneas de la carretera y arrancando fuertes destellos en los cristales de los comercios que ya estaban echando las persianas, como si presintieran su regreso a casa. Aun con las gafas puestas, Darryl tenía que entrecerrar los ojos para ver con claridad. Había recorrido cientos de veces aquel camino, pero aquella vez tenía un sabor diferente, un regusto dulce y amargo al mismo tiempo. Volvía a casa, a su hogar, y el peso del parche bajo la firma de ‘Nomad’ pesaba cada vez menos. Sin embargo…

Las casas empezaban a espaciarse cada vez más. Había dejado atrás la comisaría, el Ayuntamiento, la casa de Dimitri, el cartel luminiscente que sobresalía en la ‘casa’ de Lena, el colegio donde había crecido, la pastelería Lorry’s Candy, el bar de Stev, y una innumerable lista de lugares que lo emborrachaban de nostalgia para, al final de la carretera, atisbar la tejavana sobre la que refulgía con fuerza el sol del atardecer y el cartel agujereado que decía Brothers of Mayhem. Su corazón le dio un vuelco con tantas ganas de acelerar como de darse la vuelta. Pero era la llamada del Club, y contra eso nadie podía hacer nada. Y menos él cuando, después de cuatro largos años, Mark en persona le había despertado una mañana para decirle ‘Vuelve a casa, hijo. El Club te necesita’.

Su mano se aferró al manillar e hizo rugir la moto, como un aullido de bienvenida. Sus hermanos le necesitaban, y él, como miembro de los Brothers of Mayhem, respondía.

Se sentía como un niño en sus primeros años de vida. Aquella sensación que todo el mundo sentía cuando cruzaba una nueva calle de su ciudad, cuando descubría algo nuevo que, pese a ser de algún modo familiar, se veía de una forma distinta. Así se encontraba Darryl a cada mirada que lanzaba a Lake Atwood. Todo estaba igual, pero a la vez era muy diferente, de algún modo para él aquellos cinco años no habían sido tan largos... o eso creía él. Sin embargo, se había visto totalmente alejado del club. Supo que volver entonces no sería una buena idea y se abrazó al parche de Nomad como un salvavidas. Pasaron varios años de ese modo  hasta que ella se fue y se quedó totalmente solo y vacío.

Su cabezota orgullosa se negaba a volver a casa con el rabo entre las piernas, pues la simple idea de escuchar un 'Te lo dije' de boca de Mark le provocaba ganas de soltarle un puñetazo al presidente. Por suerte, en aquel tiempo no había perdido el juicio y sabía que de ocurrir, sería lo último que hiciera en vida.

Sin embargo algo había cambiado. No había sido él, si no Mark, el que pidió que Darryl volviera. Un asunto de urgencia, una desgracia en el club que había acabado con varios members muertos y con el club herido. Sin la presencia de Raven fue muy fácil colocarse el casco y apretar el acelerador en dirección a Lake Atwood... y así había llegado a su destino.

Dejó la moto junto a las del resto que estaban allí, reconociendo varias y sin saber nada sobre otras. La Fatboy de Dimitri, la Superglide de Mark... bajó de su Night Train mientras se desabrochaba el casco con la calavera y las guadañas del club serigrafiadas en un lateral, dejándolo sobre el asiento. A diferencia de otros lugares donde había estado allí nadie intentaría robar el casco o tirar la moto. Lake Atwood conocía bien a los Brothers of Mayhem. Le echó un vistazo a la entrada del club y suspiró. No sabía si estaba preparado para aquello.

Tampoco tengo elección - pensó mientras caminaba hacia la entrada.

Con todo aquel huracán de pensamientos, cada vez más cerca, más seguro de que no había vuelta atrás, más envalentonado por la cercanía del Club, más vivo que con un trago fresco de vitae, Darryl se adelantó hasta el porche principal. Fue agradable estirar las piernas, deshacerse del casco y respirar aquella mezcla de bosque y gasolina tan peculiar. Todavía quedaban un par de personas en las mesas de fuera disfrutando de los últimos minutos de sol. Algunos miraron en su dirección, curiosos. Nadie que reconociese todavía.

