Partida Rol por web

CAZADORES DE SANGRE [Finalizada]

Crónica Común: La Unión de la Sangre

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30/08/2008, 16:37
Sejmet
Sólo para el director

Cierro los ojos por unos segundos, acomodada en la mullida y amplia cama de Steff, hundida en sus perfumados cojines y sábanas. ¿Y si me durmiera...? Los ruidos y palabras que me rodean parecen lejanos... Hasta que alguien me sujeta el rostro para que le mire.
Hamza, tan fiel, tan preocupado y encendido. Le sonrío débilmente mientras intento prestar atención a lo que me dice.

-¿Beber de ti...?-
pregunto de forma retórica, más bien para mí misma puesto que su ofrecimiento es claro y decidido.
Aparta sus rastas y me ofrece su robusto cuello, su tatuaje parece marcar el lugar preciso y un espasmo de hambre sacude mi cuerpo de arriba a abajo antes de besarle para posteriormente hundir los colmillos sujetándome a él.

Siento cómo fluye a través de mí. Su propio ser, su esencia, su fuerza y potencia, con un sabor más intenso y dulce del que haya probado jamás.
Mi agarre se hace más fuerte mientras mi cuerpo se encoge ligeramente y las heridas sanan con una velocidad más rápida de la que cabría esperar para su gravedad, y sin embargo... No puedo parar, quiero más, el placer se difunde por todo mi cuerpo, me estremece por entero y apenas soy capaz de controlarme. Sé que debo separarme, lo sé pero es tan extasiante...

Finalmente hago acopio de fuerza de voluntad y separo mi boca de su cuello, lamiendo la herida para cerrarla antes de dejarme caer en la cama envolviéndole con mis piernas por debajo de las axilas, con firmeza.
Su sangre aún recorre mis labios, mi barbilla y mi cuello, mi pecho se retuerce mientras me relamo emitiendo un jadeo, fuera de mí y de mi escaso control.
Le miro con ojos entrecerrados y sensuales.
-Hagamos el amor, aquí, ahora- muerdo mi labio inferior y desabrocho el pantalón mostrándole mi ropa interior, excitada y encendida, sin desanudar las piernas.

Notas de juego

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30/08/2008, 19:42
Esmeralda
Sólo para el director

Camino lenta, pausadamente. Salgo al pasillo con la mirada perdida. El cuchillo descansa en mi mano, aunque ni tan siquiera soy capaz de reparar en él. Tan solo lo sujeto, evito que se me caiga inconscientemente.

Lo necesito, lo necesito para lo que vendrá. Podría ser otro, pero que sea precisamente éste es lo más correcto.

Mi cuello gira. A la izquierda. Nadie. A la derecha. Nadie. Sola.

Es lo mejor. Necesito espacio. Necesito soledad. No hace tanto era una obligación, un sentimiento, una condena. Ahora es lo que necesito. Mi vía de escape. No puedo aclarar mi mente con ellos cerca. No puedo aclarar mi alma con más lastres. Demasiado tiempo he pasado siendo quien no era. Es hora de pagar la cuenta y salir.

Me giro costosamente. Mi cuerpo parece agarrotado. Cada nuevo paso por el pasillo parece un mundo de distancia, pero no tengo prisa. La paciencia es la madre de todas las virtudes. Ante todo, lo que necesito no es terminar pronto, sino terminar en silencio y sin ser vista.

Al doblar la esquina poco angulada del pasillo, siento actividad. Voces, movimiento, gente moviéndose. Creo escuchar la voz de Steffanie, y la de Ivan. Parece que los hermanos mantienen a los Aparecidos ocupados.

Cómo no. Basta que yo precise de sus servicios, aún por simples que estos sean, para que no pueda contar con ellos.

Las voces, la actividad, todo parece provenir del almacén de congeladores. Puede que busquen sangre, aunque no creo que la herida de Hamza requiera tanto cuidado. Tiemblo al pensar en lo que me habría hecho a mí, con el cuchillo que ahora sostiene mi mano. Pero aparto tales pensamientos de mi mente. La cocina. Es ahí a donde necesito llegar.

La cocina, la nevera, el frigorífico, una bolsa de hielos, una bolsa de plástico, quizás un par de envases de cristal ¿Comerán aceitunas o algo así estos Zantosa? Me parece ridículo estar pensando en esto...

Camino lenta y pausadamente, luchando por no arrastrar los pies. No me están buscando, no me necesitan ni me quieren para nada. Puede que mañana si lo hagan, par terinar con mi existencia, pero esta noche no. Eso es mi ventaja. Toda la que me ofrecen. Si no me buscan, los poderes de la sangre me ocultarán con mayor fuerza. Mientras no haga una estupidez, podré llegar a la cocina sin llamar la atención, sin que nadie me vea o repare en mí.

Tardo un vida en cruzar el pasillo, en alcanzar la puerta de la cocina. Entro y enciendo las luces. Camino en dirección a la nevera cuando me doy cuenta de que estoy andando encorvada ¿Por qué? No lo se, en estos momentos me siento vieja, decrépita. He perdido mi fuerza, mi pasión, mi poder. Todo aquello que convenció a Vasily de que yo pdría servirle bien, de que podría servir a la secta a su lado.

Todo eso lo he perdido. Por ellos. Pero lo recuperaré.

Abro el frigorífico, buscando como lo hace un depredador ante la madriguera de su presa. Tiene que haber algo por aquí. Algo que me sirva. Veo comida, y en mi estado de excitación hace que se me revuelva el estómago. No es comida lo que busco, es un recipiente. Dos. Y los encuentro. Hay algunos botes de conservas. Creo que, al menos uno de ellos, está completamente pasado. Cojo dos de ellos y los llevo hasta el fregadero. Abro sus tapas, las dejo a un costado y vacío su contenido en el propio fregadero, abriendo el grifo para que corra el agua.

Agua limpia, cristalina, agua de purificación, eliminando la corrupción de mi alma perfecta.

El agua penetra en los botes de cristal, empujando los restos de comida y aceite que aún quedaban dentro. No me esmero demasiado, no necesito extrema pulcritud, pero prefiero que no haya trozos de comida flotando alrededor de mi sacrificio.

Es una deuda de sangre. Es sagrado. Demasiada gente no sabe lo que eso significa.

Dejo los dos pequeños botes a un lado, y me acerco al frigorífico, abriendo el congelador. No hay bolsas de hielo, pero parece que hay varias cubiteras llenas. Parece que a estos mortales les gusta disfrutar de una buena bebida de vez en cuando, espero que con ciertas dosis de alcohol. Los hielos me servirán igual. Saco dos cubiteras y las deposito sobre la encimera, junto a los botes de cristal. Y junto a todo ello, el cuchillo.

Todo está listo. Es el momento. Sin temor, sin dudas. Cumplir y marchar. Pagar las deudas y desaparecer. Volver a ser la que era sin cargar con lo que ahora soy.

