Partida Rol por web

¡Mierda! -gruñó Robyn.

La agente de los Ruiseñores se unió a la sacerdotisa de Pélor para examinar las palancas, y amplió después su búsqueda por toda la habitación para ver si había alguna pista de cómo funcionaban. Sólo esperaba no tener que resolver el enigma de las palancas a base de prueba y error... por el bien de Tognus.

yo os echaria una mano, pero es que en este momento estoy un poco liado.
Que pensais me corto la barba o dejo que la cuchilla vaya al cuello
Siento este tonito pero es que me estoy poniendo un poquito nervioso
Digo nervioso mientraa veo como la cuchilla se acerca cada vez mas cerca
polidoro, amigo agradeceria que en esta ocasion dejaras tu martillo descansar un rato, creo que no es momento de usarla

La agente de los Ruiseñores examina con atención toda la estancia, comenzando por el juego de extrañas palancas y terminando en la oscilante hoja de metal que se aproxima mortalmente al inmobilizado Tognus.

Tanto la disposición del mecanismo como la ausencia de otros disparadores de la trampa traen a su memoria el relato de un macabro instrumento de tortura que hasta ahora había considerado como algo puramente mítico. De acuerdo con esto, el único modo de detener el mecanismo es accionar de manera simultánea todas las palancas, que a su vez están conectadas con el altar de tal manera que su activación no solo detiene la cuchilla sino que inflige alguna clase de tormento desconocido al prisionero del que posiblemente no logre sobrevivir tampoco.

Robyn se mordió los labios con tanta fuerza que sintió el sabor a hierro de la sangre en la boca.

Tognus, esto te va a doler. Necesito vuestra ayuda. Tenemos que activar todas las palancas a la vez y yo sola no puedo. Colocaros cada uno en una palanca y tirad a la de tres. ¿Preparados? Una, dos y... ¡tres!

-Aguanta, amigo, te sacaremos de esta -le aseguró la sacerdotisa de Pélor.

Helshara obedeció al ver a Robyn tan segura de lo que estaba haciendo, y se colocó frente a una de las palancas, preparada para tirar de ella cuando su compañera le indicara.

eah que sea lo que el dios de la piedra quiera. Pero ser rapidos.....

Siguiendo las indicaciones de Robyn, cada uno de los que estáis libres agarráis una de las cuatro palancas y, a una señal de la maga, todos accionáis de manera simultánea el mecanismo. En ese momento, cuatro puntas afiladas como estacas emergen del altar de piedra y atraviesan la carne de Tognus, enviándole descargas de energía elemental que se propagan por su cuerpo convulso.

La magia protectora de Helshara mitiga los efectos del fuego, pero no basta para salvar la vida del guerrero enano, cuyo humeante cadáver yace sin vida sobre la losa.

En ese momento los grilletes que sujetaban a Tognus liberan se sueltan, liberando su cuerpo sin vida, y la cuchilla se detiene a mitad de su recorrido descendente. Sobre la hoja de acero podéis ver cómo se abre un diminuto habitáculo oculto en cuyo interior se halla la octave llave de plata.

Al otro lado de la habitación, podéis ver cómo se desplaza la pared para daros acceso a la siguiente cámara del Mausoleo de los Dioses.

Helshara no dudó un sólo instante y se acercó al cadáver humeante en el que se había convertido su amigo. Con el corazón palpitándole a toda velocidad en el pecho, depositó un diamante sobre sus restos mortales.

-¡Pélor! ¡Devuélvele a la vida! -imploró a su dios.

Robyn salió corriendo junto a Helshara, para ayudar a la clériga en todo lo que necesitara. Que supiera que esta era la única salida para la macabra situación en la que se habían metido no quería decir que no tuviera remordimientos de conciencia. Se mordió el labio y se unió al rezo de la Pelorita con una muda plegaria.

A la sacerdotisa de Pelor le falta tiempo para acudir junto al cadáver todavía caliente de Tognus y elevar una plegaria a su señor para que se compadezca del aguerrido y valeroso enano, ofreciéndole a su dios una generosa dádiva a cambio de su intercesión.

Y el dios del Sol no duda en responder a las plegarias de su devota servidora, devolviéndole a Tognus una chispa de aliento vital. Sin perder un instante, Helshara rebusca entre sus pertenencias y extrae una vez más la varita curativa a la que tanto debéis desde vuestra llegada al Mausoleo de los Dioses.

Poco a poco el color retorna a las mejillas del enano revivido y el vigor regresa a sus músculos acalambrados.

Cejo en mi empeño de romper las ataduras de Tognus cuando éste así me lo pide y me apresuro a seguir las indicaciones de Robyn con la seguridad de que, una vez más, mi compañera humana sabe mejor que ninguno qué debemos hacer para continuar camino todos juntos.

Acciono la palanca cuando me lo indican y quedo paralizado de asombro y terror al ver cómo el cuerpo de mi amigo enano se convulsiona y ennegrece de manera horrible antes de quedar rígido e inmóvil con un agónico rictus reflejado en sus facciones ahora sin vida.

Mi mano temblorosa agita en vano el cuerpo de Tognus con la esperanza de que éste se mueva pero sabiendo que es imposible que ni siquiera el duro enano haya podido sobrevivir a semejante castigo físico. Las lágrimas arrasan mis ojos pero no permito que se desborden. No delante todos. Los gigantes de piedra no lloramos.

