Partida Rol por web

Tras verificar que todo estaba medianamente bien, Tadeus se dispuso a seguir a Clarissa hacia el exterior. La chica parecía no haberse percatado de su pedido para que también el llevara el improvisado escudo en el brazo, pero, sin querer demorar más el desagradable asunto de tener que enfrentarse a lo desconocido, asintió hacia ella cuando le propuso salir y sin decir nada salió afuera tras comprobar que no hubiera muertitos en la costa.

Movámonos con precaución le susurro mientras comenzaba a mirar por la mirilla de la llave del cuarto mas cercano.

El patio entre los cuartos estaba desierto, de buenas a primeras. Los infectados que se veían a la distancia, seguían aún lejos. 

El único "objeto" extraño es el cadaver del infectado que Tad había finiquitado hace un rato. 

Mientras Tadeus revisa por la mirilla la habitación contígua, Clarissa se dispone a revisar los bolsillos del cadaver. Cuando el ingeniero la ve, la mujer desvía la mirada. -No va a usar nada de lo que tenga. -comenta en voz baja. Pronto encuentra una llave con la etiqueta "203"

-Bueno, ya es algo, supongo. 

La investigación preliminar de Tad no revela nada en la habitación contígua, la 109. Al parecer se halla sin uso, lo que no auguraba nada bueno para sus necesidades alimenticias. Los mismos resultados encontraron en la 107, y 105. 

La 106 se encuentra totalmente oscura, pero se escuchan algunos ruidos en el interior. 

-Podríamos romper la ventana para entrar, -sugiere Clarissa. -Aunque eso haría bastante ruido, además de que no sabemos lo que puede haber dentro. 

Ante la proposición de Clarissa el muchacho regordete volvió su rostro para mirarla a los ojos con una expresión de miedo en la cara y, a continuación, negó con violencia. NI SE TE OCURRA pensó a los gritos, pero solo atino a llevarse un dedo a los labios en una clara señal de seguir, como hasta ahora, lo más en silencio posible.

¿Qué hacer?, pensaba Tadeus mientras miraba el problema que tenia ahora frente a su cara.

Comenzó a sopesar posibilidades, ¿espiar por la cerradura, espira por debajo de la puerta, espira por la ventana, susurrar junto a la puerta para que, si había una persona asustada dentro pudiera escucharle y saber que no eran infectados y, por último, probar con abrir la puerta?

Si nada de esto funcionaba, la idea era seguir adelante, no quería llamar la atención de las criaturas si podía evitarlo.

Tadeus intenta observar por debajo de la puerta, pero la oscuridad interior no le devuelve ninguna información útil. Finalmente intenta susurrar al interior y escucha un suave golpe dentro del lugar. 

Después de unos segundos de tensión, Clarissa se dispone a decir algo, pero escuchan una voz ronca que responde desde el interior. -¿Hay alguien ahí? Si pueden entenderme, les sugiero alejarse de la puerta. Tengo un arma y la voy a usar. No quiero que se acerquen. 

Por el tono de voz, parecía tratarse de un hombre de edad avanzada. Y no estaba de buen humor. 

Clarissa se acerca un poco e intenta razonar 

-Señor...por favor... no somos infectados...venimos en son de paz. 

-Entonces retírense en son de paz. -retruca la voz desde el interior. 

Clarissa mira a Tadeus con ojos inseguros. 

Tadeus escucho en silencio la conversación entre aquel desconocido y Clarissa. ¡Que necio era aquel sujeto!, pensaba con enfado, era justo ahora, con cada vez mas infectados sueltos, que todos los supervivientes tenían que estar unidos. Juntos eran más fuertes.

Y, sin embargo, le entendida. El miedo era una droga poderosa.