Elevo la mirada hacia el techo. Pero no es al techo sino al cielo, al negro cielo nocturno al que imploro, a las fuerzas de la naturaleza y sus espíritus. A Damballah, mi Loa, a quien tan escasamente he rezado en los ultimo tiempos. Damballah-Wedo, que estuvo presente en la creación, la gran sierpe, maestra de la estabilidad y la sabiduría.

Eso necesito. Sabiduría para hacer lo correcto. Estabilidad para ser lo que debo ser. Lo que puedo ser.

Y el primer paso se alza ante mí. Liberarme de mis cargas. Las palabas de mis antiguos hermanos resuenan en mi mente, golpes duros y salvajes a mi corazón. Pero dos voces resuenan más que ninguna otra. La voz de Dominic, exigiendo que me arrancara mi propio ojo para limpiar mi honor y demostrar mi lealtad. No es mi lealtad la que ha fallado, santurrón arrogante, es la vuestra. Y la voz de Hamza, el gran bastardo, acusándome de deslealtad por adoctrinar a una hermana descarriada, por señalarla con el dedo mientras la recordaba nuestras leyes. Lo que vale para unos no es válido para otros ¿Verdad, cabrón? Serás siempre un nulo valedor de nuestra secta, una mera herramienta que tarde o temprano habrá que desechar. No tienes fe ni lealtad salvo para ti mismo y aquello que tú mismo decidas. Un ojo y un dedo.

Ese es mi sacrificio.

Un ojo.

Un dedo.

Y mi alma será libre.

Notas de juego

Lo detengo aquí porque no se si tienes que aportar algo. Si me he excedido en algo, o tengo que rectificar o hacer tiradas, me dices. No se si tendría que tirar algo para sacarme el ojo y cortarme el dedo, algun tirada de desteza o algo así, ya me dirás.

Entiendo que el daño sería letal, pero no me curaría las heridas de momento porque Esmeralda considera que portar el dolor el mayor tiempo posible le ayudará en estos momentos a soportar su trauma. Imagino que entre las dos heridas formarían 1 nivel de salud ¿no? ¿O 2?

* Los Loa son los espíritus a los que se venera en la religión Voudoun o vudú. Damballah es uno de ellos. Todo esto está sacado de SACRIFICIO DE SANGRE: GUÍA DE LA TAUMATURGIA.

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30/08/2008, 21:55
Ivan Zantosa

Avanzo junto a Steff, nervioso, metiendo la mano que no está unida a ella en el bolsillo. Silvo, como siempre que algo me preocupa.

Después decido que es estúpido intentar fingir. Sí, estoy nervioso. No sé que está pasando, hay heridos y gente llorando.

Mi mirada busca la de Steff mientras avanzamos por el pasillo, consciente de que la he contrariado un poco al volver y preguntarla.

- Steff... ¿Qué os ha pasado?

Tras unos cuantos pasos llegamos a los congeladores, y busco metódicamente. Quiero un contenedor en concreto. Una nevera cuadrangular, de las que se dedican al transporte de órganos.

Por su aspecto nadie diría que es especial, o que pueda llegar a pesar demasiado. Sin embargo, está reforzada, es a prueba de balas, y lleva unos 20 o 30 kilos de "hielo" dentro, condensado.

Éso, junto a otra cosa, especial...

Me arrodillo y la saco, arrastrándola, y cogiendola con ambas manos, intentando no parecer débil.

Mi mirada vuelve a Steff, preocupado. Esperaba no tener que sacar ésto hasta que fuera absolutamente necesario. Tras una grave amenaza, un asedio o una traición.

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30/08/2008, 23:34
Steffanie Wilson

Miro a Ivan y sonrio para calmarle, la verdad, no se si deberia saberlo, pero si no ven a Esmeralda preguntaran, entonces sera cosa de Hamza por el momento solo le tranqulizare.

Sejmet hizo una pequeña excursion y volvio asi, el resto ya lo sabreis cuando sea necesario. Necesito saber cuando se vaya Esmeralda y si os dice donde ira. Solo me lo diras a mi

Miro el contenedor, hace frio, cualquiera lo notaria, pero yo no, hace mucho que eso para mi ya no tiene sentido, como el calor o otro tipo de sentimientos. Pesa por lo que parece, me acerco

Dejame si no puedes con ella y ¿que hay dentro? no se para que pregunto eso creo que se lo que es, sangre a fin de cuentas para poder curar a dos cabezotas. Volvamos con los dos, mas tarde tambien hablare con Nika, recuerda eso dimelo a mi el gesto es serio, pensativo mientras vuelvo a desandar el camino esta vez con la nevera entre mis manos, hacia la habitacion.

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30/08/2008, 23:40
Sejmet
Sólo para el director

Sus manos tiran de mi pantalón con velocidad y fuerza, impaciente, agitado. Cómo yo... Me sorprende comprobar que respiro agitadamente y mi pecho se mueve siguiendo el ritmo de los pulmones. Anhelante, deseando más... y me lo da.
Admito que me sorprende, gratamente, pero esta vez se deja llevar por sus impulsos más de lo que yo le haya visto jamás.
Me atrapa, me rodea y me acaricia. Me hace sentir deseada y el sentimiento se extiende hacia él irreversiblemente mientras sus besos llenan mi cuello.

Mi pecho se arquea ligeramente, estremeciéndome. Sujeto su cabello con firmeza y mis piernas se enredan en las suyas, entregándome, rindiéndome a su pasión sin condiciones.
Un suspiro de puro placer escapa de mis labios, que vuelvo a morder para mantenerme silenciosa antes de girar sobre mí misma y dejarle debajo.
Me yergo, quedando sentada sobre su vientre, dándonos unos segundos para que ambos nos apacigüemos...

Mi respiración se empieza a normalizar mientras mis dedos acarician el cuero de su chaleco, desabrochando un botón, dos...el siguiente... Se detienen entonces, separando la ropa para observar su herida, aún sangrante. No la ha cerrado y sin duda es por algún motivo, mi mente poco a poco empieza a tomar el control de sí misma.
-¿Qué es esto...?- consigo preguntar antes de manchar mis dedos en ella y llevármelos a la boca, saboreándolos con una actitud lujuriosa que no me molesto en disimular. Es delicioso...¿por qué habría de hacerlo?
-Deberías probarte, sabes a cielo...- le acerco los dedos a sus labios y finalmente algo me saca de mi ensimismamiento.

Me giro hacia la puerta y ahí están, Iván y Steff con una pesada nevera que deduzco debe contener plasma. Creo que me siento culpable. Pero sólo un poco, la sonrisa me delata.

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30/08/2008, 23:59
Sejmet

-Deberías probarte, sabes a cielo...- se me oye decir con un tono de voz inusualmente sensual en mí, sentada sobre el vientre de Hamza sin pantalones y él con su chaleco parcialmente abierto.
Mi barbilla aún está manchada de sangre que desciende por mi cuello de forma sinuosa y la herida de él abierta.
Mis dedos están manchados de sangre y se acercan a su boca antes de que me dé cuenta de que ya tenemos "visita".

