Partida Rol por web

Glec era única escogiendo los momentos. 

-Cuando la forja se vino abajo quise dejar de ser freelance y entrar en nómina. Entonces pasaste de mí. Ni siquiera te molestarme en decirme que no. Y lo acepté. No me debes ninguna explicación, ni yo te la he pedido nunca. Pero si yo he dado ese tema por zanjado, no sé porque tú no puedes hacerlo. No hace falta que me lo recuerdes a cada momento que tienes ocasión. Respecto a lo del otro día en el hotel, simplemente te di una información que conseguí casualmente y que pensé que te podía interesar y otra vez vuelves con esa mierda. Mira...hace tiempo...cuanto ¿cuatro años que trabajo para ti? Y durante ese tiempo tanto La Forja te ha dado siempre más de lo que pedías. Probablemente eso para ti no signifique nada, pero para mi sí.  Es cierto que pagas bien, pero un poco de respeto no estaría de más.

Lo cierto es que las palabras salieron a borbotones por la boca, liberando toda la frustración acumulada. Estaba furioso consigo mismo por no ser capaz de dominarse. No soportaba que Glec tuviese el poder de llevarle al límite de su autocontrol casi sin proponérselo. 

Escucho seria todo lo que Frank dice. Cuando termina, sonrío con el puro en la boca mientras el humo me rodea la cara.

- Ya ve. Si, ya veo. Desde luego. Quieres ser parte del Hotel Heimburg y no he quise en su momento. Eres malo, Frank. Y te juzgo bien. - Me arrimo a él hasta poner mi cara muy cerca de la suya, sin perder la sonrisa. - Tú eres un mal hombre de los buenos.

De pronto Boris me interrumpe, me retiro un poco de Frank y lo miro.

- Capitana.

Espero a que me mire.

- Parece que en la sala han acabado de hablar.

- Entendido.

Me dirijo hacia Boris para entrar en la sala de reunión y charlar con el Kosakai. Cuando llego a la puerta me giro para mirar a Frank.

- Date prisa. - Le digo con una sonrisa. - El trabajo aún no ha terminado.

-No, no has entendido nada y como te decía, no he venido para escuchar gilipolleces-dijo Frank-así que para no perder más el tiempo, dime a dónde debo ir e iré.

Hago oídos sordos a las últimas palabras de Frank y señalo a la puerta de entrada a la sala de reunión, donde los miembros del Kosakai nos espera.

- Necesito que  me hagas de traductor.

Me giro y entro por la puerta de la sala seguida por Boris. La sala es de un tamaño pequeño, donde se puede ver poca decoración, un par de sillones ocupados por dos mishimeses, una mesa baja con alguna bebida, vasos y un cenicero, y enfrente, tres sillones. Tal y como yo había pedido. Uno para mi, otro para Boris y el último para Frank. Antes de sentarme me dirijo a los dos presentes para disculparme.

- Disculpen la espera, por favor. Sin duda estarán exhaustos, tras las largas deliberaciones.

Espero a que Frank me traduzca y a que nos den permiso para sentarnos.

Frank no entiende nada. Si hacía un momento juraría que le había dicho que tendría que hacer de traductor para otra persona. Encogiéndose de hombros sigue a Glec. 

Al llegar a la estancia donde habría de celebrarse el encuentro, toma asiento en el lugar reservado para él y comienza a traducir a Glec. 

Extiendo la mano para que los tres se sienten en sus respectivos sillones. A pesar de que el traductor ha tomado asiento antes de que se le indicara, no me molesto por ello.

- No. No, parece que hay ciertas perspectivas favotables. Y sobre lo ocurrido hasta ahora, haremos borrón y cuenta nueva. 

Vuelvo a extender la  mano para que Glec la estreche.

Lo cierto es que Frank ni siquiera se había percatado en el protocolo, pero no puede evitar sonreirse cuando percibe que "el Kosakai" lo mira con cierta extrañeza.

Con cierta desgana, traduce sus palabras. 

-Dice que la negociación va bien y que respecto a lo sucedido, borrón y cuenta nueva. 

Sujeto el puro con mi mano derecha y lo separo de mi boca. Expulsando el humo con una mirada fija en el hombre que extiende su mano hacia mi. No le devuelvo el saludo y veo en su cada desacuerdo y sorpresa.

- Sr. Kosa, debemos empezar los preparativos para escoger a la persona que nos representará en el futuro. 

No veo a Boris pero siento que también se sorprende ante mi actitud.

- Si se produjese alguna eventualidad durante nuestra ausencia, nos será difícil responder del modo correcto. Quisiera saber cuál es su situación armamentística. ¿Es adecuada? 

Aquella insolencia de no dar la mano, junto a la pregunta, hicieron que mi gesto se torciera en una mirada inquisitoria.

- Bien, entre nosotros y otras bandas de por ahí hay una gran diferencia de armas y de número. Hemos comprado pistolas de una gente de Capitol. 

- ¿Me hace el favor?