La puerta principal se abrió y la figura esbelta y sonriente de 'Doggy' le salió al paso alzando los brazos con un grito de júbilo. ¿Quién sino? ¿Quién más que Max, con su cabeza rapada y aquella mueca burlona y sincera? Se abalanzó sobre él dándole fuertes palmadas en la espalda.

-¡Por fin! ¡Pensaba que no llegarías nunca, cabronazo!

Una segunda figura les embistió tan fuerte que casi se fueron los tres al suelo. Sin poder evitarlo, alguien empezó a revolverle el pelo con insistencia.

-¡Ya te vale tardar tanto! ¡Casi se nos acaba la priva! -gritó Dimitri, esperando su turno para recibir el merecido abrazo con ganas.

Detrás de este pudo vislumbrar con cierta dificultad cómo el resto de miembros iban saliendo. 'Junior', Mark, Eliot, y tres más que no le sonaban demasiado. Y también Laura, que se quedó algo apartada dejándoles espacio para el caluroso recibimiento.

Una amplia sonrisa invadió su rostro ante el efusivo abrazo, devolviéndoselo al Treasurer con ganas. Su alegría aumentó cuando Dimitri casi tiró a ambos, haciendo fuerza para mantenerse en pie.

- ¡Relajaos, hijos de puta, vais a romperme la columna sin posibilidad de partiros la cara! - dijo con una carcajada, apartando a los dos de un empujón - Y si se terminara la birra irías a buscarla en la burra, en bicicleta o en los hombros de Max. -

Dándoles una fuerte palmada en el brazo a cada uno se acercó al resto. Miró a Walter, a Mark y al resto. Abrió algo los brazos, encogiéndose un poco de hombros.

- He llegado lo más rápido que he podido, tíos. Me alegro de volver a veros. - una parte de si se relajó mogollón al notar que Sarah no andaba por las cercanías. Era la última persona con la que quería encontrarse... y se imaginaba que se acabaría dando de bruces con ella

Walter fue el primero en adelantarse y estrecharle la mano para después, con un tirón, juntarle y darle un sentido abrazo.

-Nos alegra tenerte de vuelta, muchacho -dijo con una sonrisa torcida que acentuó todas las arrugas de su rostro.

El President, aunque algo más frío que el resto -pero más caluroso que de costumbre-, también lo saludó con un fuerte apretón que le destrozó la mano, ya de por sí engarrotada de tanto tiempo en la carretera. Unas palabras de bienvenida en su línea, y después se apartó para que Eliot hiciera lo propio. El último en adelantarse fue el nuevo. Era un tipo de espaldas anchas y rasgos fuertes, el pelo negro como el carbón, una mirada profunda, bien  rasurado y una nariz distinguida que le recordó a la madre Rusia. Le sonrió con amabilidad y cara de circunstancias.

-Este es Christopher Malinowski. Nomad, también. Fue el primero en responder al llamamiento -explicó Walter que, como siempre, ejercía de relaciones públicas y patrón.

El hombre, no mucho mayor que él de aspecto, se adelantó para estrecharle la mano.

Bienvenido, Darryl. Encantado de conocerte.

- Oh. - dijo alzando una ceja, realmente sorprendido. Estrechó la mano de Christopher con curiosidad y no pudo evitar mirarle de arriba a abajo para estudiarle un poco. No parecía mal tipo, pero al fin y al cabo no le conocía de nada - Es un placer, Christopher. Gracias a todos. -

- ¿Cuántos más han venido aparte de Christopher y de mi? - preguntó alternando la vista entre el president y el vice, frunciendo ligeralmente el ceño - Aun así cuanto antes pasemos y me pongáis al día mejor será. -

-Nadie -aclaró Mark escuetamente, casi en un gruñido disconforme.

Uno de sus hermanos le palmeó la espalda acompañándolo hacia el interior y 'Doggy' mandó a uno de los prospect, de nombre Prince, a que le trajeran cerveza de inmediato. El muchacho asintió y salió disparado como una bala hacia el interior.

-Pero esperamos que vengan durante los siguientes días. Al menos un hermano de Florida y otro Nomad de California -comentó Junior con una esperanzada sonrisa. Laura se acercó a ellos y le miró un instante entre alegre y dudosa. Finalmente le dedicó un escueto saludo y se volvió a su padre para decirle que se volvía a casa. Walter le dio un beso en la mejilla y mandó al otro prospect que la acompañase-. Toda precaución es poca -dijo en tono preocupado.