Me giro hacia la puerta y ahí están, Iván y Steff con una pesada nevera que deduzco debe contener plasma. Creo que me siento culpable. Pero sólo un poco, la sonrisa me delata.

Notas de juego

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31/08/2008, 00:17
Steffanie Wilson

El espectaculo que veo es mas que...creo que mi cara lo dice todo, carraspeo y dejo la nevera a un lado sobre la mesa. Os dejo esto aqui, cuando termineis sabeis donde hay comida. Ivan y yo vamos a hablar con mucha calma, tomaros el tiempo que haga falta. No os preocupeis, me ire a dormir a uno de vuestros cuartos cuando amanezca

Me doy la vuelta y una medio sonrisa hay en ella, ya hablare con los dos, si tienen ganas, ademas que narices hace menos de una hora Esmeralda y yo estabamos en esa misma cama disfrutando la una de la otra. Esmeralda, ahora ya no es de los nuestros. Ivan, tengo que hablar con Nika, no te quedes ahi parado

Notas de juego

Solo dire, las sabanas las lavais vosotros y a mano ¬¬

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31/08/2008, 01:57
Sejmet
Sólo para el director

Me quedo observando a ambos quieta, dejando de respirar de golpe y llevándome los dedos a la boca casi sin enterarme si quiera, notando aún el intenso y dulce sabor... Siempre me pregunto si será igual para todos, creo que no, hay matices subjetivos que sólo debemos percibir cada uno, al menos eso es lo que pienso yo.
Finalmente ambos se marchan, tampoco es que tarden mucho pero podrían haber cerrado la puerta. De todas formas ya estoy más sosegada y apuesto a que él también después del "susto". Se le ha quedado una cara...

Me río entre dientes y me aparto de encima suyo, tumbándome boca abajo a su lado. Hay que admitir que esta cama es realmente cómoda...
No me siento demasiado cohibida, tal ves si hubieran sido Dominic o Mariela... pero con Ivan y Steff no me siento "presionada" ni juzgada, la verdad.
El silencio llena la extensa habitación de la toreador por unos momentos, en los que intento retirar toda la sangre que puedo de mi barbilla y mi boca. No sé cómo se me ha podido ocurrir pedirle Eso de una forma tan directa. Joder, y lo más impresionante es que se haya apuntado...
Sonrío de forma traviesa con ese pensamiento rondando la cabeza antes de apoyarme en mi propia mano y volver a mirarle.
-¿Me vas a decir porque esa herida sigue abierta? Sin duda ha sido hace poco...- repentinamente me pongo más seria. ¿Podría ser que haya sido esa maldita cabrona...? Mi cuerpo se tensa y mi mirada se fija en su herida antes de hacerlo en sus ojos -Dime que no ha sido quién yo creo- es una petición que me hace apretar con fuerza las sábanas entre mis manos. Si me dice que sí tendré que ir a cogerle el pescuezo y retorcérselo antes de romperle todos los demás huesos y triturarla....

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31/08/2008, 01:55
Esmeralda
Sólo para el director

Sostengo el cuchillo con firmeza ¿A quien quiero engañar? Lo sostengo con fuerza, pero firmeza es lo que más echo en falta en estos momentos. Mi voluntad está decidida, pero mi mente no está aún centrada. Centrada en el ahora, como debiera, como es necesario. Está en otro lugar, en otro tiempo, en el recuerdo de quiens fueron sus hermanos, en las palabras y hechos que me han llevado a ésto.

Con gran esfuerzo, pongo mi mano izquierda sobre la encimera. Es momento de centrarme. Apoyo la hoja afilada del cuchillo sobre el dedo índice, y me dispongo a...

¿La izquierda? ¿Por qué la izquierda? ¿Es la izquierda la que usé? Ya no lo recuerdo...

Pero ¿Tiene importancia? Si, se que la tiene. Es el dedo causante de todo el que debe ser extirpado, para que su mal no se extienda por todo el cuerpo como un dañido cáncer que consuma mi vida y mi alma.

No obstante, no recuerdo con que mano señalé. De modo que ¿Cual cortar? La respuesta es sencilla, se respone con dos preguntas ¿Soy zurda o diestra? ¿Que mano supone mayor sacrificio si pierde uno de sus dedos?

Inmediatamente, el cuchillo cambia de mano. Ahora es mi mano derecha la que se apoya sobre la encimera. La hoja se apoya sobre mi dedo índice. Su punta desciende, mis dientes se aprietan, la presión aumenta, la hoja desliza, la sangre brota, el dolor me consume, mis ojos brillan. Mi dedo, seccionado, descansa ahora sobre la pulida superficie de la encimera. Siento ganas de llorar, de gritar, de abandonarme a un furioso Frenesí que desfogue mi ansias más salvajes. Pero no puedo hacerlo. Porque me echo a reir. Incompresiblemente. Enloquecidamente. Una risa propio de un demente, pero en mi caso es todo lo contrario. Nunca he estado más cuerda, más centrada. Es el dolor. Lo que necesitaba, lo que podía despertar mi fuerza, mi vigor, mi pasión. El dolor es un poderoso aliado. Con él cerca, uno solo puede preocuparse de lo realmente importante.

Ahora, lo importante es terminar cuanto antes.

Suelto el cuchillo ensangrentado y cojo con mi mano izquierda unos cuantos cubos de hielo, dejándolos caer en el interior de uno de los tarros de cristal. Entonces tomo mi dedo extirpado y lo dejo caer sobre ellos. El contacto con el frío me resulta placentero. Tomo nuevos cubos y relleno el tarro hasta arriba, depositando la tapa sobre la apertura. Ahora, lo más complicado. Cojo el tarro con mi mano derecha, mutilada, y lo sosteng como bien puedo, mientras giro la tapa con la izquierda. No necesito que se cierre perfectamente. Mi mano ensangrentada resbala, mancha el tarro con rojo escarlata. No importa. Está cerrado. se conservará unas horas. Suficiente.

Ahora, el segundo asalto.

Echo unos cuantos cubitos en el segundo tarro y vuelvo a coger el cuchillo con la mano zquierda, pero esta vez ayudao en la medida de lo posible por la derecha. Aunque mutilada, me ayudará a mantener el pulso. Esta operación es bastante más delicada. El dolor en mi mano ayuda. Me centra. Me ayuda a mantener el control. Sitúo la punta frente a mi ojo, reuniendo el valor necesario. Pequeños hilos rojos resbalan por mi brazo, originados en mi mano incompleta. La hoja penetra mi párpado, sbre el ojo, luchando por no dañar el globo, de mantenerlo intacto, reconocible. El dolor es indescriptible, infinitamente superior al del corte en mi dedo. Pero lo puedo soportar.

Hay dolores más profundos, que no destrozan el cuerpo pero destrozan el alma. Ésto no es nada, comparado con lo que he tenido que tolerar.

