Partida Rol por web

No soy una guerrera ni nada parecido. Usted lo sabe, porque es igual.

¡Pum!, en la puta cara gorda. A la mierda tus tonta ilusiones de haber impresionado a Clarissa. ¿Creías que podía cambiarse toda una vida de miedos y un carácter retraído?, ¡ja!, ahí lo tienes Tadeus, para Clarissa eres un inservible llorón. Una herramienta solo útil…de momento.

El pobre Tad no quería escuchar a su viciosa conciencia, pero esta era dueña de una voz insidiosa y no cesaba de explicarle al muchacho los como y porque Clarissa y, ya puestos, nadie le precisaba ni le precisaría nunca.

Pero hoy mismo, no hacia mucho tiempo, se había obligado a si mismo ayudar a una desconocida y había tenido éxito. ¡Claro!, no era mas que suerte, el enfrentamiento reciente lo había dejado muy claro, pero, había una posibilidad de cambiar, de finalmente poder abrirse al sol como una flor nueva. De vivir sin miedo, aunque fuera en este nuevo mundo de pesadillas.

Está bien Clarissa, usted tiene razón, respondió mirándola finalmente, no podemos quedarnos aquí por siempre, debemos movernos. Pero, le pido por favor espere a la noche, como bien ha dejado claro no somos guerreros ninguno de los dos y por eso, quizás de movernos en silencio y valiéndonos de las sombras podamos llegar al mercado sin problemas y luego, bueno, ya veremos concluyó.

Clarissa mira en silencio al hombre mientras habla. 

-De acuerdo, me parece una buena idea esperar hasta la noche. Tendríamos que procurarnos de algún tipo de iluminación el camino. Y tal vez algunos objetos para llamarles la atención en caso de que haya que evitar infectados en el camino. Aunque ninguno de los dos seamos guerreros, me alegra mucho haberlo encontrado, Sr. Rapp. -agrega con una sonrisa. 

¿Cree que deberíamos intentar conseguir algunas cosas más antes de que anochezca o sería mejor refugiarnos antes de salir? No me haría gracia revisar el motel en completa oscuridad...

Tras escuchar a Clarissa, Tadeus propuso las siguientes soluciones:

Tendríamos que procurarnos de algún tipo de iluminación el camino.

 

Podemos cargar los teléfonos si es que aun hay electricidad, de esa forma podríamos iluminarnos en caso de ser necesario aunque, yo propongo evitarlo si no es indispensable, no quisiera llamar la atención de nadie…¿me entiende?.

Y tal vez algunos objetos para llamarles la atención en caso de que haya que evitar infectados en el camino.

 

Podríamos buscar objetos pequeños de vidrio, al romperse contra alguna superficie dura pueden hacer un sonido bastante audible. Si estas…emm…personas infectadas se guían por el sonido, seguro en el silencio de la noche podrán oír el ruido de los vidrios al romperse. También quisiera llevar el matafuego, si encontramos otro y así tener ambos uno mucho mejor. No servirá como arma, pero podemos usarlo como una distracción también.

¿Cree que deberíamos intentar conseguir algunas cosas más antes de que anochezca o sería mejor refugiarnos antes de salir? No me haría gracia revisar el motel en completa oscuridad..

Yo tampoco quiero seguir moviéndome por este lugar en la oscuridad de la noche. Propongo que tengamos los ojos bien abiertos y en caso de encontrar algo de salida de aquí, pues lo tomamos y listo.

Ahora, volvamos al cuarto y preparemos todo para irnos lo antes posible, ¿le parece? Propuso nervioso.

Clarissa asiente con una leve sonrisa en los labios. No sería a prueba de todo, pero ya tenían un plan. 

Con mucho cuidado, Clarissa abrió la puerta de la habitación 203 y se asomó al exterior. El sol de la tarde ya teñía todo de un color dorado, señalando que no tardaría mucho en caer la noche. 

El matafuegos resulta pequeño pero pesado y romo, bastante útil para defensa propia. Además, se podría lanzar el contenido a modo de niebla. 