Cuando entró en el lugar los buenos recuerdos le asaltaron una vez más. El olor a cuero y a cerveza, la música country sonando de fondo, incluso con aquel peculiar chirrido que producía un altavoz roto al que Dimitri le había lanzado una botella. Había algunos cuadros más, algunas fotos menos, un par de sofás nuevos que, francamente, pegaban mucho más con la decoración, y una preciosa Harley escarlata en la que habían estado trabajando. La Harley del fundador de los Brothers of Mayhem Arizona. Estaba expuesta en un lateral, sobre una pequeña tarima y con las diferentes serigrafías del Club. Era, sencillamente, preciosa.

Además de los múltiples cambios -que tampoco eran demasiados-, el Club estaba bastante lleno. Oscar Lonei estaba tras la barra, atendiendo a varios amigos del Club. Había croweaters, algunas conocidas, otras no, e incluso Lena Gold estaba en la barra hablando con un par de hombres. Prince llegó con su cerveza bien fría, y los saludos se sucedieron mientras esta se iba agotando trasgo tras trago. Buenas noticias, malas noticias, noticias que a nadie le importaban pero que se alegraba de oír sencillamente porque venían de alguien conocido, de una cara familiar. Los veteranos le dejaron a su aire, que descansara en los taburetes de cuero, en el sofá, que la gente le dijera cuánto se le había echado en falta por aquellos lares. Pero no duró demasiado el tiempo de relax. Media hora más tarde, cuando Darryl dejó el vaso vacío sobre la barra, Mark se levantó pesaroso del sofá y alzó la voz para decir que pasaran a la Sala.

Uno a uno fueron pasando a la sala tras dejar los móviles en una cajita a parte. La puerta doble de roble macizo tenía tallada a la parca con sus guadañas a la espalda, coronada por el nombre del Club: Brothers of Mayhem. A Darryl siempre le había fascinado lo lograda que estaba, las curvas y relieves cincelados en la madera oscura. Era una talla magnífica, sin duda.

La sala estaba tal y como la recordaba, con su terrible alfombra azul, que en algún momento había sido celeste, la amplia mesa, también maciza, en torno a la que se fueron sentando los miembros respetando la jerarquía; Mark al frente en la silla de cuero, VP y Sgt at Arms a su vera, etc. Darryl lo recordaba, y un pequeño pinchazo le dolió en el orgullo al ver su sitio ocupado por otro. Pero era lo que había. Al fondo seguía estando el armario acorazado en el que se guardaban armas y el dinero, y al que solo Maxwell tenía acceso. Además, de las pareces colgaba una enorme foto con los miembros originales del Club, la bandera americana y varios carteles ingeniosos o con normas, como el de ‘You don’t ride, You don’t vote’ o ‘brains before Bullets’. Ambos muy visuales e ilustrativos para los miembros del Club.

Cuando todos estuvieron sentados, Mark golpeó con el mazo para abrir la sesión, como solía. Un golpe seco, fuerte y directo que trajo el silencio absoluto.

-En primer lugar, darle la bienvenida a Darryl. Hemos tenido nuestras diferencias, pero estás de vuelta a casa –Hubo asentimientos, aprobaciones, Eliot incluso le palmeó la espalda, y un intento de aplauso por parte de Maxwell que el presidente aplacó con una mirada directa. Quizá porque no se lo merecía o porque estaba fuera de lugar en aquel momento-. Lamento que las circunstancias sean estas, pero, como todos sabéis, el Club se encuentra en una situación muy difícil. Durante los últimos meses las tensiones con los Burning Tire han ido aumentando. Han expandido sus negocios hasta Lake Atwood, y no dejan de meter sus zarpas cada vez más. Hace una semana, como ya sabéis, nos asaltaron durante una entrega matando a David y a Greg… -Un silencio tenso se apoderó del lugar durante varios segundos-. Y a Johan*. Travers está en la cárcel, la policía nos tiene cogidos por los huevos, los Prespect no están preparados. Sé que los ánimos están por los suelos, pero nos levantaremos.

Sus palabras, aunque lejos de conmoverlos como podrían hacerlo viniendo de Walter, fueron sentidas y firmes, y parecía realmente dispuesto a sacarlos de aquel agujero aunque fuese lo último que hiciera. Esa era la cualidad más notoria del President, seguramente, si fortaleza ante la adversidad.

