Partida Rol por web

Frank se rió.

-Ni se te ocurra-dijo Frank mirando a Faviola mientras acerca la mano a su cartuchera-Te lo advierto. Nosotros no somos como esa escoria que has asesinado en el Spadonna. Ya dejamos fuera de combate a Roberta una vez. Si no llega a intervenir Glec estaría muerta-.

Luego se dirigió al chico.

-Y tú no me seas hipócrita. Poco te importó cuando intentó matarnos a nosotros dos. O cuando se cargó a media docena de personas en el Spadonna sin ningún motivo aparente. O cuando mandaste a esta otra para hacer una demostración de fuerza y se llevó por delante a una docena de mazinaledos. Bien, resulta que uno de vuestros monstruos se os ha escapado de las manos y queréis que lo cacemos. Podemos hacerlo. Ya lo hicimos una vez y no sabíamos a qué nos enfrentábamos. Pero te va a costar caro ¿verdad Lyona?

- Si. Tenéis razón. Seguro que no puedo pagar esa cantidad de dinero. Así, que si no vais a aceptar el trabajo, no tenemos por qué seguir pidiendo algo imposible. A partir de ahora seguiremos buscándola los dos solos. Lamento haberos hecho venir.

Me levanto para despedir a los invitados.

- Por supuesto Frank.

Reafirme la posición de Frank.

- Yo no puedo evitar sentir pena por ellos. - Digo mientras sonrío y extiendo los brazos. - A partir de ahora ns ocuparemos nosotros, siempre que sea posible. Yo también quisiera pedirle que regrese a la mansión de Leuzene. De todos modos tanto los de Marizanera como el Señor García van detrás de la criada. Es evidente que, tarde o temprano, esos tíos volverán a toparse con la canija. Y eso no es bueno ni para la ciudad ni para mi. - Junto mis manos. - Por eso, la ciudad está sumida en la inquietud. Cuanto antes arranquemos la semilla de esa inquitud, mejor. 

-No vales para negociar, muchacho. Ni siquiera has hecho una oferta.

Frank miró a su alrededor fijándose en todo el lujo y la obstentación que le rodeaba.

-...y resulta obvio que tienes dinero como para hacer una oferta bastante elevada. Además...no todo es el dinero.

Frank se encogió de hombros.

-Pero si ahora de repente, ya no te interesa que hagamos el trabajo, pues nada. Supongo que es lo que puedes esperar de un crío, que actúe como un crío. Tampoco debería extrañarme. En fin,...si tanto las aprecias, mantén a tus criadas alejadas de mí ¿de acuerdo? Abur.

Frank se dirigió hacia la salida negando con la cabeza.

Menuda pérdida de tiempo.

Aquel día había sido extraño desde el principio. Y no mejoraba. Lo cierto es que le gustaba la idea de que la criada la liase parda con los "capitolos". Que agitase un poco el avispero y si es posible, que muriese haciéndolo. Pensó si había tensado demasiado la cuerda con el mocoso ¿Se había pasado de la raya? ¡Bah, anda y que le jodan! Tenía otro trabajillo del que encargarse. Fijo que más fácil y con dinero de por medio.

Cruzo las piernas mientras me siento más cómodo en el sofá.

- Para el carro, Frank. Seguro que  me has entendido. La estructura de mi Triada es demasiado grande para trabajar de esa forma. Sin embargo, hay alguien que conoce bien la ciudad, puede entrar en muchos locales, tiene una posición neutral, hasta el punto que no complica las cosas, y además, es inocuo para el hombre y los animales. Da la casualidad de que tu  nombramiento era acertado, Frank. - Sonrío. - Por supuesto, no voy a obligarte a nada. Tiene que salirte del corazón. Si dices que no lo harás, la buscaremos nosotros personalmente. Por supuesto, no nos importa que esos dos hagan lo que les de la gana, - le digo indicando al crío y la criada, - pero cuando surja un problema, nos desentenderemos de ellos. Tenemos una reputación. No irritaremos al Cártel sin motivo.

Hago una pausa sin mirar a la puerta donde Frank está abandonando la habitación.

- Si es por la ciudad, yo quiero que la criada se vaya enseguida. García y Fabiola quieren que la criada vuelva enseguida a casa. Sólo quedas tú.

Frank entrecerró los ojos un tanto hastiado de aquel sinsentido. Bufó para calmarse un poco.