La hoja se desliza, sierra, corta, describe un círculo, me esmero en ello, rodeo el ojo, abriendo la carne a su alrededor, urgando en su profundidad. Ya no está sujeto, pero no sale. Trato de atraerlo con el cuchillo, pero parece empeñado en penetrar en mi cabeza en lugar de salir. No quiere abandonarme. Pero soy yo quien le echa de mi vida. Como esta manada me echa a mi de la suya. Mi mano derecha se separa del cuchillo, palpando a ciegas la superficie de la encimera, llenándolo todo de sangre, buscando su borde, el cajón. Lo abre, palpando en su interior. Aquí está. Una risa insana trata de escaparse entre mis dientes, pero la dejo para más adelante. Una cuchara. Tomo una cuchara ente mis cuatro dedos. Lo introduzco a través de mi párpado seccionado.

Mi ojo sale sin problemas, cayendo sobre la encimera con un sonido húmedo, biscoso.

Suelto los utensilios, sintiendo el alivio de haber terminado tan desagradable parte de mi sacrificio. Siento cómo del enorme agujero de mi rostro va botando sangre poco a poco, cubriendo la mitad de mi rostro y manchando mis ropas. Un baño de vitae, un baño de vida. Tomo mi ojo, el ojo que fue mío, y lo introduzco en el tarro, sobre el hielo, llenando con más cubos lo que falta hasta llenarlo. Nuevamente, cierro el tarro con problemas.

Terminé. El primer paso hacia mi nueva vida está dado. Solo faltan los demás, el largo camino que ya he emprendido.

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31/08/2008, 04:07
Esmeralda

Un fantasma. Eso es lo que soy, así me siento, deambulando por los recobecos del edificio que antes llamaba hogar. Esforzándome por no ser vista por aquellos a los que llamaba hermanos. Dejado a mi paso un rastro de fría sangre que antes circulaba por mi cuerpo. Portando en mis manos sendos recipientes con sacrificios que antes formaban parte de mi cuerpo.

Mis pasos son lentos, acompasados, como una danza a cámara lenta que me permite disfrutar de este último paseo. Mi cuerpo se agita con cada movimiento, de arriba a abajo, serpenteante, como una cuerda sacudida incesantemente con la fuerza justa para tambalearse sin brusquedad. Mi cuello está doblado, girado en una extraña postura que sitúa mi cabeza practicamente apoyada en mi hombro. Donde antes estaba mi ojo izquierdo, solo hay ya un oscuro pozo emanador de sangre que podría tapiarse en cuestión de segundos. Pero no lo haré, no hasta que me resulte imprescindible. El dolor me ayuda. Me mantiene alerta, me mantiene cuerda. Hace que mi danza por los pasillos tenga sentido.

He elegido el camino largo. Ascender las escaleras hasta el primer piso, recorrerlo de una punta a la otra y descender por las escaleras contrarias, justo frente a la habitación de Hamza. Había dos motivospara tal elección de recorrido. La primera es hacer que mi último paseo por el lugar que llamaba hogar se extendiera lo más posible. Quién sabe cuanto tiempo pasaré sin recorrer estos pasillos. Quien sabe si volveré a hacerlo. El segundo es evitar encuentros accidentales e indeseados. Si bien es verdad que la sangre puede protegerme con su velo de ocultación, no quiero poner a prueba los límites de mi poder con ellos en estos delicados momentos.

En un primer momento, pensé en acudir primero a los Aparecidos de Vasily. Hablar con ellos, impartir algunas instrucciones. Incluso valoré la posibilidad de dejarles los tarros a ellos con instrucciones para que ello mismos los entregasen. Pero la voz de Steffanie hablando con Ivan me disuadió de ello. Parece que los tienen ocupados, y con alguno de ellos cerca. Acercarse a ellos es acercare a mis... a los hermanos. Aún así, si me es posible no desaprovecharé la oportunidad de despedirme de al menos uno de ellos, si lo logro sin riesgo.

Las escaleras.

He alcanzado el lugar. Comienzo a descender lentamente, paso a paso. Un escalón. Silencio. Otro escalón. Silencio. Un nuevo escalón. Una gota de sangre contra el suelo. El siguiente escalón. El cosquilleo de la sangre resbalando por mi rostro, por mi cuello, por mi ropa... Al descender completamente las escaleras, cruzo la puerta y asomo el rostro al pasillo. En una postura extraña, incómoda, inverosimil. Porque no puedo ver nada con mi ojo izquiero. Porque no está en mi rostro.

No parece haber nadie.

Me equivoco. Hay actividad al fondo. Oigo voces, nuevamente la de Steffanie ¿Es que está en todas partes? Doy un paso atrás, hacia la puerta, apartándome de su campo de visión, aún a sabiendas de que probablemente no repararía en mi de todas formas. La sangre se ocupa de ello. Ella me protege.

Como no lo hicieron ellos. La sangre siempre es leal.

Cita:

Ivan, tengo que hablar con Nika, no te quedes ahi parado

Bien. Nika estará seguramente controlando las cámaras. Eso la alejará de mí, del recorrido que preciso hacer. Espero aciente, atenta al sonido que me indica su marcha. Se que hay alguien en su habitación, pero puedo arriesgarme a cruzar medio pasillo. Es cuanto preciso. Medio pasillo, y después la libertad.

Cuando estoy convencida de que se ha marchado, vuelvo a adelantarme hacia el pasillo. Frente a mí está la puerta de la habitación de Hamza. Primer punto necesario. Deposito en el suelo el frasco de mi mano derecha. Un frasco de cristal, cubierto por la sangre que brota de mi mano mutilada. Un frasco lleno de pequeños cubitos de hielo que comienzan a derretirse lentamente. Y en su centro, un dedo seccionado, amputado. Mi dedo. El dedo índice, con el que señalé a Sejmet, con el que la recordé sus obligaciones, con el que cumplí las mías como Sacedotisa. El dedo que Hamza no consintió que utilizara legítimamente, inmiscuyéndose en competencias que no le habían sido atribuidas. Un dedo que no la señalará más, a ninguno de ellos.

Aquí queda. Como recuerdo de tus decisiones. Como recuerdo de tu error. Como mi último sacrificio por tí.

Avanzo por el pasillo, danzando lentamente con una incesante melodía en mi cabeza. Quisiera cantarla, o tararearla al menos. pero no puedo hacerlo, pues el silencio es necesario. Pero mi pasos me lleva por un trazado irregular hacia la puerta de Dominic. Cuando me detengo frante a ella, su voz resuena en mi mente apartando la música, su voz repitiendo la misma frase: "Sácate uno de tus ojos, sácalo solo para ganar mi respeto". Ahora me resulta gracioso. Pateticamente gracioso. No me encuentro frente a su puerta para recuperar su respeto. Estoy aquí, con este frasco en las manos, para recuperar el mío. Con este frasco de cristal, lleno de hielos, con el fondo llenándose de agua derretida mezclándse con pequeñas dosis de sangre. Con este frasco donde descansa mi ojo, separado de mi carne con un cuchillo, extraido de mi rostro con una cuchara, saldo mi deuda.

No es mi lealtad la que ha fallado. Es la vuestra.