Darryl le dedicó una mirada y una sonrisa agradecida a Doggy: realmente no era necesaria tanto aunque ya se sentía bastante agradecido por el buen recibimiento que había tenido. Volvió a pensar que todo aquello estaba siendo demasiado bueno porque aún no se había encontrado con Sarah, pero tendría que disfrutarlo en la medida de lo posible.

En su cabeza resonaban, junto a los del club, más dichos que habían sido su bandera durante todos aquellos años. Cosas como 'So many bikes, so few bikers' y aquellos colgados en el club no se habían resquebrajado ni con la influencia de Raven. Su mente se ausentó durante unos segundos al recordarla pero la potente voz de Mark le devolvió rápidamente a la realidad.

Torció el gesto ante aquello: era un asunto bastante peliagudo y si de verdad el club había salido herido de tal manera realmente era necesario que la gente volviera. Se sintió aún más satisfecho con estar de vuelta, además que nunca estaba de más patear a unos cuantos Tire.

Miró a cada uno de los integrantes de la mesa con determinación, buscando infundirles seguridad si advertían su mirada. Por último miró al president, con curiosidad. - ¿Tenemos un plan o estamos aquí para dar ideas? - le preguntó

El VP tomó la palabra, que siempre resultaba mucho más sensato para el desarrollo de futuras empresas o venganzas.

-El Club se encuentra, como ya sabéis debilitado. Descartamos una venganza en la primera reunión, al menos hasta que tengamos algo fiable sobre lo que actuar. -Se tomó un momento para mirarlos a todos, cerciorándose de que el mensaje calaba-. Tenemos entregas que hacer, y Ramírez está trabajando en el caso de Travers para que le concedan la condicional.

-Pero eso no significa que vayamos a dejar el asunto sin cobrar -apostilló rápidamente Mark, echándose ligeramente sobre la mesa imponiendo su figura.

Dimitri se recostó en la silla y dibujó una sonrisa maquiavélica.

-Por supuesto que no. Esos cabrones sangrarán por lo que han hecho.

El comentario levantó múltiples aprobaciones, incluida la del President.

Walter levantó una mano hacia el muchacho, apaciguando los ánimos.

-Nadie ha dicho eso. Claro que se merecen que Sander les dibuje unas amplias sonrisas. Pero hay que ser cuidadosos -Miró directamente a Darryl, quizá evaluando su posición al respecto-. Nos movemos sobre la cuerda floja. No podemos tomárnoslo a la ligera.

- Si se me permite... - dijo cuando todo el mundo calló, como pidiendo permiso para hablar. En cuanto vió que nadie ponía ninguna pega carraspeó un poco y apoyó los brazos en la mesa - Creo que si nuestra situación es de temporal debilidad ante ellos, hay que abarcar el asunto con métodos menos convencionales. -

Sonrió de forma similar a Dimitri, mirándole directamente. Quería demostrar que su ausencia había servido para algo e intentaría algún que otro truco de su época como ghoul.

- Creo que debemos aprovechar que ahora están confiados por el golpe. Si las cosas fueran al revés, posiblemente les dejaríamos su club herido para disfrutar más de su fracaso. ¿Para qué rematarnos si pueden saborear su victoria? - no tardó en continuar con rapidez, pues no quería dar una mala impresión - Hagamos que crean que estamos acabados, que continuamos nuestra vida porque ellos lo permiten. Bajarán la guardia, dejando de considerarnos un peligro. Mientras tanto, iremos recuperando poco a poco lo que es nuestro y cuando estemos más recuperados, juro por mi vida que pagarán por triplicado cada gota de sangre que le han hecho perder a los Brothers of Mayhem. Sufrirán el mismo revés que acabamos de sufrir nosotros... y no habrá una segunda oportunidad para ellos. -

Mark esbozó una mueca sardónica aprobando sus palabras. Sonaban a miel para su paladar.

-Ahora tenemos que centrarnos en cumplir -repitió queriendo grabar ese pensamiento en su propia mente.

-Queda otro asunto -comentó 'Doggy' en tono quedo, como si no quisiera entorpecer el buen ambiente y las ganas fanfarronas de todos los demás-. La droga. No podemos dejar eso para otro día...