-Entiendo que quieres que capture a su zorra asesina y que te da igual lo que le pase mientras deje de ser un grano en el culo para tu organización. No entiendo porqué tanto interés en frenar su ataque a los capitolinos. Pensé que un hombre como tú sabría sacar provecho de esa situación...Pero vale, ese es tu problema. La cuestión es que no he escuchado ninguna oferta y desde luego, no lo voy a hacer gratis. Ni por un sueldo de aficionado. Antes que eso se la entrego a los Mazinaledos, que seguro que me pagarían bien por su cabeza. Así que ¿tenéis una oferta? Si la tenéis, estoy dispuesto a escucharla. Si no, me piro

Frank tenía razón. Además, quedaba por resolver el caso de los soldados de la fotografía.

- Frank tiene razón. ¿Pensáis que nos tiraremos de cabeza en la mierda? ¿Creéis que uno puede entrevistarse entre sonrisas con la puta gafotas? Se te acerca a la velodidad de correcaminos y si eres tan estúpido como para ir a ver qué quiere, ya las has liado antes de abrir la boca. Con esto quiero decir, que aunque la encontremos, lo más normal es que acabaremos nosotros muertos antes de convencerla de que abandone Luna y su venganza. 

Niego con la cabeza y miro a Frank. En ese momento García pone un cheque sobre la mesa y lo arrastra con la mano. La cantidad era muy importante, suficiente como para comprarnos el puto hotel donde estábamos.

- Tampoco tenemos por qué sacar conclusiones ahora, ¿no? - Teníamos que hablar con Jane, que queramos o no, estaba en el equipo. - Y además, tiene que convenirnos. Cuando hayamos tomado una decisión, os avisamos y ya está. Sea como sea, discutirlo aquí solo sirve para molestar a García, ¿o no?

Me levanto del sillón y estiro mi abrigo. La bufanda cae a ambos lados de mi cabeza. 

- Tienes razón, necesitáis tiempo para pensarlo. Así que - comienzo a andar hacia la salida de la habitación, mirando al chico, - en caso de que no consigáis su ayuda, alejaos enseguida de aquí. Tarde o temprano vendrán los de merizalena y los trucos de niños ya no funcionarán. haced caso de los adultos.

Cuando llego a la altura de Frank, le toco el hombro al pasar a su lado y me quedo unos segundos mientras le hablo.

- Frank, a este paso, ese niño estará canoso antes de cumplir los veinte. Piénsalo bien.

Una vez dicho eso, continúo para alejarme de la habitación.

- Cuando lo hayáis decidido dímelo a mi también. Hasta otra señorito.

-Gracias por el consejo, pero con los mazinaledos no tengo problema. Descuida, aceptaremos-dijo Fran susurrándole a Murasaki cuando pasó a su lado-.[/b]

Luego se acercó, miró el cheque y lo guardó.

-Estamos en contacto, Labrez. Si cobro el cheque querrá decir que aceptamos, a partir de que reciba el dinero en mi cuenta. Mientras, tómatelo con calma y haz caso a los mayores, ¿vale? Venga, chao.

Ahora sí, Frank se apresuró a salir del edificio. Solo le faltaba acabar en otra ensalada de tiros con los Mazinaledos.

Cuando ya estuvieron a solas, Frank se dirigió a Lyona. Su cara mostraba una sonrisa socarrona.

-Lo haremos. Voy a llamar a la Hermana Yolanda a ver si nos puede conseguir otro arma más. Capturaremos a la criada. Y luego le pediremos un plus al mocoso si la quiere con vida. Y si no, nos la cargamos. Venga, vamos al hotel. Tenemos que organizarnos.

De camino al Hotel, llamó a la monja.

-Si,...de lo que hablamos antes. Sí, necesitamos otra más. Sí, dos...para mañana ¿vale? Ok.

También comprobó la solvencia del cheque y lo cobró ingresándolo en su cuenta.

Escuché de manera atenta toda la historia que me estaban contado. Sonreí. Habían llegado los dos hace poco a la habitación del hotel. Frank muy contento. Lyona no tanto. Y ahora entendía el motivo. La famosa criada ahora la buscamos nosotros en lugar de al contrario. 

- Esto parece la búsqueda de un gato, aunque a decir verdad y por la cara de Lyona, más que un gato parece ser un tigre. 

Encendí un cigarrillo y me senté en el sofá. Mi cara no era de felicidad.

- No es tan fácil, Frank. Lo que quiero decir es que hay que asomar la cabeza antes de buscar al gato. En el instante en que se abra el armario, te arrancará de un mordisco la mitad superior del cuerpo. - Escupo el humo del tabaco y miro a Frank girando mi cabeza. - Todo es posible. Y no os habréis olvidado del asunto de los soldados, ¿verdad?