Por eso mismo, cuando Clarissa busco su mirada indecisa respecto a como proceder, Tadeus le indico mediante un gesto que era mejor seguir. Que allí no podría hacer nada. Pero, antes de partir se acerco a la puerta para susurrar:

Mi nombre es Tadeus señor, soy ingeniero (jajaja) y tengo miedo. He encontrado a Clarissa que igual que yo siente que no es momento para estar solos. Ambos estamos moviéndonos en busca de alimentos y, quizás, un mejor lugar para descansar seguros. Es usted bienvenido a acompañarnos, si gusta.

-Mire, Sr. ingeniero- responde el presunto viejo. -Le recomiendo que ande con cuidado. Los infradotados canibales esos no son el único peligro en esta situación. La gente puede portarse como verdaderos animales en busca de sobrevivir. Lo sé. Lo he visto. No voy a volver a hablar con ustedes. Si vuelven a intentar persuadirme, responderá mi escopeta. Y tiene mucho que decir -sentencia firmemente la voz. 

Clarissa escucha en silencio mientras mira a Tadeus, con gesto algo desesperado. 

-Quizás deberíamos probar directamente con la habitación 203. -sugiere la mujer. 

Ante la respuesta de aquel desconocido, Tadeus sintió como si fuera un personaje de película o serie de tv que, tras terminar en una situación de innecesario peligro por designios de su cruel guionista, sufría ahora el peso de la terrible costumbre humana a sangrar, - y probablemente morirse -, cuando les perforaban el cuerpo con un buen puñado de perdigones de plomo.

• Inserte música de tensión aquí –

Ni que decir que Clarissa y su propuesta le sentó como anillo al dedo, él también quería largarse por patas de aquel lugar cuanto antes.

En parte, entendía al sujeto tras la puerta y la gravedad de su mensaje, - descarnado y brutal -, pero, por otro lado, deseaba que tuviera que tragarse sus propias palabras pronto. cuando se viera rodeado de peligros…y solo.

Con un pequeño gesto de la cabeza le indico a Clarissa que se marchaban de allí. No obstante, lanzo una última mirada hacia la puerta cerrada y a quien se quedaba allí solo y con miedo. Fue ese el momento en que lo supo, aquella, no sería la última puerta cerrada para él.

Clarissa y Tadeus dejan atrás el cuarto del Señor Atrincherado y se dirigen hacia la habitación 203, que está escaleras arriba. Al encontrarse en el piso superior, pueden escuchar unos pasos en el pasillo exterior. Una inspección más detallada revela la presencia de un infectado de cabello rubio caminando frente a la puerta de dicha habitación. 

-Tendremos hacer algo con ese tipo. ¿Deberíamos empujarlo? -sugiere Clarissa. En efecto, el precario equilibrio que presenta la mayoría de los infectados hariá relativamente sencillo empujarlo por laa baranda hacia el patio inferior. 

Por otro lado, no es una solución definitiva para ese problema. Tal vez enfrentarlo entre ambos podría ser una opción mejor. 

Tadeus comenzó a mirar con más atención el lugar donde se encontraban. Su mente trabajaba con rapidez evaluando posibilidades y contratiempos. Miraba, como un perro al acecho, intentando, como antes, utilizar lo que el entorno le ofrecía como una herramienta para poder salir de aquel atolladero lo mas indemne posible.

Siendo este un pasillo exterior y en planta alta, no hay gran cantidad de cosas. Sin embargo, Tadeus logra ver un matafuegos pequeño colgado en la pared del lado opuesto al lugar donde se encuentran. 

Clarissa espera la respuesta de Tadeus, cada vez más ansiosa. 

¡Puta Bida!

No había nada cerca o útil para valerse de una ventaja a la hora de atacar. Tampoco podían quedarse todo el maldito día allí parados y mucho menos rodear al jodido infectado. Ahora, casi todo el endemoniado mundo estaba lleno de estos brutos sin sesos hambrientos de carne fresca y viva.

En algún momento tendría que aprender a pelear y, este era tan buen momento como cualquier otro para seguir asimilando habilidades.