Me aparto de la puerta de Dominic con una macabra sonrisa, a medio camino ente la cordura y la insana demencia. Abro los brazos, satisfecha y relajada. Giro sobre mí misma, salpicando la pared, y comienzo mi sinuoso caminar hacia mi propia puerta, hacia mi habitación, al interior de la cual entro lenta y silenciosamente.

Hay un último peso que debo liberar de mis hombros.

Notas de juego

Este post lo pongo para todos para que seais conscientes de lo que he dejado en el pasillo. No se quien lo encontrará, pero así ya estáis todos sobre aviso.

Todo este camino lo estoy haciendo ofuscada, por eso (dado que no me estáis buscando activamente) no me veis ni oís. Lo que si vereis es (una vez yo ya haya pasado) manchas de sangre en el suelo y paredes (gotitas sueltas, quizás algún hilillo) y los dos frascos descansando en el suelo.

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31/08/2008, 13:20
Sejmet
Sólo para el director

No comprendo porque "quiere que siga así" y todavía menos cuando afirma habérselo hecho él. Si hubiera sido otro podría tener algo de sentido... Pero no parece muy dispuesto a contármelo. Yo le cuento mis secretos, quizá sean absurdos pero él... sigue siendo un misterio.
Noto cómo se aparta, en una actitud algo distante y extraña que me estremece y me congela la sangre con la misma velocidad que antes la hacía bullir. ¿Qué he hecho esta vez? La culpabilidad hace mella en mí y me encoge el alma. ¿Soy tan estúpida que ni siquiera me doy cuenta?

Me siento en la cama y le miro de forma aprensiva, "Mírame, ¡¡te lo suplico!!", pero ningún sonido surge de mi boca. Tengo dignidad, y orgullo.
Simplemente observo su espalda intentando recapacitar. No puede ser el hecho de que haya resultado herida, antes de pareció enojarse por eso, sólo preocuparse, así que supongo que sólo queda otra posibilidad.
Me levanto con lentitud sobre la cama y me acerco a él, apartando su espeso cabello hacia atrás antes de hablar junto a su oreja.
-Es mejor así, que la primera vez seamos conscientes de nuestros actos en su totalidad y disfrutemos de cada segundo. Sé que estás enfadado pero te darás cuenta de que no hubieras disfrutado tanto de esta forma. Habrá más oportunidades, mejores y más íntimas. Te lo prometo- sonrío ligeramente a sabiendas de que no me ve. A punto estoy de brindarle un beso pero supongo que no será oportuno así que me limito a esperar. Es probable que quiera estar solo un rato.

Esperar... siempre esperar, a pesar de que es algo que detesto. Parece que no se dé cuenta de lo que me estoy esforzando por él, no lo haría por cualquiera, en la mayoría de casos me limitaría a decir que si no es capaz de seguir mi ritmo no vale la pena, y sin embargo es la excepción porque es mi Altaïr. ¿De verdad soy su Alaïs...?
Nunca me había sentido tan afectada y débil por lo que pudiera deducirse de mis palabras o gestos. Me doy cuenta de que soy vulnerable, quizá demasiado, y sin embargo ya es demasiado tarde para evitarlo.

Notas de juego

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31/08/2008, 14:45
Ivan Zantosa

Aprecio la ayuda de Steff y le cedo la nevera. No me siento cómodo con ella y lo que hay dentro pesa como mil demonios. Bueno, tal vez mil no, pero es aparatosa y apenas puedo caminar bien con ella cogida.

Cuando la tomas tú me siento liberado y sonrío.

Cita:

Sejmet hizo una pequeña excursion y volvio asi, el resto ya lo sabreis cuando sea necesario. Necesito saber cuando se vaya Esmeralda y si os dice donde ira. Solo me lo diras a mi

Vaya... Apuesto a que Nika puede ampliar esa información. Pero es un buen comienzo. Algo serio pasa.

- No te preocupes, Sejmet se pondrá bien. Vasily se ocupó de ello por si os pasaba algo.

Algunos podrían hablar mal de Vasily durante horas. Es cierto, la mayoría de las cosas que dicen de él lo son. Pero nadie en la familia pondría en duda nunca su amor por los suyos. Siempre hemos sido lo primero, al igual que vosotros, sus hermanos.

Uno se sentía bien con ese hijodeputa enorme cubriéndote las espaldas. Y lo hacía, no había dudas sobre ello.

- ¿Está bien Esmeralda?

Por lo que ví en el monitor estaba afectada. Aún así tampoco quería meterme en este lío. Ellos sabrían...

- No te preocupes, soy una tumba.

Mi mano toca mi pecho, haciendo una promesa.

Menos que tú y los tuyos... Pero silencioso como un muerto.

Después mi mirada se clava en la nevera. Creéme, no sé si quieres saberlo...

- Um... Hay... Sangre. Bueno, algo que curará a Sejmet.

Yo no pienso tocarlo con las manos...

Avanzo por el pasillo junto a Steff y me fijo en su cabello rubio y largo. No es más alta que yo por apenas 10 centímetros, y al verla con la nevera como si no llevara nada entre sus manos me hace sentir extraño.

Las vampiras estaban claramente fuera de mi alcance...

Cuando llegamos a su dormitorio, la escena me... ¿sorprende? ¿divierte?

Y hace minutos estaba encabronado... En fin... Mejor no acercarse demasiado, o igual despierto su ira de nuevo. La pasión es otra forma de violencia...

De nuevo me siento mucho mejor en el pasillo, lejos de los vástagos. Steff es una excepción, al menos hasta que no me mire como una psicópata.

Cita:

Os dejo esto aqui, cuando termineis sabeis donde hay comida. Ivan y yo vamos a hablar con mucha calma, tomaros el tiempo que haga falta. No os preocupeis, me ire a dormir a uno de vuestros cuartos cuando amanezca

Sonrío pícaro, sin dejar de mirar.

Cita:

Ivan, tengo que hablar con Nika, no te quedes ahi parado

Asiento, dándo unos cuantos pasos hacia atrás, obviando el dormitorio.

Al parecer el "diálogo que faltaba en la manada" se os ha acumulado esta noche. Qué de novedades...

Se ve que todos teníais mucho por deciros...

Camino junto a Steff, llevando la nevera de nuevo a los congeladores, esperando no tener necesidad de usarla en mucho, mucho tiempo.

Después vamos juntos hasta Nika, que aún tiene la puerta semi abierta.

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31/08/2008, 17:24
Sejmet
Sólo para el director

Se gira hacia mí y le devuelvo una mirada limpia y serena. Quiero que comprenda que no estoy en absoluto molesta o enfadada con él o con lo que acabamos de hacer apenas unos minutos atrás.
-No te sientas mal por estar confundido, mi Altaïr. No me molesta, y tampoco te culpo, es muy normal... Aunque no lo creas, no somos perfectos- le sonrío cariñosamente, intentando quitarle algo de importancia al asunto para que se sienta más tranquilo.
-Si querías hacerlo, debías hacerlo. Te dejaste llevar por tus impulsos y deseos, no hay nada de malo en ello si es para algo en lo que ambos estamos de acuerdo- asiento con firmeza y le noto tan confuso... Cómo sólo le he visto cuando estamos a solas. Tan vulnerable cómo yo. En cierto modo me alivia saber que mis gestos y palabras le pueden afectar tanto cómo a mí las suyas.