Pregunto con una sonrisa y el puro entre mis dientes. El guardaespaldas de Kosa saca la pistola de su cartuchera y la muestra con las dos manos, apuntando el cañón al techo. 

- También querría ver las balas. 

Mi guardaespaldas me mira y muy a mi pesar, asiento con la cabeza. 

- Morozumi, si las conversaciones han llegado hasta aquí, no veo problema en que examinen nuestras armas y como buen ejemplo, la que tu llevas. Pásale el arma.

Él golpea con su arma la mesa, para representar que no está de acuerdo el quedarse desarmado delante de aquella gente. Y luego, la empujó un poco para que llegase hasta Glec.

Frank sigue traduciendo. Glec tenía que escenificar que estaba por encima. Se estaba jugando que se rompiese la negociación por una tontería. O lo mismo, quería que se rompiese. Con Glec era todo posible.

Cojo el arma y la miro detenidamente. La examino durante un rato, la trasteo y la golpeo con mis manos.

- ¿Que es esto? - Pregunto mirando al señor Kosa. - Es absolutamente atraz. 

Luego le paso el arma a Boris.

- Ya veo. Tiene usted un guardaespaldas de lo más competente. ¿Lleva algún medio de protección de repuesto?

Las caras de los dos, tanto del señor Kosa, como de su guardaespaldas es un poema, y eso me divierte.

- Échele un vistazo, sargente, ¿a que es atroz?

Saco mi arma.

- Ni siquiera un gamberro de los bajos fondos usaría un arma como ésta. - Sigo diciendo mientras muevo mi pistola entre mis dedos. - Absolutamente atroz. Qué pistola tan espantosa. 

Voy moviendo lentamente el arma hasta apuntar al señor Kosa.

- ¿Se ha parado a pensar alguna vez lo que se siente cuando te disparan con una pistola?

Quito la seguridad de la pistola.

- Se acabó. No puedo trabajar con escoria que luce, sin vergüenza alguna, pistolas de mierda como ésa. 

Sin pensarlo, aprieto el gatillo rápidamente y los dos disparos acaban con la vida de los dos. Rápidamente Boris se levanta con el arma apuntando a la puerta, y yo misma me levanto de manera un poco más lenta.

- Vaya. Esta pistola no está mal. ¿Cómo vamos de tiempo, sargento?

Sabía que el disparo llamaría la atención de los de seguridad del hotel y que rápidamente acudirían. Y no solo eso. Si no también llamarían a la policía. Teníamos que salir de allí lo antes posible.

Frank se empezó a inquietar cuando Glec comenzó a comportarse de forma extraña. La miró de reojo cuando se dedicaba examinar el arma...y cuando comenzó a hacer...lo que hace Glec, sacar a la gente de quicio. Entonces supo que ella no tenía ninguna intención de que el plan saliese bien. Se preparó para lo peor y cuando Glec levantó el arma, sabía que no era para fanfarronear. Iba a cargárselo allí mismo. Todo lo que pudo hacer fue buscar cobertura cuanto antes, pero no pudo reaccionar hasta  que el Kosakai cayó fulminado por un limpio y certero disparo de la mujer. 

Obviamente no solo quería coger a Kosakai por sorpresa. También lo quería coger a él por sorpresa. Esto no hacía más que poner de relieve hasta qué punto lo consideraban prescindible. Ahora tendría que intentar ponerse a salvo por su cuenta. Se concentró en buscar una vía de escape hacia la salida, dando por hecho que estaba solo en esto. Solo eres el puto traductor,...el puto traductor...

La mato...será hija de puta...
 

Rápidamente me puse en guardia y controlé la única puerta de entrada y salida a la sala de reunión. Si alguien entraba, tendría que ser por esa puerta.

- Sin problemas capitana. Pero, ¿qué explicación le dará al jefe Piotr?

Veo como Frank busca cobertura y una salida de escape que cubre Boris. Y sonrío ante la situación y las palabras de mi sargento. Cierro los ojos y pego una calada al puro para saborear el momento.

- El jefe me dijo: "Haz la guerra y redúcelo todo a cenizas". Me he limitado a cumplir.

Abro los ojos y le entrego mi pistola a Frank con una sonrisa.

- Frank, esta pistola es para ti. Te la doy de recuerdo.

-¡Oh, gracias!¡Qué detalle de tu parte!-dijo Frank con el sarcasmo que le caracterizaba-Déjala por ahí que ya la cojo ahora. 

Frank no abandonó su cobertura, a la espera de ver lo que sucedía a continuación. De momento no había hecho nada más que traducir y coger la pistola de Glec podría demostrar una complicidad con lo que estaba sucediendo que no le interesaba. Además, tenía la suya propia. La desenfundó intentando que no se viese de momento y se paraparó para lo que pudiese venir a continuación. 

Veo que Frank deja el arma de nuevo en la mesa. No le doy importancia, pues Frank es tan listo como nosotros.

- Sargento. Deje las armas aquí y vámonos. Volvamos a la base. 

Con paso tranquilo salgo de la sala seguida de Boris, atravieso el pasillo y entro en el bar.

- ¿Qué hora es?