Partida Rol por web

-¡Gabino! –grito a mi vez. -¿Qué pasa, tío?

Me precipito hacia el exterior para asistir a mi compinche.
 

Entráis en la Sala de Vistas que acaba de ser desalojada, en el interior están los dos grupos de bancos de madera a ambos lados, separados por un pasillo central que lleva hasta un micrófono y una silla de madera, hay un estrado con un mueble tripartito en el que están los dos huecos a los lados para los abogados y el ancho escritorio para el juez. Hay un ordenador en el lado del juez a la derecha del todo y papeles y carpetas tirados por todo el suelo, cerca de los bancos hay varios zapatos, bolsos y abrigos tirados por el suelo.

La gente ha abandonado la sala a la estampida, todo el mundo. Pero para vosotros, que habéis escuchado nítidamente los disparos porque estábais en el pasillo, los mismos venían justo de la entrada/salida(o cerca) que es exactamente a dónde ha ido todo el mundo.

Lucía corre hasta la puerta, Raúl se lanza a la carrera hasta el pasillo sin precaución alguna, tan sólo Ana va precavida hasta la puerta y se asoma detrás de Lucía para ver qué pasa.

Raúl apenas tiene tiempo de pararse al ver cómo un policía está colgado de la espalda de Gabino y separa su boca de la parte derecha de la cara de Gabino con la oreja y un trozo de carne entre los dientes. El policía, un tipo apuesto y altivo de unos veintimuchos mira a Raúl a los ojos y parece sonreir mientras mastica el trozo de piel y la oreja cartilaginosa, la cual no puede romper en trozos y tiene que masticar media docena de veces para poder desprender un trozo y comérsela por separado. La escena es tan dantesca, tan dramática, que os quedáis quietos sin poder reaccionar en un primer momento, el tiempo parece haberse detenido...

Lo que mis ojos vieron al llegar a la puerta me estremeció y asqueó de tal manera que, a pesar de estar aterrorizada por el espectáculo del policía comiéndose al pobre cámara no podía dejar de apartar los ojos de aquella macabra visión, mientras mi cuerpo se convulsionaba por las arcadas que me estaban entrando. Hasta que por fin no noté la bilis en mi boca, no aparté los ojos de allí.

Acurrucada tras Lucía y Raúl veo con horror lo que el policía le está haciendo a Gabino. Escucho con total claridad, a pesar la distancia, como mastica una y otra vez la oreja del pobre muchacho.

¿Canibalismo? Pero que clase de atrocidad es esta -pregunto en un susurro. Acostarse con los muertos no era nada raro ni malo, nadie sufría, era algo limpio y erótico a más no poder. Pero el comerse a otro ser humano, nada es tan horrible como eso, es de degenerados.

Javier destroza una silla como puede, y agarra una de las patas a modo de garrote. Más para asustar que otra cosa, pues en su vida había estado en una pelea y no sabía muy bien como emplear aquel objeto. Mientras tanto intenta entablar algo de conversación, a ver si así se le pasan los nervios un poco.

-¿De que crees que iría este juicio? ¿Deberíamos mirar el ordenador? ¿O salir de aquí?

Lo primero que siento es una punzada de pena enorme. ¡Mi compinche! Estoy por arrancarme y tirarle unas patadas al tipo, pero… ¡Es un policía, un policía sádico!

-¡Hijo de la gran puta, qué estás haciendo, déjalo en paz! –le chillo. Una vez nos vimos envueltos en una jarana, grabando un reportaje en La Cañada Real, pero si aquella vez tratábamos con una turba estúpida y egoísta, esta escena no es procesable por ninguna mente cuerda. -¡Joder, me cago en tus muertos, déjalo en paz!

Miro a un lado y a otro, ¿no recuerdo haber visto un extintor colgado por aquí? Pero entonces, capto su sonrisa y las ansias de abrirle con él la cabeza al malnacido se esfuman. Retrocedo sin apartar la vista, murmuro:

-Adentro, volved adentro.

Voy a encerrarme en esa sala de vistas.