-Tendrás tiempo para pensar, te esperaré siempre- repito esto último a sabiendas de que es una frase que ya pronuncié y que sigo manteniendo.
Alzo un poco la mano pero se queda a medio camino cuando se aparta de mí. Quizá avergonzado, quizá incómodo. Casi puedo oír cómo algo se quiebra dentro mío, pero no digo nada, sujeto mis manos y las miro distraidamente mientras desciendo, quedándome sentada en la cama, entre sábanas de seda que ya no me ofrecen calidez ni bienestar.

-¿Qué estás diciendo?- mi voz se alza repentinamente, algo estridente, llevada por la sorpresa de su afirmación. Le miro estupefacta, sin apenas parpadear.
-¿Es por haberle roto la mano...?- pregunto entonces algo más sosegada, recordando lejanamente unos gritos que oí mientras me alejaba por el pasillo a los cuáles no presté demasiada atención.
-¿Qué me he perdido...?- le miro inquisitivamente, si Esmeralda renuncia a nosotros sólo demostrará lo zorra que ha sido siempre, pero voy a necesitar más datos antes de colgarle ese bonito "cartel".
Aún así el hecho de que haya cambiado tan drásticamente de tema tampoco pasa desapercibido.

Notas de juego

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31/08/2008, 18:10
Esmeralda
Sólo para el director

Mi habitación me resulta extraña. Nada más cruzar el umbral de su puerta, me siento como si invadiera el refugio de otro vampiro. Es un sentimiento que no logro compender, pero que me hace sentir nerviosa. Cierro la puerta a mi espalda, dejando una mancha de sangre bastante evidente en la pintura.

Últimos pasos, últimos lastres que eliminar.

Lo primero que hago es quitarme la ropa. Está casi completamente cubierta de sangre, empapada en la vida que se me escapa entre los dedos. Dedos, divertida elección de palabras. Mis prendas sucias caen por su propio peso al suelo, y repto hacia el baño, metiéndome en la bañera con los pasos de mi anterior danza incoherente. El agua, nuevamente purificadora de mi alma, limpia mi piel y hace que mi sangre, húmeda y reseca al tiempo, caiga deslizándose hacia el fondo de la bañera. Mis manos recorren toda mi piel, la acarician, sienten el calor del agua y la sangre fundiéndose para abandonarme nuevamente virgen, nuevamente limpia por dentro y por fuera. Mis ojos cerrados, MI OJO cerrado, se cierra para disfrutar aún mas del sentido del tacto.

El disfrute dura poco. Una ducha rápida, nada más, para eliminar la suciedad. Para abandonar el lugar en condiciones. Al salir de la ducha, he dejado de sangrar. Creo que he gastado algo de sangre para eso. No para curarme completamente, no para dejar de sentir el aún necesario dolor. Solo para no sangrar.

Salgo a mi habitación con una toalla entre mis manos, secando mi piel sin mucho ímpetu. De pequeños saltos acompasados, me planto frente a mi armario, lo abro y selecciono algo de ropa sencilla. Va a ser un buen paseo por la ciudad, y no tengo ganas de entretenerme por el camino, así que trataré de no llamar la atención. Unos pantalones anchos con cinturón doble negro y una camiseta de tirantes gris. Claro que también podría ir todo el camino ofuscada... Pero da igual, la elección está bien.

También cojo unas enormes gafas de sol, para tapar la herida que necesito mantener. Aprovecho para sacar de armario algunas prendas que me gustan especialmente, y las meto en una mochila. Abro un cajón y saco mi pistola, un pequeño revolver de defensa, metiéndolo también en la mochila junto con una caja de munición. Comienzo a rebusar en otros cajones, sacando cuanto pueda serme util: documentación, el ipod, el telefono movil y su cargador, las tarjetas de crédito... Todo lo necesario. No quiero luego echar en falta algo que haya quedado en este lugar.

Las drogas. Me giro y voy hacia el estante de los libros, comenzando a sacarlos uno por uno. Algunos de ellos están abiertos por el centro, como pequeños compartimentos donde guardo pequeñas dosis de drogas de distintos tipos. Otros no tienen nada. Otros, en cambio... Al abrir uno de ello, veo mi propia letra, escrita a mano con bolígrafo verde. Son mis notas, apuntes que tomaba cuando Vasily me adiestraba para ser Sacerdotisa.

Este es el laste que debo eliminar.

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31/08/2008, 22:16
Steffanie Wilson

Cita:

¿Está bien Esmeralda?

Te miro y sonrio Cuando estemos con Nika te lo respondere y se que no diras nada, pero quiero solo decirlo una vez. Tras salir del cuarto y cerrar la puerta del pasillo, desandando lo andado con la nevera de nuevo en las manos cuando huelo sangre y miro al suelo hay unas gotas. Dejo la nevera a un lado mientras las investigo y las sigo hasta encontrar algo que puede que no me esperara. Un dedo frente a la puerta de Hamza entre cubitos de hielo, hay sangre en las paredes tambien por lo que parece y el reguero sigue. Lo cojo y sigo mientras llego a la puerta de Dominic cogiendo otro frasco esta vez con un ojo.

Esmeralda. Siempre tienes que decir la ultima palabra, pues esta vez no sera asi. Cuando pase unos dias, mañana tal vez se lo diga a todos, pero esto no cambiara lo que ha ocurrido esta noche Me acerco a Ivan con los dos dandoselo Llevalo a los congeladores, no tengo mas manos, lo vamos a dejar alli. No digas nada de esto y luego por favor me gustaria que limpiaras la sangre vuelvo a coger la nevera y vuelvo a los congeladores dejandola donde estaba y dejando los vasos en un lugar donde nadie los vea pero yo sepa donde estan. Echo un ultimo vistazo antes de cerrar la puerta y encaminarme hacia la sala de vigilancia. La puerta esta entreabierta, pero aun asi llamo antes de entrar.

Nika, tenemos que hablar. Los tres el tono es neutro mientras dejo pasar a Ivan y luego paso yo. Esta noche se acabaron las discusiones, es lo unico que puedo hacer que no se entere nadie. Esmeralda espero que tu tambien tengas el sentido comun de no ir diciendolo por que no te gustara lo que pueda hacerte por dañar mas a mi familia

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31/08/2008, 22:32
Esmeralda
Sólo para el director

Abro la puerta de mi habitación con sumo cuidado. Asomo mi rostro, buscando con mi ojo sano la presencia de alguien por el pasillo. No parece haber nadie. Salgo al pasillo con dos bultos en mis manos.

En una mano, una mochila con mis cosas personales, las cosas de las que no quiero prescindir de momento, aquello que transportar a mi refugio personal, el único refugio que tengo ahora.