Tadeus le indicó por gestos a Clarissa de que iban a intentar tomar por sorpresa al infectado pero que no debían hacer, si cabía la posibilidad, ningún ruido durante el asunto.

Tras asegurarse de que ella lo entendía se entregó mentalmente a la divinidad que quisiera escucharlo,

Y atacó.

Tadeus lanza un golpe con la barra metálica pero falla en su puntería. El golpe se pierde en la nada cercana al infectado. Clarissa llega desde el otro lado y trata de golpearlo con su lanza improvisada, pero el zombie se da vuelta y le hace fallar el ataque. En el momento justo, la chica se mueve un poco hacia atrás y evita un intento de agarre por parte del infectado. 

Ahora el infectado se encuentra entre Tadeus y Clarissa, enfrentándola a ella, o sea, de espaldas a Tad. 

Tal vez el empujarlo por la baranda no seria tan mala idea... 

¡mierdamierdamierda….!, fallar nunca era agradable y más, si de ello dependía tu vida.

Tadeus traspiraba como un chancho en la parrilla y a duras penas podía atisbar al infectado al cual buscaba empujar. Un poco porque se le habían empañado los lentes y otro porque por el miedo iba con los ojos semi cerrados lo que le otorgaba a su rostro una ligera similitud con un buda occidental con un look de oficinista.

De aquello no iba a venir a salvarle las papas nadie y por eso, sin mediar palabra, ataco de nuevo al embotado que ahora le daba la espalda.

¡Hay Dios mío!, pensó con una vocecita muy parecida a la de R.Fort.

El nuevo golpe de Tadeus termina por noquear al debilitado aire. Clarissa intenta apuñalar al zombie pero nuevamente su ataque  no surte efecto. El infectado, más afortunado, le asesta un golpe a la mujer que la empuja peligrosamente hacia la baranda. Si bien el golpe no logra tirarla, se está sosteniendo en la baranda básicamente sólo con el trasero. -¡Caraj-! -comenta la artista, visiblemente asustada. 

La situación se estaba alargando mas de lo que inicialmente había pensado. Ya comenzaba a sentir a la duda soplándole la nuca a la vez que le susurraba en la mente.
Novasapodernovasapodernovasapoder…
Y, aunque no quisiera admitirlo, aquella odiosa vocecilla chillona estaba minando su escasa confianza.
Tadeus se sentía como Lion-O. Pero una versión de un mundo alternativo, gorda, fuera de estado y peleando con Mun-Ra sin la fabulosa espada del augurio.
¡THUNDERCATS, THUNDERCats, thundercats, OOOOOOOHHHHHMAMAAAAAAAAAAAAAAÁ!
¡Y allá fue nuevamente!, intentando valerse del volumen y peso de su cuerpo como ariete, y atacando menos como el machote de Lion-O y más como el príncipe Adam. (mmmm goloso).

El empujón de Tad surte buen efecto contra el infectado y lo hace pasar por sobre la baranda y caer hacia abajo. Un sonido feo suena cuando el zombie y el suelo se encuentran. *snap* 

Clarissa se asoma hacia abajo y hace un gesto de desagrado. -Gracias. Sr. Rapp- comenta la mujer. 

-Vamos a buscar la habitación 203. -agrega Clarissa. Saca de su bolsillo la llave y se dirige a la puerta de la habitación. El cuart 203 no tiene ventanas hacia el pasillo, y la exploración por la mirilla no revela nada relevante. Tampoco escuchan ruidos dentro. 

-¿Entramos? -consulta Clarissa. 

¡Fiuuuuuuuuuuuuuuu!, se habían salvado, otra vez, de pedo. Tendría que hablar con Clarissa, pronto, estaba claro que ninguno de los dos era del tipo luchador.