Raúl y Lucía reaccionan rápidamente al ver aquella atrocidad, pero en cambio Ana, reacciona cagándose encima literalmente y quedándose quieta como una estatua sin poder dejar de mirar a aquel hijo de la gran puta que se estaba comiendo la oreja de Gabino.

Mientras todos reaccionáis a vuestra manera, el policía vuelve a dar otro mordisco, esta vez al cuello de Gabino y a desgarrar un "cacho" enorme de carne con los dientes. Al retirar la boca, un chorro de sangre sale disparada a presión desde alguna arteria o vena del cuello de Gabino, que con sus ojos parece pediros ayuda.

Al decir el "volved adentro", Ana sigue sin reaccionar aunque Lucía sí parece deseosa de volver dentro.

Un día cualquiera de 2012, bueno cualquiera cualquiera... no. Hoy es el día en que te van a joder vivo, esos hijos de perra de anticorrupción te han pillado y de qué manera, lo peor de todo es que te están juzgando como a un mindundi, como a un matao, como a un desgraciado, como a un muerto de hambre en un Juzgado de Instrucción normal y corriente, en el mismo en el que juzgan a los gitanillos que roban una motillo de cuatro duros... ¿ y todo por qué? pues por la sencilla razón de que en el Partido te la han jugado y antes de que te imputasen formalmente te hicieron devolver el acta de Senador, de manera que dejaste de estar aforado y se acabó lo del cachondeo del TSJ, ahora ibas a la justicia "ordinaria", la malafollá de la juez (de unos sesenta de tu quinta) que te ha tocado en Instrucción nº 7, te mira con cara de ... "de ésta no sales Falaz", la muy puta te va a condenar por Apropiación Indebida con el agravante de Continuación en el tiempo y por Estafa con el agravante de abuso de confianza y función pública, lo ves es un sus ojos.

Has intentado sobornarla "discretamente" a través de varios de tus putillas falderas del Partido (como tu cariñosamente les llamas) dejando caer que habría sobres para ella, pero la muy golfa no ha cedido. Así que ahora estás escuchando el testimonio de un perito gráfico que está corroborando que la firma de retirada de documentación y de endoso de una serie de Pagarés a una de las empresas de tu mujer, están firmados por ti.

Es en ese preciso instante, cuando escuchas dos ruidos sordos "POOM, POOM"  de algún lugar no muy lejano, tú, que eres aficionado a la caza, sabes que esos dos sonidos secos que te llegan con algo de eco, son disparos. La sala queda por un momento en silencio, la juez mira hacia la puerta y el vigilante inclina la cabeza y abre la puerta saliendo fuera. Tu juicio continúa...

No es la satisfacción maquínica del depredador, sino un regocijo maligno lo que este demente demuestra.

Reculando, desplazo con mi cuerpo a la reportera y esta parece reaccionar, pero la otra se ha sumido en la estupefacción más plena.

-Vamos, gilipollas –le urjo, atrapándole una muñeca y jalándole.

Aquello no podía ser natural, el placer que se veía en el policía mientras masticaba la carne del pobre Gabi era del todo obsceno y depravado. De nuevo se me revolvieron las tripas al ver cómo le hincaba los dientes en el cuello y la sangre empezaba a regarlo todo.

Presa del pánico de que aquel monstruo nos atacara también a nosotros reculé hacia el interior de la sala, esperando que tanto Raúl como Ana me siguieran, pero parecía que la joven se había quedado petrificada y era incapaz de moverse.

- Moveros de una vez... no dejéis que ese energúmeno entre en la sala. Rápido. -Mi voz sonó más chillona de lo que hubiera querido.

Arranco otra de las patas, la sopeso en la mano y decido que tampoco va a servir de demasiado contra pistolas, pero me da algo de tranquilidad.

Mira lo que quieras. Yo voy a vigilar la puerta por si viene alguien. Los disparos venían de la entrada del juzgado, no creo que sea buena idea ir para allí.

Me acerco a la entrada de la sala, de forma que pueda controlar si alguien se acerca.

Al aguzar el oído, escucháis voces que vienen del pasillo a vuestra izquierda (izquierda de la puerta de la Sala, en dirección a la entrada, a la bajada de las escaleras), "Moveros de una vez... no dejéis que ese energúmeno entre en la sala. Rápido" escucháis que alguien grita con voz chillona, parece una mujer que no debe andar muy lejos.