En la otra mano, una bolsa de deportes. En su interior, los libros donde tomé notas, los cuadernos donde las redacté. Es una bolsa pequeña, pero para mi supone un peso extraordinario que debo liberar de mis hombros, de mi alma, de mi vida. Es un ancla que me impide navegar la tempestad de mi propia libertad.

Deposito los bultos en el suelo del pasillo, percatándome ahora de las manchas que he provocado con mi sangre en las paredes y el suelo. Me giro y cierro la puerta de mi habitación todo lo silenciosamente que puedo, con una llave que no recordaba tener. Nunca la he usado. Es la primera vez. La última. Ni siquiera tiene un llavero, es la llave solitaria y semi oxidada. Tras cerrar la puerta, sonrío al fijarme en la lampara del pasillo que hay junto a la puerta. Dejo la llave en su interior.

Que derriben la puerta, si quieren entrar.

Tomo de nuevo los bultos y me dispongo a enfilar la salida. A mi izquierda, pasillo atrás, hacia las escaleras por las que he venido, y ascendiendo al piso superior. Envuelta de nuevo en el velo de inexistencia.

Sola. Invisible.

Recorro el piso superior con tranquila calma. Ya no danzo, no me resulta cómodo con los dos bultos que transporto. Tan solo pienso. Apartando los recuerdos, apartando el dolor de mi alma. Concentrándome en el dolor físico y en lo que tengo que hacer.

Un fuego.

Una despedida.

Un último ritae.

Una puerta abierta.

Planes, decisiones. Eso es ahora mi vida. No necesito contar con nadie, no preciso cuestionar mis decisiones y deseos más que conmigo misma ¿Es esto lo que ellos anhelan? ¿Es la manada convencional, las reglas y costumbres de la secta, una lacra para satisfacer éstas pretensiones?

Llego a las escaleras centrales. Creo que es digno de mí, abandonar mi hogar por la puerta grande. Descender las escaleras anchas como una dama de la antigua alta sociedad, recién sacada de una película yanky en blanco y negro. Pero no hay nada glamouroso en mi descenso. Llego a la recepción, y dejo allí mi mochila. La recogeré más tarde, al marchar definitivamente. Antes debo llevar la otra bolsa a la parte de atrás. No, pensándolo mejor lo llevaré todo a la parte de atrás. Quizás no vuelva a entrar en el edificio tras el ritual.

Cruzo el pasillo de la cocina y el almacén y atravieso las puertas que llevan a la sala de interrogatorios y al bar. Tras la barra, que se encuentra frente a la inmensa salida al patio, dejo los bultos. Me acerco a la salida, observando el patio iluminado por la luna. Es un lugar adecuado para un rito, siempre lo ha sido. Debería haber cosas por ahí tiradas, preparadas para una ocasional Danza del Fuego.

Con solo una pequeña parte de lo preciso para una hoguera ritual, me bastará. Es poco lo que necesito entregar a las llamas.

Entonces me doy media vuelta y regreso por el pasillo, hacia la recepción, maldiciendo la maldita estructura del edificio que me hace dar una vuelta tan estúpida para llegar a la sala de seguridad. Alcanzo la puerta doble que lleva a las dependencias de los Aparecidos y las secciones de seguridad: la sala de cámaras y la armería. Asomo el rostro por el pequeño cristal de la puerta y trato de acercar mi vista para ver elinterior del pasillo. Mi nariz choca ligeramente con el propio cristal. Un error de cálculo, ahora que no cuento con profundidad espacial. Es realmente incómodo ser tuerta.

Nadie. Y la puerta de la sala de seguridad, cerrada.

Abro la puerta en silencio, sabedora de que camino en terreno más frecuentado que lo que he recorrido hasta ahora. Confío en la sangre para cubrir mi presencia, en la sangre y en su falta de interés por encontrarme. Me acerco a pequeños pasos a la puerta de la sala, agudizando el oído.

Voces. Una mujer. Debe ser Nika, pero... ¿¿Steffanie??

Doy un respingo, nerviosa. Un paso atrás. Mi ojo solitario mira a ambos lados, agitando mi cabeza, fustigándome con las trenzas que más parecen látigos de penitencia.

No puede verme. No puedo verla.

Me abalanzo hacia la puerta de la armería, penetrando en su interior, cerrando casi completamente la puerta a mi espalda, dejando tan solo una pequeña rendija. Apoyo mi espalda en la pared, sintendo un súbito ardor en las mejillas. Me dejo caer, acclillada, con las rodillas rodeadas por mis brazos y la cabeza hundida bajo una cortina de mis propias trenzas. Esperando, rogando.

Que no me descubra, que no me vea.

Que se vaya, que se aleje, que me deje via libre. Solo por esta vez.

Que deje libre a uno de ellos. Solo necesito a uno.

Solo a uno.

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01/09/2008, 00:53
Sejmet
Sólo para el director

Le miro presa de la curiosidad y el interés, la verdad es que el destino de Esmeralda esta noche dista mucho de lo que hubiera deseado ayer mismo a pesar de que nunca ha sido mi hermana favorita precisamente. Nunca acabé de comprender sus métodos y motivaciones, a veces hasta me incomodaba... Y seguramente habría tenido que arrancarle alguna parte de su cuerpo tarde o temprano si seguía creyéndose con derecho si quiera a rozar una sola de sus rastas.

-Ella hizo lo mismo conmigo- respondo secamente cuando admite haberla puesto en duda, aunque quizá mi reacción le influenció en parte. Me temo que eso me halaga...
Después guardo silencio, mirando de reojo su mano cuando se acerca a mi piel, apoyando mis dedos en los suyos un instante antes de que vuelva a apartarle, cómo si mi tacto le quemara en estos momentos. ¿Tanto miedo me tiene?
Le devuelvo una mirada más seria de lo habitual en mí pero calmada. Lo que me dice... me sorprende en parte, pero para ser sinceros al 100% creo que me alegro de que el lastre de la manada se largue.

-Yo ni siquiera hubiera intentando hacerla recapacitar, pero si aún así nos rechazó creo que su agravio y egocentrismo son demasiado grandes para caber en este Refugio...- contemplo el agujero de su chaleco y ahora lo comprendo, al menos en parte. Sangre pro sangre, o algún juramento assamita similar, no es la primera vez que lo veo y pro suerte nunca he sido yo el objetivo de ellos.
-Estoy orgullosa de ti, lo hiciste bien- sé que me faltan detalles al respecto pero no importa porque creo cada una de sus frases y me parecen lo más coherente, más de lo que hubiera podido ser, yo sin duda.

Beso su mejilla con ternura y le sonrío antes de apartarme para dejarle nuevamente ese espacio vital que parece necesitar con tanto ahínco esta noche.
-Así pues, es definitivo... ¿ya se ha ido?- me levanto de la cama con agilidad y bajo con un brinco, dando unos cuántos pasos hacia la puerta antes de deshacerlos, recuperando mis pantalones y poniéndomelos para asomarme al pasillo.
La puerta de la víbora sigue cerrada.
-Aquí hay sangre...- comento mirando el rastro de lado a lado.