Helshara me aparta cariñosamente para ocuparse del cadáver y yo aprovecho la ocasión para recuperar la llave por la que hemos tenido que pagar tan caro precio.

Cuando devuelvo mi atención a la pareja, mi sorpresa no podría ser mayor al descubrir que Tognus comienza lentamente a volver en sí. A pesar de que todavía está débil, no puedo evitar estrecharlo entre mis brazos con silenciosa felicidad y dedicándole a la sanadora una mirada de genuina gratitud y admiración por su inconmensurable poder.

Veo como mis cuatro compañeros se acercan a las palancas y haciendo una señal las accionan a la vez, pero en ese momento mi esperanza de una salvacion deja de existir, un gran fuego y a la vez una descarga de electricidad recorre mi cuerpo, un dolor el cual no puede expresarse en palabras me empieza a invadir y noto como la vida se escapa de mi cuerpo y la oscuridad me domina, intento despedirme de mis amigos pero ya es tarde mi alma ya se dirije a los salones donde todo enano pasa la eternidad comiendo, bebiendo y matando trolls.

Y en ese preciso momento una fuerza descomunal me arranca del camino por el que transito y me envia de regreso a mi cuerpo.

Dolorido y notando como la vida sigue queriendo partir, abro los ojos y veo a dos hermosas damas arrodilladas a mi lado,  mi angel particular y mi rayo de luz

como sigas haciendo esto, no tendre vidas suficientes para devolverte todo, ni corazon lo suficientemente grande para demostrarte mi cariño

con gran esfuerzo me intento incorporar y les doy a cada una un emocionado beso en la mejilla, pues es lo minimo que puedo hacer ahora, en ese momento un emocionado polidoro me toma entre sus brazos y me achucha con fuerza demostrando su alegria...amigo yo tambien te aprecio.... y lo sabes, pero no quisiera volver a morir y esta vez por aplastamiento,  le digo enseñando una sonrisa con gran esfuerzo

Helshara suspiró con alivio cuando vio regresar a Tognus de entre los muertos, y las lágrimas se le agolparon en las mejillas. Había querido ser una clériga, y salvar vidas, desde que un tabernero de Darroke le pagara las medicinas que no podía permitirse y que había tratado de robar para su madre. Y muchas eran las vidas que había salvado en sus aventuras, directa o indirectamente. Pero era la primera vez que traía a alguien de entre los muertos, y nada menos que a un buen amigo como Tognus.

Iba a contestar algo, pero se le hizo un nudo en la garganta y no pudo articular palabra. Sonrió cuando Tognus la besó en la mejilla y le ofreció, a su vez, un beso en la frente. Se separó de su compañero y se enjugó las lágrimas de los ojos, respondiendo con un cabeceo a la mirada de gratitud de Polidoro.

Con compañeros como aquellos atravesaría las tinieblas y llamaría a las mismas puertas del Abismo para luchar a su lado. Pero por ahora tendrían que ir a la nueva sala que acababa de abrirse.

Aguardáis un tiempo prudencial hasta que la magia de Helshara obre su milagro con Tognus y, a continuación, os ponéis nuevamente en marcha siguiendo las indicaciones de la sacerdotisa de Pelor.

La siguiente estancia está completamente vacía con excepción de la monstruosa criatura que os aguarda en ella. Un ser enormemente obeso con el cuerpo imposiblemente desfigurado y lleno de tentáculos con púas rematados en garras atrofiadas pero de aspecto temible.

Al veros llegar, la criatura os dedica una maligna sonrisa plagada de afilados dientes y abre una de sus garras deformes para mostraros una pequeña llave de plata similar a las que habéis ido atesorando a lo largo de vuestro periplo por el Mausoleo de los Dioses.

―Un alma entregada libremente a cambio de la llave ―dice, con una voz susurrante y enronquecida―. Sin regateos, sin trucos. Es un precio justo.

Es un baatezu, el tipo más común de diablo -anunció Robyn en voz baja-. Son inmunes al fuego y al veneno, y resistentes al ácido y al frío. Pueden ver la oscuridad, invocar otros baatezu y son telépatas. No he oído hablar de esta criatura en concreto, quizá sea única en su especie. 

Hablando de llamar a las puertas del Abismo. O del Baator...

-Nosotros no hacemos tratos con diablos -dijo Helshara, blandiendo la maza frente a sí. Su armadura de luz incrementó su intensidad, como disipando las tinieblas-. ¿Estáis conmigo?

yo con vos hasta el final, no he vuelto a este mundo para que un ser grotesco me pida mi alma gratis y sin ningun tipo de esfuerzo.

que la llevas clara animal.

agarro el hacha con fuerza y me coloco al lado de la dama de la luz preparado a lo que tenga que venir

La cosa que encontramos en la nueva estancia es un ser repugnante, más digno de lástima que de respeto. Una monstruosidad obesa y malsana que parece tenerse en pie a duras penas. Estoy dispuesto a ofrecerle una muerte misericordiosa y a liberarle de su tormentosa existencia.

Mis amigos parecen compartir conmigo la idea de rechazar el acuerdo. Hemos llegado hasta aquí pasando por pruebas diabólicamente enrevesadas y no vamos a rendirnos ahora que nos falta la última de las nueve llaves.

-Polidoro entregará un alma a cambio de la llave. La tuya, demonio, suponiendo que tengas una.

Apenas necesito un instante para conjurar una pareja de jabalinas encantadas y arrojárselas a nuestro orondo interlocutor. Tal vez así se le borre esa estúpida sonrisa de la cara.