Mientras Tad revisa el aparato, Clarissa se dispone a decir algo, pero un ruido estruendoso los congela a ambos. Desde su posición no podían verlo, pero la cabeza de Tadeus volvió rápidamente al viejo atrincherado con una...escopeta...

El estruendo provoco en Tadeus dos efectos muy dispares, pero, a la vez, esperables en su persona.

Primero se sobresalto pegando un salto involuntario mientras se le escapaban unas gotitas de pis, a continuación, con los ojos desorbitados miro a Clarissa mientras el anillo del cuero le boqueaba como un pescado fuera del agua.

No había tiempo para discursos rimbombantes ni palabras rebuscadas. Ahora todos los infectados cercanos vendrían a ver que había pasado y ellos no podían quedarse más allí.

¡Corre!, le susurro a la chica y el hizo lo propio.

Correr, sin mirar atrás.

Tadeus emprende la carrera para bajar a la planta inferior, con Clarissa siguiéndole de cerca. Cuando pasan cerca de la habitación del anciano encerrado, ven la puerta abierta de par en par. No se escuchan otros ruidos en el interior. ¿Estaría... muerto? 

-Hey. ¿Deberíamos... buscar la escopeta? -pregunta Clarissa en medio de la carrera. Una escopeta suena muy útil, pero se arriesgarían a pasar más tiempo en el lugar. A la distancia pueden ver un infectado acercándose al lugar, aunque aún a buena distancia. ...al menos ese. 

Una escopeta sonaba SUPER BIEN, pero lo que no lo hacia tanto era tener que enfrentarse con un infectado, o dos, o muchos muchísimos más. Aunque…por los alrededores no se veía ninguno, solo un lejano caminante que estaba a demasiada distancia para ser preocupante.

Y aunque la puerta abierta no le auguraba ninguna seguridad, Tadeus decidió no hacerle caso a su instinto por esta vez. Le dijo “SI” a Clarissa con un movimiento de cabeza y a continuación, comenzó a acercarse en puntillas de pie hacia la habitación.

La habitación del motel estaba en un estado muy desordenado. La cama estaba revuelta y varias cosas están en el suelo. En medio de la habitación, hay un hombre viejo en silla de ruedas, aparentemente muerto. Tiene una herida profunda en el cuello que manchó de sangre buena parte de sus ropas. Otro cadaver se encuentra en el suelo, pero a éste le falta media cabeza, tal vez producto del escopetazo. El cadaver del viejo tiene cerca la escopeta apoyada contra el suelo. 

-Oh, no... -comenta la artista al asomarse a la escena. Era un cuadro difícil de enfrentar con el estómago lleno. 

Clarissa dedica una mirada silenciosa a Tad, con la pregunta implícita de quién se asoma dentro. 

A pocas palabras buen entendedor citaba el dicho, pero a Tad le pesaba mas ese otro que decía, tanto va el cántaro al agua hasta que….

¡Mierdas!, (si, siempre le ponía una “s” al exabrupto porque quedaba mas chick), pensó con desconsuelo mientras se obligaba a si mismo a fisgonear en la habitación.

Ya imaginaba tras la puerta y en un ángulo que no podía ver desde el exterior un infectado vicioso que, escondido de forma eficiente, esperaba al próximo incauto que asomara por el sitio su nariz.

Como una araña podrida y olorosa que esperaba su próxima mosca gorda.

Tadeus se acerca lentamente a tomar la escopeta. Apenas la mano del ingeniero se cierra alrededor del cañón, el cadaver del viejo comienza a moverse. Gracias a su precaución, Tadeus logra dar un salto hacia atrás cuando el infectado salta hacia él. Clarissa ayuda a Tad a sostenerse sin caerse en su salto. El viejo intenta avanzar hacia ellos arrastrándose con quejidos y gruñidos. Antes de que se acerque demasiado, la mujer ayuda a Tadeus a salir y cierra la puerta de la habitación, dejando al viejo del otro lado arañando la puerta. 

-¿Estás bien?-pregunta la artista directamente.

Blanco como un muerto y nunca mejor dicho, Tad miró a Clarissa con los ojos y la boca bien abierta. Incapaz de decir nada de momento tan solo pudo asentir repetidas veces como respuesta a la pregunta de la joven mujer.