-¿Lyona La Amarilla asustada?-dijo Frank con los ojos abiertos como platos-Si cuando cuando encargué el arma a Yolanda me dijiste que te bastabas con tus pistolas ¿A qué viene ahora tanto miedo? Es verdad, la abatimos una vez. Y lo podremos hacer de nuevo. Porque iremos preparados.

Frank se encogió de hombros.

-Del asunto de los soldados sí, me he olvidado por completo. Entiendo que para Labrez sean un problema, pero no son asunto nuestro, así que no tengo intención de enfrentarme a ellos, ni ellos tienen motivo para venir a por nosotros ¿me equivoco?

- Mira Frank, sólo te diré una cosa. Si el que al que persigues es más rápido que tú, te mata. No soy la jefa en este grupo, - y me lo has dejado claro en una ocasión, - y no voy a discutir este tema. Este es un asunto tan delicado como la neurocirugía y nos concierne a todos. Frank, las cosas deben fluir como el agua. Si uno quiere cambiar algo y cava un canal aunque sea una zanja del tamaño de un canalón, el cambio será grande. Pero a veces fluye más de lo previsto y uno acaba pagando por ello. - Agacho la cabeza. - En conclusión, sea cual sea el destino que les espera al jovencito y a esa criada canija, nosotros hemos de evitar que sea el nuestro. Si no eres capaz de comprender esa parte tendré que bajarme de tu barco. Esto es todo lo que tengo que decirte, lo demás depende de ti.

Frank extendió las manos con las palmas hacia fuera en gesto de sorpresa e incomprensión.

-Estás divagando de nuevo. Yo soy tu socio, no tu jefe. Fui tu jefe cuando tenía La Forja, pero La Forja ya no existe. Nos contrataron para cazar a la criada y aceptaste. Aceptamos y eso quiero hacer. Quiero cazar a esa zorra, sacarle todos los implantes que lleve encima, venderlos en el mercado negro y devolver lo que quede a Lábrez, si es que paga el rescate que le pidamos por ello. De un modo u otro nos ganaremos un buen dinero y la desactivaremos. Para hacerlo te necesito, desde luego. Así que si no quieres hacerlo, habla claro. Podemos dedicarnos a otra cosa o me puedo buscar la vida por mi cuenta. Pero no le veo la lógica a meternos en las intrigas de Baohaus o a meternos con capitolos. No ganamos nada con ello ¿o sí?

- Dije que lo hablaríamos. Pero tú has decidido por los tres. Lo siento, Frank, pero no voy.

- No hay de que preocuparse. Si Frank a aceptado el trabajo, debemos de cumplir con él. O sería malo para el negocio. - Miro a Frank. - Tú y yo podremos con ello. No soy buena pistolera, es más, no he cogido un arma en mi vida, pero tengo una gran idea para llevar a cabo la misión. Volvamos al hotel del niño. Pidamos que nos acompañe la otra criada. De ese modo tendremos alguien letal a nuestro bando. Y estoy segura de que llegado el momento, se nos ocurrirá como acabar con las dos.

Frank ignoró a Jane por completo. Su discusión era con Lyona y además, la idea de ir con la otra tostadora no le gustaba nada. Solo faltaba que se volviese contra él inesperadamente.

-Lo estamos hablando, pero ya veo que no hay manera. Quieres hacer otra cosa pero no explicas cómo, ni para qué, ni qué sacamos con ello. Me rindo.

La duda se volvió a cruzar por la cabeza de Frank como una nube gris, que traía la tormenta. Tenía que soltarlo.

-¿Es por Glec? Reprogramó a la tostadora para que se lanzase contra los capitolos ¿verdad?. Y tú me estás intentando liar para que no interfiera en sus planes. Tranquila, no interferiré. Si te digo la verdad, estaba dispuesto a aceptar el trabajo porque pensaba que querías zanjar una cuenta personal con esa tostadora. El dinero no me hace falta. Solo quería seguir trabajando juntos.

- Ya te he dicho que Glec no tiene nada que ver ni que tiene la puta criada. García comentó que ha estado con él todo este tiempo hasta que ha sucedido lo del atentado. ¡Y no quiero ir por otro lado! Simplemente quiero mantenerme al  margen. Si no recuerdas mal me hirieron hace poco y ya no soy la misma que antes. Pero si eso te da igual, por mi vamos. Pero necesitamos otra pistolera.