El sonido del infectado espachurrándose contra el piso le revolvió el estómago, ni siquiera quiso mirar hacia abajo anticipando en su mente la horrible imagen, que, de obligarse a hacerlo, podría descubrir allá abajo.

Con un repetitivo, nervioso e infantil movimiento de cabeza le indico a la chica que estaba de acuerdo en entrar al cuarto, no podía abrir la boca, de hacerlo iba a potar y en la panza de Tadeus había mucho para devolver.

Tras escuchar sin oír nada y ante la imposibilidad de poder ver hacia el interior, Tad abrió la puerta con mucho cuidado para descubrir el interior del cuarto a ambos.

No iba a lanzarse a ciegas. ¡Ni loca!.

El interior del cuarto está medianamente iluminado por una ventana opuesta a la puerta. El cuarto está vacío; pero encuentran un bolso en medio de la cama. Probablemente perteneciente al calvo que Tadeus liquidó frente a la puerta de Clarissa hace rato. 

La mujer se asoma a la habitación y entra con cuidado. Golpea una pared con intención de atraer a algún otro ocupante inesperado, pero no surte efecto. 

-Parece que no hay nadie aquí.-comenta la mujer. Lo primero que se dispone a revisar es el bolso sobre la cama. Un silbidito asegura que la inspección es fructífera. -Hay algo de comida aquí dentro. Golosinas mayormente, pero es mejor que los medi-que nada. 

Y también algunas...cosas de primeros auxilios. Parece que el dueño de este bolso se estaba preparando para salir o algo así. 

Tras comprobar que no hubiera nadie, ingresar y cerrar la puerta con especial cuidado, Tad se dejo caer sobre una vieja silla del cuarto dejando que Clarissa revisase el bolso.

Escucho a la muchacha sin mucha emoción y sin poder evitar que su estado de animo se reflejara en el rostro.

Estaba cansado, asustado y confuso.

Finalmente, sin poder evitar ser como era, miro a Clarissa y dijo:

Clarissa, tengo…mm…miedo, este ultimo enfrentamiento nos ha demostrado que no somos especialmente hábiles para la violencia, yo no creo que sea sensato deambular sin un rumbo fijo y no vamos a poder sobrevivir siempre con golosinas o snacks. ¡O sin agua!, prosiguió, pero, por otro lado, no se que lugar seria mejor para aguantar esta pandemia, ¿quizás algo subterráneo?, ¿el mar?, ¡no lo sé!, indico abatido llevándose ambas manos al rostro enrojecido y sudado.

En esa misma posición volvió a hablar luego de un tiempo.

¿Cuánto piensa esperar a su novio Clarissa?, ¿A dónde irá luego? susurró sin mirarla a los ojos.

Tadeus deseo que no le dejaran solo, cuando el valiente muchacho regresara para descubrir que su chica se había agenciado una mascota gorda y miedosa.

Clarissa hace una pausa dramática de unos segundos antes de responder. Al parecer, ella también estaba intentando poner una cara positiva fingiendo que las cosas estaban mejor de lo que estaban. 

¿Cuánto piensa esperar a su novio Clarissa?, ¿A dónde irá luego?

-No lo sé... No lo sé. -responde la mujer dejándose caer para sentarse sobre la cama. -Yo también tengo miedo. Por Brad...por mí... No puedo pensar en una estrategia de largo plazo. Por que no sé si viviré tanto tiempo. No soy una guerrera ni nada parecido. Usted lo sabe, porque es igual. 

Un pesado silencio recubre la habitación durante unos segundos hasta que la mujer vuelve a hablar. 

-No puedo sobrevivir sola. Y tal vez la única manera de hacerlo sea encontrando otra gente. Refugiarnos simplemente no nos servirá de nada si no podemos procurarnos de recursos. Creo que... voy a ir al mini mercado en busca de Brad. Si no lo encuentro... pues volveré a la ciudad de alguna manera. ¿Qué hará usted? ¿Tiene... dónde ir?