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01/09/2008, 11:22
Dominic

Los acontecimientos se acumulan, y me siento un estupido pasajero en este recorrido turístico, por los horrores más profundos del alma. Ahora mi sacerdotisa es mi enemiga, mi querida hermana, se ha convertido solo en un parpadeo en una victima más de mi hambrienta ira. Aun así esta noche el Señor no tiene piedad conmigo, tal vez en gesto cómplice, macabro y terrible…”Cada cual recoge lo que siembra…” Mi hermana ausente regresa, sangrando, rota…nadie me cuenta nada, ya no parecemos una familia, solo gente que comparte el mismo lugar físico y por un instante siento que ni eso…no es mi estilo correr tras ellos, avasallarlos con preguntas con recriminaciones vacuas…no, yo no soy así…quiero que cese su dolor que deje de sufrir, quedármelo yo sanar su cuerpo y su espíritu, hacer mio su sufrimiento, padecer yo esa tortura…sin embargo se que no debe ser así, cada uno debe ser consecuente con el camino que elije, solo así conseguirá madurar, elevarse, encontrar su iliminación. Solo a través del dolor, del sufrimiento…

Siento que no me necesitan, que no soy bienvenido…eso me entristece, y aun mas pensar que tal vez a sido mi culpa, nunca hemos tenido demasiado en común…tal vez solo nuestra causa…y ellos son jóvenes, pierden el camino con facilidad, las causas se olvidan, las pasiones son fuertes, nos arrastran, nos condenan. Una vez mas busco la soledad, aunque se que de nuevo me equivoco…

Me dirijo a mi cuarto despacio abrumado por todo, huele a sangre, a rabia, a frustración…un millar de matices imposibles de interpretar. Veo un rastro, unos jarros…Esmeralda, aun no has comprendido la fuerza de los actos, ahora ya es demasiado tarde…una vida demasiado tarde. Aun así no puedo evitarlo, derramo una única lágrima, por Esmeralda…por mis hermanos, por el sueño roto de Vasily…por nuestro inexorable destino.

Entro en mi habitación, hay tantas cosas sobre las que meditar...

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01/09/2008, 13:51
Sejmet
Sólo para el director

Siento su presencia cercana detrás de mí mientras observamos el pasillo de arriba a abajo, pero parece que el silencio le envuelve de nuevo con su manto y prefiere no hacer comentarios al respecto. Sin embargo mi curiosidad sigue viva, pues el rastro sólo va desde el final del pasillo hasta la habitación de Esmeralda y no creo que sea casualidad... Un intento de llamar la atención, tal vez, siempre ha sido así, queriendo ser el centro de todas las miradas y atenciones.

Entonces se acerca más, rodeándome con sus brazos protectores. Sonrío, apaciguada, apoyando mi brazo en uno de los suyos aunque desde luego no puedo apenas abarcarlo.
Mi rostro se gira hacia él, aunque tengo que levantar la mirada para observarle puesto que nos llevamos mucha diferencia... Me encantan los hombres altos.
Mi brazo libre se eleva, apoyando la mano en su mejilla mientras le escucho encandilada.
-Ha sido una noche agitada... Supongo que nos merecemos un descanso después de todo- es un poco extraño darse cuenta de que hace un instante parecía de algún modo asustarle o incomodarle y sin embargo ahora acude nuevamente a mi contacto y me pide que no me separe.
Puedo comprender en parte su confusión y sus dudas pero admito que él debe tener incluso más que yo. No lo hubiera adivinado nunca antes de conocerle de verdad... Pero me gusta así, con sus imperfecciones que le hacen único, en las que puedo intentar ayudarle de algún modo.

-Vamos a algún sitio donde no vayamos a importunar... Ni viceversa- me río por lo bajo al recordar las caras de Steff e Iván. Apuesto a que él hubiera querido morirse allí mismo pero a mí me resultó gracioso, hubiera sido capaz de proseguir sin que eso me molestara en exceso pero no todos tienen un grado de extroversión tan alto para cosas tan "íntimas".

Empiezo a andar, sujetando sus brazos con los míos para que camine junto a mí, tambaleándose de forma algo torpe para poder avanzar y no pisarme demasiado.
Parece que sigamos el rastro de sangre cómo si fueran las migajas de pan de Hansel y Gretel pero al cabo de pocos metros ya hemos llegado a su habitación, la más alejada de todas, aquí no creo que seamos molestados o eso espero.
Entro a su antesala alfombrada soltándole, mirándome los pies terriblemente sucios de arena y sangre, lo cuál me hace llevarme la mano a la sien para descubrir que ahí sigue el espeso rastro a pesar de que la herida ya se haya cerrado.

-Debería darme un baño primero, estoy hecha un asco, no quiero dejarte la habitación igual...-
miro las cortinas, cojines y espejos que penden del techo. Debe de ser un sitio tan distinto... Me gustaría viajar más y descubrir sitios nuevos.
-Quédate aquí y descansa un poco, ¿vale? Yo volveré enseguida...- le hablo con ese tono dulce y paciente que sólo me sale de forma innata cuando estoy con él y hago ademán de salir pero me detengo en la puerta -¿Quieres que me ponga algo sexy?- pregunto mirándole, dejando que responda o simplemente se quede con cara alucinada antes de marcharme por el pasillo entre risas.

Notas de juego

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01/09/2008, 17:33
Sejmet

Salgo de la habitación de Hamza, al fondo del pasillo, todavía riendo por lo bajo divertida por algo que recientemente ha ocurrido, de una forma casi infantil y despreocupada.
Mi ropa sigue rasgada, las marcas de las dentelladas en el costado se notan en el corsé y mi cabello aún está más sucio y desordenado de lo habitual, acompañado por manchas de sangre por todas partes y un reguero más espeso descendiendo pro la sien izquierda, donde mi piercing ha desaparecido "repentinamente".

-¡Dominic!- exclamo abiertamente dando un par de brincos hacia él. Se nota que a pesar de mi aspecto ya no hay heridas en mi cuerpo de las que preocuparse y muy al contrario de lo que podría esperarse estoy bastante animada.
-Me han comentado que la habéis liado gorda, no se os puede dejar solos ni media hora...- empleo un tono desenfadado queriendo quitarle importancia al asunto, sólo espero que no me arranque los brazos por ello.
Contemplo entonces el rastro de gotas de sangre y me detengo en la puerta de su habitación, donde hay una salpicadura algo más visible.

-¿Quién ha sido el guarro...?- pregunto mojando el dedo en la espesa sangre, algo fría ya y por tanto hace unos minutos que se ha llevado a cabo pero estoy segura de que cuando llegué no estaba.
-¿Tú estás bien?- pregunto finalmente mirándole interesada, aunque dudo que de no ser así me lo diga pero... Con que sepa que puede contar conmigo si lo necesita me conformo.