Había visto su muerte a los ojos y como una vez leyó por allí, su vida había pasado como una película frente a sus ojos…y esta, la peli, era extremadamente corta y sosa.

Gra-gracias por salvarme-me…Me-mejor n-nos va-vamos…tartamudeo luego de un tiempo mientras volvía a salir al exterior en busca de un camino seguro.

…

Mientras se movía intentando no hacer ruido, miro por un instante el arma que ahora llevaba entre las manos, ¿sería mejor entregársela a Clarissa? El no era muy dado a las armas de fuego y a decir verdad les tenia mucho miedo, quizás ella tuviera mas habilidad, había que preguntar.

Clarissa, susurró, ¿por casualidad sabe usted como usar esta cosa?.

Clarissa, susurró, ¿por casualidad sabe usted como usar esta cosa?.

-Poco y nada -responde Clarissa negando con la cabeza. -Mi papá solía cazar y me mostró en alguna ocasión, pero no recuerdo mucho.

La noche cae sobre el motel de a poco. Y pueden ver algunas sombras movilizarse por el lugar. La pareja camina trota velozmente por el lugar con cuidado. Algunas luces de los pasillos externos comienzan a encenderse en el motel. Al parecer se trata de un sistema automático. Después de una caminata corta pueden ver el pasillo de entrada al motel. El camino está libre excepto por un infectado que está de pie quieto en el umbral de la puerta. Para salir y llegar al estacionamiento, deberían hacer algo respecto de ese. 

Tadeus busco por el suelo o en las cercanías algo pequeño y pesado que poder usar a modo de distracción. Le valía un florero, un cenicero o cualquier otra cosa manipulable a una sola mano.

La intención era lanzar el objeto y que, cuando el infectado se moviera hasta el sonido, salir al exterior intentando con ello evitar cualquier enfrentamiento innecesario.

Pero, del dicho al hecho hay mucho trecho como se suele decir y el no iba a ser la excepción a dicha regla. Para que su plan funcionara, primero tenia que encontrar algo para usar.

Una inspección rápida a su alrededor dió por resultado solamente un pedazo de baldosa rota. No sería algo demasiado ruidoso, pero ya era algo. Desafortunadamente, su puntería no era la mejor, por lo que al arrojar el trozo de baldosa cae a los pies del infectado, quien sólo mira hacia abajo distraido. 

-No era mala idea-intenta consolarlo Clarissa. -¿Buscamos otra cosa? Quizás un poco más lejos... -sugiere la artista. 

Tadeus vio recompensado su ingenio con un lanzamiento de baldosa que podría catalogarse como “soso y fallido”. Y cuan inservible habría sido el acto que incluso el infectado, que al parecer tenía tantas luces como habilidad para el combate el propio Tad, solo se limito a mirar, así, como quien no quiere la cosa, el objeto que había caído a sus pies para a continuación seguir haciendo las típicas cosas que hace un zombie que no tiene nada para hacer. Ósea, seguir de pie en el maldito sitio por el cual ellos debían salir.

¡Puta Bida!

Esta vez quizás sea mejor que pruebe usted Clarissa, le susurro el muchacho mirando de soslayo, y con resentimiento, al infectado que a ojos de Tad, parecía incluso estar disfrutando de los fallos del regordete muchacho.

Y si fallamos, tendremos que usar otra táctica, concluyo aferrando con fuerza su “vara anti-infectados” y que antes fuera un trapeador sin glamour.

La mujer se pone a rebuscar otra zona y encuentra en unos arbustos algo no demasiado prometedor: una lata de gaseosa medio aplastada. La artista se encoge de hombros y lanza el objeto a un metro aproximadamente del infectado, con la intención de atraer su atención. El resultado no es del todo malo pero tampoco es genial. La lata golpea contra una roca en el suelo y hace un chasquido que causa que el hombre se de vuelta. Ahora, se encuentra con la mirada fija en ese punto, dándoles la espalda a los sobrevivientes. Si pasaran con gran sigilo, tal vez no los detectara.