Bueno, sean quienes sean parece que vienen hacia aquí. Y que huyen de alguien.

Me asomo por la puerta, intentando no parecer agresivo y miro quien se acerca.

Mientras Manuel vigila la puerta, Javier busca en el ordenador algo que le indique que ha pasado en los juzgados. -Quizá tengan una grabación o algo...

-Por cierto, me llamo Javier, ¿y tu? dice al otro hombre

Javier, que es un lince en esto de los ordenadores, empieza a enredar en el equipo, rebuscando en el software de grabación del Juzgado que está en marcha, rebovina y observa la grabación.

Mientras tanto, Manuel desde la puerta vigila por si viene alguien... transcurren un par de minutos, javier encuentra lo que busca: en la grabación no hay nada de interés, tan sólo el ruido de disparos y se ve cómo la gente se levanta acojonada tras empezar a gritar y salen corriendo de la sala.

Manuel mira y mira pero nadie viene, ahora no se escuchan gritos, habéis oido un portazo y ahora se escuchan golpes en una de las puertas.

Antonio que estaba a punto de estallar y ponerse a desatar su ira en una diarrea verbal desdirigida que terminaria por arruinar la poca imagen que pudiera tener de chico bueno tuvo la fortuna de su lado. Los disparos rompieron la dinamica de la sala y el joven que habia sido de vida sedentaria hasta hace bien poco le atemorizo reconocer su naturaleza.

Antonio siempre pensaba que contaría con los suyos para respaldarle, pero allí estaba solo y el podía ir de malote, pero nunca se había metido en nada en lo que las armas las tuvieran otros. A pesar de la incertidumbre, mantuvo la calma porque tenía una reputación que mantener y aunque sabia que nadie tendría por que matarle, el miedo no responde a la razón.

Escuchas voces fuera en el pasillo, después escuchas gritos y gente corriendo de un lado para otro. La Juez mira por encima de las gafas y el vigilante abre la puerta para asomarse a ver qué cojones pasa fuera, al abrir la puerta, alguien desde el otro lado parece golpear la puerta hacia dentro o algo así... el caso es que cuando el vigilante asoma la cabeza fuera, una maraña de brazos le cogen de la pechera y lo sacan fuera.

Durante un par de segundos, nadie se mueve, pero tras ese shock inicial, los presentes en la sala empiezan a levantarse totalmente acojonados y se acercan a la puerta, varias personas abren la puerta otra vez y salen fuera, corriendo en todas direcciones. La Juez te mira y dice

- Permanezca en su sitio, señor fiscal, prosiga - le dice al fiscal como si nada, éste obedece pese a que la sala se vacía por momentos, en pocos segundos, apenas quedan los funcionarios y tú- nadie del público está ya en la sala-.

La gente parece incómoda, es la típica situación en la que los presentes saben que algo ha ocurrido aunque al no saber qué, mantienen las formas denotando lo nerviosos que están. Incluso los abogados hablaban con un deje nervioso en la voz. En menos de dos minutos, se escucharon gritos y carreras procedentes del pasillo. En la sala a parte de los abogados, juez, funcionario y secretario judicial, había media docena de personas que intentaron mantener las formas en un momento, pero en seguida un hombre (no sabías si era un policía o qué) se levantó y se acercó a la puerta, se asomó fuera y pareció ver algo, pues cerró corriendo y gritó

- ¡PUTO LOCO! -y a continuación, alguien golpeó la puerta con algo del otro lado, la puerta vibró y el hombre que intentaba mantener la puerta cerrada se tambaleó y cayó al suelo.

La puerta se abrió y de ella emergió una tía que estaba bastante buena, o que lo estaría de no ser porque estaba ensangrentada y tenía la cara destrozada

La chica ni corta ni perezosa, extendió los brazos y se acercó hasta el tipo caído en el suelo, se dejó caer encima de él y allí, delante de todo el mundo, empezó a comérselo - literalmente - los presentes os quedásteis en silencio...