Partida Rol por web

-Jajaja, viejo amigo, me temo que se ha perdido la mala fortuna de Ismael, metió la bola blanca, un error que hace que pierda el turno... pero nada está decidido aún. Cualquiera de los dos equipos puede ganar.

Dejó su baso de brandy en la repisa de la chimenea mientras comentaba con una sonrisa:

- Ya pensábamos que el fantasma de Peak's House había raptado al anfitrión.

Acto seguido tomó el taco y pensó sobre su jugada. Golpeó la bola blanca, que chocó contra otra, que fue a parar cerca de una tronera.

- Parece que no tenemos tanta suerte como el señor Humboldt... Al menos lucharemos con honor, como se suele decir.- y empezó a reirse él mismo de su pripio comentario.

Se acercó a la ventana y comentó:

- Ha nevado tanto que no se ve nada. Menos mal que, al menos yo, no tengo ningún asunto urgente que me reclame en Londres.

Reginald se acerca hacia la ventana para ver si la nevada era relamente seria. Al ver la forma en la que nevaba, vio que sería difícil partir al día siguiente.

- Será mejor que te prepares para ser anfirtión por un tiempo, Arthur- dijo con una sonrisa a su amigo- si sigue nevando así vamos a tener que quedarnos aquí por un tiempo. Tengo asuntos importantes que cumplir, pero pueden esperar al menos un par de días.

Se aleja de la ventana y vuelve a mirar a la partida, con expresión divertida, intrigado por descubrir quien ganará al final.

Jane apareció por la puerta con una bandeja de porcelana llena de galletas. Un olor a manzana llena toda la estancia.

- Buenas noches señores. Espero que les gusten las gallentas de manzana. A las damas les ha gustado mucho mi tarta, aunque no está bien que sea yo quien lo diga. - dijo con una sonrisa tímida.

Retiró una pequeña figura en forma de elefante (recuero de un viaje a la India) de una pequeña mesa. Ahí dejó la bandeja.

- Espero que les gusten, están hechas con manzanas de Plymouth, que, según dicen, son las más dulces. Si no me requieren para nada más, yo me retiro.

- Sabe muy bien, señorita Jane, que con sus dulces ha robado por entero mi corazón.

Se acercó a la mesita y cogió una galleta. La probó y comentó:

- Deliciosas, como siempre. Me encanta ese toque a manzana, le da un toque... no sé cómo decirlo... "elegante". Sí, esa es la palabra.

Reginald no es muy dado a los postres, y menos cuando no son acompañadas por un buen té inglés. Pero coje una pasta para complacer a la señora. Le da un bocado y dice:

-Están deliciosas, se nota que las ha hecho con cariño.- Se termina la galleta y le da otro trago a su copa.

- Creo que me toca hacer uso de mis dotes en este juego.- comentó.- Intentemos meter la bola que debemos meter, como muy bien ha dicho el señor Humboldt.

Tomó el taco, se colocó en posición, y golpeó la bola blanca. Ésta recorrió todo un largo trecho y chocó contra otra, que se coló por una de las troneras.

- Bueno, esto me gusta más...

Intentó meter una de las bolas que se encontraba sola en una esquina. La golpeó, pero hizo una extraña carambola en los bordes de la tronera y salió disparada en otra dirección.

- Bueno, esto nos enseña que la victoria no se consigue fácilmente, ¿verdad amigos?

- Sobre todo si esa victoria depende de como juega al billar, mi querido Alexander.- dijo riéndose.

Cogió una galleta de Jane. No eran sus favoritas, que eran de melocotón, pero para ésas había que esperar al verano. De todas formas, le gustaba tomar algo dulce después de la cena.

- Muy buenas, como siempre Jane. No sé que sería de mi alimentación si ti.

- Me van a hacer sonrojar. Me alegro mucho que les gusten.- dijo con una sonrisa.- Si no quieren nada más los señores, yo me retiro. Buenas noches.

Y con su acostumbrada discreción, abandonó la estancia y cerró la puerta tras de sí.

- Creo que me toca a mí.

Dicho esto, se acercó a la mesa y comentó:

- Parece que el joven Pevsner no ha querido dejármelo fácil esta vez.- dice mientras da vueltas alrededor de la mesa- En fin... espero tener suerte en esta tirada.

La carambola que quería hacer era, en verdad, difícil. La bola blanca pasó cerca de la azul, pero sin llegar a darla.

-¡Maldición! Ya lo decía mi padre, que en paz descanse: arriesgar es una aventura, a veces se gana y otras veces no.

-mucho mejor perder arriesgandose que no arriesgarse y perder de todas maneras; dicen que los errores por comision son peores que los de omision- se restrego la pierna adolorida y concluyo-esta noche yo no creo poder incorporarme, en realidad creo que me costara bastante ir hasta mi habitacion-sonrio mientras apuraba su copa y prendia un cigarro- ¿alguno de los presentes tendria a bien darme una pequeña mano? no deseo parecer un viejo, que es lo que soy-se lamento socarronamente- pero a menos que deseen que duerma aqui en compañia del brandy y los cigarros...-dejo en el aire la frase mientras daba un ligero golpe con su baston en el suelo

-No se debe uno dejar vencer por la edad, señor Montesco. Mire a nuestro anfitrión -dije con una mueca divertida- con la de años que tiene y la gran vida que se está pegando. Todos deberíamos aprender de él, si podemos permitirnos sus gastos, claro.

Suelto una carcajada. Mis palabras no ocultaban ninguna intención maliciosa, solo bromeaba.

reginald, no es la edad sino mi pierna la que esta venciendo esta batalla-dijo ismael soltando una risotada al tiempo que llenaba una vez mas su copa- creo que estoy bebiendo de mas-dijo y encendio un puro- pero si esta extremidad testaruda se niega a dejarme marchar recto le dare una ligera borrachera para que le haga compañia...

- Oyendo estos comentarios, me gustaría ser Dorian Gray y que el retrato envejeciera por mí.- comentó mientras saboreaba un poco de brandy.

-jamas desee eso mi joven amigo- respondio ismael- el precio que pago dorian fue muy grande. en mi opinion personal ese eterno joven lo perdio todo en el instante mismo en que escucho a lord henry en ese jardin soleado; ni el retrato ni los sucesos que se dieron despues, ni siquiera el semblante perfido del retrato, tuvieron nada que ver con el desenlace; la vida tiene sus etapas y fue una tonteria por parte del joven gray enjaularse a si mismo en una de ellas

- Yo haría eso sólo por tener 20 años y no llevar gafas: cuando llueve se mojan todas y no hay forma de ver nada.- dijo riéndose.

Apuró el último trago de su copa, y se puso a contemplar cómo estaban colocadas las bolas en el fieltro. Ese juego siempre le recordaba a una vieja maqueta del Sistema Solar que tenía su abuelo en su despacho. Era dorado, y siempre se quedaba largo tiempo mirándolo cuando iba a visitarle a Liverpool.

- Yo no estoy de acuerdo con usted, señor Montesco. Si Dorian no hubiera hecho eso, no habría habido historia.- volvió a reir- Aunque yo soy más del Fantasma de Canterville.

Reginald confirió una carcajada.

-No me extraña que jueguen tan mal al billar, han pasado demasiado tiempo leyendo novelas. A veces es bueno cerrar un libro y disfrutar de los bienes de las relaciones sociales- dio un sorvo a su copa- y del buen licor, claro.

- Sobre todo si es mío, ¿no es así, mi querido Reginald?- comentó riéndose Arthur, bebiendo él también de su copa.

- No he tenido la oportunidad de leer ese libro, pero sí vi una representación teatral sobre él hace unos años en Manchester. Una obra... curiosa. Yo creo que el señor Montesco tiene razón, aunque yo pienso que la culpa la tiene totalmente el pintor: sin pintor no hay cuadro, y sin cuadro... pueden completar la frase ustedes mismos.

-una logica algo torcida arthur, el pintor se limito a plasmar la obra mas maravillosa plagada de inocencia; fue lord henry quien introdujo en gray el miedo a la vejez y fue gray quien profirio el juramento.-montesco ya habia bebido un pelin mas de la cuenta, pero no lo demostraba ni en su forma de hablar ni en sus gestos- ese pobre pintor pago con su vida por su talento y por los pecados innombrables de dorian gray...

-Eso, la culpa es siempre del artista- dijo riéndose.

A pesar de su risa, había un deje de reproche en su voz. Para Alexander, los artistas eran el sustento de la sociedad, su conexión con el infinito, y no le gustaba que se metieran con ellos, aunque fuera en broma.